miércoles, 12 de julio de 2017
Solemnidad de Pentecostés (2016) Año C. Dicho esto Jesús sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo». El Espíritu Santo es el soplo divino que da vida a la nueva creación. El soplo humano de Jesús sirve así a la realización de una obra divina más maravillosa aún que la inicial. No se trata sólo de crear un hombre vivo, como en la primera creación, sino de introducir a los hombres en la vida divina. El soplo del Espíritu divino hace que el espíritu humano se abra a la acción de Dios salvífica y santificante. El Padre y el Hijo vienen al hombre y ponen en él su morada. El hombre vive en Dios y de Dios. El Espíritu Santo al reforzar «al hombre interior» hace también que éste se encuentre «en la entrega sincera de sí mismo a los demás». Y en las situaciones normales de la sociedad los cristianos, como testigos de la auténtica dignidad del hombre, por su obediencia al Espíritu Santo, contribuyen a la múltiple « renovación de la faz de la tierra », colaborando con sus hermanos a realizar y valorar todo lo que el progreso actual de la civilización, de la cultura, de la ciencia, de la técnica y de los demás sectores del pensamiento y de la actividad humana, tiene de bueno, noble y bello. Vivir según la carne y según el Espíritu: significado de los términos carne y Espíritu en el uso cotidiano y en el uso bíblico.
1 Solemnidad de Pentecostés (2016) Año C. Dicho esto Jesús sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo». El Espíritu Santo es el soplo divino que da vida a la nueva creación. El soplo humano de Jesús sirve así a la realización de una obra divina más maravillosa aún que la inicial. No se trata sólo de crear un hombre vivo, como en la primera creación, sino de introducir a los hombres en la vida divina. El soplo del Espíritu divino hace que el espíritu humano se abra a la acción de Dios salvífica y santificante. El Padre y el Hijo vienen al hombre y ponen en él su morada. El hombre vive en Dios y de Dios. El Espíritu Santo al reforzar «al hombre interior» hace también que éste se encuentre «en la entrega sincera de sí mismo a los demás». Y en las situaciones normales de la sociedad los cristianos, como testigos de la auténtica dignidad del hombre, por su obediencia al Espíritu Santo, contribuyen a la múltiple « renovación de la faz de la tierra », colaborando con sus hermanos a realizar y valorar todo lo que el progreso actual de la civilización, de la cultura, de la ciencia, de la técnica y de los demás sectores del pensamiento y de la actividad humana, tiene de bueno, noble y bello. Vivir según la carne y según el Espíritu: significado de los términos carne y Espíritu en el uso cotidiano y en el uso bíblico. Cfr. Domingo de Pentecostés Año C 15-05-2016 Romanos 8, 8-17: 11 Si el Espíritu de Aquel que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, el mismo que resucitó a Cristo de entre los muertos dará vida también a vuestros cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que habita en vosotros. 12 Así pues, hermanos, no somos deudores de la carne de modo que vivamos según la carne. 13 Porque si vivís según la carne, moriréis; pero, si con el Espíritu hacéis morir las obras del cuerpo, viviréis. Juan 20, 19-23: 19 Al atardecer de aquel día, el siguiente al sábado (...) 20 Al ver al Señor, los discípulos se alegraron. 21 Les repitió: - La paz esté con vosotros. Como el Padre me envió, así os envío yo. 22 Dicho esto sopló sobre ellos y les dijo: - Recibid el Espíritu Santo; 23 a quienes les perdonéis los pecados, le son perdonados; a quienes se los retengáis, les serán retenidos. El Espíritu Santo es el soplo divino que da vida a una nueva creación, del mismo modo que dio vida a la primera creación. “Envías tu aliento, y los creas, y repueblas la faz de la tierra” (Salmo responsorial 103) “No se trata sólo de crear un hombre vivo, como en la primera creación, sino de introducir a los hombres en la vida divina” (San Juan Pablo II, Catequesis: la acción creadora del Espíritu divino, 10/01/1990) 1. El gesto de soplar: Jesús envía el Espíritu, que es principio de una nueva creación. a) El soplo simboliza el Espíritu: • Juan 20,22: sopló sobre ellos: el soplo de Jesús simboliza el