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[Chiesa/Omelie1/Ascensione/B12Ascensión(2012)(1)SubióCieloSentadoDerechaDiosJuntoNosotrosEspírituSanto]
La Ascensión (2012) (1). “Jesucristo se elevó al cielo y un nube le cubrió a los ojos de los
discípulos”: la nube y el cielo simbolizan la entrada de la humanidad de Cristo en la gloria
divina. “Y está sentado a la derecha de Dios”, significa que Cristo, el resucitado, participa en su
poder real y en su dignidad divina, significa la inauguración del reino del Mesías: todo lo sometió
bajo sus pies, y a él lo constituyó cabeza de todas las cosas ... Jesucristo es Señor: posee todo poder
en los cielos y en la tierra. Jesús ya no pertenece al mundo de la corrupción y de la muerte,
pertenece totalmente a Dios y está cerca de cada uno de nosotros para siempre.
Cfr. La Ascensión del Señor, Ciclo B, 20 Mayo de 2012
Marcos 16, 15-20; Hechos 1, 1-11; Efesios 1, 17-23
Hechos de los apóstoles 1, 1-11: 1 En mi primer libro, querido Teófilo, escribí de todo lo que Jesús fue haciendo y
enseñando 2 hasta el día en que, después de haber dado instrucciones por el Espíritu Santo a los Apóstoles que él
había elegido, fue elevado al cielo. 3 Se les presentó después de su pasión, dándoles numerosas pruebas de que
estaba vivo, y, apareciéndoseles durante cuarenta días, les habló del reino de Dios. 4 Una vez que comían juntos,
les recomendó: «No os alejéis de Jerusalén; aguardad que se cumpla la promesa de mi Padre, de la que yo os he
hablado. Juan bautizó con agua, dentro de pocos días vosotros seréis bautizados con Espíritu Santo.» 6 Ellos lo
rodearon preguntándole: - «Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar el reino de Israel?» 7 Jesús contestó: «No os toca
a vosotros conocer los tiempos y las fechas que el Padre ha establecido con su autoridad. 8 Cuando el Espíritu Santo
descienda sobre vosotros, recibiréis fuerza para ser mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y
hasta los confines del mundo.» 9 Y después de decir esto, mientras miraban mientras ellos lo observaban, se elevó,
y una nube lo ocultó a sus ojos. 10 Estaban mirando atentamente al cielo mientras él se iba, cuando se presentaron
ante ellos dos hombres con vestiduras blancas 11 que dijeron:- «Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al
cielo? El mismo Jesús que os ha dejado para subir al cielo volverá como le habéis visto marcharse.»
Efesios 1, 17-23: 17 Que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os dé espíritu de sabiduría y
revelación para conocerlo. 18 Ilumine los ojos de vuestro corazón, para que comprendáis cuál es la esperanza a la
que os llama, cuál la riqueza de gloria que da en herencia a los santos, 19 y cuál la extraordinaria grandeza de su
poder para nosotros, los que creemos, según la eficacia de su fuerza poderosa, 20 que desplegó en Cristo,
resucitándolo de entre los muertos y sentándolo a su derecha en el cielo, 21 por encima de todo principado,
potestad, fuerza y dominación, y por encima de todo nombre conocido, no sólo en este mundo, sino en el
futuro. 22 Todo lo sometió bajo sus pies, y a él lo constituyó cabeza de todas las cosas a favor de la Iglesia, 23
que es su cuerpo, la plenitud de quien llena todo en todas las cosas.
Marcos 16,15-20: 15 En aquel tiempo se apareció Jesús y les dijo: -Id al mundo entero y proclamad el Evangelio
a toda criatura. 16 El que crea y sea bautizado se salvará; pero el que no crea se condenará. 17 A los que crean, les
acompañarán estos milagros: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, 18 agarrarán serpientes con
las manos, y si bebieran un veneno, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos y quedarán curados. 19
19 El Señor Jesús, después de hablarles, se elevó al cielo y está sentado a la derecha de Dios. 20 Ellos fueron y
proclamaron el Evangelio por todas partes, y el Señor actuaba con ellos y confirmaba la Palabra con los milagros
que los acompañaban.
