[Chiesa/Testi/SettimanaSanta/JuevesSanto/JesúsNazaretMisterioTraidor
BXVI]
Ø Jueves Santo (2019). Celebración de la Misa vespertina, “en
la Cena del Señor”. “Durante la cena,
cuando ya el diablo había
puesto en el corazón de Judas Iscariote, hijo de Simón, el propósito de
entregarle… (Evangelio de hoy: Juan 13, 2).
El misterio del traidor
v
Cfr.
Joseph Ratzinger – Benedicto XVI, Jesús
de Nazaret 2, Ed. Encuentro 2011, p. 83-88
El
misterio del traidor, pp. 83-88 - Breve resumen
o
La turbación y conmoción de Jesús
(…) Inmediatamente después de haberse referido al
ejemplo que da a los suyos, Jesús comienza a hablar del caso de Judas. Juan nos
dice a este respecto que Jesús, profundamente conmovido, declaró: «Os aseguro
que uno de vosotros me va a entregar» (13,21).
Juan habla tres veces de la
«turbación» o «conmoción» de Jesús: junto al sepulcro de Lázaro (cf. 11,33.38);
el «Domingo de Ramos», después de las palabras sobre el grano de trigo que
muere, en una escena que remite muy de cerca a la hora en el Monte de los
Olivos (cf. 12,24-27) y, por último, aquí. Son momentos en los que Jesús se
encuentra con la majestad de la muerte y es tocado por el poder de las
tinieblas, un poder que Él tiene la misión de combatir y vencer. (…)
o
La agitación y curiosidad entre los discípulos
El anuncio de la traición suscita
comprensiblemente al mismo tiempo agitación y curiosidad entre los discípulos.
«Uno de ellos, al que Jesús tanto amaba, estaba en la mesa a su derecha. Simón
Pedro le hizo señas para que averiguase por quién lo decía. Entonces él,
apoyándose en el pecho de Jesús, le preguntó: "Señor, ¿quién es?".
Jesús le contestó: "Aquel a quien yo le dé este trozo de pan untado"»
(13,23ss).
Para comprender este texto hay
que tener en cuenta primero que en la cena pascual estaba prescrito cómo
acomodarse a la mesa. Charles K. Barrett explica el versículo que acabamos de
citar de la siguiente manera: «Los participantes en una cena estaban recostados
sobre su izquierda; el brazo izquierdo servía para sujetar el cuerpo; el
derecho quedaba libre para poderlo usar. Por tanto, el discípulo que estaba a
la derecha de Jesús tenía su cabeza inmediatamente delante de Jesús y,
consiguientemente, se podía decir que estaba acomodado frente a su pecho. Como
es obvio, podía hablar confidencialmente con Jesús, pero el suyo no era el
puesto de honor; éste estaba a la izquierda del anfitrión. No obstante, el
puesto ocupado por el discípulo amado era el de un íntimo amigo; Barrett hace
notar en este contexto que existe una descripción paralela en Plinio (p. 437).
Tal como está aquí, la respuesta de Jesús es totalmente
clara. Pero el evangelista nos hace saber que, a pesar de ello, los discípulos
no entendieron a quién se refería. Podemos suponer por tanto que Juan,
repensando lo acontecido, haya dado a la respuesta una claridad que no tenía
para los presentes en aquel momento. En 13,18 nos pone sobre la buena pista. En
él Jesús dice: «Tiene que cumplirse la Escritura: "El que compartía mi pan
me ha traicionado"» (Sal 41,10; cf. Sal 55,14). Éste es el modo de hablar
característico de Jesús: con palabras de la Escritura, Él alude a su destino,
insertándolo al mismo tiempo en la lógica de Dios, en la lógica de la historia
de la salvación.
o
Quien traicionará a Jesús es uno de los
comensales
§ Jesús
debe experimentar la incomprensión incluso dentro del círculo más íntimo de los
amigos
La ruptura de la amistad llega hasta la fraternidad de comunión de la
Iglesia, donde una y otra vez se encuentran personas que toman «su pan» y lo
traicionan.
Estas palabras se hacen
totalmente transparentes después; queda claro que la Escritura describe
verdaderamente su camino, aunque, por el momento, permanece el enigma.
