Domingo 4º de Pascua, ciclo A (2017). Este domingo es llamado el «domingo del buen pastor». Jesús se aplicó a sí mismo esta imagen. Él dijo también:
“Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia”. Esa vida en abundancia es la participación en la
misma vida divina. Se trata de la vida «según el
Espíritu Santo», que se opone a la «vida según
la carne», es decir, a la vida según la precariedad y debilidad de la
condición humana. Jesús, palabra de Dios hecha carne, es el pastor y el
alimento, el verdadero «pasto»: nos da la vida entregándose a sí mismo. Es el
amor de Dios que ha sido derramado en nuestros corazones por medio del Espíritu
Santo. Manifestaciones de amor a la vida.
Una auténtica fe –que nunca es cómoda e individualista– siempre implica
un profundo deseo de cambiar el mundo, de transmitir valores, de dejar algo
mejor detrás de nuestro paso por la tierra. La vida se encuentra y madura cuando se entrega a los demás.
v Cfr. 4º Pascua Ciclo A 7 de mayo 2017, domingo del Buen Pastor.
Hechos 2, 14a.
36-41; Salmo 22; 1 Pedro 2, 20b-25; Juan
10, 1-10
Juan 10, 1-10: 1. « En verdad, en verdad os digo: el que no entra
por la puerta en el redil de las ovejas, sino que escala por otro lado, ése es
un ladrón y un salteador; 2 pero el que entra por la
puerta es pastor de las ovejas. 3. A éste le abre el portero, y las ovejas escuchan su voz; y a sus ovejas
las llama una por una y las saca fuera. 4 . Cuando
ha sacado todas las suyas, va delante de ellas, y las ovejas le siguen, porque
conocen su voz. 5 . Pero no seguirán a un extraño, sino que
huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños. » 6. Jesús les
dijo esta parábola, pero ellos no comprendieron lo que les hablaba. 7. Entonces
Jesús les dijo de nuevo: « En verdad, en verdad os digo: yo soy la puerta de
las ovejas.8.
Todos los que han venido delante de mí son ladrones y salteadores; pero las
ovejas no les escucharon. 9. Yo soy la puerta; si uno entra por mí, estará a salvo; entrará
y saldrá y encontrará pasto. 10. El ladrón no viene más que a robar, matar y
destruir. Yo he venido para que tengan
vida y la tengan en abundancia.
Salmo responsorial,
22,1-3a.3b-4.5.6: El Señor es mi pastor,
nada me falta: en verdes
praderas me hace recostar, me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis
fuerzas. /// Me
guía por el sendero justo; por el honor de su nombre. Aunque camine por
cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo tu vara y tu cayado me
sosiegan. /// Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos; me unges la cabeza con perfume, y mi copa rebosa. ///
Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida, y habitaré
en la casa del Señor por años sin término.
Hechos 2, 14a.36-41:
14 Entonces Pedro, poniéndose en pie junto con los Once, pidió atención y les
dirigió la palabra: 36 sepa con seguridad toda la casa de Israel que Dios ha constituido Señor y Cristo a este
Jesús, a quien vosotros crucificasteis. 37 Al oír esto se dolieron de
corazón y les dijeron a Pedro y a los demás apóstoles: ¿Qué tenemos que hacer,
hermanos. 38 Pedro les dijo: convertíos, y que cada uno de vosotros se bautice
en el nombre de Jesucristo para perdón de vuestros pecados, y recibiréis el don
del Espíritu Santo. 39 Porque la promesa es para vosotros, para vuestros hijos
y para todos los que estén lejos, para todos los que quieran llamar el Señor
Dios nuestro. 40 Con otras muchas palabras dio testimonio y les exhortaba
diciendo: Salvaos de esta generación perversa. 41 Ellos aceptaron su palabra y
fueron bautizados; y aquel día se les unieron unas tres mil almas.
Yo soy el buen Pastor - dice
el Señor -, conozco a mis ovejas,
y las mías me conocen
(Aleluya
antes del Evangelio: Juan 10 ,14)
“Yo
– dijo el Señor Jesús – he venido para que tengan vida
y la
tengan en abundancia” .
(Juan
10,10)
«No se comienza a ser cristiano por
una decisión ética o una gran idea,
sino por el encuentro con un
acontecimiento, con una Persona,
1. El Señor es mi pastor, nada me falta.
Del Salmo responsorial (Salmo 22).
