domingo, 25 de junio de 2017

Domingo 12 del tiempo ordinario, Ciclo A (25 de junio de 2017).





  • Domingo 12 del tiempo ordinario, Ciclo A (25 de junio de 2017). La oración. Oración de
Jeremías: se queja al Señor y, al mismo tiempo, manifiesta su confianza. Tenemos el consuelo en esta vida no porque no haya humillaciones y violencia, sino por la compañía del Señor que hace que podamos soportar las dificultades. Estar junto a Dios no significa que todo vaya bien pues, de hecho, habrá oposición a su reinado. La oración del creyente: presenta a Dios los problemas reales y también, si es el caso, se queja y le pide explicaciones. Al final, pondrá su causa en manos de Dios. El reconocimiento de que el Señor «escruta las entrañas y el corazón», la interioridad del hombre. El reconocimiento de que el Señor «escruta las entrañas y el corazón», la interioridad del hombre. La interioridad del hombre. Las pruebas en la vida cristiana.

Jeremías, 20, 10-13: 10 Oigo las calumnias de la gente: « ¡Terror alrededor!, ¡delatadle!, ¡delatémosle!». Todos mis conocidos aguardan mi tropiezo: «¡ Ojalá se deje seducir, entonces podremos con él, y nos tomaremos venganza!» 11 Pero el Señor está conmigo como bravo guerrero, por eso, los que me persiguen caerán impotentes; sentirán gran vergüenza de no haber triunfado, oprobio perenne, inolvidable. 12 ¡Señor de los ejércitos que escrutas al justo, que ves entrañas y corazón, que vea yo cómo te vengas de ellos, a ti presento mi causa!. 13 Cantad al Yahvé, alabad a Yahvé, porque ha salvado la vida de un pobre de manos de malhechores.

Salmo 69 (68), 8-10; 14.17; 33-35
R. Escúchame, Señor, porque eres bueno
8 Por ti soporto el insulto, la vergüenza cubre mi semblante; 9 a mis hermanos resulto un extraño, un desconocido a los hijos de mi madre; 10 pues el celo por tu Casa me devora, y si te insultan sufro el insulto.
14 Yo te dirijo mi oración, Dios mío, en el tiempo propicio: Oh Dios, por tu gran misericordia, escúchame, por tu fidelidad que salva.
17 ¡Respóndeme, Yahvé, que tu misericordia es benigna, vuélvete hacia mí con tu inmensa compasión! 33 Lo han visto los humildes y se alegran, animaros los que buscáis a Dios. 34 Porque Yahvé escucha a los pobres, no desprecia a sus cautivos. 35 ¡Alábenlo los cielos y la tierra, el mar y cuanto bulle en él!

  • Cfr. Domingo 12 tiempo ordinario, Ciclo A, 25 de junio 2017

Jeremías 20, 10-13 – Salmo Responsorial 68, 8-10; 14,17; 33-35 – Mateo 10, 26-33

La Iglesia es peregrina en este mundo
«entre las persecuciones de la tierra y los consuelos de Dios»
(San Agustín, La Ciudad de Dios, Libro XVIII - Capítulo LI)

1. Jeremías termina confiando en el Señor

    • Su oración. Se queja al Señor y, al mismo tiempo, manifiesta su confianza.

