El rostro de Jesucristo
Brevemente otros textos
(cfr. Domingo 30 del tiempo ordinario Ciclo C, 27 de octubre de 2019)
v
En el rostro de Cristo está el rostro de Dios
o
Toda la vida de Cristo es revelación del Padre
§ Jesús
puede decir: «Quien me ve a mí, ve al Padre»
· Catecismo de la Iglesia Católica, n. 516: Los
rasgos comunes en los Misterios de Jesús - Toda la vida de Cristo es Revelación
del Padre: sus palabras y sus obras, sus silencios y sus sufrimientos, su
manera de ser y de hablar. Jesús puede decir: «Quien me ve a mí, ve al Padre»
(Jn 14, 9), y el Padre: «Este es mi Hijo amado; escuchadle» (Lc 9, 35). Nuestro
Señor, al haberse hecho para cumplir la voluntad del Padre (Cf Hb 10, 5-7), nos
«manifestó el amor que nos tiene» (1 Jn 4, 9) incluso con los rasgos más
sencillos de sus misterios.
· San Josemaría, Es Cristo
que pasa, 179: ¿Por qué muchos ignoran o se
encaran con Cristo?: “No lo conocen, ni han visto la belleza de su rostro”.
100,
634-640).
v
Cuando venga Cristo, Dios será visto por los
hombres
“Los
profetas, pues, anunciaban por anticipado que Dios sería visto por los hombres,
conforme a lo que dice también el Señor: Dichosos
los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios (Mateo 5,8).
Ciertamente,
según su grandeza y gloria inenarrable, nadie puede ver a Dios y quedar con
vida, pues el Padre es incomprensible (Cfr. Éxodo 33,20).
Sin
embargo, según su amor, su bondad hacia los hombres y su omnipotencia, el
Padre llega hasta a conceder a quienes le aman el privilegio de ver a Dios,
como profetizaban los profetas, pues lo
que el hombre no puede, lo puede Dios (Lucas 18, 27).
El
hombre por sí mismo no puede ver a Dios; pero Dios, si quiere, puede
manifestarse a los hombres: a quien quiera, cuando quiera y como quiera. Dios,
que todo lo puede, fue visto en otro tiempo por los profetas en el
Espíritu, ahora es visto en el Hijo gracias a la adopción filial y será
visto en el reino de los cielos como Padre. En efecto, el Espíritu prepara al
hombre para recibir al Hijo de Dios, el Hijo lo conduce al Padre, y el Padre en
la vida eterna le da la inmortalidad, que es la consecuencia de ver a Dios.
Pues,
del mismo modo que quienes ven la luz están en la luz y perciben su esplendor,
así también los que ven a Dios están en Dios y perciben su esplendor. Ahora
bien, la claridad divina es vivificante. Por tanto, los que contemplan a Dios
tienen parte en la vida divina”.
Vida Cristiana
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