·
Este
domingo es llamado “domingo del buen pastor”;
Jesús se aplica a sí mismo esta imagen (vid.
Juan 10, 11: “Yo soy el buen pastor. El buen pastor da
su vida por las ovejas”), apreciada por la tradición cristiana. Cristo, muriendo
en la cruz, da la vida por sus ovejas. Hay una profunda comunión entre el buen
pastor y el rebaño: Jesús, escribe el evangelista, “llama a sus ovejas por su
nombre … y las ovejas atienden su voz …
y le siguen porque conocen su voz ” (…) (Juan 10, 3-4). Él las cuida y ellas
confían en él, y le siguen fielmente. Jesús afirma expresamente, “he venido para
que tengan vida y la tengan abundante” (Juan 10,10); hay un vínculo entre
Cristo y su rebaño cuyo fundamento, son el conocimiento y el amor
recíprocos que llevan a la nueva vida
que nos da el Señor.
·
Con
lenguaje propio de los salmos, se dice en el Salmo Responsorial de hoy (salmo
22): El Señor
es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me
hace recostar, me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas. Me
guía por el sendero justo … Aunque
camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo: tu vara y tu
cayado me sosiegan.
2. El buen pastor da la vida. ¿De qué vida se trata?
v A. Es la participación en la misma vida divina, en la vida de Jesús
·
Juan Pablo II,
16-12-1998: “Esta «vida eterna» no es más que la participación de los creyentes
en
la misma vida de Jesús resucitado y consiste en ser
insertados en la circulación de amor que une al Padre y al Hijo que son uno (Juan
10, 30; 17, 21-22)”.
·
Gianfranco Ravasi, Secondo le Scritture Anno C, IV domenica di Pascua: “En
el lenguaje de
Juan «vida
eterna» no alude tanto a una infinita prolongación de los años, a una
inmortalidad del alma como era enseñado por los Griegos; en cambio, es la misma
vida divina, y la comunión de vida, de paz, de ser con Dios mismo”.
·
En el Catecismo de la Iglesia
Católica se dice:
-
que
“la voluntad del Padre es elevar a los hombres a la participación de la
vida divina” (n.
541); que
todos los hombres estamos llamados “a la unión con Cristo” (n. 542);
- que “llevando una vida según Cristo, los cristianos
apresuran la venida del Reino de Dios” (n.
2046), “aunque
esto no significa que abandonen sus tareas terrenas, sino que, fieles a su
Maestro,
las cumplan con rectitud, paciencia y amor”
(ibídem);
- que “para entrar en el Reino de Dios es necesario
acoger la palabra de Jesús” (nn. 543 y 764);
- que “convirtiéndose a Cristo por la
penitencia y la fe, el pecador pasa de la muerte a la vida” (n.
1470);
- que “es preciso convencerse de que la
vocación primera del cristiano es seguir a Jesús” y “hacerse
discípulo de Jesús es aceptar la invitación a
pertenecer a la familia de Dios, a vivir en
conformidad con su manera de vivir” (n. 2232);
- que “los laicos tienen como vocación propia
el buscar el Reino de Dios ocupándose de las
realidades temporales y ordenándolas según
Dios….”(n. 898).
v B. Se trata de la vida «según el Espíritu Santo», que se opone a la «vida según la carne», es decir, a la vida según la precariedad y debilidad de la condición humana [1]. Es el amor de Dios que ha sido derramado en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo (cfr. Romanos 5,5).
·
Biblia de Jerusalén [Romanos
5,5]: “El Espíritu Santo de la
promesa (Efesios 1,13; Gálatas
3,14; Hechos 2,33+) que caracteriza la nueva alianza
(Romanos 2,29; 7,6; 2 Corintios 3,6; ver Gálatas 3,3; 4,29; Ezequiel 36,27 +),
(…)
-
es
sobre todo un principio interior de vida
nueva que Dios da (1 Tesalonicenses 4,8, etc.
ver: Lucas
11,13; Juan 3,34; 14, 16 ss; Hechos 1,5; 2,38; etc.; 1 Juan 3,24),
-
que envía
(Gálatas 4,6; ver Lucas 24,49; Juan 14,26; 1 Pedro 1,12);
-
que suministra
(Gálatas 3,5; Filipenses 1,19),
-
que derrama
(Romanos aquí; Tt 3, 5ss; ver Hechos 2,33+). Recibido por la fe (Gálatas 3, 2.14; ver Juan 7, 38s; Hechos 11,17), y el bautismo (1 Corintios 6,11; Tito
3,5; ver Juan 3,5; Hechos 2,38; 19, 2-6),
-
que habita en el cristiano
(Romanos 8,9; 1 Corintios 3,16; 2 Timoteo 1,14; ver Santiago 4,5), en su espíritu (Romanos 8,16; ver Rm
1,9+) y aún en su cuerpo (1 Corintios
6,19).
