miércoles, 12 de julio de 2017

El domingo 2 de Pascua es el domingo de la Misericordia divina. Creer en el Hijo crucificado significa « ver al Padre », (Cf. Juan 14,9) significa creer que el amor está presente en el mundo y que este amor es más fuerte que toda clase de mal, en que el hombre, la humanidad, el mundo están metidos. Creer en ese amor significa creer en la misericordia. En efecto, es ésta la dimensión indispensable del amor, es como su segundo nombre y a la vez el modo específico de su revelación y actuación respecto a la realidad del mal presente en el mundo que afecta al hombre y lo asedia, que se insinúa asimismo en su corazón y puede hacerle « perecer en la gehenna ».(Mateo 10, 28)” (Juan Pablo II)

1 El domingo 2 de Pascua es el domingo de la Misericordia divina. Creer en el Hijo crucificado significa « ver al Padre », (Cf. Juan 14,9) significa creer que el amor está presente en el mundo y que este amor es más fuerte que toda clase de mal, en que el hombre, la humanidad, el mundo están metidos. Creer en ese amor significa creer en la misericordia. En efecto, es ésta la dimensión indispensable del amor, es como su segundo nombre y a la vez el modo específico de su revelación y actuación respecto a la realidad del mal presente en el mundo que afecta al hombre y lo asedia, que se insinúa asimismo en su corazón y puede hacerle « perecer en la gehenna ».(Mateo 10, 28)” (Juan Pablo II) 2º Pascua Ciclo B 19 abril 2009 (todos los ciclos, A-B-C, de este domingo tienen el mismo evangelio) Evangelio Juan 20, 19-31; Salmo Responsorial: 117, 2-4.16ab-18.22-24; Hechos 4, 32- 35; 1 Juan 5, 1-6 Domingo de la Misericordia divina. - El 5 de mayo del 2000 la Congregación del Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos de la Santa Sede declaró el Segundo Domingo de Pascua, es decir, el domingo siguiente al Domingo de Resurrección, como “Segundo Domingo de Pascua o de la Divina Misericordia”. El Papa dispuso que se conservaran los mismos textos tanto en el Misal Romano, como en la Liturgia de las Horas. - Juan Pablo II: “En todo el mundo el Segundo Domingo de Pascua recibirá el nombre de Domingo de la Divina Misericordia. Una invitación perenne para el mundo cristiano a afrontar, con confianza en la benevolencia divina, las dificultades y las pruebas que esperan al género humano en los años venideros”. Salmo 117. R. La misericordia del Señor es eterna. Aleluya. L. 3 Diga la casa de Israel: "Su misericordia es eterna". Diga la casa de Aarón: "Su misericordia es eterna". 4 Digan los que temen al Señor: “Su misericordia es eterna” /R. L. 22 La piedra que desecharon los constructores, es ahora la piedra angular. 23 Esto es obra de la mano del Señor, es un milagro patente. 24 Este es el día del triunfo del Señor, día de júbilo y de gozo /R. L. Libéranos, Señor, y danos tu victoria. Bendito el que viene en nombre del Señor. Que Dios desde su templo nos bendiga. Que el Señor, nuestro Dios, nos ilumine/ /R. Juan 20, 19-31: 19 Al anochecer del día de la resurrección, estando cerradas las puertas de la casa donde se hallaban los discípulos, por miedo a los judíos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: "La paz esté con vosotros". 20 Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Cuando los discípulos vieron al Señor, se llenaron de alegría. 21 De nuevo les dijo Jesús: "La paz esté con vosotros. Como el Padre me ha enviado, así os envío yo". 22 Después de decir esto, sopló sobre ellos y les dijo: "Recibid al Espíritu Santo. 23 A quienes les perdonéis los pecados, les quedarán perdonados; a quienes se los retengáis, les serán retenidos". 24 Tomás, uno de los Doce, a quien llamaban el Gemelo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. 