Espíritu (en hebreo: soplo) que Él manda, principio de la nueva creación (Génesis 1,2; 2,7; Ezequiel 37,9; Sabiduría 15,11; Ver Juan 1,33+; 14,26+; 19,30+; Mateo 3,16+) (Biblia de Jerusalén). b) Jesús nos dice que el Espíritu Santo es el soplo divino que da vida a la nueva creación. • “Ese gesto recuerda intencionalmente el de Dios que, en la creación, «formó al hombre del polvo de la tierra, insufló en sus narices aliento de vida, y el hombre se convirtió en un ser vivo» (Gén 2,7). Con su gesto Jesús nos dice que el Espíritu Santo es el soplo divino que da vida a la nueva creación, como dio vida a la primera creación. (R. Cantalamessa o.c. p. 161). 2 o Dios es creador en un sentido fuerte: sostiene, comunica continuamente ser y energía, empuja, anima y renueva la creación. El Espíritu Santo quiere aletear también sobre el caos de nuestro inconsciente en el que se agitan fuerzas oscuras, impulsos contrapuestos, en el que anidan angustias y neurosis, pero también capacidades inexploradas. «El Espíritu todo lo escudriña...» - “Nosotros sabemos que la acción creadora de Dios no se limita al instante inicial. Dios no ha sido una vez, sino que siempre es creador. Y no sólo en el sentido débil de que «conserva» el ser y gobierna con su Providencia el mundo, sino también en el sentido fuerte: sostiene, comunica continuamente ser y energía, empuja, anima y renueva la creación. (...) Y esto a todos los niveles: en el macrocosmo y en el microcosmo ...en el «pequeño mundo» mundo que es nuestro mismo corazón. Hay deseos, proyectos, propósitos, añoranzas contrapuestas y en lucha entre sí, que hacen que seamos frecuentemente un enigma para nosotros mismos. (... I) Llevamos en nosotros mismos una huella del caos primordial: nuestro inconsciente. (...) El Espíritu Santo quiere aletear también sobre el caos de nuestro inconsciente en el que se agitan fuerzas oscuras, impulsos contrapuestos, en el que anidan angustias y neurosis, pero también capacidades inexploradas. «El Espíritu todo lo escudriña...» (1 Corintios. 2,10). - A quien tiene problemas con el propio inconsciente (¿y quién no lo tiene?) no se le puede dar mejor consejo que el de cultivar una devoción particular al Espíritu Santo y de invocarlo frecuentemente en su función de creador. Él es el mejor psicoanalista y psiquiatra del mundo. La devoción al Espíritu Santo no lleva necesariamente a prescindir de las ayudas humanas en este campo, pero ciertamente es complementaria y las sobrepasa. (R. Cantalamessa o.c. pp. 163-165) c) La nueva creación Cfr. San Juan Pablo II, Catequesis, 10 de enero de 1990 (…) La primera creación, desgraciadamente, fue devastada por el pecado. Sin embargo, Dios no la abandonó a la destrucción, sino que preparó su salvación, que debía constituir una 'nueva creación' (Cfr. Is 65, 17; Gal 6, 15; Ap 21, 5). (…) En su Pasión, Jesús acogió plenamente la acción del Espíritu Santo en su ser humano (Cfr. Hebreos 9,14), quien lo condujo, a través de la muerte, a una nueva vida (Cfr. Romanos 6,10) que él tiene poder de comunicar a todos los creyentes, transmitiéndoles este mismo Espíritu, primero de modo inicial en el bautismo, y luego plenamente en la resurrección final. La tarde de Pascua, Jesús resucitado, apareciéndose a los discípulos en el Cenáculo, renueva sobre ellos la misma acción que Dios Creador había realizado sobre Adán. Dios había 'soplado' sobre el cuerpo del hombre para darle vida. Jesús 'sopla' sobre los discípulos y les dice: 'Recibid el Espíritu Santo' (Jn 20, 22). El soplo humano de Jesús sirve así a la realización de una obra divina más maravillosa aún que la inicial. No se trata sólo de crear un hombre vivo, como en la primera creación, sino de introducir a los hombres en la vida divina. 