lunes, 10 de julio de 2017
La oración cristiana (8). El hombre en oración. La lectura de la Biblia es alimento del espíritu. Especialmente en vacaciones, o en momentos de distensión, Junto a libros de evasión, ¿por qué no descubrir algunos libros de la Biblia que normalmente no se conocen, o de los que hemos escuchado algún pasaje durante la liturgia, pero que nunca hemos leído por entero? Libros del Antiguo y del Nuevo Testamento. Los momentos de distensión pueden convertirse no sólo en enriquecimiento cultural, sino también en alimento del espíritu, capaz de alimentar el conocimiento de Dios y el diálogo con él, la oración.
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La oración cristiana (8). El hombre en oración. La lectura de la Biblia es alimento del espíritu.
Especialmente en vacaciones, o en momentos de distensión, Junto a libros de evasión, ¿por qué no
descubrir algunos libros de la Biblia que normalmente no se conocen, o de los que hemos escuchado
algún pasaje durante la liturgia, pero que nunca hemos leído por entero? Libros del Antiguo y del
Nuevo Testamento. Los momentos de distensión pueden convertirse no sólo en enriquecimiento
cultural, sino también en alimento del espíritu, capaz de alimentar el conocimiento de Dios y el
diálogo con él, la oración.
Cfr. Benedicto XVI, Audiencia General, Miércoles 3 de agosto de 2011.
Queridos hermanos y hermanas:
Me alegra veros aquí, en la plaza, en Castelgandolfo, y reanudar las audiencias
interrumpidas en el mes de julio. Quiero continuar con el tema que hemos iniciado, es decir, una
«escuela de oración», y también hoy, de un modo algo diferente, sin alejarme del tema, aludir a
algunos aspectos de carácter espiritual y concreto, que me parecen útiles no sólo para quien vive —
en alguna parte del mundo— el período de vacaciones de verano, sino también para todos los que
están comprometidos en el trabajo diario.
o De modo especial durante las vacaciones, Cada uno de nosotros necesita
tiempos y espacios de recogimiento, de meditación, de calma…
Junto a libros de evasión, ¿por qué no descubrir algunos libros de la
Biblia que normalmente no se conocen, o de los que hemos escuchado
algún pasaje durante la liturgia, pero que nunca hemos leído por entero?
Cuando tenemos un momento de pausa en nuestras actividades, de modo especial durante las
vacaciones, a menudo tomamos en las manos un libro que deseamos leer. Este es precisamente el
primer aspecto sobre el que quiero reflexionar. Cada uno de nosotros necesita tiempos y espacios de
recogimiento, de meditación, de calma… ¡Gracias a Dios es así! De hecho, esta exigencia nos dice
que no estamos hechos sólo para trabajar, sino también para pensar, reflexionar, o simplemente para
seguir con la mente y con el corazón un relato, una historia en la cual sumergirnos, en cierto sentido
«perdernos», para luego volvernos a encontrar enriquecidos.
Naturalmente, muchos de estos libros de lectura, que tomamos en las manos en las
vacaciones, son por lo general de evasión, y esto es normal. Sin embargo, varias personas,
especialmente si pueden tener espacios de pausa y de relajamiento más prolongados, se dedican a
leer algo más comprometedor. Por eso, quiero haceros una propuesta: ¿por qué no descubrir algunos
libros de la Biblia que normalmente no se conocen, o de los que hemos escuchado algún pasaje
durante la liturgia, pero que nunca hemos leído por entero?
Libros del Antiguo y del Nuevo Testamento.
En efecto, muchos cristianos no leen nunca la Biblia, y la conocen de un modo muy limitado
y superficial. La Biblia —como lo dice su nombre— es una colección de libros, una pequeña
«biblioteca», nacida a lo largo de un milenio. Algunos de estos «libritos» que la componen
permanecen casi desconocidos para la mayor parte de las personas, incluso de los buenos cristianos.
Algunos son muy breves, como el Libro de Tobías, un relato que contiene un sentido muy elevado
de la familia y del matrimonio; o el Libro de Ester, en el que esa reina judía, con la fe y la oración,
salva a su pueblo del exterminio; o, aún más breve, el Libro de Rut, una extranjera que conoce a
Dios y experimenta su providencia. Estos libritos se pueden leer por entero en una hora. Más
comprometedores, y auténticas obras maestras, son el Libro de Job, que afronta el gran problema
del dolor inocente; el Qohélet, que impresiona por la desconcertante modernidad con que pone en
tela de juicio el sentido de la vida y del mundo; el Cantar de los Cantares, estupendo poema
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simbólico del amor humano. Como veis, todos estos son libros del Antiguo Testamento. ¿Y el
Nuevo? Ciertamente, el Nuevo Testamento es más conocido, y los géneros literarios son menos
variados. Pero conviene descubrir la belleza de leer un Evangelio todo seguido, y recomiendo
también los Hechos de los Apóstoles o una de las Cartas.
o Los momentos de distensión pueden convertirse no sólo en enriquecimiento
cultural, sino también en alimento del espíritu, capaz de alimentar el
conocimiento de Dios y el diálogo con él, la oración.
En conclusión, queridos amigos, hoy quiero sugerir que tengáis a mano, durante el período
estival o en los momentos de pausa, la sagrada Biblia, para gustarla de modo nuevo, leyendo de
corrido algunos de sus libros, los menos conocidos y también los más conocidos, como los
Evangelios, pero en una lectura continuada. Si se hace así, los momentos de distensión pueden
convertirse no sólo en enriquecimiento cultural, sino también en alimento del espíritu, capaz de
alimentar el conocimiento de Dios y el diálogo con él, la oración. Esta parece ser una hermosa
ocupación para las vacaciones: tomar un libro de la Biblia, para encontrar así un poco de distensión
y, al mismo tiempo, entrar en el gran espacio de la Palabra de Dios y profundizar nuestro contacto
con el Eterno, precisamente como finalidad del tiempo libre que el Señor nos da.
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Vida Cristiana
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