miércoles, 12 de julio de 2017

La Ascensión (2012) (2). «Galileos, ¿qué hacéis ahí mirando al cielo?». Las palabras del Angel “qué hacéis mirando al cielo” contienen tal vez un velado reproche: no hay que estar mirando hacia arriba, sino vivir en la espera de su vuelta, continuar con su misión. «Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda criatura». No es tarea de los discípulos quedarse mirando al cielo o conocer los tiempos y los momentos escondidos en el secreto de Dios. Ahora su tarea es llevar el testimonio de Cristo hasta los confines de la tierra.

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1 [Chiesa/Omelie1/Ascensione/B12Ascensión(2012)(2)MirandoAlCieloJesúsPasaRelevoDiscípulos] La Ascensión (2012) (2). «Galileos, ¿qué hacéis ahí mirando al cielo?». Las palabras del Angel “qué hacéis mirando al cielo” contienen tal vez un velado reproche: no hay que estar mirando hacia arriba, sino vivir en la espera de su vuelta, continuar con su misión. «Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda criatura». No es tarea de los discípulos quedarse mirando al cielo o conocer los tiempos y los momentos escondidos en el secreto de Dios. Ahora su tarea es llevar el testimonio de Cristo hasta los confines de la tierra. Cfr. La Ascensión del Señor. Ciclo B. 20 de mayo de 2012. Marcos 16, 15-20; Hechos 1, 1-11; Efesios 1, 17-23 Hechos de los apóstoles 1, 1-11: 1 En mi primer libro, querido Teófilo, escribí de todo lo que Jesús fue haciendo y enseñando 2 hasta el día en que, después de haber dado instrucciones por el Espíritu Santo a los Apóstoles que él había elegido, fue elevado al cielo. 3 Se les presentó después de su pasión, dándoles numerosas pruebas de que estaba vivo, y, apareciéndoseles durante cuarenta días, les habló del reino de Dios. 4 Una vez que comían juntos, les recomendó: «No os alejéis de Jerusalén; aguardad que se cumpla la promesa de mi Padre, de la que yo os he hablado. Juan bautizó con agua, dentro de pocos días vosotros seréis bautizados con Espíritu Santo.» 6 Ellos lo rodearon preguntándole: - «Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar el reino de Israel?» 7 Jesús contestó: «No os toca a vosotros conocer los tiempos y las fechas que el Padre ha establecido con su autoridad. 8 Cuando el Espíritu Santo descienda sobre vosotros, recibiréis fuerza para ser mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta los confines del mundo.» 9 Y después de decir esto, mientras miraban mientras ellos lo observaban, se elevó, y una nube lo ocultó a sus ojos. 10 Estaban mirando atentamente al cielo mientras él se iba, cuando se presentaron ante ellos dos hombres con vestiduras blancas 11 que dijeron: «Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo? El mismo Jesús que os ha dejado para subir al cielo volverá como le habéis visto marcharse.» Efesios 1, 17-23: 17 Que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os dé espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo. 18 Ilumine los ojos de vuestro corazón, para que comprendáis cuál es la esperanza a la que os llama, cuál la riqueza de gloria que da en herencia a los santos, 19 y cuál la extraordinaria grandeza de su poder para nosotros, los que creemos, según la eficacia de su fuerza poderosa, 20 que desplegó en Cristo, resucitándolo de entre los muertos y sentándolo a su derecha en el cielo, 21 por encima de todo principado, potestad, fuerza y dominación, y por encima de todo nombre conocido, no sólo en este mundo, sino en el futuro. 22 Todo lo sometió bajo sus pies, y a él lo constituyó cabeza de todas las cosas a favor de la Iglesia, 23 que es su cuerpo, la plenitud de quien llena todo en todas las cosas. Marcos 16,15-20: 15 En aquel tiempo se apareció Jesús y les dijo: Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda criatura. 16 El que crea y sea bautizado se salvará; pero el que no crea se condenará. 17 A los que crean, les acompañarán estos milagros: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, 18 agarrarán serpientes con las manos, y si bebieran un veneno, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos y quedarán curados. 19 19 El Señor Jesús, después de hablarles, se elevó al cielo y está sentado a la derecha de Dios. 20 Ellos fueron y proclamaron el Evangelio por todas partes, y el Señor actuaba con ellos y confirmaba la Palabra con los milagros que los acompañaban. La Resurrección, la Ascensión y Pentecostés son aspectos diversos del misterio pascual, del misterio de Cristo. La Resurrección se refiere a la victoria de Cristo sobre la muerte. La Ascensión a su retorno al Padre y la toma de posesión del reino. Estar sentado a la derecha del Padre (cfr. 2º Lectura, Efesios 1, 17- 23, Evangelio Marcos 16, 19 y la Profesión de fe) significa participar en su poder real y en su dignidad divina: «todo lo sometió bajo sus pies, y a él lo constituyó cabeza de todas las cosas …» (Efesios 1, 22), Pentecostés es su nueva forma de presencia en la historia. LA DESCRIPCIÓN DEL HECHO DE LA ASCENSIÓN Y SU SIGNIFICADO (2) 2 La fiesta de la Ascensión es el momento en que Jesús nos pasa el relevo a sus discípulos. A partir de este momento, los apóstoles se convirtieron en los testigos del «Reino que no tendrá fin». o «Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo? El