La Resurrección, la Ascensión y Pentecostés son aspectos diversos del misterio pascual, del misterio de
Cristo. La Resurrección se refiere a la victoria de Cristo sobre la muerte. La Ascensión a su retorno al
Padre y la toma de posesión del reino. Estar sentado a la derecha del Padre (cfr. 2º Lectura, Efesios 1, 17-
23, Evangelio Marcos 16, 19 y la Profesión de fe) significa participar en su poder real y en su dignidad
divina: «todo lo sometió bajo sus pies, y a él lo constituyó cabeza de todas las cosas …» (Efesios 1, 22),
Pentecostés es su nueva forma de presencia en la historia.
LA DESCRIPCIÓN DEL HECHO DE LA ASCENSIÓN
Y SU SIGNIFICADO (1)
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La Ascensión significa que Jesucristo es Señor:
posee todo poder en los cielos y en la tierra.
El Señor se encuentra junto a nosotros
con la fuerza del Espíritu Santo.
a) Se elevó al cielo y una nube lo ocultó a sus ojos
b) y está sentado a la derecha de Dios.
Hechos 1,2.9; Marcos 16, 19; Efesios 1, 20-23
a) Se elevó al cielo. Una nube lo ocultó a los ojos de los discípulos.
o La nube y el cielo simbolizan la entrada de la humanidad de Cristo en la gloria
divina.
o CCE 659: (...) Con la Ascensión Jesús hace la “entrada irreversible de su
humanidad en la gloria
divina simbolizada por la nube (Cf Hch 1, 9; cf también Lc 9, 34-35; Ex 13, 22) y por el cielo (Cf Lc 24,
51) donde él se sienta para siempre a la derecha de Dios (Cf Mc 16, 19; Hch 2, 33; 7, 56; cf también Sal
110, 1)”.
Cristo pasa al estado de glorificación en Dios. El resucitado ha
entrado en el dominio, en la intimidad celestial de Dios.
• Juan Pablo II, 12/04/89: “Según Lucas, Jesús 'fue levantado en presencia de ellos, y una
nube le ocultó a sus ojos' (Hech 1, 9). En este texto hay que considerar dos momentos esenciales: 'fue
levantado (la elevación-exaltación) y 'una nube le ocultó' (entrada el claroscuro del misterio).
'Fue levantado': con esta expresión, que responde a la experiencia sensible y espiritual de los
Apóstoles, se alude a un movimiento ascensional, a un paso de la tierra al cielo, sobre todo como signo de
otro 'paso': Cristo pasa al estado de glorificación en Dios. El primer significado de la ascensión es
precisamente éste: revelar que el Resucitado ha entrado en la intimidad celestial de Dios. Lo prueba 'la
nube' signo bíblico de 'presencia divina. Cristo desaparece de los ojos de sus discípulos, entrando en la
esfera trascendente de Dios invisible.”
• Catecismo de la Iglesia Católica n. 665: La ascensión de Jesucristo marca la entrada
definitiva de la humanidad de Jesús en el dominio celestial de Dios de donde ha de volver (...).
La Ascensión es el acontecimiento conclusivo de la vida terrena de
Cristo; Pentecostés, el primer día de la vida e historia de su “cuerpo”
que es la Iglesia
• Juan Pablo II, 12/04/89: “La Ascensión es por tanto, el acontecimiento conclusivo de la
vida y de la misión terrena de Cristo: Pentecostés será el primer día de la vida y de la historia 'de su
Cuerpo, que es la Iglesia' (Col 11). Este es el sentido fundamental del hecho de la ascensión más allá de
las circunstancias particulares en las que ha acontecido y el cuadro de los simbolismos bíblicos en los que
puede ser considerado”.
b) Y está sentado a la derecha de Dios
o Catecismo de la Iglesia católica
Por derecha del Padre entendemos la gloria y el honor de la divinidad.
• 663 Cristo, desde entonces, está sentado a la derecha del Padre: "Por derecha del Padre
entendemos la gloria y el honor de la divinidad, donde el que existía como Hijo de Dios antes de
todos los siglos, como Dios y consubstancial al Padre, está sentado corporalmente después de
que se encarnó y de que su carne fue glorificada" (San Juan Damasceno, f. o. 4, 2; PG 94,
1104C).
Sentarse a la derecha del Padre significa la inauguración del reino del
Mesías. A partir de este momento, los apóstoles se convirtieron en los
testigos del "Reino que no tendrá fin".
