Nota que será leída en una manifestación en memoria de los muertos de la Playa de Tarajal (Ceuta)
7 de Febrero del 2015
Monseñor Agrelo (Arzobispo de Tánger)
Desde
la Iglesia de Tánger, a través de su Delegación de Migraciones,
unimos nuestra voz a la de todas las personas que, en nombre de la
justicia, reclaman el respeto de los derechos de quienes que, por
carecer de papeles que los autoricen a entrar en territorio español,
son considerados irregulares, ilegales o clandestinos.
Los
emigrantes han nacido libres y son iguales a nosotros en dignidad y
derechos, y todos, por ser seres humanos, hemos de tener unos con
otros un comportamiento fraterno.
Esos
hermanos nuestros tienen derecho a la vida, y las leyes los obligan a
arriesgarla hasta perderla si quieren darse la oportunidad de un
futuro mejor. Con lo cual se viola también su derecho a la libertad
y a la seguridad personal.
Quien
se lleva por delante la vida de los emigrantes, quien los tortura,
quien los somete a penas crueles, inhumanas y degradantes, no es su
condición de pobres o de exiliados o de refugiados, sino la
legalidad vigente, las opciones políticas, que, a una comunidad
humana necesitada, la confinan en inviernos a la intemperie, en
campos de hambre, en caminos de sufrimiento, y la obligan a arriesgar
la vida si quiere salir de esa cárcel atroz.
Obstinados
en pisotear con leyes injustas la dignidad de las personas y sus
derechos inalienables, los Gobiernos socaban los fundamentos de la
libertad, de la justicia y de la paz en el mundo.
Denunciamos
la aberración jurídica que supone la nueva Ley Orgánica de
Seguridad Ciudadana, aprobada en España por el Congreso. Al permitir
las llamadas «devoluciones en caliente» de extranjeros que hayan
cruzado irregularmente la frontera de los territorios de Ceuta y
Melilla, a esos extranjeros, que se encuentran en situación de
manifiesto desamparo, precisamente a ellos la Ley los discrimina y
los excluye de su protección.
Esa
Ley desmiente la igualdad de las personas, niega a los emigrantes el
derecho a ser oídos públicamente por un tribunal, y los condena a
penas que consideraríamos crueles con los animales, sin que en
ningún momento se tome en consideración y se respete el derecho que
esas personas tienen a la presunción de inocencia.
Las
leyes de un pueblo dan la medida de su humanización. El modo en que
hoy tratemos a los emigrantes, lo queramos o no, dejará huella en
nuestra historia.
En
nombre de los emigrantes, desde la Iglesia de Tánger pedimos al
pueblo español que no permita que se emborrone su historia con la
iniquidad de un sufrimiento atroz causado a miles de inocentes, y con
la memoria de muertes innumerables que podíamos haber evitado.
Sólo
deseamos ser humanos, sólo ser hermanos.
Gracias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.