Ø Los
Mandamientos (2). Audiencia General de Papa Francisco (2018). “Diez palabras”
para vivir
la
Alianza. ¿Qué
diferencia hay entre un mandamiento y una palabra? El mandamiento es una comunicación que no requiere el diálogo. La
palabra, sin embargo, es el medio esencial de la relación como diálogo. El amor
se nutre de palabras, y lo mismo la educación o la colaboración. Dios se
comunica en estas diez Palabras, y espera nuestra respuesta. ¿Sus mandamientos
son solo una ley o contienen una palabra para cuidarme? Los mandamientos son el
camino hacia la libertad, porque son la palabra del Padre que nos hace libres
en este camino. El mundo no necesita legalismo sino cuidado. Necesita
cristianos con el corazón de hijos. Necesita cristianos con el corazón de
hijos: no olvidéis esto.
v
Cfr. Papa Francisco, Catequesis, Mandamientos
(2), “Diez palabras” para vivir la
Alianza.
Miércoles,
20 de junio de 2018
Queridos hermanos y
hermanas, buenos días!
Esta
audiencia se celebra en dos lugares: nosotros aquí, en la plaza, y en el Aula
Pablo VI hay más de 200 enfermos que siguen con la pantalla gigante la
audiencia. Todos juntos formamos una comunidad. Con un aplauso saludamos a los
que están en el Aula.
El
miércoles pasado empezamos un nuevo ciclo de catequesis, sobre los
mandamientos. Pero debemos entender mejor esta perspectiva.
En la
Biblia los mandamientos no viven por sí mismos, sino que son parte de una
relación, una conexión. Hemos visto que el Señor Jesús no ha venido a abolir la
Ley sino a darle cumplimiento. Y está esa relación, de la Alianza entre Dios y
su Pueblo. Al inicio del capítulo 20 del libro del Éxodo leemos —y esto es
importante—: «Pronunció Dios todas estas palabras» (v. 1).
Parece
una apertura como otra, pero nada es banal en la Biblia. El texto no dice:
«Dios pronunció estos mandamientos» sino «estas palabras». La tradición hebrea
llamará siempre al Decálogo «las diez Palabras». Y el término «decálogo» quiere
decir precisamente esto. Y también tienen forma de ley, son objetivamente mandamientos.
¿Por qué, por tanto, el Autor sagrado usa, precisamente aquí, el término «diez
palabras»? ¿Por qué? ¿Y no dice «diez mandamientos»?
¿Qué
diferencia hay entre un mandamiento y una palabra? El mandamiento es una comunicación que no requiere el diálogo. La
palabra, sin embargo, es el medio esencial de la relación como diálogo. Dios
Padre crea por medio de su palabra, y su Hijo es la Palabra hecha carne. El
amor se nutre de palabras, y lo mismo la educación o la colaboración. Dos
personas que no se aman, no consiguen comunicar. Cuando uno habla a nuestro
corazón, nuestra soledad termina. Recibe una palabra, se da la comunicación y
los mandamientos son palabras de Dios: Dios se comunica en estas diez Palabras,
y espera nuestra respuesta.
Otra
cosa es recibir una orden, otra cosa es percibir que alguno trata de hablar con
nosotros. Un diálogo es mucho más que la comunicación de una verdad. Yo puedo
deciros: «Hoy es el último día de primavera, cálida primavera, pero hoy es el
último día». Esta es una verdad, no es un diálogo. Pero si yo os digo: «¿Qué
pensáis de esta primavera?», empiezo un diálogo. Los mandamientos son un
diálogo.
La
comunicación «se realiza por el gusto de hablar y por el bien concreto que se
comunica entre los que se aman por medio de las palabras. Es un bien que no
consiste en cosas, sino en las personas mismas que mutuamente se dan en el
diálogo» (cf. Exhort. ap.Evangelii gaudium, 142). Pero esta
diferencia no es una cosa artificial. Miremos lo que sucedió al inicio. El
tentador, el diablo, quiere engañar al hombre y a la mujer sobre este punto:
quiere convencerlos de que Dios les ha prohibido comer el fruto del árbol del
bien y del mal para tenerlos sometidos. El desafío es precisamente este: ¿la
primera norma que Dios dio al hombre es la imposición de un déspota que prohíbe
y obliga o es la atención de un padre que está cuidando de sus pequeños y les
protege de la autodestrucción? ¿Es una palabra o es una orden? La más trágica,
entre las varias mentiras que la serpiente dice a Eva es la instigación de una
divinidad envidiosa —«Pero no, Dios siente envidia de vosotros»— de una
divinidad posesiva —«Dios no quiere que vosotros tengáis libertad»—. Los hechos
demuestran dramáticamente que la serpiente mintió (cf. Génesis 2,
16-17; 3, 4-5), hizo creer que una palabra de amor fuera una orden.
El
hombre está frente a esta encrucijada: ¿Dios me impone las cosas o cuida de mí?
¿Sus mandamientos son solo una ley o contienen una palabra para cuidarme? ¿Dios
es patrón o padre? Dios es Padre: nunca olvidéis esto. Incluso en las peores
situaciones, pensad que tenemos un Padre que nos ama a todos. ¿Somos súbditos o
hijos? Esta lucha, tanto dentro como fuera de nosotros, se presenta
continuamente: mil veces tenemos que elegir entre una mentalidad de esclavo y
una mentalidad de hijos. El mandamiento es del señor, la palabra es del Padre.
El
Espíritu Santo es un Espíritu de hijos, es el Espíritu de Jesús. Un espíritu de
esclavos no puede hacer otra cosa que acoger la Ley de manera opresiva y puede
producir dos resultados opuestos: o una vida hecha de deberes y de obligaciones
o una reacción violenta de rechazo. Todo el cristianismo es el paso de la carta
de la Ley al Espíritu que da la vida. (Cf. 2 Corintios 3,
6-17). Jesús es la Palabra del Padre, no es la condena del Padre. Jesús vino a
salvar, con su palabra, no a condenarnos. Se ve cuando un hombre o una mujer
han vivido este paso y cuando no. La gente se da cuenta de si un cristiano
razona como hijo o como esclavo. Y nosotros mismos recordamos si nuestros
educadores nos han cuidado como padres y madres o si nos han impuesto solo unas
reglas. Los mandamientos son el camino hacia la libertad, porque son la palabra
del Padre que nos hace libres en este camino.
El
mundo no necesita legalismo sino cuidado. Necesita cristianos con el corazón de
hijos. Necesita cristianos con el corazón de hijos: no olvidéis esto.
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VIDA CRISTIANA
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