25 Los otros discípulos le dijeron: "Hemos visto al Señor". Pero él les contestó: "Si no veo en sus manos la señal de los clavos y si no meto mi dedo en los agujeros de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré". Ocho días después, estaban reunidos los discípulos a puerta cerrada y Tomás estaba con ellos. Jesús se presentó de nuevo en medio de ellos y les dijo: "La paz esté con vosotros". Luego le dijo a Tomás: "Aquí están mis manos; acerca tu dedo. Trae acá tu mano, métela en mi costado y no sigas dudando, sino cree". Tomás le respondió: '¡Señor mío y Dios mío!' 29 Jesús añadió: "Tú crees porque me has visto. Dichosos los que creen sin haber visto". 30 Muchos otros signos hizo también Jesús en presencia de sus discípulos, pero no están escritas en este libro. 31 Sin embargo, éstos han sido escritos para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengáis vida en su nombre. 1. La Iglesia profesa la misericordia de Dios y la proclama de diversas maneras • En la encíclica «Dives in Misericordia» se describen las diversas maneras en las que la Iglesia «acerca a los hombres a la fuentes de la misericordia del Salvador, de las que es depositaria y dispensadora. En este ámbito tiene un gran significado la meditación constante de la palabra de Dios, y sobre todo la participación consciente y madura en la Eucaristía y en el sacramento de la penitencia o reconciliación» 1 . Y trata de practicar la misericordia «usando misericordia» con los demás, viendo en las palabras de Jesús «bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia» (Mateo 5,7) una llamada a la 1 Dives in misericordia, 13 2 acción y al esfuerzo por practicar la misericordia 2 . A este respecto se pueden recordar, como ejemplo emblemático, todos los esfuerzos que se hacen en la educación de las conciencias, en los testimonios de vida, etc. para “hacer el mundo más humano” 3 . 2. El Sacramento de la Misericordia Divina • El texto evangélico de ese domingo (Jn. 20, 19-31) es elocuente en cuanto a la Misericordia Divina: narra la institución del Sacramento de la Confesión o del Perdón (v. 23). Es el Sacramento de la Misericordia Divina. A este respecto, nos dice el Catecismo de la Iglesia Católica 4 : «Los que se acercan al sacramento de la Penitencia obtienen de la misericordia de Dios el perdón de los pecados cometidos contra El y, al mismo tiempo, se reconcilian con la Iglesia, a la que ofendieron con sus pecados. Ella les mueve a conversión con su amor, su ejemplo y sus oraciones» (Cf LG 11). • “La misión que el Señor da a los Apóstoles (vv. 22-23), similar al final del Evangelio de Mateo (Mt 28, 18ss), manifiesta el origen divino de la misión de la Iglesia y su poder para perdonar los pecados. «El Señor, principalmente entonces, instituyó el sacramento de la Penitencia, cuando, resucitado de entre los muertos, sopló sobre sus discípulos diciendo: ‘Recibid el Espíritu Santo...’. Por este hecho tan insigne y por tan claras palabras, el común sentir de todos los Padres entendió siempre que fue comunicada a los Apóstoles y a sus legítimos sucesores la potestad de perdonar y retener los pecados para reconciliar a los fieles caídos en pecado después del bautismo» (C. De Trento, De Penit.1). o Juan Pablo II, al llamar al confesor «ministro de la misericordia de Dios», hace las siguientes observaciones 5 : “El confesor, ministro de la misericordia de Dios, se sentirá comprometido a ofrecer a los fieles, con plena disponibilidad, su tiempo y su paciencia comprensiva. (...) Exhorto a los sacerdotes de todas las partes del mundo a ser ministros generosos de este sacramento, para que la abundancia de la misericordia divina pueda llegar a toda alma necesitada de purificación y consuelo”. 