[Chiesa/Omelie1/Trinità/C19DiosPadreAmorMisericordiosoCristoRevelaEspírituSanto]
Fiesta
de la Ss.ma Trinidad C 2019. La paternidad de Dios se muestra en su amor
misericordioso. Cristo revela a Dios que es Padre, «amor» y «misericordia». En
su predicación y, sobre todo, en la cruz que es la inclinación más profunda de la
Divinidad hacia el hombre y todo lo que el hombre —de modo especial en los
momentos difíciles y dolorosos— llama su infeliz destino. Jesucristo es
el rostro de la misericordia del Padre. El conocimiento único que el Hijo tiene
del Padre, se nos hace accesible a nosotros gracias al Espíritu Santo. Una
referencia frecuente a la Trinidad es la invocación del santo nombre de Dios
cuando hacemos la señal del cristiano, la señal de la Santa Cruz: en el nombre
del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. La Trinidad y la familia cristiana.
v
Cfr. Fiesta de la Ss.ma
Trinidad Año C, 16 de junio de 2019.
Proverbios 8, 22-31; Salmo 8; Romanos 5, 1-5; Juan
16, 12-15
Romanos 5, 1-5: 1 Justificados, por tanto, por la fe,
estamos en paz con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo, 2 por quien
también tenemos acceso en virtud de la fe a esta gracia en la que permanecemos, y nos
gloriamos apoyados en la esperanza de alcanzar la gloria de Dios. 3 Pero no
sólo esto: también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la
tribulación produce la paciencia; 4 la paciencia, la virtud probada; la virtud
probada, la esperanza. 5 Una esperanza que no defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por
medio del Espíritu Santo que se nos ha dado.
“La
gracia del Señor Jesucristo,
el
amor de Dios Padre y la comunión del Espíritu Santo
sean
con todos vosotros”
(Un saludo de San Pablo a
la comunidad de Corinto,
que recoge la liturgia
eucarística al inicio de la Misa)
1. Una referencia frecuente a la Trinidad es la invocación del
santo nombre de Dios: en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Palabras
que acompañan cuando hacemos la señal del cristiano, la señal de la Santa Cruz.
v
Son unas palabras familiares
para el cristiano
-
Nos
resulta familiar a los cristianos la
referencia a la Trinidad: cada vez que hacemos la señal de cruz
pronunciamos el
nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Y si se hace con atención, con verdadera fe, queda claro
el significado de ese hacer la señal de
la cruz acompañando las palabras con el nombre del Padre, del Hijo y del
Espíritu Santo: se quiere manifestar que lo que se hace - el principio de un
trabajo, el principio del día, antes de las comidas, cuando se emprende un
viaje, etcétera -, o lo que se recibe - los sacramentos, por ejemplo -, se hace
o se recibe «en el nombre de», es
decir «por la autoridad», o «por el
poder» o «por gracia», del
Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
-
En
el umbral de nuestra vida se nos dijo: "Yo te bautizo en el nombre del
Padre y del Hijo y del Espíritu
Santo…
-
Y en
el momento del fallecimiento: "Parte,
alma cristiana, de este mundo, en el nombre del Padre que te
ha creado, del
Hijo que te ha redimido, del Espíritu Santo que te ha santificado…."
-
Y
entre estos dos extremos: en el nombre de la Trinidad los novios se unen en el matrimonio, en el
nombre de la
Trinidad recibimos el sacramento del sacerdocio los sacerdotes, en el nombre de
la Trinidad son remitidos nuestros
pecados en el sacramento de la Reconciliación… hemos iniciado la celebración de
esta santa Misa en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Y la
acabaremos, dentro de poco, con la bendición del Padre, del Hijo y del Espíritu
Santo.
2. Dios Padre
v La paternidad
no se refiere sólo al pueblo elegido, sino que llega a cada uno de los hombres
y supera el vínculo existente con los padres terrenos.
Cfr. Juan Pablo II,
Catequesis, 16-X-1985
o La paternidad de Dios se muestra en su amor misericordioso.
·
“ Dios se revela como Padre de su
Pueblo Israel, cuando manda a Moisés que pida su liberación de
Egipto: 'Así habla el Señor: Israel es mi hijo primogénito.
Yo te mando que dejes a mi hijo ir.' (Exodo 4, 22-23).
