miércoles, 12 de julio de 2017

4º Domingo de Pascua. Año B. Jesús es el Buen Pastor: da su vida por el rebaño voluntariamente. La fe cristiana es, ante todo, conversión a Jesucristo, quien debe ser el centro de la catequesis. Catequizar es descubrir en la Persona de Cristo el designio eterno de Dios. El fin de la catequesis es conducir a la comunión con Jesucristo. El Papa ha invitado, en la jornada de oración por las vocaciones, a reflexionar sobre el tema: « La confianza en la iniciativa de Dios y la respuesta humana»


1 4º Domingo de Pascua. Año B. Jesús es el Buen Pastor: da su vida por el rebaño voluntariamente. La fe cristiana es, ante todo, conversión a Jesucristo, quien debe ser el centro de la catequesis. Catequizar es descubrir en la Persona de Cristo el designio eterno de Dios. El fin de la catequesis es conducir a la comunión con Jesucristo. El Papa ha invitado, en la jornada de oración por las vocaciones, a reflexionar sobre el tema: « La confianza en la iniciativa de Dios y la respuesta humana» Cfr. 4 Domingo de Pascua 2009. Año B - 3 mayo 09 - Hechos 4, 8-12; Salmo 117; 1 Juan 3, 1-2; Juan 10, 11-18 En los tres Ciclos (A,B,C) se lee el mismo Evangelio, este 4º domingo de Pascua se llama «el domingo del Buen Pastor». Como todos los años, se celebra en este 4º domingo la Jornada Mundial de oración por las vocaciones. El Papa envía un mensaje para toda la Iglesia. Este año es la 46 Jornada. Juan 10, 11-18: 11 Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas. 12 Pero el asalariado, que no es pastor, a quien no pertenecen las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye, y el lobo hace presa en ellas y las dispersa, 13 porque es asalariado y no le importan nada las ovejas. 14 Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas y las mías me conocen a mí, 15 como me conoce el Padre y yo conozco a mi Padre y doy mi vida por las ovejas. 16 También tengo otras ovejas, que no son de este redil; también a ésas las tengo que conducir y escucharán mi voz; y habrá un solo rebaño, un solo pastor. 17 Por eso me ama el Padre, porque doy mi vida, para recobrarla de nuevo. 18 Nadie me la quita; yo la doy voluntariamente. Tengo poder para darla y poder para recobrarla de nuevo; esa es la orden que he recibido de mi Padre.» 1. Jesús se presenta a sí mismo como buen pastor o La imagen literaria del Buen Pastor es muy conocida en el Antiguo Testamento • En el salmo 23 (22) aparece el pueblo elegido como un rebaño del que el Señor es el pastor: “Yahvé es mi pastor, nada me falta. En verdes pastos me hace reposar. Me conduce a fuentes tranquilas, allí reparo mis fuerzas. Me guía por cañadas seguras haciendo honor a su nombre”. El Dios todopoderoso era descrito como un pastor en el libro de Isaías (40,11) : “Apacienta su rebaño como un pastor; lo congrega con su brazo …” Por otra parte, en los libros sagrados los hebreos encuentran que los que les han guiado son descritos como pastores: Abrahám, Isaac, Jacob. Del mismo Moisés, su liberador y legislador, se dice que fue pastor; y lo mismo sus primeros reyes: Saúl y David. En el libro de Ezequiel Dios: a) reprende a los guías del pueblo de Israel - reyes y sacerdotes, a quienes se aplicaban el nombre de pastores - , por su infidelidad. “Ay de los pastores de Israel, que se apacientan a sí mismos: ¿no son los rebaños lo que deben apacentar los pastores? Os alimentáis de su leche, os cubrís con su lana y matáis las reses más cebadas, pero no apacentáis el rebaño. No habéis robustecido a las débiles ni sanado a las enfermas .... etc.” (Cf. 34, 2-4 ss) b) anuncia que Él mismo va a cuidar de su pueblo y que suscitará de la estirpe de David un buen pastor: “Porque esto dice el Señor Dios: «Yo