2. Nueva creación: vida nueva “Bajo el influjo del Espíritu Santo madura y se refuerza el hombre interior, esto es, «espiritual ». o El soplo del Espíritu divino hace que el espíritu humano se abra a la acción de Dios salvífica y santificante. El Padre y el Hijo vienen al hombre y ponen en él su morada. El hombre vive en Dios y de Dios. • San Juan Pablo II, Enc. Dominum et vivificantem, 58. “Bajo el influjo del Espíritu Santo madura y se refuerza este hombre interior, esto es, « espiritual ». Gracias a la comunicación divina el espíritu humano que « conoce los secretos del hombre », se encuentra con el Espíritu que « todo lo sondea, hasta las profundidades de Dios ». (252) Por este Espíritu, que es el don eterno, Dios uno y trino se abre al hombre, al espíritu humano. El soplo oculto del Espíritu divino hace que el espíritu humano se abra, a su vez, a la acción de Dios salvífica y santificante. Mediante el don de la gracia que viene del Espíritu el hombre entra en « una 3 nueva vida », es introducido en la realidad sobrenatural de la misma vida divina y llega a ser « santuario del Espíritu Santo », « templo vivo de Dios ».(253) En efecto, por el Espíritu Santo, el Padre y el Hijo vienen al hombre y ponen en él su morada.(254) En la comunión de gracia con la Trinidad se dilata el « área vital » del hombre, elevada a nivel sobrenatural por la vida divina. El hombre vive en Dios y de Dios: vive « según el Espíritu » y « desea lo espiritual ». o El Espíritu Santo al reforzar «al hombre interior» hace también que éste se encuentre «en la entrega sincera de sí mismo a los demás». Y en las situaciones normales de la sociedad los cristianos, como testigos de la auténtica dignidad del hombre, por su obediencia al Espíritu Santo, contribuyen a la múltiple « renovación de la faz de la tierra », colaborando con sus hermanos a realizar y valorar todo lo que el progreso actual de la civilización, de la cultura, de la ciencia, de la técnica y de los demás sectores del pensamiento y de la actividad humana, tiene de bueno, noble y bello. • San Juan Pablo II, Enc. Dominum et vivificantem, 59: “En la perspectiva del año dos mil desde el nacimiento de Cristo se trata de conseguir que un número cada vez mayor de hombres « puedan encontrar su propia plenitud ... en la entrega sincera de sí mismo a los demás ». (…) el Espíritu Santo, reforzando en cada uno de nosotros « al hombre interior » hace que el hombre, cada vez mejor, pueda « encontrarse en la entrega sincera de sí mismo a los demás ». Puede decirse que en estas palabras de la Constitución pastoral del Concilio se compendia toda la antropología cristiana …” • San Juan Pablo II, Enc. Dominum et vivificantem, 60: “También en las situaciones normales de la sociedad los cristianos, como testigos de la auténtica dignidad del hombre, por su obediencia al Espíritu Santo, contribuyen a la múltiple « renovación de la faz de la tierra », colaborando con sus hermanos a realizar y valorar todo lo que el progreso actual de la civilización, de la cultura, de la ciencia, de la técnica y de los demás sectores del pensamiento y de la actividad humana, tiene de bueno, noble y bello.(264) Esto lo hacen como discípulos de Cristo, —como escribe el Concilio— « constituido Señor por su resurrección ... obra ya por virtud de su Espíritu en el corazón del hombre, no sólo despertando el anhelo del siglo futuro, sino alentando, purificando y robusteciendo también con ese deseo aquellos generosos propósitos con los que la familia humana intenta hacer más llevadera su propia vida y someter la tierra a este fin ».(265) De esta manera, afirman aún más la grandeza del hombre, hecho a imagen y semejanza de Dios; grandeza que es iluminada por el misterio de la encarnación del Hijo de Dios, el cual, « en la plenitud de los tiempos », por obra del Espíritu Santo, ha entrado en la historia y se ha manifestado como verdadero hombre, primogénito de toda criatura, « del cual proceden todas las cosas y para el cual somos ».(266) (264) Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const. past. Gaudium et spes, sobre la Iglesia en el mundo actual, 53-59. (265) Ibid., 38. (266) 1 Corintios8, 6. 