“Se
ha cumplido el plazo” para la llegada del Reinado de Dios. En el reloj de
la salvación ha sonado la hora decisiva, la que desvela el misterio de todas
las demás.
Los acontecimientos obligan a actuar
prontamente. No es tiempo para dormidos o distraídos o despreocupados.
“Está
cerca el reino de Dios”: Está cerca el evangelio para los pobres. El que lo
lleva, ya ha sido ungido y enviado.
Con el Reinado de Dios se acerca a los
ciegos la vista, la libertad a los oprimidos, la gracia a los pecadores, la salvación
a los que creen.
Evangelio, Reino, Cristo Jesús: lo
despreciarán los epulones aunque también lo necesiten –no saben cuánto-, y se
anunciará a los pobres, a los hambrientos de justicia, de paz, de consuelo y de
pan.
El Reino, el evangelio, Cristo, no viene
para afirmarse a sí mismo, para predicarse a sí mismo, para realizarse a sí
mismo.
El Reino, el evangelio, Cristo, es de
Dios, viene de Dios y es inseparable de los pobres a quienes se acerca, a quienes
es enviado, para quienes viene, a quienes se anuncia, a quienes salva.
Para ese encuentro de Cristo con los
pobres, para que nos alcance la salvación, para que nos levantemos de nuestra
postración, para que resucitemos, sólo falta lo que hemos de poner los
postrados, los necesitados: “Convertirnos
al Reinado de Dios”, o lo que es lo mismo, “creer en el evangelio”, creer en Cristo Jesús.
Porque te has convertido y crees, Iglesia
de pobres, te acercas hoy a Cristo, lo recibes, escuchas el evangelio, comulgas
el Reino.
Porque te has convertido y crees y
escuchas y comulgas, dichosa y humilde, te reconoces hoy cuerpo de Cristo, buena
noticia para los pobres, Reinado de Dios para los desheredados de la tierra,
sacramento de la ternura, de la misericordia, de la bondad de Dios con sus
hijos humillados.
Lo has pedido en tu oración: “Señor, enséñame tus caminos”.
Y el Señor te ha mostrado el evangelio, ha
puesto a tu alcance su Reino, te ha dado a su Unigénito, sacramento de amor sin
medida.
Se lo dijiste sentada a sus pies: “Señor,
instrúyeme en tus sendas”. Y has aprendido que Cristo es tu camino, que los
pobres son tu destino.
Ellos, a su tiempo, dirán si lo has
recorrido.
“El
momento es apremiante”.
Feliz domingo, Iglesia cuerpo de Cristo.
Feliz encuentro con tu Señor en la
Eucaristía y en los pobres.
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