  • A Jeremías, nacido hacia el 650 a.C., le tocó vivir una etapa muy revuelta: el imperio asirio
había sido derrocado y el nuevo imperio babilónico era ya una amenaza para los israelitas ( 605 a.C. y siguientes); esa amenaza se realizó con la caída definitiva de Jerusalén ante las tropas de Nabucodonosor (587 a.C.). Fue perseguido y encarcelado por denunciar en su predicación la incredulidad de Israel, y los graves errores de los reyes del pueblo elegido.
El texto que está en la liturgia de hoy tiene por título “las confesiones de Jeremías", y, en concreto, se trata de la quinta «confesión».
A continuación ponemos los versículos anteriores y los posteriores a los que se leen en la Misa, con el fin de que se entienda mejor el texto de la celebración.
Anteriores: 7 Me has seducido, Yahvé, y me dejé seducir; me has agarrado y me has podido. He la irrisión cotidiana: todos me remedaban. 8 Cada vez que abro la boca es para clamar «¡Atropello!», y para gritar: «¡Me roban!» La palabra de Yahvé ha sido para mí oprobio y befa cotidiana. 9 Yo decía: «No volveré a recordarlo, ni hablaré más en su Nombre.» Pero había en mi corazón algo así como fuego ardiente, prendido en mis huesos, y aunque yo trabajaba por ahogarlo, no podía.
Posteriores: 14 ¡Maldito el día en que nací!, ¡el día que me dio a luz mi madre no sea bendito! 15 ¡Maldito aquel que felicitó a mi padre diciendo: «Te ha nacido un hijo varón», y le llenó de alegría! 16 Sea el hombre aquel semejante a las ciudades que destruyó Yahvé sin que le pesara, y escuche alaridos de mañana y gritos de ataque al mediodía. 17 ¡Oh, que no me haya hecho morir desde el vientre, y hubiese sido mi madre mi sepultura, con seno preñado eternamente! 18 ¿Para qué haber salido del seno, a ver pena y aflicción, y a consumirse en la vergüenza mis días?
En la primera parte del texto (vv. 7-10), el profeta se queja al Señor por la persecución de que es objeto, y llega a acusar a Dios de seductor, como la joven engañada y abandonada. Tiene que predicar lo que no le gusta, y es objeto de burla por parte de sus conciudadanos.
En los vv. 11-13, expresa su confianza en el Señor, como un himno de alabanza a su salvador; en los vv. 14-18 Jeremías profiere un conjunto de maldiciones por la situación en que se encuentra. Se puede resumir su actitud reconociendo en ella una gran tensión en la que si por una parte manifiesta la seguridad de que el Señor nunca abandona (vv. 11-13), reconoce también que tiene muchos sufrimientos y dificultades (vv. 14-18). Jeremías, por otra parte, no abandonó su misión, a la que fue fiel hasta su muerte1.
Es frecuente en la Biblia que se den juntos una atestación de confianza en el Señor y una narración dolorosa de los acontecimientos, de la historia, que muchas veces aparece como una realidad misteriosa donde no se percibe el sentido de la misma.
  • Tenemos el consuelo en esta vida no porque no haya humillaciones y violencia, sino por la compañía del Señor que hace que podamos soportar las dificultades.

  • Estar junto a Dios no significa que todo vaya bien pues, de hecho, habrá oposición a su reinado.
Por otra parte aparece, como en el caso de Jeremías, que tenemos el consuelo en esta vida no porque no haya humillaciones y violencia, sino por la compañía del Señor que hace que podamos soportar las dificultades. Dicho de otro modo, estar junto a Dios no significa que todo vaya bien pues, de hecho, habrá oposición a su reinado.
“Cristo no promete que sobre una casa en construcción no caerá jamás un aguacero; no promete que una ola violenta no derribará lo que para nosotros es más querido; no promete que vientos impetuosos no arrastrarán lo que hemos construido a veces a costa de enormes sacrificios. Cristo no sólo comprende la aspiración del hombre a una casa duradera, sino que también es plenamente consciente de todo lo que puede arruinar la felicidad del hombre. Por eso, no debéis sorprenderos de que surjan contrariedades, cualesquiera que sean. No os desaniméis a causa de ellas. Un edificio construido sobre roca no queda exento de la acción de las fuerzas de la naturaleza, inscritas en el misterio del hombre. Haber construido sobre roca significa tener la certeza de que en los momentos difíciles existe una fuerza segura en la que se puede confiar”2.

2. La oración del creyente: presenta a Dios los problemas reales y también, si es el caso, se queja y le pide explicaciones. Al final, pondrá su causa en manos de Dios.