Al basarse en la Alianza, se trata
de una paternidad de elección, que radica en el misterio de la creación. Dice
Isaías: 'Tú eres nuestro padre, nosotros somos la arcilla, y tú nuestro
alfarero, todos somos obra de tus manos' (Isaías 64, 7; 63, 16).
Esta paternidad no se refiere sólo
al pueblo elegido, sino que llega a cada uno de los hombres y supera el vínculo
existente con los padres terrenos. He aquí algunos textos: 'Si mi padre y mi
madre me abandonan, el Señor me acogerá' (Salmo 26, 10). 'Como un padre siente
ternura por sus hijos, siente el Señor ternura por sus fieles' (Salmo 102, 13).
'El Señor reprende a los que ama, como un padre a su hijo preferido' (Proverbios
3, 12). En los textos que acabamos de citar está claro el carácter analógico de
la paternidad de Dios-Señor, al que se eleva la oración: 'Señor, Padre Soberano
de mi vida, no permitas que por ello caiga. Señor, Padre y Dios de mi vida, no
me abandones a sus sugestiones' (Siracida 23, 1-4). En el mismo sentido dice
también: 'Si el justo es hijo de Dios, El lo acogerá y lo librará de sus
enemigos' (Sabiduría 2, 18).
La paternidad de Dios, con respecto
tanto a Israel como a cada uno de los hombres, se manifiesta en el amor
misericordioso. Leemos, p.e., en Jeremías: “Vendrán todos llorando, y yo los
guiaré entre consuelos. Seré un padre para Israel, y Efraín será mi primogénito' (Jeremías 31, 9).
o La aparente impotencia de Dios.
·
Catecismo n. 272: El misterio de la aparente impotencia
de Dios - La fe en Dios Padre
Todopoderoso
puede ser puesta
a prueba por la experiencia del mal y del sufrimiento. A veces Dios puede
parecer ausente e incapaz de impedir el mal. Ahora bien, Dios Padre ha revelado
su omnipotencia de la manera más misteriosa en el anonadamiento voluntario y en
la Resurrección de su Hijo, por los cuales ha vencido el mal. Así, Cristo
crucificado es «poder de Dios y sabiduría de Dios. Porque la necedad divina es
más sabia que la sabiduría de los hombres, y la debilidad divina, más fuerte
que la fuerza de los hombres» (1 Corintios 2, 24-25). En la Resurrección y en
la exaltación de Cristo es donde el Padre «desplegó el vigor de su fuerza» y
manifestó «la soberana grandeza de su poder para con nosotros, los creyentes»
(Efesios 1, 19-22).
o La providencia y el escándalo del mal
·
Catecismo n. 309: Si Dios Padre Todopoderoso, Creador del
mundo ordenado y bueno, tiene cuidado de
todas sus criaturas,
¿por qué existe el mal? A esta pregunta tan apremiante como inevitable, tan
dolorosa como misteriosa no se puede dar una respuesta simple. El conjunto de
la fe cristiana constituye la respuesta a esta pregunta: la bondad de la creación, el drama del pecado, el amor
paciente de Dios que sale al encuentro del hombre con sus Alianzas, con la
Encarnación redentora de su Hijo, con el don del Espíritu, con la congregación
de la Iglesia, con la fuerza de los sacramentos, con la llamada a una vida
bienaventurada que las criaturas son invitadas a aceptar libremente, pero a la
cual, también libremente, por un misterio terrible, pueden negarse o rechazar.
No hay un rasgo del mensaje cristiano que no sea en parte una respuesta a la
cuestión del mal.
3. Cristo revela a Dios que es Padre, «amor» y «misericordia». En
su predicación y, sobre todo, en la cruz que es la inclinación más profunda de la Divinidad hacia
el hombre y todo lo que el hombre —de modo especial en los momentos difíciles y
dolorosos— llama su infeliz destino.
v
Cristo revela a Dios «rico de
misericordia»
·
Juan
Pablo II, Enc. Dives in misericordia,
3: “Cristo revela a Dios que es Padre, que es « amor », como
dirá san Juan en
su primera Carta (1 Juan 4,16); revela a Dios « rico de misericordia », como
leemos en san Pablo (Efesios 2,4). Esta verdad, más que tema de enseñanza,
constituye una realidad que Cristo nos ha hecho presente. Hacer presente al Padre en cuanto amor y misericordia es en la
conciencia de Cristo mismo la prueba fundamental de su misión de Mesías; lo
corroboran las palabras pronunciadas por El primeramente en la sinagoga de
Nazaret y más tarde ante sus discípulos y antes los enviados por Juan Bautista.