3. Diversos aspectos del mensaje transmitidos por Jesús a sus discípulos En el evangelio de hoy, el mensaje más importante transmitido por Jesús a sus discípulos comprende tres elementos: - la misión apostólica v. 21 (Como el Padre me envió, así os envío yo); - el don del Espíritu v. 22 (Dicho esto sopló sobre ellos y les dijo: Recibid el Espíritu Santo); - y el poder de perdonar los pecados v. 23 (a quienes les perdonareis los pecados les son perdonados ...) La remisión de los pecados supone un nuevo comienzo, como una recreación de la humanidad. • Los discípulos continuarán en la Iglesia la misma misión de Jesús. Les da un “don inefable que tan estrechamente los incorporaba a la obra divina, porque sólo Dios posee el poder de perdonar los pecados” 6 . Se harán guiar por el mismo Espíritu Santo que Jesús les transmitió soplando sobre ellos. Se debe notar que el gesto de soplar (v. 22) sobre ellos evoca el gesto creativo de Dios, que dio la vida al primer hombre plasmado del fango de la tierra: “e insufló en sus narices aliento de vida, y resultó el hombre un ser viviente” (Gén. 2,7). La remisión de los pecados supone la vuelta de todo hombre a la original y perdida intimidad con Dios Padre, supone un nuevo comienzo, como una re-creación de la humanidad 7 . 2 Cf. Dives in misericordia, n. 14 3 Cf. Dives in misericordia, n. 14 4 N. 1422 5 Discurso a un curso de la Penitenciaría apostólica, sábado 31 de marzo 2001 6 Louis Claude de Fillion, Nuestro Señor Jesucristo según los Evangelios, Edibesa 2000, p. 434 7 Cf. Biblia de Jerusalén, Desclée De Brouwer, Bilbao 1998, nota a Juan 20,22 3 El gesto de mostrar las manos y el costado: el don de «perdonar los pecados» brota de las heridas de sus manos y de sus pies, y de su costado traspasado • v. 27: sirve para subrayar la identidad del resucitado con el Jesús que había sido crucificado y sepultado. De la conciencia de esta identidad deriva la alegría de los discípulos (que ya había sido prometida a ello por Jesús en Juan 16.20: «vuestra tristeza se convertirá en alegría») • Juan Pablo II, 22 abril 2001: “El evangelio, que acabamos de proclamar, nos ayuda a captar plenamente el sentido y el valor de este don. El evangelista san Juan nos hace compartir la emoción que experimentaron los Apóstoles durante el encuentro con Cristo, después de su resurrección. Nuestra atención se centra en el gesto del Maestro, que transmite a los discípulos temerosos y atónitos la misión de ser ministros de la misericordia divina. Les muestra sus manos y su costado con los signos de su pasión, y les comunica: "Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo" (Jn 20, 21). E inmediatamente después "exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: "Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados les quedan perdonados; a quienes se los retengáis les quedan retenidos"" (Jn 20, 22-23). Jesús les confía el don de "perdonar los pecados", un don que brota de las heridas de sus manos, de sus pies y sobre todo de su costado traspasado. Desde allí una ola de misericordia inunda toda la humanidad.” 4. Jesús trae el Espíritu Santo en virtud de su crucifixión y resurrección. o Juan Pablo II, Enc. Dominum et vivificantem, n. 24: “La venida del Señor llena de gozo a los presentes: «Su tristeza se convierte en gozo» (Cf Juan 16,20), como ya había prometido antes de su pasión. Y sobre todo se verifica el principal anuncio del discurso de despedida: Cristo resucitado, como si preparara una nueva creación, « trae » el Espíritu Santo a los apóstoles. Lo trae a costa de su « partida»; les da este Espíritu como a través de las heridas de su crucifixión: « les mostró las manos y el costado ». En virtud de esta crucifixión les dice: « Recibid el Espíritu Santo ». Se establece así una relación profunda entre el envío del Hijo y el del Espíritu Santo. No se da el envío del Espíritu Santo (después del pecado original) sin la Cruz y la Resurrección: « Si no me voy, no vendrá a vosotros el Paráclito ».(Juan 16,7) Se establece también una relación íntima entre la misión del Espíritu Santo y la del Hijo en la Redención. La misión del Hijo, en cierto modo, encuentra su « cumplimiento» en la Redención: «Recibirá de lo mío y os lo anunciará a vosotros ».