[Chiesa/Omelie1/21C19SalvaciónLuchaAscéticaNoPertenenciaExteriorPrivilegiosRazaInstitución]
Ø Domingo 21 del tiempo ordinario, ciclo C (2019). La salvación está abierta a todos los hombres, aunque la puerta para entrar en el Reino de Dios es estrecha. Para salvarse no bastará declararse «amigos» de Cristo, jactándose de falsos méritos porque la verdadera amistad con Jesús se manifiesta en el modo de vivir. Tampoco basta para salvarse ni siquiera el sencillo hecho de haber conocido a Jesús y de pertenecer a la Iglesia. En el hombre, porque es un ser compuesto de espíritu y cuerpo, existe cierta tensión, y se desarrolla una lucha de tendencias entre el «espíritu» y la «carne». La salvación es obra gratuita de Dios, que requiere nuestra colaboración.
v Cfr. Domingo 21 tiempo ordinario,
ciclo C - 25 de agosto de 2019
Isaías 66, 18-21; Lucas 13,
22-30
Cfr. Raniero Cantalamessa, Echad las redes – Reflexiones sobre los
Evangelios Ciclo C, Edicep septiembre de 2007, pp. 284-289; Gianfranco Ravasi, Secondo
le Scritture Anno C, Piemme 1999, p. 261-267
Isaías 66, 18-21: 18 Yo vengo a reunir a todas las naciones y lenguas;
vendrán y verán mi gloria. 19 Pondré en
ellos señal y enviaré de ellos algunos escapados a las naciones: a Tarsis, Put
y Lud, Mések, Ros, Túbal, Yaván; a las islas remotas que no oyeron mi fama
ni vieron mi gloria. Ellos anunciarán mi gloria a las naciones. 20 Y traerán a todos vuestros hermanos de
todas las naciones como oblación a Yahveh -en caballos, carros, literas,
mulos y dromedarios- a mi monte santo de Jerusalén -dice Yahveh- como traen los
hijos de Israel la oblación en recipiente limpio a la Casa de Yahveh. 21 Y también de entre ellos tomaré para
sacerdotes y levitas -dice Yahveh.
Lucas
13, 22-30: 22 Y recorría ciudades y aldeas enseñando, mientras caminaba hacia
Jerusalén. 23 Y uno le dijo: - Señor, ¿son
pocos los que se salvan? Él les contestó: 24 Esforzaos para entrar por la puerta angosta, porque muchos, os
digo, intentarán entrar y no podrán. 25 Una vez que el dueño de la casa haya
entrado y haya cerrado la puerta, os quedaréis fuera y empezaréis a golpear la
puerta, diciendo: «Señor, ábrenos». Y os responderá: «No sé de dónde sois» 26
Entonces empezaréis a decir: «Hemos
comido y hemos bebido contigo, y has enseñado en nuestras plazas» 27 Y os dirá: «No sé de dónde sois;
apartaos de mí todos los servidores de la iniquidad. 28 Allí será el llanto y
el rechinar de dientes, cuando veáis a Abrahán, Isaac y Jacob y a todos los
profetas en el reino de Dios, mientras a vosotros os echan fuera.29 Y
vendrán de oriente y de occidente , del norte y del sur, y se pondrán a la mesa
en el Reino de Dios. 30 Pues hay
últimos que serán primeros y hay primeros que serán
últimos.».
Y RECORRÍA CIUDADES Y ALDEAS ENSEÑANDO,
MIENTRAS CAMINABA HACIA JERUSALÉN.
UNO LE DIJO: SEÑOR, ¿SON POCOS LOS QUE SE SALVAN?
ÈL LES
CONTESTÓ: ESFORZAOS PARA ENTRAR POR LA PUERTA ANGOSTA,
PORQUE MUCHOS, OS DIGO, INTENTERÁN ENTRAR Y NO
PODRÁN.
(Lucas 13, 22-24)
1. La salvación está abierta a todos los hombres, aunque la puerta
para entrar en el
Reino de Dios es estrecha.
·
En la liturgia de
hoy, encontramos los textos que nos indican que el Reino de Dios, la salvación,
a)
está abierta a todos los hombres, b) aunque para entrar en
ese Reino la puerta es estrecha, se exige
el compromiso personal y la aceptación de las correcciones que haga el mismo
Señor:
-
a) Primera
lectura, Isaías 66: Y traerán a todos vuestros hermanos de todas las
naciones como oblación a
Yahveh (v. 20); Y también de
entre ellos tomaré para sacerdotes y levitas -dice Yahveh (v. 21).
