"Esta es la Iglesia, la viña del Señor, la Madre fértil y la Maestra premurosa, que no tiene miedo de remangarse las manos para derramar el óleo y el vino sobre las heridas de los hombres (Cf. Lc 10,25-37); que no mira a la humanidad desde un castillo de vidrio para juzgar y clasificar a las personas. Esta es la Iglesia Una, Santa, Católica y compuesta de pecadores, necesitados de Su misericordia. Esta es la Iglesia, la verdadera esposa de Cristo, que busca ser fiel a su Esposo y su doctrina.
Es
la Iglesia que no tiene miedo de comer y beber con las prostitutas y
los publicanos (Cf. Lc 15). La Iglesia que tiene las puertas abiertas
para recibir a los necesitados, los arrepentidos y ¡no sólo a los
justos o aquellos que creen ser perfectos! La Iglesia que no se
avergüenza del hermano caído y no finge no verlo, al contrario, se
siente comprometida y obligada a levantarlo y a animarlo a retomar el
camino y lo acompaña hacia el encuentro definitivo con su Esposo, en
la Jerusalén celeste.
¡Esta
es la Iglesia, nuestra Madre! Y cuando la Iglesia, en la variedad de
sus carismas, se expresa en comunión, no puede equivocarse: es la
belleza y la fuerza del sensus fidei, de aquel sentido sobre natural
de la fe, que viene dado por el Espíritu Santo para que, juntos,
podamos todos entrar en el corazón del Evangelio y aprender a seguir
a Jesús en nuestra vida, y esto no debe ser visto como motivo de
confusión y malestar."
Vuestro
Párroco
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