-
Este
Espíritu, que es el Espíritu de Cristo
(Romanos 8,9; Filipenses 1,19; Gálatas
4,6; ver 2
Corintios 3,17; Hechos 16,7; Juan 14,26; 15, 26; 16,
7.14), hace hijo de Dios al cristiano
(Romanos 8, 14-16; Gálatas 4, 6s), y hace
habitar a Cristo en su corazón (Efesios 3,16).
-
Es
para el cristiano (como para el mismo Cristo Romanos 1,4+) principio de resurrección
(Romanos 8,11+), por un don escatológico que desde
ahora le marca como con sello (2 Corintios 1,22; Efesios 1,13; 4,30), y se encuentra en él a título de arras (2
Corintios 1,22; Efesios 1,13; 4,30), y de primicias (Romanos 8,23.
-
Sustituyendo el principio malo de la
carne (Romanos 7,5+), se hace en el hombre principio
de
fe
(1 Corintios 12,3; 2 Corintios 4,13; ver 1 Juan 4 2s), de conocimiento sobrenatural (1 Corintios 2, 10-16; 7,40; 12,8s;
14,2 ss; Efesios 1,17; 3, 16.18; Col
1,9; ver Juan 14, 26+), de amor (Romanos
5,5; 15,30; Col 1,8), de santificación
(Romanos 15,16; 1 Corintios 6,11; 2 Tesaloncenses 2,13; ver 1 Pedro 1,2), de conducta moral (Romanos 8, 4-9.13; Gálatas
5, 16-25), de intrepidez apostólica
(Filipenses 1,19; 2 Timoteo 1,7s; ver Hechos 1,8+), de esperanza (Romanos 15,13; Gálatas 5,5; Efesios 4,4), y de oración (Romanos 8, 26s; ver Santiago
4, 3-5; Judas 20).
-
No hay que extinguirlo
(1 Tesalonicenses 5,19), ni contristarlo (Efesios 4,30).
Uniéndonos con
Cristo (1 Corintios 6,17), realiza la unidad de su Cuerpo (1 Corintios
12,13e; Efesios 2,16.18; 4,4).
o Es la vida eterna que da Jesús
·
Apocalipsis
7,17: “El Cordero que está en medio del
trono los apacentará y los guiará a los
manantiales de las
aguas de la vida”.
·
La
vida eterna, la da Jesús (Jn 3, 16.36; 5,40; Jn 6, 33.35.48.51; 14,6; 20,31) y
con magnificencia
(Apocalipsis
7,17; Mateo 25,29; Lucas 6,38).
v C. Benedicto XVI dice:
o Estamos en la vida si estamos en relación con Aquel que no muere.
·
Encíclica Spe salvi, 27: Jesús que dijo de sí mismo
que había venido para que nosotros tengamos
la vida y la tengamos en plenitud, en abundancia (cf. JN
10,10), nos explicó también qué significa « vida »: « Ésta es la vida
eterna: que te conozcan a ti, único Dios verdadero, y a tu enviado, Jesucristo
» (JN 17,3). La vida en su verdadero sentido no la tiene uno solamente
para sí, ni tampoco sólo por sí mismo: es una relación. Y la vida entera es
relación con quien es la fuente de la vida. Si estamos en relación con Aquel
que no muere, que es la Vida misma y el Amor mismo, entonces estamos en la
vida. Entonces « vivimos ».
o ¿Cómo lo podemos entender? Nuestra asociación a una nueva dimensión de la vida. «Vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en mí». Nuestro yo ha sido transformado.
·
Homilía de la Vigilia Pascual de 2006: ¿Cómo lo podemos entender? Pienso que
lo que ocurre
en el Bautismo se
puede aclarar más fácilmente para nosotros si nos fijamos en la parte final de
la pequeña autobiografía espiritual que san Pablo nos ha dejado en su Carta a los Gálatas. Concluye con las
palabras que contienen también el núcleo de dicha biografía: «Vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien
vive en mí» (2, 20).