Jesús hace de la misma misericordia uno de los temas principales de su predicación. Como de costumbre, también
aquí enseña preferentemente « en parábolas », debido a que éstas expresan mejor
la esencia misma de las cosas. Baste recordar la parábola del hijo pródigo
(Lucas 15, 11-32) o la del buen
Samaritano (Lucas 10, 30-37) y
también —como contraste— la parábola del siervo inicuo (Mateo 18, 28-35). Son
muchos los pasos de las enseñanzas de Cristo que ponen de manifiesto el
amor-misericordia bajo un aspecto siempre nuevo. Basta tener ante los ojos al
Buen Pastor en busca de la oveja extraviada (Mateo 18, 12-14; Lucas 15, 3-7) o
la mujer que barre la casa buscando la dracma perdida.(Lucas 15, 8-10) El
evangelista que trata con detalle estos temas en las enseñanzas de Cristo es
san Lucas, cuyo evangelio ha merecido ser llamado « el evangelio de la
misericordia ».
·
Enc.
Dives in misericordia, 8: La cruz es
la inclinación más profunda de la Divinidad hacia el hombre y
todo lo que el
hombre —de modo especial en los momentos difíciles y dolorosos— llama su
infeliz destino. La cruz es como un toque del amor eterno sobre las heridas más
dolorosas de la existencia terrena del hombre, es el cumplimiento, hasta el
final, del programa mesiánico que Cristo formuló una vez en la sinagoga de
Nazaret (Cfr. Lucas 4, 18-21) y repitió más tarde ante los enviados de Juan
Bautista.(Cfr Lucas 7, 20-23) Según las palabras ya escritas en la profecía de
Isaías (Isaías 35,5; 61, 1-3), tal programa consistía en la revelación del amor
misericordioso a los pobres, los que sufren, los prisioneros, los ciegos, los
oprimidos y los pecadores.
v Jesucristo es el rostro de la misericordia del Padre
Cfr. Papa Francisco, «Misericordiae
vultus», Bula de proclamación del Jubileo
Extraordinario de la Misericordia, 11 de abril de 2015.
1. Jesucristo es el rostro de la misericordia del Padre. El misterio de la fe cristiana
parece encontrar su síntesis en esta palabra, que se hizo viva, visible y
alcanzó su culmen en Jesús de Nazaret. El Padre, rico de misericordia (Ef 2,4), después de haber revelado su nombre
a Moisés como Dios compasivo y
misericordioso, lento a la ira, y pródigo en amor y fidelidad (Ex 34,6) no
dejó de dar a conocer, de varios modos y en muchos momentos de la historia, su
naturaleza divina. En la plenitud de los
tiempos (Gal 4,4), cuando todo estaba dispuesto según su plan de salvación,
envió a su Hijo, nacido de la Virgen María, para revelarnos de manera
definitiva su amor. Quien ve a Él ve al
Padre (cfr. Jn 14,9). Jesús de Nazaret, con su palabra, sus gestos y toda
su persona[1], revela
la misericordia de Dios.
v Necesidad de contemplar siempre el misterio de la misericordia
2. Siempre necesitamos contemplar el
misterio de la misericordia. Es fuente de alegría, serenidad y paz. Es
condición para nuestra salvación. Misericordia:
es la palabra que revela el misterio de la Santísima Trinidad. Misericordia: es el acto último y
supremo con el que Dios sale a nuestro encuentro. Misericordia: es la ley fundamental que habita en el corazón de
cada persona cuando mira con ojos sinceros al hermano que encuentra en el
camino de la vida. Misericordia: es
la vía que une a Dios y al hombre, porque abre el corazón a la esperanza de ser
amados, a pesar de las limitaciones de nuestros pecados.
4. Dios Espíritu Santo
·
Romanos
5,5: «el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por medio del
Espíritu Santo
que se nos ha
dado». (2ª Lectura)
·
Catecismo,
n. 684: El Espíritu Santo con su gracia es el «primero» que nos despierta en la
fe y nos inicia
en la vida nueva
que es: «que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a tu enviado,
Jesucristo» (Juan 17, 3). (…)
o El conocimiento único que el Hijo tiene del Padre, se nos hace
accesible a nosotros gracias al Espíritu Santo.
