Ø Papa Francisco. Coordenadas del viaje a Chile y Perú (2018).
Coordenadas del viaje del Papa a Chile y Perú
JOAQUÍN GARCÍA-HUIDOBRO - 12.ENE.2018 –
Aceprensa
Santiago. – El Papa comienza el año con un viaje a Chile y Perú
(del 15 al 22 de enero), dos países vecinos, pero con realidades muy distintas
para la Iglesia católica.
(Actualizado el 15-01-2018)
El 15 de enero llegará Chile, donde acaban de celebrarse elecciones
presidenciales y una alianza liberal-conservadora, liderada por el expresidente
Sebastián Piñera, derrotó por amplio margen a la centroizquierda. Francisco
será recibido por la actual presidente, la socialista Michelle Bachelet, que
está terminando su mandato. Ella logró que se aprobara una ley del aborto el
año pasado, y está realizando una fuerte presión sobre la legislatura actual,
donde tiene mayoría, para que se apruebe, antes de que asuma el nuevo Congreso,
una ley de identidad de género particularmente radical.
En los últimos años, Chile ha experimentado
un fuerte proceso de secularización, muy perceptible en la forma en que algunos
medios han tratado la visita papal
Mientras la situación política chilena después de las elecciones
es estable, la del Perú ha estado muy agitada por el frustrado intento de
declarar la inhabilidad del presidente Pedro Pablo Kuczynski y la polémica en
torno al indulto de Alberto Fujimori.
La realidad que enfrentará el Papa Francisco en uno y otro país
es muy diferente. Los propios chilenos se han sorprendido por la aparente
frialdad con la que algunos sectores recibieron la noticia de la visita del
Papa. Recién ahora, pasadas las elecciones, la prensa se ha concentrado en
Francisco, pero no faltan las críticas, aunque no sean mayoritarias.
v Chile:
qué ha cambiado desde Juan Pablo II
El ambiente actual es muy diverso al entusiasmo que despertó la
visita de Juan Pablo II a Chile, hace 30 años. La diferencia es comprensible,
entre otras razones porque los chilenos de entonces estaban muy agradecidos al
Papa polaco por haber evitado una guerra con Argentina, que estuvo a punto de
producirse a fines de 1978. Además, Chile estaba terminando un prolongado
régimen militar y todos esperaban que las palabras y ejemplo papales
contribuyeran a una transición pacífica a la democracia, como efectivamente
sucedió.
La sociedad chilena ha cambiado radicalmente en los últimos 30
años, comenzando por la situación de la Iglesia. Cuando comenzó la transición a
la democracia (1990) era la institución más valorada en la sociedad, con una
aprobación superior al 70%. Esta imagen positiva derivaba tanto de las
convicciones religiosas de los chilenos como del papel que había desempeñado en
su defensa de los derechos humanos durante el régimen militar (1973-1990).
Hoy, ese porcentaje ha bajado a un 36%. Las causas de esa
disminución no pueden atribuirse simplemente a la influencia secularizadora de
los gobiernos de centroizquierda, particularmente los dos periodos
presidenciales de Bachelet. La crisis de los abusos sexuales, aunque
numéricamente no fue tan grande como en otros lugares, afectó a sacerdotes muy
connotados y causó un profundo impacto en la sociedad. Por otra parte, la deuda
de gratitud que la izquierda tuvo con la Iglesia por su protección en épocas
difíciles ya es antigua: han venido nuevas generaciones, que no tienen motivos
para mirarla con especial simpatía, y en los últimos 15 años ha brotado un fuerte
anticlericalismo, tanto en ese sector ideológico como en medios liberales de
derecha.