  • La oración del creyente según el Catecismo de la Iglesia Católica

  • En la Biblia, las grandes figuras de los creyentes - no sólo Jeremías, sino también Abraham, Moisés
(quien en su oración «rehuye, objeta y sobre todo interroga»: Cf. CCE 2575), etc.- nos enseñan a llevar a Dios los problemas reales y a preguntarle sobre el «por qué» de lo que nos sucede. En el CCE se nos dice 3 que “En el «cara a cara» con Dios, los profetas extraen luz y fuerza para su misión. Su oración no es una huida del mundo infiel, sino una escucha de la palabra de Dios; es, a veces, un debatirse o una queja, y siempre, una intercesión que espera y prepara la intervención del Dios salvador, Señor de la historia (Cf Am 7, 2. 5; Is 6, 5. 8. 11; Jr 1, 6; 15, 15-18; 20, 7-18)”.

  • El salmo 122 y comentario de BXVI

    • El Salmo 122

  • También en nuestro tiempo hay dificultades evidentes en la vida y, como se dice en el Salmo 122,
nuestros ojos se fijan en el Señor, esperando su misericordia:
Como están los ojos de los esclavos
fijos en las manos de sus señores,
como están los ojos de la esclava
fijos en las manos de su señora,
así están nuestros ojos
en el Señor, Dios nuestro,
esperando su misericordia.

Misericordia, Señor, misericordia,
que estamos saciados de desprecios;
nuestra alma está saciada
del sarcasmo de los satisfechos,
del desprecio de los orgullosos
(Sal 122).

  • Así comentó, Benedicto XVI estas palabras del Salmo:

Los fieles tienen necesidad de una intervención de Dios porque se encuentran en una
situación penosa, de desprecio y de vejaciones por parte de prepotentes. La imagen que utiliza ahora el salmista es la de la saciedad: «estamos saciados de desprecios; nuestra alma está saciada del sarcasmo de los satisfechos, del desprecio de los orgullosos» (versículos 3-4).
A la tradicional saciedad bíblica de comida y de años, considerada como signo de la bendición divina, se le opone ahora una intolerable saciedad constituida por una carga exorbitante de humillaciones. Y sabemos que hoy muchas naciones, muchos individuos están llenos de vejaciones, están demasiado saciados de las vejaciones de los satisfechos, del desprecio de los soberbios. Recemos por ellos y ayudemos a estos hermanos nuestros humillados.
Por este motivo, los justos han confiado su causa al Señor y no es indiferente a esos ojos implorantes, no ignora su invocación ni la nuestra, ni decepciona su esperanza” 4.

3. El «pobre» pone su causa en las manos de Dios

“El Señor libró la vida del pobre de manos de los impíos” (Jeremías 20, 13).

  • ¿Quien es el «pobre» en la Biblia?

    • Pobre no es tanto quien no tiene propiedad material, sino aquél que se fía del Señor, y se abandona en Él.

  • Hemos leído en el último versículo del texto de Jeremías (13): 13 Cantad a Yahvé, alabad a
Yahvé, porque ha salvado la vida de un pobrecillo de manos de malhechores. ¿Quien es el pobre o pobrecillo en la Biblia?
En la Biblia, el pobre no es tanto quien no tiene propiedad material, sino aquél que se fía del Señor, y se abandona en El – Sal 52 (51),10 - : «en el amor de Dios confío para siempre jamás».
Una de las consecuencias de la fe, según el Catecismo, n. 227:
es confiar en Dios en todas las circunstancias, incluso en la adversidad. Una oración de Santa Teresa de Jesús lo expresa admirablemente:
Nada te turbe, / Nada te espante, Todo se pasa, / Dios no se muda, La paciencia / Todo lo alcanza; Quien a Dios tiene / Nada le falta: Sólo Dios basta (Poesías, 30)”.
  • Pobre es quien no fundamenta su seguridad y su confianza en los bienes que posee, en el
triunfo, en el orgullo, en los ídolos del oro y del poder. Su corazón está abierto a Dios y a los hermanos.
    • Los títulos para dirigirnos a Dios no son nuestros méritos sino su misericordia, etc.