mismo buscaré mi rebaño y lo apacentaré. Como recuenta un pastor su rebaño cuando está en medio de sus ovejas que se han dispersado, así recontaré mis ovejas y las recogeré de todos los lugares en que se dispersaron en día de niebla y oscuridad” (Ezequiel 34, 11-12; Cf ss; Cf. Jeremías 23, 1-6 ). o En el Evangelio de hoy se ve cómo Jesús se presenta a sí mismo como el Buen Pastor Juan 10 : 14 Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas y las mías me conocen a mí, 15 como me conoce el Padre y yo conozco a mi Padre y doy mi vida por las ovejas. 16 También tengo otras ovejas, que no son de este 2 redil; también a ésas las tengo que conducir y escucharán mi voz; y habrá un solo rebaño, un solo pastor. 17 Por eso me ama el Padre, porque doy mi vida, para recobrarla de nuevo. 2. Jesús, Buen Pastor, se sometió libremente a la voluntad del Padre o El Catecismo de la Iglesia Católica habla expresamente de esa característica del Buen Pastor: su voluntariedad al realizar la misión encomendada por Dios. • CCE 569: Jesús ha subido voluntariamente a Jerusalén sabiendo perfectamente que allí moriría de muerte violenta a causa de la contradicción de los pecadores. (Cf Hebreos 12, 3). • CCE 599: La muerte violenta de Jesús no fue fruto del azar en una desgraciada constelación de circunstancias. Pertenece al misterio del designio de Dios, como lo explica S. Pedro a los judíos de Jerusalén ya en su primer discurso de Pentecostés: «Fue entregado según el determinado designio y previo conocimiento de Dios» (Hechos 2, 23). Este lenguaje bíblico no significa que los que han «entregado a Jesús» (Hechos 3, 13) fuesen solamente ejecutores pasivos de un drama escrito de antemano por Dios. • Cf. CCE n. 609: Jesús acepta libremente el amor redentor del Padre. 3. Cristo mismo gobierna la Iglesia. Nuestra correspondencia • CCE 754: La Iglesia, en efecto, es el redil cuya puerta única y necesaria es Cristo (Cf Juan 10, 1-10). Es también el rebaño cuyo pastor será el mismo Dios, como él mismo anunció (Cf Isaías 40, 11; Ezequiel 34, 11- 31). Aunque son pastores humanos quienes gobiernan a las ovejas, sin embargo es Cristo mismo el que sin cesar las guía y alimenta; El, el Buen Pastor y Cabeza de los pastores (Cf Juan 10, 11; 1 P 5, 4), que dio su vida por las ovejas» (Cf Juan 10, 11-15). o Conversión a Jesucristo en la fe y en el amor • “Mirad si sois de verdad sus ovejas, si le conocéis, si habéis alcanzado la luz de su verdad. Si le conocéis, digo, no sólo por la fe, sino también por el amor; no sólo por la credulidad, sino también por las obras. Porque el mismo Juan Evangelista, que nos dice lo que acabamos de oir, añada también: «Quien dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, es un mentiroso»” (San Gregorio Magno (540-604), hom.14,3) • La fe cristiana es ante todo conversión a Jesucristo: adhesión a su persona, seguimiento. Pensar, juzgar, vivir, como Él. Esta conversión dura toda la vida: desde el inicio hasta llegar “a la medida de la plenitud de Cristo” (Efesios 4, 13). 4. Jesucristo, el Buen Pastor, centro de la catequesis de la Iglesia o Catecismo de la Iglesia Católica. En el centro de la catequesis: Cristo. • n. 426: En el centro de la catequesis: Cristo - «En el centro de la catequesis encontramos esencialmente una Persona, la de Jesús de Nazaret, Unigénito del Padre, que ha sufrido y ha muerto por nosotros y que ahora, resucitado, vive para siempre con nosotros... Catequizar es... descubrir en la Persona de Cristo el designio eterno de Dios... Se trata de procurar comprender el significado de los gestos y de las palabras de Cristo, los signos realizados por El mismo» (Juan Pablo II, Exhortac. Apostólica Catechesi tradendae, 5). El fin de