En Perú existe una creciente clase media
que tiene una fuerte identidad católica, y el ambiente de todos los sectores
políticos y de la prensa es muy favorable al Papa Francisco
Hay también un factor sociológico muy importante. En las últimas
décadas, Chile ha experimentado una enorme transformación económica, que ha
sacado de la pobreza a un porcentaje muy elevado de la población. Esas
personas, que casi no tienen formación religiosa, han adquirido un enorme
protagonismo, y la Iglesia, afectada por una endémica escasez de clero y por
problemas internos, no ha estado en condiciones de llegar a esos sectores de la
sociedad con un mensaje capaz de cautivarlos.
o
Entre la
secularización y la piedad popular
Así las cosas, no puede extrañar que, según un reciente estudio
de Latinobarómetro, el Papa Francisco tenga en Chile la peor evaluación dentro
de Latinoamérica (un 5,3, comparado con un 8,3 de Paraguay y 8,0 de Brasil). El
mismo estudio indica que Chile, con un 38% de ateos, agnósticos y sin religión,
ya se acerca a los niveles de Uruguay, el país más secularizado de la región.
Aunque se trata de una información que habría que corroborar con otras
investigaciones antes de darla por segura, no se puede dudar que el país ha
experimentado un fuerte proceso de secularización, muy perceptible en la forma
en que algunos medios han tratado la visita papal.
Sin embargo, no faltan motivos de optimismo para la Iglesia en
Chile. Uno de ellos es la vigencia de la religiosidad popular. En el pasado
diciembre, la peregrinación anual a la Virgen de Lo Vázquez reunió, como
siempre, a un millón de personas. Gran parte de ellas recorren a pie grandes
distancias, para pagar sus “mandas” (promesas) a la Virgen. En otros lugares
del país sucede algo semejante, como en Iquique, uno de los lugares que
visitará el Papa, en la fiesta de La Tirana, famosa por sus bailes de diablos
que danzan en honor de la Virgen. El Papa removerá las aguas, fortalecerá esa
religiosidad y podrá despertar un mayor interés por la Iglesia en las clases
medias emergentes.
Otro signo positivo es la presencia de un número importante
de intelectuales, políticos y
empresarios que tienen una sólida formación cristiana y gran
influencia en el país.
Se espera, asimismo, que la visita de Francisco impulse un alza
en las vocaciones sacerdotales.
v El
visible arraigo de la Iglesia en Perú
La situación en el Perú, en cambio, es radicalmente distinta,
porque allí existe una creciente clase media que tiene una fuerte identidad
católica, y el ambiente de todos los sectores políticos y de la prensa es muy
favorable al Papa Francisco, incluso en los medios intelectuales donde, a
diferencia de Chile, la presencia de católicos influyentes es
significativamente menor. Así, la visita enfrenta menos obstáculos y el
panorama para la Iglesia se presenta como especialmente positivo.
Hay, sin embargo, un asunto espinoso. Hace unos días el Papa
ordenó intervenir al Sodalicio de Vida Cristiana, una institución fundada en el
Perú, por los cargos de abusos que pesan sobre su fundador –ya reemplazado hace
unos años del gobierno del Sodalicio– y otros miembros. La institución ha
aceptado inmediatamente esa decisión.
Tanto Chile como Perú han estado muy
polarizados en el último tiempo y las palabras del Papa pueden mover los ánimos
para buscar entendimientos
Por encima de las diferencias, hay un fruto que debería
obtenerse en ambos países, además de los beneficios para la tarea
evangelizadora de la Iglesia. Tanto Chile como Perú han estado muy polarizados
en el último tiempo y las palabras del Papa pueden mover los ánimos para buscar
entendimientos. Si bien en los dos casos se aprecian grandes progresos
económicos en las últimas décadas, se trata de naciones que enfrentan desafíos
muy importantes –entre ellos terminar con la pobreza–, que solo pueden ser
resueltos si se producen grandes acuerdos de las diversas fuerzas políticas. La
visita del Papa representa una oportunidad única para recordar la vigencia de
unas palabras que pronunció Juan Pablo II en su visita a Chile: “los pobres no
pueden esperar”.
Vida Cristiana
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