lunes, 27 de marzo de 2017
Domingo 22 del tiempo ordinario, Ciclo B. (2015). El corazón. En lo profundo del corazón está la raíz de todo bien y, por desgracia, de todo mal. Al conformar nuestro corazón al de Cristo, los cristianos podemos llevar a cabo lo más profundo de la vida: ser un don que se realiza al darse. Jesús proclama en el Evangelio de hoy que la “pureza” no es una cuestión de una limpieza solamente exterior, sino del “corazón”. Las perversidades salen del corazón y contaminan el hombre. Para que la sociedad asuma un rostro verdaderamente humano y todos puedan afrontar el futuro con confianza, es necesario rehacer al hombre desde dentro. La transformación del corazón es atribuida al Espíritu Santo. Ya los profetas habían dicho al pueblo de Israel que Dios no aceptaba los sacrificios exteriores (la matanza de terneros y machos cabritos para ofrecerlos a Dios) porque tenían el corazón lejos de Él. El corazón es la sede de la personalidad moral. Son obras impuras no sólo «los pecados de la carne» en sentido estricto (fornicación, libertinaje, etc.), sino también la idolatría, los odios, la discordia, la ira, la envidia …
1 Domingo 22 del tiempo ordinario, Ciclo B. (2015). El corazón. En lo profundo del corazón está la raíz de todo bien y, por desgracia, de todo mal. Al conformar nuestro corazón al de Cristo, los cristianos podemos llevar a cabo lo más profundo de la vida: ser un don que se realiza al darse. Jesús proclama en el Evangelio de hoy que la “pureza” no es una cuestión de una limpieza solamente exterior, sino del “corazón”. Las perversidades salen del corazón y contaminan el hombre. Para que la sociedad asuma un rostro verdaderamente humano y todos puedan afrontar el futuro con confianza, es necesario rehacer al hombre desde dentro. La transformación del corazón es atribuida al Espíritu Santo. Ya los profetas habían dicho al pueblo de Israel que Dios no aceptaba los sacrificios exteriores (la matanza de terneros y machos cabritos para ofrecerlos a Dios) porque tenían el corazón lejos de Él. El corazón es la sede de la personalidad moral. Son obras impuras no sólo «los pecados de la carne» en sentido estricto (fornicación, libertinaje, etc.), sino también la idolatría, los odios, la discordia, la ira, la envidia … Cfr. Dom. 22 tiempo ordinario, Año B Deuteronomio 4, 1-2.6-8; Santiago 1, 17-18.21-22.27; Mc 7, 1-8.14-15.21-23 Salmo 15(14) 30 de agosto de 2015 Deuteronomio 4, 1 . Y ahora, Israel, escucha los preceptos y las normas que yo os enseño para que las pongáis en práctica, a fin de que viváis y entréis a tomar posesión de la tierra que os da Yahveh, Dios de vuestros padres. 2 . No añadireís nada a lo que yo os mando, ni quitaréis nada; para así guardar los mandamientos de Yahveh vuestro Dios que yo os prescribo. 6 Guardadlos y practicadlos, porque ellos son vuestra sabiduría y vuestra inteligencia a los ojos de los pueblos que, cuando tengan noticia de todos estos preceptos, dirán: « Cierto que esta gran nación es un pueblo sabio e inteligente. » 7 Y, en efecto, ¿hay alguna nación tan grande que tenga los dioses tan cerca como lo está Yahveh nuestro Dios siempre que le invocamos? 8 Y ¿cuál es la gran nación cuyos preceptos y normas sean tan justos como toda esta Ley que yo os expongo hoy? Salmo 15 1 Salmo. De David. Yahveh, ¿quién morará en tu tienda? , ¿quién habitará en tu santo monte? 2 El que camina con integridad, el que practica la justicia, el que habla con corazón sincero, 3 y no calumnia con su lengua, no hace mal a su hermano, ni levanta infamia contra su prójimo; 4 el que tiene por vil al réprobo, y honra a los que temen al Señor; el que no se desdice aunque jure en propio daño, 5 el que no presta a usura su dinero, ni acepta soborno contra el inocente. Quien obra así jamás vacilará. Santiago 1: 17 Toda dádiva buena y todo don perfecto viene de lo alto, desciende del Padre de las luces, en quien no hay cambio ni sombra de rotación. 18 Nos engendró por su propia voluntad, con Palabra de verdad, para que fuésemos como las primicias de sus criaturas. 21 Por eso, desechad toda inmundicia y abundancia de mal y recibid con docilidad la Palabra sembrada en vosotros, que es capaz de salvar vuestras almas. 22 Poned por obra la Palabra y no os contentéis sólo con oírla, engañándoos a vosotros mismos. 27 La religión pura e intachable ante Dios Padre es ésta: visitar a los huérfanos y a las viudas en su tribulación y conservarse incontaminado del mundo. Marcos 7 1 . Se reúnen junto a él los fariseos, así como algunos escribas venidos de Jerusalén. 