mismo Jesús que os ha dejado para subir al cielo, volverá como le habéis visto marcharse» (Hch 1, 11). Cfr. Joseph Ratzinger – Benedicto XVI, Jesús de Nazaret 2, Ed. Encuentro 2011 pp. 332-333 No es tarea de los discípulos quedarse mirando al cielo o conocer los tiempos y los momentos escondidos en el secreto de Dios. Ahora su tarea es llevar el testimonio de Cristo hasta los confines de la tierra. Volvamos todavía al primer capítulo de los Hechos de los Apóstoles. Hemos dicho que la existencia cristiana no consiste en escudriñar el futuro, sino, de un lado, en el don del Espíritu Santo y, de otro, en el testimonio universal de los discípulos en favor de Jesús crucificado y resucitado (cf. Hch 1, 6-8). Y la desaparición de Jesús a través de la nube no significa un movimiento hacia otro lugar cósmico, sino su asunción en el ser mismo de Dios y, así, la participación en su poder de presencia en el mundo. Luego el texto prosigue. Al igual que antes, junto al sepulcro (cf. Lc 24, 4), también ahora aparecen dos hombres vestidos de blanco y dirigen un mensaje: «Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo? El mismo Jesús que os ha dejado para subir al cielo, volverá como le habéis visto marcharse» (Hch 1, 11). Con eso queda confirmada la fe en el retorno de Jesús, pero al mismo tiempo se subraya una vez más que no es tarea de los discípulos quedarse mirando al cielo o conocer los tiempos y los momentos escondidos en el secreto de Dios. Ahora su tarea es llevar el testimonio de Cristo hasta los confines de la tierra. o El reproche de los dos hombre con vestiduras blancas: «¿qué hacéis mirando al cielo?», (Hechos 1,11); «Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda criatura» (Marcos, 16,15); Ellos fueron y proclamaron el Evangelio por todas partes, y el Señor actuaba con ellos y confirmaba la Palabra con los milagros que los acompañaban (Marcos 16,20). Cf. Raniero Cantalamessa, Famiglia Cristiana, n. 22, 1 junio 2003 La fiesta de la Ascensión es como el momento en que Jesús nos pasa el relevo a sus discípulos. A partir de este momento, los apóstoles se convirtieron en los testigos del «Reino que no tendrá fin». • Se puede considerar como una indicación acerca de la misión de los discípulos de Cristo en esta tierra: tienen la misión de cristianizarla, en nombre del Señor y con la fuerza del Espíritu Santo. Entre la primera y la segunda venida del Señor, se extiende la misión de la iglesia. Jesús antes de dejarlos les había dicho, como acabamos de ver en esta primera lectura, versículo 8: “Cuando el Espíritu Santo descienda sobre vosotros, recibiréis fuerza para ser mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta los confines del mundo”. Jesús se ha ido al cielo pero sin dejar la tierra. Solamente ha salido de nuestro campo visual. Las palabras del Angel “qué hacéis mirando al cielo” contienen tal vez un velado reproche: no hay que estar mirando hacia arriba, sino vivir en la espera de su vuelta, continuar con su misión. Jesús se ha ido al cielo pero sin dejar la tierra. Solamente ha salido de nuestro campo visual. 3 Precisamente en el Evangelio es el Señor mismo quien nos asegura: “Sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo” 1 . Las palabras del Angel “qué hacéis mirando al cielo” contienen por tanto un aviso, o tal vez un velado reproche: no hay que estar mirando hacia arriba, como para descubrir dónde habrá ido Cristo para permanecer, sino, más bien, vivir en la espera de su vuelta, continuar con su misión («Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda criatura», Marcos 16,15). “Ir al cielo”, o “ir al paraíso” significa a estar con Cristo. Nuestro verdadero cielo es Cristo resucitado con el que iremos a unirnos. Cuando se trata de nosotros, “ir al cielo”, o “ir al paraíso” significa a estar con Cristo (Filipenses 1, 23. «Cuando me haya marchado y os haya preparado un lugar, de nuevo vendré y os llevaré junto a mí, para que donde yo estoy, estéis también vosotros» (Juan 14, 3). El “cielo” entendido como lugar de reposo, del premio eterno para los buenos, se forma en el momento en el que Cristo resucita y sube al cielo. Nuestro verdadero cielo es Cristo resucitado con el que iremos a unirnos y a hacer «cuerpo» después de nuestra resurrección y, de modo provisional e imperfecto, ya inmediatamente después de la muerte. Jesús, por tanto, no ha subido ya a un cielo ya existente que lo esperaba, sino que ha ido a formar e inaugurar el cielo para nosotros. Alguien se pregunta: ¿pero qué haremos “en el cielo” con Cristo para toda la eternidad? ¿No nos aburriremos? Respondo: ¿acaso nos aburrimos cuando tenemos una salud óptima? Preguntad a los enamorados si se aburren estando juntos. Cuando nos sucede que vivimos un momento de intensísima y pura alegría ¿no nace en nosotros el deseo de que dure para siempre, que no acabe jamás? Aquí estos estados no duran para siempre, porque no hay ningún objeto que pueda satisfacernos indefinidamente. Con Dios es diverso. Nuestra mente encontrará en él la verdad y la belleza que no acabaremos de contemplar, y nuestro corazón el bien del que no se cansará jamás de gozar”. www.parroquiasantamonica.com Vida Cristiana 1 Mateo 28,20 

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