Vivo, pero ya no
soy yo. El yo mismo, la identidad esencial del hombre --de este hombre, Pablo--
ha cambiado. (…) Esta frase es la
expresión de lo que ha ocurrido en el Bautismo. Se me quita el propio yo y
es insertado en un nuevo sujeto más grande. Así, pues, está de nuevo mi yo,
pero precisamente transformado, bruñido, abierto por la inserción en el otro,
en el que adquiere su nuevo espacio de existencia. (...)
v D. ¿Dónde encontramos la vida? [2]
o ¿Es cuando vivimos como el hijo pródigo, derrochando toda la dote de Dios? ¿Cuando vivimos como el ladrón y el salteador, tomando todo para nosotros?
·
Jesús de Nazaret, pp. 326-328: El verdadero pastor no
quita la vida, sino que la da: «Yo he
venido para que
tengan vida y la tengan en abundancia» (10, 10).
Esta es la gran promesa de Jesús: dar vida en
abundancia. Todo hombre desea la vida en abundancia. Pero, ¿qué es, en qué
consiste la vida? ¿Dónde la encontramos? ¿Cuándo y cómo tenemos «vida en
abundancia»? ¿Es cuando vivimos como el hijo pródigo, derrochando toda la dote
de Dios? ¿Cuando vivimos como el ladrón y el salteador, tomando todo para
nosotros? Jesús promete que mostrará a las ovejas los «pastos», aquello de lo
que viven, que las conducirá realmente a las fuentes de la vida. Podemos escuchar
aquí como un eco las palabras del Salmo 22/23: «En verdes praderas me hace
recostar; me conduce hacia fuentes tranquilas... preparas una mesa ante mí...
tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida...» (2.5s).
Resuenan más directas las palabras del pastor en Ezequiel: «Las apacentaré en
pastizales escogidos, tendrán su dehesa en lo alto de los montes de Israel...»
(34, 14).
o ¿De qué vive el hombre? Del alimento que da la vida, que es la palabra de Dios.
Ahora bien, ¿qué significa todo esto? Ya sabemos de
qué viven las ovejas, pero, ¿de qué vive el hombre? Los Padres han visto en los
montes altos de Israel y en los pastizales de sus camperas, donde hay sombra y
agua, una imagen de las alturas de la Sagrada Escritura, del alimento que da la
vida, que es la palabra de Dios. Y aunque éste no sea el sentido histórico del
texto, en el fondo lo han visto adecuadamente y, sobre todo, han entendido
correctamente a Jesús. El hombre vive de la verdad y de ser amado, de ser amado
por la Verdad. Necesita a Dios, al Dios que se le acerca y que le muestra el
sentido de su vida, indicándole así el camino de la vida. Ciertamente, el
hombre necesita pan, necesita el alimento del cuerpo, pero en lo más profundo
necesita sobre todo la Palabra, el Amor, a Dios mismo. Quien le da todo esto,
le da «vida en abundancia». Y así libera también las fuerzas mediante las
cuales el hombre puede plasmar sensatamente la tierra, encontrando para sí y
para los demás los bienes que sólo podemos tener en la reciprocidad.
§ Jesús, palabra de Dios hecha carne, es el pastor y el alimento, el verdadero «pasto»: nos da la vida entregándose a sí mismo.
En este sentido, hay una relación interna entre el
sermón sobre el pan del capítulo 6 y el del pastor: siempre se trata de aquello
de lo que vive el hombre. Filón, el gran filósofo judío contemporáneo de Jesús,
dijo que Dios, el verdadero pastor de su pueblo, había establecido como pastor
a su «hijo primogénito», al Logos (Barrett,p. 374). (…) Jesús, como palabra de
Dios hecha carne, no es sólo el pastor, sino también el alimento, el verdadero
«pasto»; nos da la vida entregándose a sí mismo, a El, que es la Vida (cf. 1,
4; 3, 36; 11,25).
v
E. Francisco,
algunas afirmaciones sobre la vida:
o
La vida se
encuentra y madura cuando se entrega a los demás.
-
Evangelii gaudium, n. 10: «La vida se acrecienta
dándola y se debilita en el aislamiento y la
comodidad.