-
b) Evangelio, Lucas 13: Esforzaos para entrar
por la puerta angosta, porque muchos, os digo, intentarán
entrar y no podrán. Una vez que el dueño de la casa haya entrado y
haya cerrado la puerta, os quedaréis fuera y empezaréis a golpear la puerta,
diciendo: «Señor, ábrenos». Y os responderá: «No sé de dónde sois» (vv. 24 y
25). Y vendrán de oriente y de occidente, del norte y del sur, y se pondrán a
la mesa en el Reino de Dios (v. 29).
2. Las palabras de Jesús sobre la salvación
v
Su respuesta a la pregunta «¿son pocos los que se
salvan?», no se
refiere a «cuántos» se salvan sino a «cómo» salvarse.
o Jesús
quiere educar a los discípulos para que dejen las curiosidades.
§ Esforzaos para entrar por la
puerta angosta: su respuesta lleva a reflexionar y, sobre todo, a la
conversión.
·
Las palabras de Jesús [«Esforzaos para entrar por la puerta angosta,
porque muchos, os digo, intentarán
entrar
y no podrán»] no se refiere a «cuántos»
se salvan, sino a «cómo» salvarse. Nos llevan a reflexionar y, sobre todo, a la
conversión. No les revela el número de los salvados, sino el modo de salvarse.
La salvación es obra gratuita de Dios, que requiere
nuestra colaboración: “Nuestra justificación es obra de la gracia de Dios” (Cf.
CCE 1996); el verbo «esforzarse» en griego (agonizesthe)
indica una lucha, que es, sobre todo, seguimiento personal del Señor.
Se ha escrito que “la fe cristiana concibe la
salvación como don gratuito de Dios en Cristo, que exige ciertamente el
esfuerzo personal y la observancia de los mandamientos, pero más en el sentido
de respuesta a la gracia que como su causa”. El Catecismo
nos dice (Cf. n. 1992): “La justificación nos fue merecida por la pasión de
Cristo, que se ofreció en la cruz como hostia viva, santa y agradable a Dios y
cuya sangre vino a ser instrumento de propiciación por los pecados de todos los
hombres”.
·
Raniero
Cantalamessa, o.c., p. 285: «Es el mismo planteamiento que advertimos a
propósito de la venida
final de Cristo. Las
discípulos preguntan cuando tendrá
lugar el regreso del Hijo del Hombree. Y Jesús responde indicando cómo
prepararse para aquel retorno, qué hacer en la espera (Cfr. Mateo 24, 3-4).
Este modo de actuar de Jesús no es raro o evasivo, es simplemente el de uno que
quiere educar a los discípulos a pasar del plano de la curiosidad al de la
verdadera sabiduría; de las cuestiones ociosas, que apasionan a la gente, a los
verdaderos problemas, que sirven para la vida».
·
Todos
pueden entrar en la vida eterna, pero para todos la
puerta es «angosta, estrecha». No hay
privilegios. La salvación, que Jesús
realizó con su muerte y resurrección, es universal e invita a todos al banquete
de la vida eterna.
Pero pone una condición, igual para
todos: la de esforzarse por seguirlo e imitarlo, tomando sobre sí, como
hizo él, la propia cruz y dedicando la vida al servicio de los hermanos. Por
tanto, la condición para entrar en la vida eterna es única y universal.
§ No
bastará declararse «amigos» de Cristo, jactándose de falsos méritos porque la
verdadera amistad con Jesús se manifiesta en el modo de vivir.
“Entonces empezaréis a decir: «Hemos comido y hemos
bebido contigo, y has enseñado en nuestras plazas». Y os dirá: «No sé de dónde
sois» (Evangelio, vv. 26-27). No bastará declararse «amigos» de Cristo,
jactándose de falsos méritos porque la verdadera amistad con Jesús se
manifiesta en el modo de vivir: se expresa en el amor a Dios y al prójimo, en
el compromiso sincero a favor de la reconciliación y de la paz, en el ejercicio
de la misericordia, en ser pobre, etc. En definitiva, vivir los mandamientos y
las bienaventuranzas de Jesús.
