Ø Eucaristía. Catequesis de Papa Francisco sobre la Misa (4) (2017). Los cristianos vamos a Misa el domingo para encontrar al Señor resucitado, o mejor para dejarnos encontrar por Él, escuchar su palabra, alimentarnos de su mesa, y así ser Iglesia, o sea, su Cuerpo místico vivo en el mundo. El encuentro dominical con el Señor nos da la fuerza para vivir el hoy con confianza y valentía y de ir adelante con esperanza. ¿Qué podemos responder a quien dice que no hay que ir a Misa, ni siquiera el domingo, porque lo importante es vivir bien, amar al prójimo?
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Cfr. Papa Francisco, Catequesis sobre la Misa (4)
En la
Audiencia general del Miércoles, 13 de diciembre de 2017.
La Santa Misa
- 4. ¿Por qué ir a Misa el domingo?
Queridos hermanos y hermanas, buenos días.
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Los cristianos vamos a Misa el domingo para
encontrar al Señor resucitado, o mejor para dejarnos encontrar por Él, escuchar
su palabra, alimentarnos de su mesa, y así ser Iglesia, o sea, su Cuerpo
místico vivo en el mundo.
o
Lo comprendieron, desde la primera hora, los
discípulos de Jesús.
§ ¿Qué
domingo es, para un cristiano, aquel en el que falta el encuentro con el Señor?
Retomo el camino de catequesis sobre
la Misa, y hoy nos preguntamos: ¿por qué ir a Misa el domingo? La celebración
dominical de la Eucaristía está en el centro de la vida de la Iglesia
(cfr. Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2177). Los
cristianos vamos a Misa el domingo para encontrar al Señor resucitado, o mejor
para dejarnos encontrar por Él, escuchar su palabra, alimentarnos de su mesa, y
así ser Iglesia, o sea, su Cuerpo místico vivo en el mundo.
Lo comprendieron, desde la
primera hora, los discípulos de Jesús, que celebraban el encuentro eucarístico
con el Señor en el día de la semana que los judíos llamaban “el primero de la
semana” y los romanos “día del sol”, porque aquel día Jesús había resucitado de
entre los muertos y se había aparecido a los discípulos, hablando con ellos,
comiendo con ellos, dándoles el Espíritu Santo (cfr. Mt 28,1; Mc 16,9.14; Lc
24,1.13; Jn 20,1.19), como hemos oído en la Lectura bíblica.
También la gran efusión del
Espíritu en Pentecostés sucedió en domingo, a los cincuenta días de la
resurrección de Jesús. Por estas razones, el domingo es un día santo para
nosotros, santificado por la celebración eucarística, presencia viva del Señor
entre nosotros y por nosotros.
¡Es la Misa, pues, la que hace el domingo cristiano! El
domingo cristiano gira en torno a la Misa. ¿Qué domingo es, para un cristiano,
aquel en el que falta el encuentro con el Señor?
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Qué hacer cuando una comunidad cristiana no
puede gozar de la Misa cada domingo.
§ Algunas
sociedades secularizadas han perdido el sentido cristiano del domingo iluminado
por la Eucaristía.
Es necesario reavivar la conciencia, para recuperar el significado de la fiesta.
Hay comunidades cristianas que,
desgraciadamente, no pueden gozar de la Misa cada domingo; pero incluso esas,
en este santo día, están llamadas a recogerse en oración en el nombre del
Señor, escuchando la Palabra de Dios y manteniendo vivo el deseo de la
Eucaristía.
Algunas sociedades secularizadas
han perdido el sentido cristiano del domingo iluminado por la Eucaristía. ¡Qué
pena! En esos contextos es necesario reavivar la conciencia, para recuperar el
significado de la fiesta, el significado de la alegría, de la comunidad
parroquial, de la solidaridad, del descanso que restaura el alma y el cuerpo
(cfr. Catecismo de la Iglesia Católica, nn. 2177- 2188). De todos estos valores
es maestra la Eucaristía, domingo a domingo.
Por eso el Concilio Vaticano II
quiso recordar que «el domingo es la fiesta primordial, que debe presentarse e
inculcarse a la piedad de los fieles, de modo que sea también día de alegría y
de liberación del trabajo» (Sacrosanctum
Concilium, 106).
§ Abstenerse
de trabajar el domingo no existía en los primeros siglos: es una aportación
específica del cristianismo.
Abstenerse de trabajar el domingo
no existía en los primeros siglos: es una aportación específica del
cristianismo. Por tradición bíblica, los judíos descansan el sábado, mientras
que en la sociedad romana no estaba previsto un día semanal para abstenerse de
labores serviles. Fue el sentido cristiano de vivir como hijos y no como
esclavos, animado por la Eucaristía, quien hizo del
domingo –casi universalmente– el día de descanso.
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El encuentro dominical con el Señor nos da la
fuerza para vivir el hoy con confianza y valentía y de ir adelante con
esperanza.
Sin Cristo estamos condenados a
ser dominados por el cansancio de lo ordinario, con sus preocupaciones, y los
miedos del mañana. El encuentro dominical con el Señor nos da la fuerza para
vivir el hoy con confianza y valentía y de ir adelante con esperanza. Por eso,
los cristianos vamos a encontrar al Señor el domingo, en la celebración
eucarística.
La Comunión eucarística con Jesús,
Resucitado y Vivo para siempre, anticipa el domingo sin ocaso, cuando ya no
habrá fatiga ni dolor ni luto ni lágrimas, sino solo la alegría de vivir
plenamente y para siempre con el Señor. También de este santo reposo nos habla
la Misa del domingo, enseñándonos, en el fluir de la semana, a confiarnos en
las manos del Padre que está en los cielos.
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¿Qué podemos responder a quien dice que no hay
que ir a Misa, ni siquiera el domingo, porque lo importante es vivir bien, amar
al prójimo?
¿Qué podemos responder a quien dice que no hay que ir a
Misa, ni siquiera el domingo, porque lo importante es vivir bien, amar al
prójimo? Es verdad que la cualidad de la vida cristiana se mide por la
capacidad de amar, como dijo Jesús: «En esto conocerán todos que sois mis
discípulos, si tenéis amor los unos por los otros» (Jn 13,35); pero, ¿cómo
podemos practicar el Evangelio sin obtener la energía necesaria para hacerlo,
un domingo tras otro, de la fuente inagotable de la Eucaristía?
No vamos a Misa para darle algo a
Dios, sino para recibir de Él lo que de verdad necesitamos. Lo recuerda la
plegaria de la Iglesia, que se dirige así a Dios: «Pues, aunque no necesitas
nuestra alabanza, ni nuestras bendiciones te enriquecen, tú inspiras y haces
tuya nuestra acción de gracias, para que nos sirva de salvación» (Misal Romano,
Prefacio común
IV).
En conclusión, ¿por qué ir a Misa
el domingo? No basta responder que es un precepto de la Iglesia; esto ayuda a
proteger el valor, pero solo no basta. Los cristianos necesitamos participar en
la Misa dominical porque solo con la gracia de Jesús, con su presencia viva en
nosotros y entre nosotros, podemos poner en práctica su mandamiento, y así ser
sus testigos creíbles.
Vida Cristiana
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