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• 664 Sentarse a la derecha del Padre significa la inauguración del reino del Mesías,
cumpliéndose la visión del profeta Daniel respecto del Hijo del hombre: "A él se le dio imperio,
honor y reino, y todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieron. Su imperio es un imperio
eterno, que nunca pasará, y su reino no será destruido jamás" (Daniel 7, 14). A partir de este
momento, los apóstoles se convirtieron en los testigos del "Reino que no tendrá fin" (Símbolo de
Nicea-Constantinopla).
La Ascensión significa que Jesucristo es Señor: posee todo poder en
los cielos y en la tierra.
• n. 668: «Cristo murió y volvió a la vida para eso, para ser Señor de muertos y vivos» (Rm
14, 9). La Ascensión de Cristo al Cielo significa su participación, en su humanidad, en el poder y en
la autoridad de Dios mismo. Jesucristo es Señor: posee todo poder en los cielos y en la tierra. El está
«por encima de todo Principado, Potestad, Virtud, Dominación» porque el Padre «bajo sus pies sometió
todas las cosas» (Ef 1, 20-22). Cristo es el Señor del cosmos (Cf Ef 4, 10; 1 Co 15, 24. 27-28) y de la
historia. En él, la historia de la humanidad e incluso toda la Creación encuentran su recapitulación (Cf
Efesios 1,10), su cumplimiento trascendente.
o Juan Pablo II
Sentarse a la derecha de Dios significa participar en su poder real y en
su dignidad divina: todo lo sometió bajo sus pies, y a él lo constituyó
cabeza de todas las cosas ... (Efesios 1,22)
• Juan Pablo II, 12/04/89: “También esta última consideración confirma el significado del
misterio que es la ascensión de Jesucristo al cielo. El Hijo que 'salió del Padre y vino al mundo, ahora
deja el mundo y va al Padre' (Cfr. Jn 16, 28). En ese 'retorno' al Padre halla su concreción la elevación 'a
la derecha del Padre', verdad mesiánica ya anunciada en el Antiguo Testamento. Por tanto, cuando el
Evangelista Marcos nos dice que 'el Señor Jesús fue elevado al cielo y se sentó a la diestra de Dios' (Mc
16, 19), sus palabras reevocan el 'oráculo del Señor' enunciado en el Salmo: 'Oráculo de Yahvéh a mi
Señor: Siéntate a mi diestra, hasta que yo haga de tus enemigos el estrado de tus pies' (109-110, 1).
Jesús lo había predicho
Lo había predicho Jesús: 'Veréis al Hijo del hombre sentado a la diestra del Poder y venir entre
las nubes del cielo', leemos en el Evangelio de Marcos (Mc 14, 62). Lucas a su vez, escribe (Lc 22, 69):
'El Hijo de Dios estará sentado a la diestra del poder de Dios'. Del mismo modo el primer mártir de
Jerusalén, el diácono Esteban, verá a Cristo en el momento su muerte: 'Estoy viendo los cielos abiertos y
al Hijo del hombre que está en pie a la diestra de Dios' (Hech 7, 56). El concepto, pues, se había enraizado
y difundido en las primeras comunidades cristianas, como expresión de la realeza que Jesús había
conseguido con la ascensión al cielo.
Lo escriben San Pablo y San Pedro
También el Apóstol Pablo, escribiendo a los Romanos, expresa la misma verdad sobre Jesucristo,
'el que murió; más aún, el que resucitó, el que está a la diestra de Dios y que intercede por nosotros' (Rom
8, 34). En la Carta a los Colosenses escribe: 'Si habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba,
donde está Cristo sentado a la diestra de Dios' (Col 3, 1; cfr. Ef l, 20). En la Carta a los Hebreos leemos
(Heb 1 3; 8, 1): 'Tenemos un Sumo Sacerdote tal que se sentó a la diestra del trono de la Majestad en los
cielos'. Y de nuevo (Heb 10, 12 y Heb 12, 2): ' soportó la cruz, sin miedo a la ignominia, y está sentado a
la diestra del trono de Dios'.
A su vez, Pedro proclama que Cristo 'habiendo ido al cielo está a la diestra de Dios y le están
sometidos los Ángeles, las Dominaciones y las Potestades' (1 Ped 3, 22).
El mismo Apóstol Pedro, tomando la palabra en el primer discurso después de Pentecostés, dirá
de Cristo que 'exaltado por la diestra Dios, ha recibido del Padre el Espíritu Santo prometido y ha
derramado lo que vosotros veis y oís' (Hech 2 33; cfr. también Hech 5, 31). Aquí se inserta en la verdad
de la ascensión y de la realeza de Cristo un elemento nuevo, referido al Espíritu Santo.”