§
Tampoco basta para salvarse ni siquiera el
sencillo hecho de haber conocido a Jesús y de pertenecer a la Iglesia.
·
Raniero
Cantalamessa, La parola en la vita,
Anno C. Città Nuova 8ª edizione, marzo 1998, XXI
domenica: “En el evangelio de san Lucas
parece claro que a hablar y reivindicar
privilegios son los judíos; en san Mateo el cuadro se alarga y estamos ya en el
contexto de la Iglesia; son los cristianos quienes proponen el mismo tipo de
pretensiones (Mateo 7, 22-23): «Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor,
¿pues no hemos profetizado en tu nombre, y arrojado los demonios en tu nombre,
y hecho prodigios en tu nombre? Entonces yo les diré públicamente: Jamás os he conocido:
apartaos de mí, los que habéis obrado la iniquidad». Por tanto, no basta para
salvarse ni siquiera el sencillo hecho de haber conocido a Jesús y de
pertenecer a la Iglesia; es necesario algo más». (p. 322). (…)
Se ponen en evidencia dos modos de
estar en la Iglesia: los cristianos que se creen justificados porque pertenecen
a la Iglesia, porque son bautizados o porque hacen que sus hijos sean
bautizados, o, incluso, porque discuten sobre la religión con los amigos, y los
cristianos que viven su fe verdaderamente, que rezan, que colaboran, en lo
posible, a la difusión del Reino, que se esfuerzan por amar a sus hermanos (p.
324).
v
Ser cristianos es estar con Cristo
Cfr. Francisco, Catequesis sobre la fe, 10 de abril de
2013.
o Ser
cristiano no se reduce a seguir órdenes, sino que significa estar en Cristo,
pensar como él, actuar como él, amar como Él; es dejar que él tome posesión de
nuestra vida y que la cambie, la transforme, la libere de las tinieblas del mal
y del pecado.
“No
hay que olvidarlo: Dios es siempre fiel; Dios es siempre fiel a nosotros. Estar
resucitados con Cristo por el bautismo, con el don de la fe, para una herencia
que no se corrompe, nos lleva a buscar aún más las cosas de Dios, a pensar más
en Él, a rezarle más. Ser cristiano no se reduce a seguir órdenes, sino que
significa estar en Cristo, pensar como él, actuar como él, amar como Él; es
dejar que él tome posesión de nuestra vida y que la cambie, la transforme, la
libere de las tinieblas del mal y del pecado.
Queridos
hermanos y hermanas, a los que nos piden razones de la esperanza que está en
nosotros (cf. 1
P. 3,15), señalemos al Cristo Resucitado. Señalémoslo con la proclamación de la
Palabra, pero sobre todo con nuestra vida de resucitados. ¡Mostremos la alegría
de ser hijos de Dios, la libertad que nos da al vivir en Cristo, que es la
verdadera libertad, la que nos salva de la esclavitud del mal, del pecado y de
la muerte!
Miremos
a la Patria celeste, tendremos una nueva luz y fuerza aún en nuestras
obligaciones y en el esfuerzo cotidiano. Es un valioso servicio que le debemos
dar a nuestro mundo, que a menudo ya no puede mirar a lo alto, que no es capaz
de elevar la mirada hacia Dios.
v
En cualquier caso, nos ha sido revelado que Dios
quiere que todos los hombres se salven, como ya se ha visto.
·
En cualquier caso, nos ha sido revelado que “Dios quiere que todos los
hombres se salven” (1 Timoteo
2,4).
Y cuando Jesús dijo que era “más fácil a un camello pasar por el ojo de una
aguja que a un rico entrar en el Reino de Dios”, y los apóstoles, tal vez
asustados, le preguntaron «entonces ¿quién puede salvarse?», Él respondió: «lo
que es imposible para los hombres es posible para Dios» (Cf. Lucas 18, 25-27).
Este es el comentario del Concilio Vaticano II a las
palabras de San Pablo a Timoteo que acabamos de citar:
“«Dios quiere que todos los
hombres se salven» (1 Tm 2,4), aunque para alcanzar la salvación «los creyentes
han de emplear todas sus fuerzas, según la medida del don de Cristo, para
entregarse totalmente a la gloria de Dios y al servicio del prójimo. Lo harán
siguiendo las huellas de Cristo, haciéndose conformes a su imagen y siendo
obedientes en todo a la voluntad del Padre” (Conc. Vat. II, Lumen gentium, 40).