la catequesis: «conducir a la comunión con Jesucristo: sólo El puede conducirnos al amor del Padre en el Espíritu y hacernos partícipes de la vida de la Santísima Trinidad» (Juan Pablo II, Exhortac. Apostólica Catechesi tradendae, 5). • n. 427: «En la catequesis lo que se enseña es a Cristo, el Verbo encarnado e Hijo de Dios y todo lo demás en referencia a El; el único que enseña es Cristo, y cualquier otro lo hace en la medida en que es portavoz suyo, permitiendo que Cristo enseñe por su boca... Todo catequista debería poder aplicarse a sí mismo la misteriosa 3 palabra de Jesús: "Mi doctrina no es mía, sino del que me ha enviado" (Jn 7, 16)» (Juan Pablo II, Exhortac. Apostólica Catechesi tradendae, 6). o Ir con confianza al encuentro con Jesús. No tener miedo a hablar de Él. • Juan Pablo II, 3 mayo 2003, encuentro con los jóvenes en Madrid: Mañana tendré la dicha de proclamar cinco nuevos santos, hijos e hijas de esta noble Nación y de esta Iglesia. Ellos “fueron jóvenes como vosotros, llenos de energía, ilusión y ganas de vivir. El encuentro con Cristo transformó sus vidas (...) Por eso, fueron capaces de arrastrar a otros jóvenes, amigos suyos, y de crear obras de oración, evangelización y caridad que aún perduran” (Mensaje de los Obispos españoles con ocasión del viaje del Santo Padre, 4). Queridos jóvenes, ¡id con confianza al encuentro de Jesús! y, como los nuevos santos, ¡no tengáis miedo de hablar de Él! pues Cristo es la respuesta verdadera a todas las preguntas sobre el hombre y su destino. Es preciso que vosotros jóvenes os convirtáis en apóstoles de vuestros coetáneos. Sé muy bien que esto no es fácil. Muchas veces tendréis la tentación de decir como el profeta Jeremías: “¡Ah, Señor! Mira que no sé expresarme, que soy un muchacho” (Jr 1,6). No os desaniméis, porque no estáis solos: el Señor nunca dejará de acompañaros, con su gracia y el don de su Espíritu. o Manifestaciones de la imagen de Jesucristo como Buen Pastor. • Juan Pablo II, Exhortación Apostólica «Pastores dabo vobis», n. 22: “La imagen de Jesucristo, Pastor de la Iglesia, su grey, vuelve a proponer, con matices nuevos y más sugestivos, los mismos contenidos de la imagen de Jesucristo, Cabeza y Siervo. Verificándose el anuncio profético del Mesías Salvador, cantado gozosamente por el salmista y por el profeta Ezequiel (cf. Sal 22-23; Ez 34, 11ss), Jesús se presenta a sí mismo como «el buen Pastor» (Jn 10, 11.14), no sólo de Israel, sino de todos los hombres (cf. Jn 10, 16). Y su vida es una manifestación ininterrumpida, es más, una realización diaria de su «caridad pastoral». Él siente compasión de las gentes, porque están cansadas y abatidas, como ovejas sin pastor (cf. Mt 9, 35-36); él busca las dispersas y las descarriadas (cf. Mt 18, 12-14) y hace fiesta al encontrarlas, las recoge y defiende, las conoce y llama una a una (cf. Jn 10, 3), las conduce a los pastos frescos y a las aguas tranquilas (cf. Sal 22-23), para ellas prepara una mesa, alimentándolas con su propia vida. Esta vida la ofrece el buen Pastor con su muerte y resurrección, como canta la liturgia romana de la Iglesia: «Ha resucitado el buen Pastor que dio la vida por sus ovejas y se dignó morir por su grey. Aleluya».