2. Y al ver que algunos de sus discípulos comían con manos impuras, es decir no lavadas, 3. - es que los fariseos y todos los judíos no comen sin haberse lavado las manos hasta el codo, aferrados a la tradición de los antiguos, 4 y al volver de la plaza, si no se bañan, no comen; y hay otras muchas cosas que observan por tradición, como la purificación de copas, jarros y bandejas -. 5 Por ello, los fariseos y los escribas le preguntan: « ¿Por qué tus discípulos no viven conforme a la tradición de los antepasados, sino que comen con manos impuras? » 6 . El les dijo: « Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, según está escrito: Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. 7. En vano me rinden culto, ya que enseñan doctrinas que son preceptos de hombres. 8 . Dejando el precepto de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres. 14 Llamó otra vez a la gente y les dijo: « Oídme todos y entended. 15 Nada hay fuera del hombre que, entrando en él, pueda contaminarle; sino lo que sale del hombre, eso es lo que contamina al hombre. 21 Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen las intenciones malas: fornicaciones, robos, asesinatos, 22 adulterios, avaricias, maldades, fraude, libertinaje, envidia, injuria, insolencia, insensatez. 23 Todas estas perversidades salen de dentro y contaminan al hombre. 2 En lo profundo del corazón está la raíz de todo bien y, por desgracia, de todo mal. (Juan Pablo II, 22 de junio de 2003, Discurso en Banja Luka (Bosnia) De dentro, del corazón de los hombres, salen las intenciones malas … Las perversidades salen de dentro y contaminan al hombre. (Marcos 7, 21.23, Evangelio de hoy) 1. Jesús proclama en el Evangelio de hoy que la “pureza” no es una cuestión de una limpieza solamente exterior, sino del “corazón”. Las perversidades salen del corazón y contaminan al hombre. • Marcos 7: 14 Llamó otra vez a la gente y les dijo: « Oídme todos y entended. 15 Nada hay fuera del hombre que, entrando en él, pueda contaminarle; sino lo que sale del hombre, eso es lo que contamina al hombre. 21 Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen las intenciones malas: fornicaciones, robos, asesinatos, 22 adulterios, avaricias, maldades, fraude, libertinaje, envidia, injuria, insolencia, insensatez. 23 Todas estas perversidades salen de dentro y contaminan al hombre. Cfr. Mateo 15, 1-20 • Se trata de doce acciones negativas que, en cuanto que son elecciones que hace el hombre en su corazón, vuelven impuro y contaminado a todo el sujeto, en cada acción es involucrada la totalidad de la existencia humana. o Extirpar un vicio del corazón produce sufrimiento y exige fatiga. Cfr. Gianfranco Ravasi, Secondo le Scritture, Anno B, Piemme 4ª edizione, XXII domenica. • “Jesús enumera doce acciones que son verdaderamente impuras, no tanto porque sean ritualmente indecorosas, sino porque son moralmente indignas. Sobre la prostitución, el hurto, el homicidio, el adulterio, sobre la avaricia, la maldad, el fraude, el libertinaje, la envidia, la injuria, la insolencia, sobre la insensatez, se mide la autenticidad de la religiosidad, y no tanto sobre el lavarse las manos antes de comer, o sobre la purificación ritual del lavavajillas … Ciertamente es mucho más sencillo y cómodo adaptarse a un rito de purificación, mientras extirpar un vicio del corazón produce sufrimiento, exige fatiga … ”. • “El corazón en la Biblia designa la conciencia, las decisiones fundamentales y su operatividad. Las verdaderas impurezas nacen en el remolino de la libertad humana, y ahí debe brotar la genuina observancia, donde se juega el destino del hombre. Y no en la exterioridad de los trajes de ceremonia, de los alimentos rituales, de las frías rúbricas.” o Para que la sociedad asuma un rostro verdaderamente humano y todos puedan afrontar el futuro con confianza, es necesario rehacer al hombre desde dentro. • Juan Pablo II, 22 de junio de 2003, Discurso en Banja Luka (Bosnia): Para que la sociedad asuma un rostro verdaderamente humano y todos puedan afrontar el futuro con confianza, es necesario rehacer al hombre desde dentro, curando las heridas y realizando una auténtica purificación de la memoria mediante el perdón recíproco. En lo profundo del corazón está la raíz de todo bien y, por desgracia, de todo mal (cf. Marcos 7,21-23). Allí es donde debe tener lugar el cambio, gracias al cual será posible renovar el entramado social y entablar relaciones humanas abiertas a la colaboración entre las fuerzas vivas del país. o Hemos de cultivar la interioridad del hombre: la conversión