jueves, 10 de noviembre de 2016
La parábola del fariseo y el publicano (Cfr. el Evangelio del Domingo 30 del tiempo ordinario, Ciclo C).
1 La parábola del fariseo y el publicano (Cfr. el Evangelio del Domingo 30 del tiempo ordinario, Ciclo C). La humildad es la base de la oración. ¿Hablamos desde la altura de nuestro orgullo o desde lo más profundo de un corazón contrito y humilde? La parábola ejemplifica dos modos de oración opuestos. LA PARÁBOLA DEL FARISEO Y EL PUBLICANO Cfr. Sagrada Biblia – Nuevo Testamento – EUNSA 2004 – Nota a Lucas 18, 9-14 Cfr. Domingo 30 del tiempo ordinario – Ciclo C - Evangelio Lucas 18, 9-14: 9 En aquel tiempo, a algunos que, teniéndose por justos, se sentían seguros de sí mismos y despreciaban a los demás, dijo Jesús esta parábola: 10 - «Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, un publicano. 11 El fariseo, erguido, oraba así en su interior: "¡Oh Dios!, te doy gracias, porque no soy como los demás: ladrones, injustos, adúlteros; ni como ese publicano. 12 Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo." 13 El publicano, en cambio, se quedó atrás y no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo; sólo se golpeaba el pecho, diciendo: ¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador. " 14 Os digo que éste bajó a su casa justificado, y aquél no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.» La humildad es la base de la oración. o ¿Hablamos desde la altura de nuestro orgullo o desde lo más profundo de un corazón contrito y humilde? - La oración, además de ser perseverante, tiene que ser humilde. Es lo que enseña esta parábola: «¿Desde dónde hablamos cuando oramos? ¿Desde la altura de nuestro orgullo y de nuestra propia voluntad, o “desde lo más profundo” (Salmo 130,1) de un corazón humilde y contrito? El que se humilla es ensalzado 1 la humildad es la base de la oración. “Nosotros no sabemos pedir como conviene” (Romanos 8, 26). La humildad es una disposición necesaria para recibir gratuitamente el don de la oración: el hombre es un mendigo de Dios» 2 (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2559). La parábola ejemplifica dos modos de oración opuestos. o El fariseo La parábola ejemplifica dos modos de oración opuestos. El fariseo, satisfecho de sí mismo - reza de pie cfr. v. 11- , se jazta ante Dios de todo lo bueno que hace, no ve en si pecado alguno y, por tan to, no siente necesidad de arrepentirse. Cumple sus obligaciones religiosas más allá de lo prescrito (v. 12): ayuna dos veces por semana, cuando los rabinos establecían ayunar una vez; paga el diezmo de todo, cuando sólo era obligatorio pagarlo en ciertos productos. Sus no son verdadera oración porque no se dirige a Dios: reza «para sus adentros», y desprecia a los demás (v. 11). o El publicano En el polo opuesto está el publicano. Éste reconoce humildemente su indignidad y se arrepiente sinceramente; se considera un pecador y confía sólo en la misericordia divina (v. 13). Su oración es auténtica y descubre las verdaderas disposiciones que hay que tener ante Dios. El publicano baja justificado (v. 14), «porque la oración contrita o la contrición orante eleva el alma a Dios, la une a su bondad y obtiene el perdón en virtud del amor divino que le comunica este santo movimiento» (S. Francisco de Sales, Tratado del amor de Dios 2,20). www.parroquiasantamonica.com Vida Cristiana 1 Cf Lucas 18, 9-14 2 San Agustín, Sermo 56, 6,9.
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