(Juan 16,15) La Redención es realizada totalmente por el Hijo, el Ungido, que ha venido y actuado con el poder del Espíritu Santo, ofreciéndose finalmente en sacrificio supremo sobre el madero de la Cruz. Y esta Redención, al mismo tiempo, es realizada constantemente en los corazones y en las conciencias humanas —en la historia del mundo— por el Espíritu Santo, que es el «otro Paráclito».” o Juan Pablo II, Enc. Dives in misericordia, n. 7 “Creer en el Hijo crucificado significa « ver al Padre », (Cf. Juan 14,9) significa creer que el amor está presente en el mundo y que este amor es más fuerte que toda clase de mal, en que el hombre, la humanidad, el mundo están metidos. Creer en ese amor significa creer en la misericordia. En efecto, es ésta la dimensión indispensable del amor, es como su segundo nombre y a la vez el modo específico de su revelación y actuación respecto a la realidad del mal presente en el mundo que afecta al hombre y lo asedia, que se insinúa asimismo en su corazón y puede hacerle « perecer en la gehenna ».(Mateo 10, 28)” 5. El salmo responsorial de hoy: 117 R. La misericordia del Señor es eterna. Aleluya. L. 3 Diga la casa de Israel: "Su misericordia es eterna". Diga la casa de Aarón: "Su misericordia es eterna". 4 Digan los que temen al Señor: “Su misericordia es eterna” /R. L. 22 La piedra que desecharon los constructores, es ahora la piedra angular. 23 Esto es obra de la mano del Señor, es un milagro patente. 24 Este es el día del triunfo del Señor, día de júbilo y de gozo /R. L. Libéranos, Señor, y danos tu victoria. Bendito el que viene en nombre del Señor. Que Dios desde su templo nos bendiga. Que el Señor, nuestro Dios, nos ilumine/ /R. o Cristo es la piedra que descartaron los constructores; es ahora la piedra angular, punto de fuerza de un nuevo orden querido por Dios; también es piedra de tropiezo para quienes la rechazan ( 1 Pedro 2, 6-8). • “El Antiguo Testamento recurre a veces a la metáfora de la piedra para indicar el punto de fuerza de un nuevo orden querido por Dios, y para delinear también la suerte feliz de cuantos se inscriben y la desgracia de los que lo repudian. Isaías 28, 16: «He aquí que yo pongo por fundamento en Sión una piedra elegida, 4 angular, preciosa y fundamental: quien tuviere fe en ella no vacilará». Isaías 8,14-15: «Dios 14 Será piedra de tropiezo, la roca desde la que se despeñen ... 15 Muchos tropezarán en ella, caerán y se harán pedazos, quedarán atrapados y presos» En conformidad con la imagen profética de la piedra como fundamento, el Mesías fue matado por los Hebreos («piedra descartada») y resucitado por Dios para ser la cabeza de un nuevo pueblo de elegidos, santos, sacerdotes del Altísimo («convertido en piedra angular»). (...) En el ámbito de la salvación total del hombre no existe otro fundamento que Cristo (Hechos 4,12; 1 Corintios 3, 11; cfr. Romanos 15, 20-21). La seguridad de una construcción depende del fundamento. Quien pone a Cristo como fundamento con fe operativa, tiene la garantía de la vida eterna (Romanos 9,33; 1 Pedro 2, 6-11). Pero es fatal precipitar sobre un bloque o ser golpeado por él. Quien se arroja sobre Cristo, o quien es golpeado por su condena, está contra Dios y, por tanto, se pierde (Mateo 21, 44; Romanos 9, 32-33; 1 Pedro 2,8). A este propósito se podría recordar la comparación de la casa fundada sobre la roca y la fundada sobre la arena (Mateo 7, 24-27; Lucas 6, 47-49).” (Vincenzo Raffa, Liturgia festiva, Anni A-B-C, Tipografia Poliglota Vaticana, p. 953). • La Iglesia utiliza en la liturgia del Domingo de Resurrección el versículo 24 de este salmo: “Éste es el día que hizo el Señor, exultemos y alegrémonos en él”. De este modo se reconoce el establecimiento de un nuevo orden salvífico que ha operado la resurrección de Cristo 8 . www.parroquiasantamonica.com 8 Cf. Sagrada Biblia, Libros poéticos y sapienciales, Eunsa 2001, nota a Salmo 118, 22-24

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