·
Cfr.
Raniero Cantalamessa, Un himno de
silencio, Meditaciones sobre el Padre, ed. Monte Carmelo 2ª
ed. 2001, pp.
14-15: “El conocimiento único que el Hijo tiene del Padre se nos hace accesible
a nosotros gracias al Espíritu Santo. Este no añade nada a la revelación
que nos hizo Jesús, pero nos hace comprender lo que Jesús dijo del Padre. Hace
que la revelación exterior y pública se convierta en revelación interior y
personal, y la revelación histórica en revelación actual. Cuando Jesús dice a
los discípulos que el Paráclito les enseñará “todo” y que les recordará “todo
lo que él les ha dicho” (Juan 14,26), por el contexto resulta claro que está
aludiendo en primer lugar a lo que les ha dicho acerca del Padre. “Viene la
hora —dice también— en que os hablaré del Padre claramente” (Juan 16,25).
¿Cuándo va a hablarles del Padre, si éstas son unas de las últimas palabras que dirige a los
discípulos en la tierra? Les hablará “claramente” del Padre, mediante su
Espíritu, ¡después de Pascua! “Muchas cosas me quedan por deciros, pero no
podéis cargar con ellas por ahora; cuando venga El, el Espíritu de la Verdad,
os guiará hasta la verdad plena” (Juan 16,12-13).
Si nos fijamos en cómo llegó Jesús, en cuanto hombre,
a descubrir cada vez con mayor claridad su relación de filiación con el Padre,
observaremos que lo hizo “por el Espíritu Santo”. La primera proclamación
oficial de esa su filiación, en el Bautismo del Jordán, está íntimamente ligada
a la bajada del Espíritu Santo sobre él. Era el mismo Espíritu Santo que hará
brotar desde lo más profundo del corazón de Cristo el grito filial. Abba, Padre
(cf Lucas 10,21)”.
5. La Trinidad y la familia cristiana
v
Catecismo de la Iglesia
Católica
·
n. 2205: “La familia cristiana es
una comunión de personas, reflejo e imagen de la comunión
del Padre y del Hijo en el Espíritu
Santo. Su actividad procreadora y educativa es reflejo de la obra creadora de
Dios. Es llamada a participar en la oración y el sacrificio de Cristo. La
oración cotidiana y la lectura de la Palabra de Dios fortalecen en ella la
caridad. La familia cristiana es evangelizadora y misionera.”
v
El niño no puede ser amado
con un amor distinto y separado, sino que quiere ser admitido en el amor con el
que el padre y la madre se aman entre ellos, sabiendo que él procede de ahí.
o “¿Qué es lo que da más alegría y seguridad al niño, sino que el
padre y la madre se amen entre ellos?
·
Raniero Cantalamessa, La vida
en Cristo, PPC 1998, p. 27). [Capítulo 1º, Comentario a
Romanos 5, 1-5: « el amor de Dios ha
sido derramado en nuestros corazones»]: “¿Qué es lo que da más alegría y
seguridad al niño, sino que papá y mamá se amen entre ellos? Esto, para él,
cuenta más, inconscientemente, que el hecho de que le amen a él. Papá y mamá
pueden, por separado, amar todo lo que quieran a su niño, pero si no se aman
entre ellos (lo cual, por desgracia, ocurre a menudo), nada podrá impedir que
el niño se sienta, en el fondo, infeliz e inseguro del amor. El niño no puede
ser amado con un amor distinto y separado, sino que quiere ser admitido en el
amor con el que el padre y la madre se aman entre ellos, sabiendo que él
procede de ahí. Pues bien, he aquí la gran revelación: ¡las personas de la
Trinidad se aman entre ellas con infinito amor y nos permiten disfrutar de su
amor! Nos admiten al banquete de la vida: sacian a sus elegidos «de la
abundancia de su casa», les dan de beber «en el río de sus delicias» (cf. Sal
36,9). El principio teológico por el cual «la gracia es el comienzo de la
gloria» (Tomás de Aquino, Summa
theologiae, II-IIae, q. 24, a. 3,2) significa precisamente esto: que
poseemos ya, por fe, a modo de «primicia», lo que algún día poseeremos, en
visión y plenitud, en la vida eterna, es decir, el amor de Dios.”
Vida Cristiana
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