martes, 13 de junio de 2017

Sobre la fe. En la mayoría de las sociedades no se ha producido una contraposición entre fe y modernidad. Las transformaciones acaecidas con la modernidad no implican necesariamente ni distanciamiento ni hostilidad frente a las convicciones religiosas. Las “religiones a la carta”.



1 Sobre la fe. En la mayoría de las sociedades no se ha producido una contraposición entre fe y modernidad. Las transformaciones acaecidas con la modernidad no implican necesariamente ni distanciamiento ni hostilidad frente a las convicciones religiosas. Las “religiones a la carta”. Cfr. Un giro en el debate sobre la secularización - Cfr. Fe y modernidad, sin conflicto Aceprensa, 10 de junio de 2009 En el último artículo antes de su muerte, el sacerdote y pensador norteamericano Richard John Neuhaus revisaba el concepto de secularización y se refería a otras teorías que intentaban explicar y comprender la presencia de la religión en las sociedades modernas. En “Secularizations”, publicado en First Things (febrero 2009), ponía de manifiesto que en la mayoría de las sociedades no se ha producido una contraposición entre fe y modernidad. Para Neuhaus ya no puede sostenerse sin más la teoría de la secularización que formuló Max Weber y que ha estado vigente durante gran parte del siglo XX. Según esta tesis, la Edad Moderna supuso el inicio de un proceso de privatización de las creencias. En este sentido, se pensaba que Europa era un caso paradigmático. EE.UU., donde se ha mantenido la presencia pública de las religiones, era para los defensores de esta teoría la excepción que confirmaba la regla. Sin embargo, la “excepción” norteamericana no era la única. Algunos estudios sociológicos han mostrado en las últimas décadas que en la mayoría de los casos no se ha producido el conflicto entre modernidad y creencia religiosa. “Vista en términos globales –explica Neuhaus–, la mezcla americana de religión y modernidad parece ser la pauta normal. La cuestión entonces no es por qué América es tan religiosa, sino por qué Europa es tan secular”. Algunos estudios sociológicos han mostrado en las últimas décadas que en la mayoría de los casos no se ha producido conflicto entre modernidad y creencia religiosa. o Un fenómeno europeo Es cierto que norteamericanos y europeos tienen distintas actitudes con respecto a la religión. “Una gran diferencia entre ellos es que los europeos están generalmente más dispuestos a ver la religión como un problema que como una solución”, lo que se percibe, según Neuhaus, en bastantes detalles. Según encuestas, el 40% de los norteamericanos dice acudir al templo una vez por semana. Para ellos es lo normal. Por el contrario, en los países europeos sólo acude a los servicios religiosos una minoría y hacerlo es, en ocasiones, una manifestación contracultural. Pero ¿por qué resulta tan diferente la experiencia religiosa a uno y otro lado del Atlántico? Se han dado diversas respuestas: diferencias históricas, filosóficas, sociológicas, etc. En lo que respecta a la secularización, Neuhaus se hace eco de la publicación de un ensayo del famoso sociólogo de la religión, Peter Berger, escrito en colaboración con Grace Davie y Effie Fokas, y titulado Religious America, Secular Europe? Estos autores se preguntan si la secularización es esencial al proceso de modernización de las sociedades o si, por el contrario, es un fenómeno accidental y casual. Para responder a este interrogante, utilizan la teoría de las “múltiples modernidades”, elaborada por el sociólogo israelí Shmuel Eisenstadt y con bastante aceptación entre los historiadores, según la cual existen diferentes formas de modernidad. De este modo, pueden concluir que, en la mayoría de los casos, las transformaciones acaecidas con la modernidad no implican necesariamente ni distanciamiento ni hostilidad frente a las convicciones religiosas. Esto significa que la secularización, tanto en el sentido de abandono de la práctica religiosa como de privatización de las creencias, es un proceso específicamente europeo. "La modernidad no ha traído un mundo sin Dios sino un mundo lleno de pluralismo, en el que las ideas y religiones compiten" o La religión en América “En América, como casi en todo el resto del mundo –continúa Neuhaus–, no se siente la necesidad de elegir entre religión y modernidad. Es más, la relación entre ellas es pacífica, e incluso se refuerzan 2 recíprocamente”. De hecho, se ha