  • En el Salmo responsorial (69/68) que hoy hemos leído después de la primera lectura, el salmista
expone los títulos en los que se basa para dirigirse a Dios con confianza: se apoya en la «misericordia», en la «fidelidad» y en la «compasión» de Yahvé. (vv. 14 y 17).

4. El reconocimiento de que el Señor «escruta las entrañas y el corazón», la interioridad del hombre (cf Jeremías 20, 12).

  • La interioridad del hombre.

Cfr. G. Barbaglio, Psicología, en Nuevo Diccionario de Teología Bíblica, Paulinas 1990.
(Diccionario, GF RAVASI 2656).

  • El hombre tiene una cara externamente perceptible y un rostro interior.

  • La verdad y autenticidad del hombre está en su mundo interior, y lo que aparece externamente tiene valor sólo si está en correspondencia con lo interior; en otro caso, resulta falso e inauténtico.
Con el vocablo "corazón", o también "ríñones", la Biblia subraya ante todo que el hombre es un ser bifronte o bidemensional: a su cara externa e inmediatamente perceptible se suma su rostro interior, profundo y escondido; su yo interior, diríamos nosotros, que no escapa a la mirada penetrante de Dios, ni tampoco al ojo penetrante del mismo interesado. Esta distinción, sin duda obvia, va acompañada a menudo significativamente de una valoración precisa: la verdad y autenticidad del hombre está en su mundo interior, y lo que aparece externamente tiene valor sólo si está en correspondencia con lo interior; en otro caso, resulta falso e inauténtico.
  • El profeta Isaías reprende al pueblo que honra a Dios sólo de palabra y con los labios, mientras que su corazón está lejos.
Así, el profeta Isaías, en nombre de Dios, reprende al pueblo que honra a Dios sólo de palabra y con los labios, mientras que su corazón está lejos (29,13). Reproche tomado por Jesús para estigmatizar la actitud hipócrita de los fariseos y escribas, que critican la conducta de los discípulos del rabbi de Galilea por descuidar las prescripciones acerca de lo puro y lo impuro (Mc 7,6 y par). (…)
  • El interior es un mundo que el hombre puede que consiga ocultar a los demás, pero no a Dios, el cual ve en el corazón, lo conoce, lo escruta.
El interior es un mundo que el hombre puede que consiga ocultar a los demás, pero no a Dios, el cual ve en el corazón (1 Samuel 16,7), lo conoce (Hechos 1,24), lo escruta (Jeremías 11,20; Sirácida 42,18; Hebreos 4,12-13), escruta el corazón y examina los riñones (Jeremías 17,10), ve los riñones y el corazón (Jeremías 20,12). La Biblia llega incluso a calificar a Dios como "el que conoce el corazón humano" (kardiognostes: Ac 1,24 Ac 15,8), el que sondea los corazones y los riñones (Salmo 7,10 Jeremías 11,20).
  • Lo íntimo del hombre es la sede de sus sentimientos, pensamientos y proyectos.
Pues bien, lo íntimo del hombre (= el corazón) es la sede de sus sentimientos, pensamientos y proyectos. Así Ez 22,14 habla de resistencia del corazón para significar el coraje; Deuteronomio 28,47; de alegría y satisfacción del corazón en el servicio de Dios, y Hechos 14,17, del creador que llena de alegría los corazones de los hombres.
El anuncio de la partida de Jesús llena de tristeza el corazón de los discípulos (Juan 16,6), mientras que Pablo declara que siente un profundo dolor en su corazón por la incredulidad de sus "hermanos" israelitas (Romanos 9,2).
Oseas anuncia así antropomórficamente la compasión de Dios por su pueblo: "¿Cómo voy a abandonarte, Efraín; cómo voy a traicionarte, Israel...? Mi corazón se revuelve dentro de mí y todas mis entrañas se estremecen" (11,8).
La altivez encuentra expresión plástica en la fórmula de exaltación del corazón (Génesis 49,16 Deuteronomio 8,14). El deseo y el anhelo ardiente son atribuidos lo mismo al corazón que al alma: en Romanos 10,1 Pablo habla del deseo de su corazón, y el libro de los Proverbios afirma que el deseo del alma del impío está vuelto al mal (21,10). Pero también la alegría (Salmo 86,4), la tristeza (Mateo 26,38), el dolor (Lucas 2,37) y la angustia (Romanos 2,9) brotan del alma. Hay, pues, una identidad parcial de significado entre "corazón" y "alma".