De hecho, los que más disfrutan de la vida son los que dejan la seguridad de la
orilla y se apasionan en la misión de comunicar vida a los demás». (V Conferencia General
del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, Documento
de Aparecida, 360) Cuando
la Iglesia convoca a la tarea evangelizadora, no hace más que indicar a los
cristianos el verdadero dinamismo de la realización personal: «Aquí descubrimos
otra ley profunda de la realidad: que la vida se alcanza y madura a medida que
se la entrega para dar vida a los otros. Eso es en definitiva la misión». (ibid)
o
La Eucaristía y la
vida
-
Evangelii gaudium, n. 47: La Eucaristía, si bien constituye la plenitud de la vida
sacramental, no
es
un premio para los perfectos sino un generoso remedio y un alimento para los
débiles. [3]
o Manifestaciones de cristianos que dan la vida por amor.
-
Papa Francisco, Evangelii gaudium, n. 76: (…) Nuestro dolor y
nuestra vergüenza por los
pecados de algunos miembros de la Iglesia,
y por los propios, no deben hacer olvidar cuántos cristianos dan la vida por
amor: ayudan a tanta gente a curarse o a morir en paz en precarios hospitales,
o acompañan personas esclavizadas por diversas adicciones en los lugares más
pobres de la tierra, o se desgastan en la educación de niños y jóvenes, o
cuidan ancianos abandonados por todos, o tratan de comunicar valores en
ambientes hostiles, o se entregan de muchas otras maneras que muestran ese
inmenso amor a la humanidad que nos ha inspirado el Dios hecho hombre. Agradezco
el hermoso ejemplo que me dan tantos cristianos que ofrecen su vida y su tiempo
con alegría. Ese testimonio me hace mucho bien y me sostiene en mi propio deseo
de superar el egoísmo para entregarme más.
o Nadie puede exigirnos que releguemos la religión a la intimidad secreta de las personas, sin influencia alguna en la vida social.
§ Una auténtica fe –que nunca es cómoda e individualista– siempre implica un profundo deseo de cambiar el mundo, de transmitir valores, de dejar algo mejor detrás de nuestro paso por la tierra.
-
Papa Francisco, Evangelii
gaudium, n. 183:
Nadie puede exigirnos que releguemos la religión
a la
intimidad secreta de las personas, sin influencia alguna en la vida social y
nacional, sin preocuparnos por la salud de las instituciones de la sociedad
civil, sin opinar sobre los acontecimientos que afectan a los ciudadanos.
¿Quién pretendería encerrar en un templo y acallar el mensaje de san Francisco
de Asís y de la beata Teresa de Calcuta? Ellos no podrían aceptarlo. Una
auténtica fe –que nunca es cómoda e individualista– siempre implica un profundo
deseo de cambiar el mundo, de transmitir valores, de dejar algo mejor detrás de
nuestro paso por la tierra. Amamos este magnífico planeta donde Dios nos ha
puesto, y amamos a la humanidad que lo habita, con todos sus dramas y
cansancios, con sus anhelos y esperanzas, con sus valores y fragilidades. La
tierra es nuestra casa común y todos somos hermanos. Si bien «el orden justo de
la sociedad y del Estado es una tarea principal de la política», la Iglesia «no
puede ni debe quedarse al margen en la lucha por la justicia». (Benedicto XVI, Carta enc. Deus caritas est (25 diciembre 2005), 28) Todos los cristianos, también los Pastores, están llamados a
preocuparse por la construcción de un mundo mejor. De eso se trata, porque el
pensamiento social de la Iglesia es ante todo positivo y propositivo, orienta
una acción transformadora, y en ese sentido no deja de ser un signo de
esperanza que brota del corazón amante de Jesucristo. (…)
o Los cristianos no se dejarán devorar por un estilo de vida individualista
-
Evangelii gaudium, n. 195: Cuando san Pablo se acercó a los Apóstoles
de Jerusalén para
discernir «si corría o había corrido en
vano» (Gálatas 2,2), el criterio clave de autenticidad que le indicaron
fue que no se olvidara de los pobres (cf. Gálatas 2,10). Este gran criterio, para que
las comunidades paulinas no se dejaran devorar por el estilo de vida
individualista de los paganos, tiene una gran actualidad en el contexto
presente, donde tiende a desarrollarse un nuevo paganismo individualista. La
belleza misma del Evangelio no siempre puede ser adecuadamente manifestada por
nosotros, pero hay un signo que no debe faltar jamás: la opción por los
últimos, por aquellos que la sociedad descarta y desecha.
o Queremos cuidar con predilección los niños por nacer.
