Participando en las celebraciones
cuaresmales de la comunidad de fe, catecúmenos y fieles salimos al encuentro de
Cristo resucitado, encuentro que se hace real en los sacramentos pascuales: en
el bautismo que da el “ser otro Cristo”;
en la confirmación que da el “actuar al
modo de Cristo”; y en la eucaristía que nos lleva a la plenitud de la
inserción en Cristo.
Los sacramentos que celebramos
son signo de la presencia de Cristo resucitado en medio de sus discípulos.
Cuando hablamos de bautismo, confirmación o eucaristía, en realidad hablamos de
Cristo y de nosotros, de lo que él es para nosotros, de lo que nosotros somos
para él.
Presta ahora atención a la
palabra que se proclama en la asamblea litúrgica de este domingo.
Mientras el lector recuerda la unción de David
como rey, tú recuerdas que, incorporado a Cristo por el bautismo, en Cristo
eres sacerdote, profeta y rey.
Mientras con el Salmista elevas
tu canto al Señor, que es tu rey y tu pastor, tú recuerdas que, en Cristo, Dios
se te ha revelado pastor que da la vida por ti, buen pastor que te guía por el
sendero justo, que te da seguridad aunque camines por cañadas oscuras.
Y mientras el diácono proclama el
evangelio de la curación del ciego de nacimiento, tú, Iglesia cuerpo de Cristo,
hecha discípulo que escucha, reconocerás en Jesús a la Palabra que era la luz
verdadera que alumbra a todo hombre, reconocerás en Jesús al que es la luz del
mundo; y a ti misma te reconocerás en aquel ciego, y te verás ungida por Cristo
con Espíritu Santo, lavada, purificada e iluminada en Siloé, es decir, en el
Enviado, en la muerte y resurrección de tu Señor.
Aquel a quien escuchando viste,
comulgando lo recibes.
Aquel en quien, escuchando,
creíste, comulgando te haces una con él.
Comulgas, y nada te falta con el
pastor de tu vida.
Comulgas, y ungida, te sumerges
en Siloé, y la vida entera se te ilumina por dentro con la luz de Dios.
Comulgas, y ves; entras en un
mundo que sólo tú puedes ver: un mundo nuevo que resplandece con la luz de la
vida.
Feliz domingo, Iglesia iluminada
por Cristo.
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