Lugares de encuentro con Cristo hoy 1
Juan Pablo II: Exhortación apostólica postsinodal «Ecclesia in
America», 22 enero 1999
n.12. Contando con el auxilio de María, la Iglesia en América desea conducir a los
hombres y mujeres de este Continente al encuentro con Cristo, punto de partida para una
auténtica conversión y para una renovada comunión y solidaridad. Este encuentro contribuirá
eficazmente a consolidar la fe de muchos católicos, haciendo que madure en fe convencida, viva
y operante.
Para que la búsqueda de Cristo presente en su Iglesia no se reduzca a algo meramente
abstracto, es necesario mostrar los lugares y momentos concretos en los que, dentro de la
Iglesia, es posible encontrarlo. La reflexión de los Padres sinodales a este respecto ha sido rica
en sugerencias y observaciones.
o En la Sagrada Escritura
Ellos han señalado, en primer lugar, « la Sagrada Escritura leída a la luz de la
Tradición, de los Padres y del Magisterio, profundizada en la meditación y la oración ».(24) Se
ha recomendado fomentar el conocimiento de los Evangelios, en los que se proclama, con
palabras fácilmente accesibles a todos, el modo como Jesús vivió entre los hombres. La lectura
de estos textos sagrados, cuando se escucha con la misma atención con que las multitudes
escuchaban a Jesús en la ladera del monte de las Bienaventuranzas o en la orilla del lago de
Tiberíades mientras predicaba desde la barca, produce verdaderos frutos de conversión del
corazón.
o En la Liturgia (Sacramentos, etc.)
Un segundo lugar para el encuentro con Jesús es la sagrada Liturgia.(25) Al Concilio
Vaticano II debemos una riquísima exposición de las múltiples presencias de Cristo en la
Liturgia, cuya importancia debe llevar a hacer de ello objeto de una constante predicación:
Cristo está presente en el celebrante que renueva en el altar el mismo y único sacrificio de la
Cruz; está presente en los Sacramentos en los que actúa su fuerza eficaz. Cuando se proclama su
palabra, es Él mismo quien nos habla. Está presente además en la comunidad, en virtud de su
promesa: « Donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos » (Mt
18, 20). Está presente « sobre todo bajo las especies eucarísticas ».(26) Mi predecesor Pablo VI
creyó necesario explicar la singularidad de la presencia real de Cristo en la Eucaristía, que « se
llama “real” no por exclusión, como si las otras presencias no fueran “reales”, sino por
antonomasia, porque es substancial ».(27) Bajo las especies de pan y vino, « Cristo todo entero
está presente en su “realidad física” aún corporalmente ».(28)
o En el prójimo
La Escritura y la Eucaristía, como lugares de encuentro con Cristo, están sugeridas en el
relato de la aparición del Resucitado a los dos discípulos de Emaús. Además, el texto del
Evangelio sobre el juicio final (cf. Mt 25, 31-46), en el que se afirma que seremos juzgados
sobre el amor a los necesitados, en quienes misteriosamente está presente el Señor Jesús, indica
que no se debe descuidar un tercer lugar de encuentro con Cristo: « Las personas,
especialmente los pobres, con los que Cristo se identifica ».(29) Como recordaba el Papa Pablo
VI, al clausurar el Concilio Vaticano II, « en el rostro de cada hombre, especialmente si se ha
hecho transparente por sus lágrimas y por sus dolores, podemos y debemos reconocer el rostro
de Cristo (cf. Mt 25, 40), el Hijo del hombre ».(30)
(24) Propositio 4; (25) Cf. ibíd.;(26) Conc. Ecum. Vat. II, Const. Sacrosanctum
Concilium, sobre la sagrada liturgia, 7; (27) Enc. Mysterium fidei (3 de septiembre de 1965):
AAS 57 (1965), 764; (28) Ibíd., l.c., 766; (29) Propositio 4; (30) Discurso en la última sesión
pública del Concilio Vaticano II (7 de diciembre de 1965): AAS 58 (1966), 58.
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