conformado lo que Robert Bellah, entre otros, ha denominado “religión civil”, que, sin perder una referencia a Dios, aunque sea nebulosa, alimenta la cohesión cultural de la nación. Por otro lado, la pertenencia a una determinada confesión religiosa adquiere una dimensión pública, algo impensable en una Europa pretendidamente laicista. “Baptistas, luteranos, metodistas y católicos son públicamente lo que son (…). Además, el hecho de pertenecer a una iglesia es una señal de aceptación pública, como es evidente en numerosos estudios que demuestran cómo los inmigrantes en EE.UU. pronto adquieren una afiliación religiosa más fuerte que la que tenían en su país de origen”. En concreto, Neuhaus cree que es posible distinguir dos niveles en la identidad religiosa del norteamericano. Junto con el de la religión civil, de tipo cultural, también existe otro de carácter personal o privado, que es fruto de la decisión individual de cada ciudadano. Al hilo de sus experiencias biográficas y sus afinidades, cada sujeto elige la denominación religiosa más acorde con él. Para Neuhaus, este es uno de los aspectos en los que se percibe un cambio con la modernidad: las creencias en el mundo actual ya no responden simplemente a la aceptación de algo recibido, como sucedía antiguamente, sino que el individuo elige voluntaria y conscientemente la fe que practica. o Religión a la carta Pero considerar que la religión es un asunto de elección personal también tiene sus consecuencias. Según Neuhaus, ha conformado “religiones a la carta”, un fenómeno que se produce tanto en Europa como en EE.UU., aunque con algunas diferencias. Los europeos viven su fe de manera privada y desorganizada, mientras que los norteamericanos, más dados a agruparse y a crear asociaciones en defensa de sus intereses, toman lo que quieren de las instituciones religiosas existentes y con facilidad crean denominaciones nuevas. La “religión a la carta” está relacionada con un fenómeno frecuente: las personas suelen declarar que son creyentes o tienen algún tipo de inquietud espiritual, pero que no creen en ninguna religión determinada. Para Neuhaus, esto quiere decir que se resisten a tomar las religiones como una oferta cerrada; de ellas, siguen o se adaptan a lo que consideran adecuado para sus necesidades espirituales, pero sin que ello implique una aceptación total de un determinado cuerpo doctrinal. Al hilo de esto, Neuhaus menciona la expresión “religión vicaria”, acuñada por Grace Davie. Con ella se refiere a la visión positiva e incluso a la función indispensable que para muchas personas desempeña la religión, pero sin que ello les lleve a alcanzar un compromiso personal. Son personas “que no quieren implicarse en la iglesia, pero quieren tenerla cerca en tiempos de necesidad (normalmente, relacionados con la muerte) o la consideran una institución que garantiza la continuidad moral de la sociedad”. Se trata de un concepto muy atinado para comprender el auge y el declive de ciertas confesiones religiosas. Según Neuhaus, el descenso del protestantismo en EE.UU. se produjo en el momento en que comenzaron a proliferar las disputas teológicas en el seno de la Iglesia episcopaliana. “Los fieles se sintieron traicionados cuando [la Iglesia episcopaliana] faltó a su deber de mantener lo que los cristianos se suponen que creen”, afirma. El testigo lo ha tomado ahora la Iglesia católica, en la que muchos ciudadanos confían con independencia de su fe. “Un amigo judío decía que ‘la Iglesia católica es la Iglesia a la que nos referimos cuando decimos Iglesia’”. o Otras interpretaciones Existen más teorías de la secularización. Entre ellas, puede mencionarse el intento de explicar los cambios en las creencias religiosas partiendo de la transformación de las “obligaciones en objetos de consumo”. De este modo, las instituciones religiosas serían “como las empresas de servicios públicos. Como el gas o la electricidad, se mantienen para todos, pero no se espera que todos las utilicen por igual”. También en las últimas décadas se ha aplicado la teoría de la acción racional para comprender las consecuencias religiosas de la modernidad. Si se aplican estos parámetros económicos, las diferencias entre EE.UU. y Europa son importantes. “Las Iglesias europeas, más dependientes del Estado, tienen un exceso de plantilla, con sus profesionales y burócratas, mientras que en EE.UU. están sujetas a las exigencias del mercado. De ese modo, los europeos conciben sus Iglesias como servicios públicos, en lugar de verlas como empresas rivales, como sucede en EE.UU.”