Se trata de la elevación del Mesías al reino del Padre: es la
inauguración del reino del Mesías
“Reflexionemos sobre ello un momento. En el Símbolo de los Apóstoles, la ascensión al cielo se
asocia a la elevación del Mesías al reino del Padre: 'Subió al cielo, está sentado a la derecha del Padre'.
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Esto significa la inauguración del reino del Mesías, en el que encuentra cumplimiento la visión
profética del Libro de Daniel sobre el hijo del hombre: 'A él se le dio imperio, honor y reino, y todos los
pueblos, naciones y lenguas le sirvieron. Su imperio es un imperio eterno, que nunca pasará, y su reino
nunca será destruido jamás' (Dn 7, 13-14).
El discurso de Pentecostés, que tuvo Pedro, nos hace saber que a los ojos de los Apóstoles, en el
contexto del Nuevo Testamento, esa elevación de Cristo a la derecha del Padre está ligada, sobre todo,
con la venida del Espíritu Santo. Las palabras de Pedro testimonian la convicción de los Apóstoles de que
sólo con la ascensión Jesús 'ha recibido el Espíritu Santo del Padre' para derramarlo como lo había
prometido.”
o Benedicto XVI
La Ascensión significa que Jesús ya no pertenece al mundo de la
corrupción y de la muerte, que pertenece totalmente a Dios; significa
que está cerca de cada uno de nosotros para siempre.
Benedicto XVI, Homilía 7 mayo 2005 - Al tomar posesión de la
Cátedra del Obispo de Roma en la Basílica de San Juan de Letrán
• Entonces, ¿qué nos quiere decir la fiesta de la Ascensión del Señor? No nos quiere decir
que el Señor se ha ido a algún lugar alejado de los hombres y del mundo. La Ascensión de Cristo no es un
viaje en el espacio hacia los astros más remotos; pues en el fondo, también los astros están constituidos de
elementos físicos como la tierra. La Ascensión de Cristo significa que ya no pertenece al mundo de la
corrupción y de la muerte, que condiciona nuestra vida. Significa que pertenece completamente a Dios.
Él, el Hijo Eterno, ha llevado nuestro ser humano a la presencia de Dios, ha llevado consigo la carne y la
sangre de forma transfigurada. El hombre encuentra espacio en Dios, a través de Cristo; el ser humano ha
sido llevado hasta dentro de la vida misma de Dios. Y, dado que Dios abraza y sostiene a todo el cosmos,
la Ascensión del Señor significa que Cristo no se ha alejado de nosotros, sino que ahora, gracias al hecho
de estar con el Padre, está cerca de cada uno de nosotros, para siempre. Cada uno de nosotros puede
tutearle, cada uno puede dirigirse a Él. El Señor se encuentra siempre al alcance de nuestra voz.
Podemos alejarnos de Él interiormente. Podemos vivir dándole las espaldas. Pero Él nos espera siempre, y
siempre está cerca de nosotros.
El Señor se encuentra junto a nosotros con la fuerza del
Espíritu Santo. La misión del Espíritu consiste en
introducirnos en la grandeza del misterio de Cristo.
De las lecturas de la liturgia de hoy aprendemos también algo más sobre la manera concreta en la
que el Señor se encuentra junto a nosotros. El Señor promete a sus discípulos su Espíritu Santo. La
primera lectura nos dice que el Espíritu Santo será «fuerza» para los discípulos; el Evangelio añade que
será guía hacia la Verdad plena. Jesús les dijo todo a sus discípulos, pues él es la Palabra viviente de Dios,
y Dios no puede dar algo más que a sí mismo. En Jesús, Dios se nos dio totalmente a sí mismo, es
decir, nos dio todo. Además de esto, o junto a esto, no puede haber otra revelación capaz de comunicar
algo más o de completar, en cierto sentido, la Revelación de Cristo. En Él, en el Hijo, se nos dijo todo, se
nos dio todo. Pero nuestra capacidad de comprender es limitada; por este motivo la misión del
Espíritu consiste en introducir a la Iglesia de manera siempre nueva, de generación en generación,
en la grandeza del misterio de Cristo. La Iglesia no presenta nada diferente o nuevo junto a Cristo; no
hay ninguna revelación pneumática junto a la de Cristo, como algunos creen, no hay un segundo nivel de
Revelación. No: «recibirá de lo mío», dice Cristo en el Evangelio (Juan 16, 14). Y, al igual que Cristo,
sólo dice lo que escucha y recibe del Padre, el Espíritu Santo es intérprete de Cristo. «Recibirá de lo
mío». No nos lleva a otros lugares, alejados de Cristo, sino que nos hace penetrar cada vez más adentro de
la luz de Cristo. Por este motivo, la revelación cristiana es, al mismo tiempo, siempre antigua y siempre
nueva. Por este motivo, todo se nos ha dado siempre y ya. Al mismo tiempo, toda generación, en el
inagotable encuentro con el Señor, encuentro mediado por el Espíritu Santo, aprende siempre algo nuevo.