constante. • Como muchos autores señalan, la novedad más profunda del perfeccionamiento del Antiguo Testamento realizado por Jesús es que traslada la ley del exterior al interior, de los labios al corazón, de «fuera» a «dentro» del hombre. Marcos, 7: Los escribas y fariseos piden explicaciones a Jesús porque «algunos de sus discípulos comían con manos impuras, es decir no lavadas» (v. 2). Y preguntan a Jesús: « ¿Por qué tus discípulos no viven conforme a la tradición de los antepasados, sino que comen con manos impuras? » Jesús denuncia su hipocresía con unos razonamientos muy claros: a) se preocupan de prescripciones solamente exteriores a los que califica como «preceptos de hombres» (v. 7): se 3 aferran a esta «tradición de los hombres» y «dejan el precepto de Dios» (v. 8); b) lo que hace impuro al hombre son «las cosas que salen del hombre» y «nada hay fuera del hombre que, al entrar en él, pueda hacerlo impuro» (cfr. vv. 15-16.18-19). Antes de acabar su discurso insistirá: «Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen las intenciones malas: fornicaciones, robos, asesinatos, adulterios, avaricias, maldades, fraude, libertinaje, envidia, injuria, insolencia, insensatez. Todas estas perversidades salen de dentro y contaminan al hombre» (vv. 21-23). Como se ve, son 12 las «malas intenciones» que pueden anidar en el corazón, una realidad interior al hombre que lleva a la materialidad de los gestos exteriores y que debe ser objeto de saneamiento: de conversión. Ya los profetas habían dicho al pueblo de Israel que Dios no aceptaba los sacrificios exteriores (la matanza de terneros y machos cabritos para ofrecerlos a Dios) porque tenían el corazón lejos de Él. • Ya los profetas habían dicho al pueblo de Israel que Dios no aceptaba los sacrificios exteriores (la matanza de terneros y machos cabritos para ofrecerlos a Yahvé) porque tenían el corazón lejos: “ ¡Estoy harto de holocaustos de carneros y de grasa de animales cebados! La sangre de novillos, corderos y machos cabríos ¡no la quiero! ... No traigáis más ofrendas vanas. ¡Abomino del humo del incienso! ... dejad de hacer el mal, aprended a hacer el bien: buscad la justicia, proteged al oprimido ....” (cfr. Isaías 1, 10-17); “Este pueblo se me acerca con la boca, pero su corazón está lejos de mi” (Isaías 29, 13); cfr. Amos 5, 21-24). También los salmos (Cfr. 40, 7-9; 50, 5-15; 51, 18-19) destacan los sentimientos que deben inspirar el sacrificio exterior: obediencia, acción de gracias, contrición. • El Catecismo de la Iglesia Católica explica muy bien esta problemática cuando dice que el sacrificio exterior, para ser auténtico, debe ser expresión del sacrificio espiritual (cfr. nn. 2100; 2611). o Lo que Jesús pide es que nuestras vidas y el culto y los holocaustos no estén desligados de la pureza de corazón. • Lo que Jesús pide es que nuestras vidas y el culto y los holocaustos no estén desligados de la pureza de corazón, del ofrecimiento al Señor de la propia vida, de la búsqueda de la santidad personal y de la justicia y del amor hacia los demás. San Lucas expone, a este respecto, con mucha sencillez las palabras del Señor: “¡Hay de vosotros, los fariseos, que pagáis el diezmo de la menta, de la ruda y de toda hortaliza, y dejáis a un lado la justicia y el amor de Dios!” (Lucas 11,42). • “Jesucristo desenmascara (...) la hipocresía revestida de legalismo. Hay gentes que, so capa de bien, cumpliendo la mera letra de los preceptos, no cumplen su espíritu; no se abren al amor de Dios y del prójimo, y, bajo la apariencia de honorabilidad, apartan a los hombres del verdadero fervor, haciendo intolerable la virtud.1 ” • Sencillas son también otras palabras del Señor a sus discípulos: «No todo el que me dice: Señor, Señor», entrará en el Reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre, que está en los cielos». o La transformación del corazón, que hará al pueblo capaz de observar plenamente la ley de Dios. Este cambio del corazón es atribuido por Ezequiel a la obra del Espíritu (Ez 36, 6-27), • Diccionario Ravasi Cfr. Enseñanza, II, El conocimiento de Dios: El profeta Jeremías, por su parte, anuncia que en los últimos tiempos Dios establecerá con los hijos de Israel una nueva alianza, dentro de la cual escribirá su ley en su corazón, es decir, en lo que, según la Biblia, es el órgano mismo del conocimiento; en consecuencia, afirma: "No tendrán ya que instruirse mutuamente, diciéndose unos a otros: '¡Conoced al Señor!', pues todos me conocerán, desde el más pequeño al mayor -dice el Señor-, porque perdonaré su crimen y no me acordaré más de sus pecados" (Jr 31,34). La enseñanza escatológica de Yhwh no consiste en la comunicación de nuevas doctrinas o preceptos, sino en una transformación del corazón, que hará al pueblo capaz de observar plenamente la ley de Dios. Este cambio del corazón es atribuido por Ezequiel a la obra del Espíritu (Ez 36,26-27), que aparece así como el maestro interior del pueblo. Por medio del Espíritu Yhwh desempeñará algún día directamente la función de pastor de Israel (Ez 34,11-16 Jr 23,3 Jr 31,10). 