Inicialmente se alcanza a entender únicamente que quien traicionará a Jesús es
uno de los comensales; pero posteriormente se va clarificando que el Señor
tiene que padecer hasta el final y seguir hasta en los más mínimos detalles el
destino de sufrimiento del justo, un destino que aparece de muchas maneras
sobre todo en los Salmos. Jesús debe experimentar la incomprensión, la
infidelidad incluso dentro del círculo más íntimo de los amigos y, de este modo,
«cumplir la Escritura». Él se revela como el verdadero sujeto de los Salmos,
como el «David» del que provienen, y a través del cual adquieren sentido.
(…) con la traición de Judas, el
sufrimiento por la deslealtad no se ha terminado. «Incluso mi amigo, de quien
yo me fiaba, el que compartía mi pan, me ha traicionado» (Sal 41,10). La
ruptura de la amistad llega hasta la fraternidad de comunión de la Iglesia,
donde una y otra vez se encuentran personas que toman «su pan» y lo traicionan.
El sufrimiento de Jesús, su
agonía, perdura hasta el fin del mundo, ha escrito Pascal basándose en estas
consideraciones (cf. Pensées, VII, 553). Podemos expresarlo también desde el
punto de vista opuesto: en aquella hora, Jesús ha tomado sobre sus hombros la
traición de todos los tiempos, el sufrimiento de todas las épocas por el ser
traicionado, soportando así hasta el fondo las miserias de la historia.
Juan no da ninguna interpretación
psicológica del comportamiento de Judas; el único punto de referencia que nos
ofrece es la alusión al hecho de que, como tesorero del grupo de los
discípulos, Judas les habría sustraído su dinero (cf. 12,6). Por lo que se
refiere al contexto que nos interesa, el evangelista dice sólo lacónicamente:
«Entonces, tras el bocado, entró en él Satanás» (13,27).
o
Lo que sucedió con Judas, para Juan, ya no es
explicable psicológicamente
§ Quien
traiciona la amistad se convierte en esclavo de otros poderes
Lo que sucedió con Judas, para
Juan, ya no es explicable psicológicamente. Ha caído bajo el dominio de otro:
quien rompe la amistad con Jesús, quien se sacude de encima su «yugo ligero»,
no alcanza la libertad, no se hace libre, sino que, por el contrario, se
convierte en esclavo de otros poderes; o más bien: el hecho de que traicione
esta amistad proviene ya de la intervención de otro poder, al que ha abierto
sus puertas.
o
En Judas hay un primer paso para la conversión,
pero no logra creer en el perdón. Es una tragedia.
Y, sin embargo, la luz que se
había proyectado desde Jesús en el alma de Judas no se oscureció completamente.
Hay un primer paso hacia la conversión: «He pecado», dice a sus mandantes.
Trata de salvar a Jesús y devuelve el dinero (cf. Mt 27,3ss). Todo lo puro y
grande que había recibido de Jesús seguía grabado en su alma, no podía
olvidarlo.
Su segunda tragedia, después de
la traición, es que ya no logra creer en el perdón. Su arrepentimiento se
convierte en desesperación. Ya no ve más que a sí mismo y sus tinieblas, ya no
ve la luz de Jesús, esa luz que puede iluminar y superar incluso las tinieblas.
De este modo, nos hace ver el modo equivocado del arrepentimiento: un
arrepentimiento que ya no es capaz de esperar, sino que ve únicamente la propia
oscuridad, es destructivo y no es un verdadero arrepentimiento.
La certeza de la esperanza forma
parte del verdadero arrepentimiento, una certeza que nace de la fe en que la
Luz tiene mayor poder y se ha hecho carne en Jesús.
o
La marcha de Judas de la luz a la oscuridad
Juan concluye el pasaje sobre
Judas de una manera dramática con las palabras: «En cuanto Judas tomó el
bocado, salió. Era de noche» (13,30). Judas sale fuera, y en un sentido más
profundo: sale para entrar en la noche, se marcha de la luz hacia la oscuridad;
el «poder de las tinieblas» se ha apoderado de él (cf. Jn 3,19; Lc 22,53).
Vida Cristiana
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