3. Vivir según la carne y vivir según el Espíritu Clarificación del significado de los dos términos carne y Espíritu. Uso cotidiano y uso bíblico. Cfr. Raniero Cantalamessa, El misterio de Pentecostés, Edicep 1998, pp. 85-92 • “San Pablo se sirve de la oposición carne-Espíritu para delinear una visión completa de la vida cristiana, esto es, para trazar un primer esbozo de antropología teológica. En particular, dicha oposición sirve para explicar los tres hechos fundamentales de la existencia: el nacimiento, la vida, la muerte. En otras palabras, hay dos modos de nacer, según la palabra de Dios: de la carne y del Espíritu; dos modos de vivir: según la carne y según el Espíritu; y dos resultados finales: la muerte o la vida eterna: Pues las tendencias de la carne -dice- son muerte; mas las del Espíritu, vida y paz (Romanos 8, 6). o Significado de los términos carne y Espíritu en el uso cotidiano y en el uso bíblico. En el uso cotidiano »Tratemos de clarificar, ante todo, el significado de los dos términos carne y Espíritu, En el uso cotidiano «carne» indica el componente corporal del hombre, con una referencia concreta a la esfera sexual; 4 mientras que «espíritu» indica la razón, o el alma, esto es, el componente espiritual del hombre. En este sentido se habla, por ejemplo, de los placeres o pecados de la carne, o también de cultivar el propio espíritu. »Este uso ha ensombrecido a menudo el genuino significado bíblico de los dos términos. En la Biblia En la Biblia, la oposición carne-espíritu, aun incluyendo este primer significado, no queda limitado a él, sino que es mucho más radical. Carne indica la «condición humana» Carne indica tanto el cuerpo como el alma, esto es, la inteligencia y la voluntad del hombre en cuanto realidades puramente naturales, marcadas, además, por la experiencia del pecado que los hace proclives al mal. En otras palabras, carne indica a todo el hombre en su precariedad, tanto física como moral, en cuanto infinitamente distante de Dios que es Espíritu (cfr. Juan 4,24). Para utilizar una expresión moderna, carne indica la «condición humana». Decir que el Verbo se ha hecho carne (Juan 1,14), significa decir que se ha hecho hombre, que ha asumido la condición humana. Espíritu indica la realidad divina, la gracia y todo aquello que el hombre es y hace cuando está movido por este principio nuevo y superior. ¿Y qué indica, entonces, la palabra Espíritu? Indica la realidad divina, la gracia y todo aquello que el hombre es y hace cuando está movido por este principio nuevo y superior. En la contraposición carneEspíritu, Espíritu indica siempre, directa o indirectamente, al Espíritu Santo, y por ello debería escribirse con letra mayúscula. o Un ejemplo que se refiere a esta diversidad de usos – el común y el bíblico – de carne y de Espíritu. Para hacernos una idea de la diversidad de usos – el común y el bíblico -, basta decir que el acto que normalmente es considerado como el más «carnal» de todos, puede ser, en la visión bíblica, un acto psíquicamente espiritual, un gesto según el Espíritu, si se realiza en el seno del matrimonio, con amor y en el respeto a la voluntad del Creador. Por el contrario, el acto que se considera como el más espiritual de todos – el filosofar -, juzgado con el patrón de la Biblia, es una obra de la carne, si uno lo realiza siguiendo una lógica egoísta, para exaltarse a sí mismo o sus propias dotes, o si con él se enseña el error y la mentira. San Pablo denomina a todos esto, en efecto, «sabiduría de la carne» (Romanos 8,7). Por otro lado, sabemos que lo que se entiende normalmente con la palabra «espíritu», cuando se habla del «espíritu de los tiempos», o del «espíritu del mundo», es exactamente lo que la Biblia llamaría «carne». En la oposición carne-Espíritu de la Biblia está en juego la oposición radical entre naturaleza y gracia, lo humano y lo divino, lo terreno y lo eterno, el egoísmo y el amor. En la oposición carne-Espíritu de la Biblia no está, pues, en juego tan sólo la oposición entre instintos y razón, o entre cuerpo y alma, sino también aquella otra más radical entre naturaleza y gracia, entre lo humano y lo divino, entre lo terreno y lo eterno, entre el egoísmo y el amor. Carne y Espíritu indican dos mundos y dos esferas distintas de acción. Aclarado este significado diverso de los términos, podemos ahora ilustrar la afirmación hecha más arriba de que según la Biblia existen dos modos de nacer: de la carne o del Espíritu; dos modos de vivir: según la carne o según el Espíritu; dos modos de concluir la vida: con la muerte o con la vida eterna. (Raniero Cantalamessa, El misterio de Pentecostés, Edicep 1998, pp. 85-92). www.parroquiasantamonica.com Vida Cristiana
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