(Misal Romano, Antífona de comunión de la Misa del IV domingo de Pascua)”. o El redescubrimiento de la catequesis como anuncio de la persona de Jesucristo • Cf. Comité para el Jubileo del Año 2000, Jesucristo, Salvador del mundo, BAC 3ª edición, cap. II: “El «redescubrimiento de la catequesis» como anuncio de la persona de Jesucristo y de su ministerio de salvación (TMA 42)”, pp. 42-44 El reclamo a Jesucristo, como auténtico centro y fuente de anuncio cristiano, emerge explícitamente en el Concilio Vaticano II, definido por Pablo VI: «el gran catecismo de los nuevos tiempos»1 . En el discurso de apertura del Concilio (11 de noviembre de 1962), Juan XXIII puso a Jesucristo «en el centro de la historia y de la vida; los hombres, o están con El y con su Iglesia, y entonces gozan de la luz, de la bondad, del orden y de la paz; o, por el contrario, están sin El»2 . El cristocentrismo es una de las claves interpretativas más eficaces del Vaticano II. Desde el primer documento - «Cristo está siempre presente en su Iglesia, de modo especial en las acciones litúrgicas»3 -, a la constitución dogmática sobre la divina revelación - «Cristo Señor, en quien encuentra cumplimiento toda la revelación del Dios supremo»4 , hasta el último documento, que afirma en el conocido número 22: «En realidad, el misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado. Porque Adán, el primer hombre, era figura del que había de venir, es decir, Cristo nuestro Señor. Cristo, el nuevo Adán, en la misma revelación del misterio del Padre y de su amor, manifiesta plenamente el hombre al propio hombre y le descubre la sublimidad de su vocación (... ). Por Cristo y en Cristo se ilumina el enigma del dolor y de la muerte, 1 AAS 58 (1966) p.575. 2 EV 1,31*. 3 SC 7. 4 DV 7. 4 que fuera del evangelio nos envuelve en absoluta oscuridad. Cristo resucitó; con su muerte destruyó la muerte y nos dio la vida, para que, hijos en el Hijo, clamemos en el Espíritu: ¡Abba, Padre!»5 . La recuperación del cristocentrismo en la evangelización y en la catequesis significa reafirmar la centralidad de Jesucristo en el anuncio de la fe, como camino de maduración, de educación y de formación de la existencia cristiana en su concreción y globalidad. Esta es, de hecho, la definición de la catequesis: «Se llamó “catequesis" al conjunto de esfuerzos realizados por la Iglesia para hacer discípulos, para ayudar a los hombres a creer que Jesús es el Hijo de Dios, a fin de que, mediante la fe, tengan la vida en su nombre, para educarlos e instruirlos en esta vida y construir así el Cuerpo de Cristo»6 . El cristocentrismo en la catequesis tiene un doble significado. Ante todo, indica que Jesucristo es el único verdadero Maestro; por lo cual, en la catequesis es necesario enseñar sólo la doctrina y la vida de Jesús7 . En segundo lugar, la catequesis sitúa en el centro de su anuncio la «persona» misma del Salvador, su misterio de encarnación, pasión, muerte y resurrección redentora. De hecho, la finalidad última de la catequesis «es poner a cada uno no sólo en contacto, sino en comunión, en intimidad con Jesucristo: sólo El puede conducirnos al amor del Padre en el Espíritu y puede hacernos participar de la vida de la Santísima Trinidad»8 . 5. A continuación se ponen algunas de las palabras que ha escrito Benedicto XVI en el Mensaje a toda la Iglesia con ocasión de la 46 Jornada Mundial de oración por las vocaciones. o a) Invita a reflexionar sobre el tema: « La confianza en la iniciativa de Dios y la respuesta humana». Con ocasión de la próxima Jornada Mundial de oración por las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada, que se celebrará el 3 de mayo de 2009, Cuarto Domingo de Pascua, me es grato invitar a todo el pueblo de Dios a reflexionar sobre el tema: La confianza en la iniciativa de Dios y la respuesta humana. Resuena constantemente en la Iglesia la exhortación de Jesús a sus discípulos: «Rogad al dueño de la mies, que envíe obreros a su mies» (Mt 9, 38). ¡Rogad! La apremiante invitación del Señor subraya cómo la oración por las vocaciones ha de ser ininterrumpida y confiada. De hecho, la comunidad cristiana, sólo si efectivamente está animada por la oración, puede «tener mayor