miércoles, 12 de julio de 2017

La Ascensión del Señor. Es la representación de la bienaventuranza eterna que espera al justo, al hombre fiel en esta tierra. “Y está sentado a la derecha de Dios”: nos lleva a pensar en el poder de gobierno y de juicio sobre la humanidad y sobre la creación, que tiene Jesucristo resucitado. Comienza “nuestro tiempo”: debemos creer sin ver y sin tocar, pero si somos fieles experimentaremos igualmente la potencia del Señor en sus sacramentos y en la fuerza del Espíritu Santo.

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[Chiesa/Omelie1/Pascua/Ascensione/B00DerechaDiosRepresentaciónBienventuranzaRavasi] La Ascensión del Señor. Es la representación de la bienaventuranza eterna que espera al justo, al hombre fiel en esta tierra. “Y está sentado a la derecha de Dios”: nos lleva a pensar en el poder de gobierno y de juicio sobre la humanidad y sobre la creación, que tiene Jesucristo resucitado. Comienza “nuestro tiempo”: debemos creer sin ver y sin tocar, pero si somos fieles experimentaremos igualmente la potencia del Señor en sus sacramentos y en la fuerza del Espíritu Santo. Cfr. Gianfranco Ravasi, Secondo le Scritture, Anno B, Piemme 1996, pp. 140- 145 o A. El Señor Jesús, después de hablarles, subió al cielo y está sentado a la derecha de Dios. (Marcos 16,19) Contemplamos la vuelta del Hijo de Dios a la “gloria” del Padre. 1. Más allá de la narración y del modo descriptivo, hoy contemplamos la vuelta del Hijo de Dios a la “gloria” del Padre. Se ha concluido una etapa en la que Jesús ha estado en medio de los discípulos y de las gentes como hombre, viviendo nuestra misma historia plenamente, excepto en el pecado, hasta el punto que El también ha sabido lo que era sufrir, morir, etc. Para los discípulos y otras personas que le seguían terminó la época en la que tenían con el Hijo de Dios una relación sensible: lo podían tocar, como hizo con tanta fe, por ejemplo, esa mujer que sabía que sería curada aunque solo pudiese tocar el manto del Señor (Marcos 5, 25-34). Con la Ascensión comienza “nuestro tiempo”: debemos creer sin ver y sin tocar, pero si somos fieles experimentaremos igualmente la potencia del Señor en sus sacramentos y en la fuerza del Espíritu Santo. 2. Con la Ascensión comienza “nuestro tiempo”: debemos creer sin ver y sin tocar, pero si somos fieles experimentaremos igualmente la potencia del Señor en sus sacramentos y en la fuerza del Espíritu Santo. No olvidemos, por otra parte, que ver y tocar no eran suficientes para dar la fe ... como no bastó a todos los que encontraron al Señor por los caminos de Palestina hace dos mil años. Muchos vieron a Jesús y sus milagros, oyeron sus palabras e comieron el pan que él había multiplicado y sin embargo no todos creyeron en El. Sólo el alma que se abre a la Gracia y el corazón que se calienta con el soplo del Espíritu Santo se llenan de Dios. o Es la representación de la bienaventuranza eterna que espera al justo, al hombre fiel en esta tierra. 1. En el Antiguo Testamento, esta expresión “subió al cielo” o otra expresión semejante “fue elevado al cielo”, indicaba el ingreso del justo en la comunión plena de Dios después de la muerte. Véanse por ejemplo algunos textos: • Génesis 5, 24, el Patriarca Enoc “23 vivió en total trescientos sesenta y cinco años, 24 y siguió los caminos de Dios; después no fue visto más, porque Dios se lo llevó”. • 2 Reyes 2,11: Elías el profeta “11 Y mientras caminaba conversando con su discípulo Eliseo, un carro de fuego, con caballos de fuego, pasó entre los dos, y Elías fue arrebatado en un torbellino hacia el cielo”. • Es ni más ni menos que le representación del destino de la bienaventurada eternidad que espera al hombre fiel en esta tierra, tal como se proclama en el Salmo 16, 10-11: “10 pues tú no me entregarás a la muerte ni dejarás que tu amigo fiel baje a la tumba. 11 Me enseñarás el camino de la vida, plenitud de gozo en tu presencia, alegría perpetua a tu derecha.” 2 2. Cristo, el Hijo de Dios, nos abre a todos los hijos adoptivos ese camino hacia la eterna bienaventuranza y hacia la intimidad divina. Para él esa meta es natural; para nosotros es un don, una gracia que El nos ha conseguido con la redención. Llegar donde el Señor ha llegado ya, debe ser algo a lo que aspiramos con convicción. Así lo hemos pedido en la primera oración de esta Eucaristía: “... la ascensión de Jesucristo, tu Hijo es ya nuestra victoria, y donde nos ha precedido él, que es nuestra cabeza, esperamos llegar también nosotros como miembros de su cuerpo”. o “Y está sentado a la derecha de Dios”, nos lleva a pensar en el poder de gobierno y de juicio sobre la humanidad y sobre la creación, que tiene Jesucristo resucitado. • La expresión “y está sentado a la derecha de Dios”, nos lleva a pensar en el poder de gobierno y de juicio sobre la humanidad y sobre la creación, que tiene Jesucristo resucitado. Mateo 28,18: Jesús se acercó y les dijo: «Se me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra>>. Es el señorío de Cristo: nuestra vida, si estamos cerca del Señor, no está sumergida en la confusión, sino que está sostenida, orientada, etc. por el Señor, aunque las fuerzas del mal continúen dando sus batallas en contra de nosotros, sembrando miserias, guerras, discordias, escándalos. Está siempre junto a nosotros: sigue vivo en la gloria y, además, “vive siempre para interceder por nosotros” (cfr. Hebreos 7, 24-25). o B. Id al mundo entero y predicad el Evangelio a toda criatura. • Con la Ascensión se ha cerrado el tiempo de la presencia visible de Cristo en medio de nosotros, y inicia la nueva presencia a través de su acción a través de la Iglesia y en la vida de los que creen en El. Los discípulos recibieron (hemos recibido todos los bautizados) una grandiosa misión. Y el mensaje que hemos de transmitir, que hemos de dar a conocer, será sostenido por señales (milagros) que manifiestan el señorío de Cristo sobre toda la creación. El mal será vencido ( “en mi nombre expulsarán demonios”); el Espíritu Santo descenderá sobre todos los pueblos y todas las culturas (“hablarán lenguas nuevas”); la serpientes que son el símbolo de la tentación, serán neutralizadas (“agarrarán serpientes con las manos”); será curado todo veneno, que es el símbolo de todo lo que puede hacer mal a la vida (“si bebieran algún veneno mortal, no les dañará” ); los enfermos serán confortados y curados (“impondrán las manos sobre los enfermos y quedarán curados”). o Conclusión • Concluimos con dos peticiones al Señor, sacadas de la liturgia de la Ascensión, del himno de Laudes: * Tú que después de la pasión diste pruebas de que estabas vivo, apareciéndote durante cuarenta días a los Apóstoles, dígnate robustecer la debilidad de nuestra fe. * Tú que en el día de hoy prometiste a los apóstoles el Espíritu Santo, para que fueran tus testigos hasta los confines del mundo, con la fuerza de este mismo Espíritu robustece también nuestro testimonio cristiano. www.parroquiasantamonica.com

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