La Santísima Trinidad: misterio de Dios y de la Iglesia
Pudiera parecer que el de la
Trinidad es misterio que concierne a Dios y sólo a Dios. Lo sugería el
catecismo de mi infancia que, a la pregunta: “La Santísima Trinidad, ¿quién es?”,
respondía: “Es el mismo Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, tres personas
distintas y un solo Dios verdadero”.
Sin embargo, ese misterio se nos
ha revelado, no para que sepamos más acerca de Dios, sino para que conozcamos lo
fundamental, lo esencial, lo que cuenta acerca de nosotros mismos.
Aprende a confesar ese misterio
con palabras de la revelación: “Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su
Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna”.
Lo que parece más de Dios, es al
mismo tiempo lo más tuyo, pues tú eres el mundo que Dios ama, para ti es el
Unigénito que Dios entrega, para ti es la vida eterna que Dios ofrece.
Con verdad podrás decir, mejor
aún, puedes cantar con toda la comunidad eclesial: “Bendito sea Dios Padre, y
su Hijo unigénito, y el Espíritu Santo, porque ha tenido misericordia de
nosotros”.
Y también cantarás con el
salmista: “Señor, dueño nuestro, ¡que admirable es tu nombre en toda la tierra!”
Podrás cantar la gloria de Dios
contemplando el cielo y sus maravillas; pero lo harás sobre todo contemplando el
cielo que Dios ha hecho de ti, ese prodigio de misericordia que es en la
Trinidad santa cada uno de nosotros: “Porque el amor de Dios ha sido derramado
en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado”; porque “Dios
envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama: ¡Abba! Padre”;
porque se os ha concedido la gracia del Hijo, el amor del Padre, la comunión
del Espíritu Santo”; porque os unge, os habita, os mueve, os guía, os ilumina,
os consuela, os empuja y os transforma en cuerpo de Cristo el Espíritu de Cristo;
porque Dios ya no es Dios sin vosotros, porque vuestro nombre, lo que vosotros
sois, ya se dirá siempre con el nombre de Dios, con lo que Dios es.
La eucaristía que celebras y
recibes, Iglesia de Cristo, es el sacramento de tu pertenencia al misterio de
la Santísima Trinidad. Comenzarás la celebración en el nombre del Padre y del
Hijo y del Espíritu Santo. Luego pedirás al Padre que santifique con la efusión
de su Espíritu los dones que has presentado delante de él; se lo pedirás para que
esos dones y tú misma seáis transformados, por la fuerza del Espíritu, en
cuerpo de Cristo. Así mismo, por Cristo, con Cristo y en Cristo, unirás tu
oración de hoy al honor y a la gloria que por toda la eternidad el Hijo tributa
al Padre, en la unidad del Espíritu Santo. Y cuando hayas recibido el pan
santificado, la comunión sacramental irá diciendo a la mente y al sentido que el
Hijo de Dios se ha hecho uno contigo, que tú te has hecho una sola cosa con
Cristo Jesús, que os une el mismo Espíritu, y que en Cristo eres para Dios “Iglesia
amada en el Hijo más amado”…
En verdad, el de la Trinidad es
tu misterio, Iglesia cuerpo de Cristo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.