fe y esperanza en la iniciativa divina» (Exhort. ap. postsinodal Sacramentum caritatis, 26). o b) La respuesta libre del hombre presupone siempre la aceptación y la participación en el proyecto que Dios tiene sobre cada uno, y llega a ser para todo el que es llamado una exigencia moral vinculante, una ofrenda agradecida a Dios y una total cooperación en el plan que Él persigue en la historia. El Catecismo de la Iglesia Católica recuerda oportunamente que la iniciativa libre de Dios requiere la respuesta libre del hombre. Una respuesta positiva que presupone siempre la aceptación y la participación en el proyecto que Dios tiene sobre cada uno; una respuesta que acoja la iniciativa amorosa del Señor y llegue a ser para todo el que es llamado una exigencia moral vinculante, una ofrenda agradecida a Dios y una total cooperación en el plan que Él persigue en la historia (cf. n. 2062). o c) Cuando se tiene conciencia de que es Dios quien toma la iniciativa y a Él le corresponde llevar a término su proyecto de salvación, la respuesta del hombre a la llamada divina nunca se parece al cálculo miedoso del siervo perezoso que por temor esconde el talento recibido en la tierra. Una vez más conviene recordar que la respuesta del hombre a la llamada divina, cuando se tiene conciencia de que es Dios quien toma la iniciativa y a Él le corresponde llevar a término su proyecto de salvación, nunca se parece al cálculo miedoso del siervo perezoso que por temor esconde el talento recibido en la tierra (cf. Mt 25, 14-30), sino que se manifiesta en una rápida adhesión a la invitación del Señor, como hizo Pedro, que no dudó en echar nuevamente las redes pese a haber estado toda la noche faenando sin pescar nada, confiando en su palabra (cf. Lc 5, 5). Sin abdicar en ningún momento de la responsabi-lidad personal, la 5 GS 22. 6 CT l. 7 CT 6-8 8 CT 5. 5 respuesta libre del hombre a Dios se transforma así en «corresponsabilidad», en responsabilidad en y con Cristo, en virtud de la acción de su Espíritu Santo; se convierte en comunión con quien nos hace capaces de dar fruto abundante (cf. Jn 15, 5). o d) El «Amén» generoso y total de la Virgen de Nazaret es una emblemática respuesta humana, llena de confianza en la iniciativa de Dios. Emblemática respuesta humana, llena de confianza en la iniciativa de Dios, es el «Amén» generoso y total de la Virgen de Nazaret, pronunciado con humilde y decidida adhesión a los designios del Altísimo, que le fueron comunicados por un mensajero celestial (cf. Lc 1, 38). Su «sí» inmediato le permitió convertirse en la Madre de Dios, la Madre de nuestro Salvador. María, después de aquel primer «fiat», que tantas otras veces tuvo que repetir, hasta el momento culminante de la crucifixión de Jesús, cuando «estaba junto a la cruz», como señala el evangelista Juan, siendo copartícipe del dolor atroz de su Hijo inocente. o No os desaniméis ante las dificultades y las dudas, cultivad en vuestro corazón la capacidad de asombro y de adoración a quien tiene el poder de hacer «grandes cosas» porque su Nombre es santo. Queridos amigos, no os desaniméis ante las dificultades y las dudas; confiad en Dios y seguid fielmente a Jesús y seréis los testigos de la alegría que brota de la unión íntima con Él. A imitación de la Virgen María, a la que llaman dichosa todas las generaciones porque ha creído (cf. Lc 1, 48), esforzaos con toda energía espiritual en llevar a cabo el proyecto salvífico del Padre celestial, cultivando en vuestro corazón, como Ella, la capacidad de asombro y de adoración a quien tiene el poder de hacer «grandes cosas» porque su Nombre es santo (Cf. Lc 1, 49). www.parroquiasantamonica.com

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