5. Las pruebas en la vida cristiana

Este domingo una de las realidades que se presentan a la contemplación del cristiano es la valoración de las pruebas o contradicciones de la vida, como aparece en la primera Lectura y en el Evangelio.
Lo más importante que, a este respecto, podemos recordar es la bienaventuranza del Señor: Lucas 22, 28-29: “Vosotros sois los que habéis permanecido junto a mí en mis tribulaciones. Por eso yo os preparo un Reino como mi Padre me lo preparó a mí”, y las palabras del apóstol Santiago (1, 2-4.12): "Considerad como un gran gozo, hermanos míos, el estar rodeados por toda clase de pruebas, sabiendo que la calidad probada de vuestra fe produce la paciencia en el sufrimiento; pero la paciencia ha de ir acompañada de obras perfectas para que seáis perfectos e íntegros sin que dejéis nada que desear, 12¡Feliz el hombre que soporta la prueba! Superada la prueba, recibirá la corona de la vida que ha prometido el Señor a los que le aman".
En el Catecismo de la Iglesia Católica, encontramos diversos números que hace referencia a las pruebas de la vida: nn. 45; 769; 992; 1742; 1808; 1820; 2710.
Benedicto XVI, trata de las pruebas en la vida en:
a) Enc. Spe salvi nn.: nn. 8-9; 39-40. b) Discurso a los jóvenes, viaje a Polonia mayo 2006 5. c) Jesús de Nazaret, La oración del Señor, pp. 161-205 (Sexta petición del Padre nuestro: No nos dejes caer en la tentación).
San Juan Pablo II:
a) en la Encíclica «Redemptoris Mater» 25 marzo 1987, tratando de cómo la Virgen fue bienaventurada porque creyó en medio de todas las pruebas y contradicciones.
b) En la Encíclica Dominum et vivificantem, 18 de mayo de 1986, trata de la fatiga del corazón
humano y de la conciencia. La acción del Espíritu Santo en la lucha, inquietudes y peligros de cada época: nn. 44,45, 67.


Vida Cristiana



1 Cfr. Sagrada Biblia, Libros proféticos, Eunsa 2002, nota a Jeremías 20, 7-18; Cfr La casa de la Biblia, Antiguo Testamento II, 1997, Jeremías 20, 7-18
2 Benedicto XVI, Discurso a los jóvenes, Polonia 27 de mayo 2006, comentario a Mateo 7, 21-27).
3 Cf n. 2584
4 Benedicto XVI, Audiencia general 15 junio 2005, comentario al Salmo 122.

5 Todo el discurso es un comentario a las palabras del Señor (Mateo 7) donde pide escuchar sus palabras para construir la casa de nuestra vida sobre roca. En uno de los últimos párrafos del discurso explica cómo construir sobre roca es confiar en Alguien que fue rechazado. Así los discípulos del Señor no pueden admirarse cuando son también rechazados: “Muchas veces Jesús es ignorado, es escarnecido, es proclamado rey del pasado, pero no del hoy y mucho menos del mañana; es arrumbado en el armario de cuestiones y de personas de las que no se debería hablar en voz alta y en público. Si en la construcción de la casa de vuestra vida os encontráis con los que desprecian el fundamento sobre el que estáis construyendo, no os desaniméis. Una fe fuerte debe superar las pruebas” (ibid. BXVI).

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