§ La sola razón es suficiente para reconocer el valor inviolable de cualquier vida humana.
- Evangelii gaudium, n. 213: Entre esos débiles, que la Iglesia
quiere cuidar con predilección, están también los niños por nacer, que son los
más indefensos e inocentes de todos, a quienes hoy se les quiere negar su
dignidad humana en orden a hacer con ellos lo que se quiera, quitándoles la
vida y promoviendo legislaciones para que nadie pueda impedirlo.
Frecuentemente, para ridiculizar alegremente la defensa que la Iglesia hace de
sus vidas, se procura presentar su postura como algo ideológico, oscurantista y
conservador. Sin embargo, esta defensa de la vida por nacer está íntimamente
ligada a la defensa de cualquier derecho humano. Supone la convicción de que un
ser humano es siempre sagrado e inviolable, en cualquier situación y en cada
etapa de su desarrollo. Es un fin en sí mismo y nunca un medio para resolver
otras dificultades. Si esta convicción cae, no quedan fundamentos sólidos y
permanentes para defender los derechos humanos, que siempre estarían sometidos
a conveniencias circunstanciales de los poderosos de turno. La sola razón es
suficiente para reconocer el valor inviolable de cualquier vida humana, pero si
además la miramos desde la fe, «toda violación de la dignidad personal del ser
humano grita venganza delante de Dios y se configura como ofensa al Creador del
hombre». (Juan Pablo II, Exhort. ap. postsinodal Christifideles laici (30 diciembre
1988), 37)
§ Éste no es un asunto sujeto a supuestas reformas o «modernizaciones». No es progresista pretender resolver los problemas eliminando una vida humana.
También
es verdad que hemos hecho poco para acompañar adecuadamente a las mujeres que
se encuentran en situaciones muy duras, donde el aborto se les presenta como
una rápida solución a sus profundas angustias.
-
Ibidem, n. 214. Precisamente porque es una cuestión que
hace a la coherencia interna de nuestro
mensaje sobre el valor de la persona humana,
no debe esperarse que la Iglesia cambie su postura sobre esta cuestión. Quiero
ser completamente honesto al respecto. Éste no es un asunto sujeto a supuestas
reformas o «modernizaciones». No es progresista pretender resolver los
problemas eliminando una vida humana. Pero también es verdad que hemos hecho
poco para acompañar adecuadamente a las mujeres que se encuentran en
situaciones muy duras, donde el aborto se les presenta como una rápida solución
a sus profundas angustias, particularmente cuando la vida que crece en ellas ha
surgido como producto de una violación o en un contexto de extrema pobreza.
¿Quién puede dejar de comprender esas situaciones de tanto dolor?
Vida
Cristiana
[1] Uso bíblico: Lo que hay de perecedera debilidad en la condición humana..
[Romanos 6,19; 2 Corintios
7,5; 12,7; Gálatas 4, 13ss; ver Mateo 26, 41 ss] y para designar al
hombre en su pequeñez ante Dios. [Romanos 3,20 y Gálatas 1,16; 1 Corintios 1,
29; ver Mateo 24,22p; Lucas 3,6; Juan
17,2; Hechos 2,17; 1 Pedro 1, 24]
[2] Joseph Ratzinger –
Benedicto XVI, Jesús de Nazaret 1, Capítulo 8, Las grandes imágenes del
Evangelio de Juan, el pastor, pp. 320-335
[3] Cf.
San Ambrosio, De Sacramentis, IV,
6, 28: PL 16, 464: «Tengo
que recibirle siempre, para que siempre perdone mis pecados. Si peco
continuamente, he de tener siempre un remedio»; ibíd., IV, 5, 24: PL 16, 463: «El que comió el maná
murió; el que coma de este cuerpo obtendrá el perdón de sus pecados»; San Cirilo
de Alejandría, In Joh. Evang.
IV, 2: PG 73, 584-585: «Me he examinado y me he
reconocido indigno. A los que así hablan les digo: ¿y cuándo seréis dignos?
¿Cuándo os presentaréis entonces ante Cristo? Y si vuestros pecados os impiden
acercaros y si nunca vais a dejar de caer –¿quién conoce sus delitos?,
dice el salmo–, ¿os quedaréis sin participar de la santificación que vivifica
para la eternidad?».
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.