Jueves Santo 2017. Misa de Papa Francisco en la cárcel para los presos de Paliano (Frosinone)
Italia. Amar (lavar los pies) es servir.
El Papa Francisco
celebra la Misa in Cœna Domini para los presos
de Pagliano
Jueves Santo, 13 de
abril de 2017
Esta tarde el Papa
celebró la Misa in Cœna Domini en la Cárcel de Paliano, Provincia
de Frosinone. Atravesó los muros de la antigua fortaleza Colonna
hacia las 16:00. Fue recibido por la directora de la cárcel, Nadia
Cersosimo, el Inspector Jefe Vincenzo Verani y el capellán don Luigi
Paoletti. En la plaza de armas saludó al personal de servicio.
Luego, en la sala llamada “Unidad de Italia”, realizada en el
150º aniversario del nacimiento de la Nación, encontró a todos los
reclusos, 58 en total (en régimen de colaboración con la justicia).
A otros dos, un hombre y una mujer los visitó por separado, pues
están en régimen de aislamiento, y también visitó por separado a
los ocho internos enfermos de tuberculosis. El Papa entró en la
capilla por la que fue la Puerta Santa durante el Jubileo de la
Misericordia. Entre los 12 a los que lavó los pies, había 3
mujeres, 2 condenados a cadena perpetua, un musulmán y un argentino.
4 presos ayudaron a Misa. Entre las ofrendas preparadas para la
ocasión, la mayoría eran productos de la huerta, dulces típicos y
cruces de madera de olivo. Las mujeres confeccionaron una capa de
lana. Durante la misa, un chico hizo la Primera Comunión y ayer hizo
su primera confesión; otros dos lo harán en junio y también harán
la Confirmación. El Papa ha querido dar personalmente la comunión a
los presentes, como signo de la cercanía de Jesús que «se parte»
por todos. La celebración terminó con el saludo de la directora que
dijo haber recibido al Papa «como a uno de la familia». El Papa
improvisó la homilía, de la que se recogen las principales ideas,
no textuales.
Fijémonos en el gesto de
Jesús, que era el jefe, que era Dios, y que lava los pies a sus
discípulos. Lo de lavar los pies era una costumbre de la época
antes de las comidas y las cenas. Porque no había asfalto, y la
gente venía del camino con todo el polvo…, y uno de los gestos
para recibir a una persona en casa a la hora de comer era lavarle los
pies. Pero eso lo hacían los esclavos, los que estaban
esclavizados. Jesús da la vuelta a la situación y lo hace Él.
Simón no quería, pero Jesús le explica que Él ha venido al mundo
para servir, para servirnos, para hacerse esclavo por nosotros, para
dar la vida por nosotros. Para amar hasta el final. Porque Jesús ama
así: hasta el fin. A todos, aunque seamos pobres hombres, Él, que
es grande y bueno, nos ama tal como somos. Y da la vida por cada uno
de nosotros y se gloría de eso, lo quiere, porque Él es amor. No es
fácil amar hasta el final porque todos somos pecadores, tenemos
limitaciones, defectos. Todos sabemos amar, pero no somos como Dios
que ama sin mirar las consecuencias.
Y el
gesto del lavatorio de los pies es un símbolo de ese amor, no es
folklore. Jesús hace concreto el aviso dado a los apóstoles, que
peleaban entre sí sobre quién sería el más importante. Y Cristo
dice que el más grande debe hacerse siervo de todos. Hasta el Papa
está llamado a ese “abajamiento”. Hoy, mientras venía, había
gente que saludaba diciendo: “Viene el Papa, el jefe de la
Iglesia”. El jefe de la Iglesia es Jesús, ¡no bromeemos! El
Papa es la figura de Jesús. Yo querría hacer lo mismo que Él hizo.
En esta ceremonia, el párroco lava los pies a los fieles, se
invierte, y el que parece el más grande debe hacer el trabajo de
esclavo. Así pues, en esta ceremonia, pensemos en lo que hizo
Jesús, y sigamos su ejemplo. No os digo que vayáis a lavaros los
pies uno al otro, sería una broma, pero si podéis, echad una mano,
un servicio a vuestro compañero, a vuestra compañera de cárcel…
Hacedlo, porque eso es amor, es como lavar los pies, es ser siervo de
los demás.
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