1 Cf.. Nuevo Testamento Eunsa, nota a Lc 11, 37-54. 4 Al conformar nuestro corazón al de Cristo, los cristianos podemos llevar a cabo lo más profundo de la vida: ser un don que se realiza al darse. • Juan Pablo II, Catequesis 21/10/1998: Jesús, al obtenernos el don del Espíritu con el sacrificio de su vida, cumple la misión recibida del Padre: "He venido para que tengan vida y la tengan en abundancia" (Juan 10,10). El Espíritu Santo renueva nuestro corazón (Ezequiel 36,25-27 Jeremías 31,31-34), conformándolo al de Cristo. Así, el cristiano puede "comprender y llevar a cabo el sentido más verdadero y profundo de la vida: ser un don que se realiza al darse" (Evangelium vitae, 49). Esta es la ley nueva, "la ley del Espíritu, que da la vida en Cristo Jesús" (Romanos 8,2). Su expresión fundamental, a imitación del Señor que da la vida por sus amigos (Juan 15,13), es la entrega de si mismo por amor: "Nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida, porque amamos a los hermanos" (1Juan 3,14). [La vida según el Espíritu] o El corazón es la sede de la personalidad moral • Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2517 El corazón es la sede de la personalidad moral: “de dentro del corazón salen las intenciones malas, asesinatos, adulterios, fornicaciones” (Mt 15, 19). La lucha contra la concupiscencia de la carne pasa por la purificación del corazón: «Mantente en la simplicidad y en la inocencia, y serás como los niños pequeños que ignoran la perversidad que destruye la vida de los hombres» (Hermas, Pastor 27, 1 [mandatum 2, 1]). 2. Son obras impuras no sólo «los pecados de la carne» en sentido estricto (fornicación, libertinaje, etc.), sino también la idolatría, los odios, la discordia, la ira, la envidia … Cfr. san Juan Pablo II, Catequesis del 7 de enero de 1981 • “Pablo, hablando de las «obras de la carne» (cfr. Gálatas 5, 11-21), menciona no sólo «fornicación, impureza, libertinaje... embriaguez, orgías» - o sea, todo lo que, según un modo objetivo de comprender, tiene el carácter de los «pecados carnales» y del placer sensual unido con la carne - sino que menciona también otros pecados, a los que no solemos atribuir un carácter asimismo «carnal» y «sensual»: «idolatría, hechicería, odios, discordia, celos, iras, rencillas, divisiones, disensiones, envidias...» (Gálatas 5, 20-21). Según nuestras categorías antropológicas (y éticas) nos inclinaríamos más bien a llamar a todas las «obras» aquí enumeradas «pecados del espíritu» humano, en vez de pecados de la «carne». No sin motivo habríamos podido entrever en ellas más bien los efectos de la «concupiscencia de los ojos» o de la «soberbia de la vida» que los efectos de la «concupiscencia de la carne». Sin embargo, Pablo las califica a todas como «obras de la carne». Esto se entiende exclusivamente sobre el trasfondo de ese significado más amplio (en cierto sentido metonímico) que en las cartas paulinas asume el término «carne», contrapuesto no sólo y no tanto al «espíritu» humano cuanto al Espíritu Santo que obra en el alma (en el espíritu) del hombre. 3. Breve referencia a la insensatez, la última de las acciones enumeradas por el Señor que salen del corazón y contaminan al hombre. La insensatez [sinónimos: estupidez, tontería, torpeza, necedad …] • Se consideran insensatas las personas que en su vida acumulan bienes para sí, pensando que de ello depende la felicidad. Sin embargo, como se ha escrito muchas veces, la felicidad depende de lo que se da, no de lo que se acumula para sí. • Estas personas, después de haber sacrificado toda una vida para acumular bienes, al final se dan cuenta de que no sólo no poseen los bienes, sino que son ellas mismas poseídas por los bienes. • A este respecto se pueden recordar las palabras de San Agustín sobre aquello que debe constituir la obra de nuestra vida: “Toda nuestra obra en esta vida, queridos hermanos, consiste en curar los ojos del corazón para que puedan ver a Dios” (Sermo 88, 6). www.parroquiasantamonica.com Vida Cristiana
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