3. Para entrar en el Reino de Dios no basta una
pertenencia exterior: a un determinado
pueblo, a una determinada raza, o tradición o institución.
o No
todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos; sino el
que hace la voluntad de mi Padre que está en los Cielos.
Gianfranco Ravasi, Secondo
le Scritture Anno C, oc. , p. 265-266
·
“Para entrar en el Reino de Dios no basta una pertenencia eclesial
exterior y proclamada, como la de
quienes
gritan «Hemos comido y hemos bebido en tu presencia y tú has enseñado en
nuestras plazas». Jesús ha repetido frecuentemente este concepto: No todo el
que me dice: Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos; sino el que hace
la voluntad de mi Padre que está en los Cielos. Muchos me dirán en aquel día:
Señor, Señor, ¿pues no hemos profetizado en tu nombre, y arrojado los demonios
en tu nombre, y hecho prodigios en tu nombre? Entonces yo les diré
públicamente: Jamás os he conocido: apartaos de mí, los que habéis obrado la
iniquidad (M ateo 7, 21-23). ¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos? 49
Y, extendiendo su mano hacia sus discípulos, dijo: He aquí mi madre y mis
hermanos. 50 Pues todo el que haga la voluntad de mi Padre que está en los
Cielos, ése es mi hermano y mi hermana y mi madre (Mateo 12, 48-50).
o Al
rito se tiene que unir la vida, la religión debe entrar en la existencia, la oración tiene que unirse
con el compromiso de la caridad, la liturgia tiene que abrirse
a la justicia y al bien.
Gianfranco Ravasi, Secondo
le Scritture Anno C, oc. , p. 265-266
§ «Esforzaros»
indica (en el original griego) una especia de «agonía», que comporta fatiga y
sufrimiento.
« Comer y beber» el Cuerpo y la
Sangre del Dios cada domingo, escuchar su Palabra, multiplicar las oraciones es
importante pero no es todavía decisivo para la salvación. Porque, como Dios
afirma por boca de Isaías, «yo no puedo
soportar delito y solemnidad» (1,13). Al rito se tiene que unir la vida, la
religión debe entrar en la existencia,
la oración tiene que unirse con el
compromiso de la caridad, la
liturgia tiene que abrirse a la justicia y al bien. En caso contrario, como
constantemente los profetas han reprochado, el culto permanece hipócrita y es incapaz de salvarnos”. (…)
La imagen que Cristo usa
inicialmente es la de la «puerta estrecha». Representa bien el compromiso que
es necesario para conseguir la meta de la salvación. El verbo griego usado por
Lucas traducido por «esforzaros» es muy sugestivo: agonizesthe indica una lucha, una especie de «agonía» que comporta
fatiga y sufrimiento, que implica a todo nuestro ser, y no sólo a la mente y al corazón. Creer es
una actitud seria y radical, no reducible a un mísero signo de la cruz, a una
devoción, a una vela encendida. Estas cosas pueden ser solamente señales de una
adhesión sufrida, laboriosa, cotidiana.
o Una
decisión personal seguida de una coherente conducta de vida.
Cfr. Raniero Cantalamessa, o.c. p. 286
·
“Lo que pone en
el camino de la salvación no es cualquier título de posesión (no existen
títulos de
posesión para un don como es
la salvación), sino que es una decisión personal, seguida de una coherente
conducta de vida”.
o La
imagen de la «puerta angosta».
§ El
peligro de crearse falsas seguridades
·
Cfr. Mateo 7, 13-14: “Entrad por la entrada estrecha; porque ancha es la entrada y
espacioso el camino
que lleva a la perdición, y son
muchos los que entran por ella; mas ¡qué estrecha la entrada y qué angosto el
camino que lleva a la Vida!; y pocos son los que lo encuentran”.
·
Nuevo Testamento, Eunsa 2004, Nota Lucas 13, 22-30: Con la imagen de la «puerta
angosta» “se nos
alerta del peligro de crearse
falsas seguridades. Pertenecer al pueblo, o haber conocido al Señor y haber
escuchado su palabra, no es suficiente para alcanzar el cielo; solo los frutos
de correspondencia a la gracia tendrán valor en el juicio divino”.