Este modo de hablar no se refiere a un espacio cósmico lejano, en el
que Dios habría erigido su trono y en él habría dado un puesto
también a Jesús. Significa participar en la soberanía propia de Dios
sobre todo espacio. Su presencia no es espacial sino, precisamente,
divina.
Joseph Ratzinger – Benedicto XVI, Jesús de Nazaret 2, Ed.
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Encuentro 2011, pp. 328-330
El Nuevo Testamento –desde los Hechos de los Apóstoles hasta la Carta a los Hebreos–,
haciendo referencia al Salmo (Sal 110, 1) describe el «lugar» al que Jesús se ha ido con una nube
como un «sentarse» (o estar) a la derecha de Dios. ¿Qué significa esto? Este modo de hablar no
se refiere a un espacio cósmico lejano, en el que Dios, por decirlo así, habría erigido su trono y
en él habría dado un puesto también a Jesús. Dios no está en un espacio junto a otros espacios.
Dios es Dios. Él es el presupuesto y el fundamento de toda dimensión espacial existente, pero no
forma parte de ella. La relación de Dios con todo lo que tiene espacio es la del Dios y Creador.
Su presencia no es espacial sino, precisamente, divina. Estar «sentado a la derecha de Dios»
significa participar en la soberanía propia de Dios sobre todo espacio.
El Jesús que se despide no va a alguna parte en un astro
lejano. Él entra en la comunión de vida y poder con el Dios
viviente, en la situación de superioridad de Dios sobre
todo espacio. Por eso «no se ha marchado», sino que, en
virtud del mismo poder de Dios, ahora está siempre
presente junto a nosotros y por nosotros.
En una disputa con los fariseos, Jesús mismo da al Salmo 110 una nueva interpretación
que ha orientado la comprensión de los cristianos. A la idea del Mesías como nuevo David con
un nuevo reino davídico –idea que hace poco hemos encontrado en los discípulos–, Él
contrapone una visión más grande de Aquel que ha de venir: el verdadero Mesías no es el hijo de
David, sino el Señor de David; no se sienta sobre el trono de David, sino sobre el trono de Dios
(cf. Mt 22, 41-45).
El Jesús que se despide no va a alguna parte en un astro lejano. Él entra en la comunión
de vida y poder con el Dios viviente, en la situación de superioridad de Dios sobre todo espacio.
Por eso «no se ha marchado», sino que, en virtud del mismo poder de Dios, ahora está siempre
presente junto a nosotros y por nosotros. En los discursos de despedida en el Evangelio de Juan,
Jesús dice precisamente esto a sus discípulos: «Me voy y vuelvo a vuestro lado» (Jn 14, 28).
Aquí está sintetizada maravillosamente la peculiaridad del «irse» de Jesús, que es al mismo
tiempo su «venir», y con eso queda explicado también el misterio acerca de la cruz, la
resurrección y la ascensión. Su irse es precisamente así un venir, un nuevo modo de cercanía, de
presencia permanente, que Juan pone también en relación con la «alegría», de la que antes hemos
oído hablar en el Evangelio de Lucas.
Ahora ya no se encuentra en un solo lugar del mundo, como
antes de la «ascensión»; con su poder que supera todo
espacio, Él no está ahora en un solo sitio, sino que está
presente al lado de todos, y todos lo pueden invocar en
todo lugar y a lo largo de la historia.
Puesto que Jesús está junto al Padre, no está lejos, sino cerca de nosotros. Ahora ya no se
encuentra en un solo lugar del mundo, como antes de la «ascensión»; con su poder que supera
todo espacio, Él no está ahora en un solo sitio, sino que está presente al lado de todos, y todos lo
pueden invocar en todo lugar y a lo largo de la historia.
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