. Otros han sugerido que los contrastes entre EE.UU. y Europa no se pueden explicar sólo diciendo que los norteamericanos son simplemente más religiosos que los europeos, sino que “son más sociables. Como casi todo el mundo ha puesto de relieve desde Tocqueville, los norteamericanos tienen tendencia a asociarse y a formar asociaciones voluntarias. Los europeos son más proclives a dejar que el Estado u otras autoridades tomen las decisiones importantes por ellos”. 3 Sea cual sea la explicación más satisfactoria, lo cierto es que la oposición de ciertos sectores de la cultura europea a todo lo que tenga relación con las creencias religiosas no puede ser considerado sin más un síntoma de mentalidad moderna. Las variadas interpretaciones a las que se refiere Neuhaus en su artículo demuestran que las preocupaciones religiosas siguen estando presentes en el hombre de hoy. LA VUELTA DE DIOS A LA VIDA PÚBLICA God Is Back, asegura en su último libro ese atento observador de la actualidad que es John Micklethwait, director de The Economist. Escrito mano a mano con Adrian Wooldridge, encargado de la edición americana del semanario, el libro intenta comprender el auge de los movimientos religiosos en diversas partes del mundo, aunque lo ve sobre todo desde el punto de vista de sus repercusiones políticas. Como indica Micklethwait en unas declaraciones al periódico El Mundo (23-05-2009), puede decirse no sólo que cada vez se siente más la presencia de la religión y las creencias en la vida pública, sino que ésta será cada vez mayor. “Hubo un período –explica Micklethwait– en el que Dios estuvo en la trastienda (…) Y la mayor parte de la gente pensó que cuanto más moderno fuera el mundo menos sitio habría para Dios en él. De ahí vino esa famosa portada de la revista Time en los años sesenta que decía: ‘[¿Ha muerto Dios?]’ (…) Incluso los libros de los años noventa (…) decían que el mundo sería un lugar moderno, democrático y en el que no habría un lugar para Dios. Ahora, de pronto, ha vuelto”. Según el autor, el auge del sentimiento religioso no está circunscrito a un determinado país, sino que es un fenómeno mundial: “En los países en desarrollo, por ejemplo, Dios está en todas partes. Nuestro libro arranca en China, que va camino de convertirse en el país cristiano más grande del mundo. La forma en la que se están creando casas-iglesias por todas partes en China es sorprendente. También lo es que ahora haya allí más personas que van todos los domingos a misa que miembros del Partido Comunista. Y es posible que se convierta pronto en el país con más musulmanes del mundo”. También se percibe un renacimiento religioso en “Latinoamérica, un continente tradicionalmente católico en el que en los últimos años se han colado las sectas evangélicas. De pronto hay competencia entre las iglesias. Algo muy similar a lo que ocurre en Estados Unidos, donde la modernidad no ha traído un mundo sin Dios sino un mundo lleno de pluralismo, en el que las ideas y religiones compiten en un mercado abierto y unas con otras”. En Europa, de una u otra forma, también es posible decir que “Dios ha vuelto”. Para Micklethwait, “en términos políticos, Dios desde luego vuelve a emerger hoy en Europa. Basta con echar un vistazo a algunas de las controversias que han salpicado los últimos años. Desde el asunto del hiyab en los centros de enseñanza al debate sobre el ingreso de Turquía en la UE o la inclusión de las raíces cristianas del continente en la Constitución Europea (…) en términos de fe, es más difícil defender que haya un resurgir de Dios en Europa. Aunque en mi opinión hay algunos signos, que no quiero exagerar, de que la fe reverdece también en el Viejo Continente. Uno puede verlo en el auge de las peregrinaciones, en las cifras de confirmaciones de personas adultas en la Iglesia católica y en el auge de las sectas pentecostales en lugares como Francia”. --------------------- NOTAS (1) John Micklethwait y Adrian Wooldridge. God Is Back: How the Global Revival of Faith Is Changing the World. The Penguin Press. Londres (2009). 405 pp. 25 £. Artículos relacionados - Dios ha vuelto Antonio R. Rubio (26 Enero 10) - Habermas y el papel de la religión en las sociedades actuales (10 Junio 09) www.parroquiasantamonica.com

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