4. Catecismo de la Iglesia
Católica: por qué la vida del hombre es un combate espiritual; en qué consiste.
o A
través de toda la historia del hombre se extiende una dura batalla contra los
poderes de las tinieblas que, iniciada ya desde el origen del mundo, durará
hasta el último día según dice el Señor.
·
n. 409: Esta
situación dramática [1] del mundo que «todo entero yace en poder del maligno»
(1 Juan 5, 19) (Cf 1 Pedro 5, 8),
hace de la vida del hombre un combate:
A través de toda la historia
del hombre se extiende una dura batalla contra los poderes de las tinieblas
que, iniciada ya desde el origen del mundo, durará hasta el último día según
dice el Señor. Inserto en esta lucha, el hombre debe combatir continuamente
para adherirse al bien, y no sin grandes trabajos, con la ayuda de la gracia de
Dios, es capaz de lograr la unidad en sí mismo (Gaudium et spes 37,2).
o En
el hombre, porque es un ser compuesto de espíritu y cuerpo, existe cierta
tensión, y se desarrolla una lucha de tendencias entre el «espíritu» y la
«carne» [2].
·
n. 2516:
En el hombre, porque es un ser compuesto de
espíritu y cuerpo, existe cierta tensión, y se desarrolla una lucha de
tendencias entre el «espíritu» y la «carne». Pero, en realidad, esta lucha
pertenece a la herencia del pecado. Es una consecuencia de él, y, al mismo
tiempo, confirma su existencia. Forma
parte de la experiencia cotidiana del combate espiritual:
Para
el apóstol no se trata de discriminar o condenar el cuerpo, que con el alma
espiritual constituye la naturaleza del hombre y su subjetividad personal, sino
que trata de las obras - mejor dicho, de las disposiciones estables -, virtudes
y vicios moralmente buenas o malas, que son fruto de sumisión (en el primer
caso) o bien de resistencia (en el segundo caso) a la acción salvífica del Espíritu
Santo. Por ello el apóstol escribe: «si vivimos según el Espíritu, obremos
también según el Espíritu» (Gálatas 5, 25) (Juan Pablo II, Enc. Dominum et vivificantem, 55).
§
La vida nueva recibida en la iniciación
cristiana no suprime la fragilidad y la debilidad de la naturaleza humana, ni
la inclinación al pecado que la tradición llama concupiscencia.
·
n. 1426: La
conversión a Cristo, el nuevo nacimiento por el Bautismo, el don del Espíritu
Santo, el
Cuerpo y la Sangre de Cristo
recibidos como alimento nos han hecho «santos e inmaculados ante El» (Efesios
1, 4), como la Iglesia misma, esposa de Cristo, es «santa e inmaculada ante El»
(Efesios 5, 27). Sin embargo, la vida nueva recibida en la iniciación cristiana
no suprimió la fragilidad y la debilidad de la naturaleza humana, ni la
inclinación al pecado que la tradición llama concupiscencia, y que permanece en
los bautizados a fin de que sirva de prueba en ellos en el combate de la vida
cristiana ayudados por la gracia de Dios (Cf Concilio de Trento, Sesión 5ª, Decreto
sobre el pecado original, canon 5). Esta lucha es la de la conversión con
miras a la santidad y la vida eterna a la que el Señor no cesa de llamarnos (Cf
ibidem, Sesión 6ª, Decreto sobre la
justificación, c. 16); Conc. Vaticano II, Lumen
gentium 40).
§
El hombre esté dividido en su interior. Por
esto, toda vida humana, singular o colectiva, aparece como una lucha,
ciertamente dramática, entre el bien y el mal, entre la luz y las tinieblas.
n. 1707: «El hombre, persuadido por
el Maligno, abusó de su libertad, desde el comienzo de la historia» (Gaudium et spes 13,1). Sucumbió a la
tentación y cometió el mal. Conserva el deseo del bien, pero su naturaleza
lleva la herida del pecado original. Ha quedado inclinado al mal y sujeto al
error.
De ahí que el hombre esté dividido en su interior.
Por esto, toda vida humana, singular o colectiva, aparece como una lucha,
ciertamente dramática, entre el bien y el mal, entre la luz y las tinieblas (Gaudium et spes 13,2).
Vida Cristiana
[1] Cfr. Catecismo de la
Iglesia Católica, n. 408
[2] Por «carne» se entiende el
hombre en su condición de debilidad y de fragilidad, de precariedad.
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