Jesucristo en el centro de la Cuaresma
Conocer mejor al Señor y vivir la vida en Él.
-
“Al celebrar un año más la santa Cuaresma concédenos,
Dios todopoderoso, avanzar en la
inteligencia del misterio de Cristo y vivirlo en su
plenitud”. (Oración colecta del domingo 1º de Cuaresma).
Jesucristo,
roca de la Iglesia
-
Catecismo de la Iglesia Católica
n. 424: “Movidos por la gracia del Espíritu Santo y atraídos por
el Padre nosotros creemos y confesamos a propósito de Jesús:
"Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo" (Mt 16, 16). Sobre la roca de esta fe, confesada
por San Pedro, Cristo ha construido su Iglesia (cf. Mt 16, 18; San León Magno,
serm. 4, 3;51, 1;62, 2;83, 3)”.
Construir la casa de nuestra vida sobre la roca de Cristo
-Cfr. Benedicto XVI, Discurso
en Polonia a los jóvenes, 26 de mayo de 2006
[Chiesa/Testi/Gesucristo/CristoRocaConstrucciónCasaBXVI]
Ø Cristo
es la roca para la construcción de la
casa de nuestra vida.
v
Cfr. Benedicto XVI, Discurso en el encuentro con
los jóvenes de Polonia, el sábado 26 de mayo de 2006.
Queridos jóvenes amigos:
¡Os doy mi cordial bienvenida!
Vuestra presencia me alegra. Doy gracias al Señor por este encuentro con el
calor de vuestra cordialidad. Sabemos que "donde están dos o tres reunidos
en el nombre de Jesús, él está en medio de ellos" (cf. Mt 18, 20).
¡Pero vosotros sois hoy aquí muchos más! Por esto os doy las gracias a cada uno
de vosotros. Así pues, Jesús está aquí con nosotros. Está presente entre los
jóvenes de la tierra polaca, para hablar con ellos de una casa que no se
desplomará jamás, porque está edificada sobre roca. Es la palabra evangélica
que acabamos de escuchar (cf. Mt 7, 24-27).
o
Un deseo y una nostalgia que existe en los
corazones jóvenes: una casa donde encontramos el amor, el perdón la necesidad
de perdón … Esta nostalgia no es más que el deseo de una vida plena, feliz.
Amigos míos, en el corazón de
cada hombre existe el deseo de una casa. En un corazón joven existe con mayor
razón el gran anhelo de una casa propia, que sea sólida, a la que no sólo se
pueda volver con alegría, sino también en la que se pueda acoger
con alegría a todo huésped que llegue. Es la nostalgia de una casa en la que el
pan de cada día sea el amor, el perdón, la necesidad de comprensión, en la que
la verdad sea la fuente de la que brota la paz del corazón.
Es la nostalgia de una casa de la
que se pueda estar orgulloso, de la que no se deba avergonzar y por cuya
destrucción jamás se deba llorar. Esta nostalgia no es más que el deseo de una
vida plena, feliz, realizada. No tengáis miedo de este deseo. No lo evitéis. No
os desaniméis a la vista de las casas que se han desplomado, de los deseos que
no se han realizado, de las nostalgias que se han disipado. Dios Creador, que
infunde en un corazón joven el inmenso deseo de felicidad, no lo abandona
después en la ardua construcción de la casa que se llama vida.
o
¿Cómo construir esta casa? Es una pregunta
necesaria que nos debemos hacer cada día.
Amigos míos, se impone una
pregunta: "¿Cómo construir esta casa?". Es una pregunta que
seguramente ya os habéis planteado muchas veces en vuestro corazón y que
volveréis a plantearos muchas veces. Es una pregunta que es preciso hacerse a
sí mismos no solamente una vez. Cada día debe estar ante los ojos del
corazón: ¿cómo construir la casa llamada vida? Jesús, cuyas palabras hemos
escuchado en el pasaje del evangelio según san Mateo, nos exhorta a construir
sobre roca. En efecto, solamente así la casa no se desplomará.
§ Quiere
decir, ante todo, construir sobre Cristo y con Cristo.
Pero ¿qué quiere decir construir
la casa sobre roca? Construir sobre roca quiere decir ante todo: construir
sobre Cristo y con Cristo. Jesús dice: "Así pues, todo el que oiga estas
palabras mías y las ponga en práctica, será como el hombre prudente que construyó
su casa sobre roca" (Mt 7, 24). Aquí no se trata de palabras
vacías, dichas por una persona cualquiera, sino de las palabras de Jesús. No se
trata de escuchar a una persona cualquiera, sino de escuchar a Jesús. No se
trata de cumplir cualquier cosa, sino de cumplir las palabras de Jesús.
§ Construir
con Alguien ante quien somos preciosos, con Alguien que siempre es fiel, con
Alguien que se inclina sobre el corazón herido del hombre y no nos condena, con
Alguien que da su vida por nosotros.
Construir sobre Cristo y con
Cristo significa construir sobre un fundamento que se llama amor crucificado.
Quiere decir construir con Alguien que, conociéndonos mejor que nosotros
mismos, nos dice: "Eres precioso a mis ojos, ... eres estimado, y yo
te amo" (Is 43, 4). Quiere decir construir con Alguien que siempre
es fiel, aunque nosotros fallemos en la fidelidad, porque él no puede negarse a
sí mismo (cf. 2 Tm 2, 13). Quiere decir construir con Alguien que se
inclina constantemente sobre el corazón herido del hombre, y dice: "Yo no
te condeno. Vete, y en adelante no peques más" (cf. Jn 8, 11).
Quiere decir construir con Alguien que desde lo alto de la cruz extiende los
brazos para repetir por toda la eternidad: "Yo doy mi vida por ti,
hombre, porque te amo".
§ Construir
sobre Cristo quiere decir fundar sobre su voluntad todos nuestros deseos,
expectativas, sueños, ambiciones, y todos nuestros proyectos.
Por último, construir sobre
Cristo quiere decir fundar sobre su voluntad todos nuestros deseos,
expectativas, sueños, ambiciones, y todos nuestros proyectos. Significa decirse
a sí mismo, a la propia familia, a los amigos y al mundo entero y, sobre todo,
a Cristo: "Señor, en la vida no quiero hacer nada contra ti, porque
tú sabes lo que es mejor para mí. Sólo tú tienes palabras de vida eterna"
(cf. Jn 6, 68). Amigos míos, no tengáis miedo de apostar por Cristo.
Tened nostalgia de Cristo, como fundamento de la vida. Encended en vosotros el
deseo de construir vuestra vida con él y por él. Porque no puede perder quien
lo apuesta todo por el amor crucificado del Verbo encarnado.
§ Construir sobre roca significa construir sobre
Cristo y con Cristo, que es la roca.
Construir sobre roca significa
construir sobre Cristo y con Cristo, que es la roca. En la primera carta a los
Corintios san Pablo, hablando del camino del pueblo elegido a través del
desierto, explica que todos "bebieron... de la roca espiritual que los
acompañaba; y la roca era Cristo" (1 Co 10, 4). Ciertamente, los
padres del pueblo elegido no sabían que esa roca era Cristo. No eran
conscientes de que los acompañaba Aquel que, cuando llegaría la plenitud de los
tiempos, se encarnaría, asumiendo un cuerpo humano. No necesitaban comprender
que apagaría su sed el Manantial mismo de la vida, capaz de ofrecer el agua
viva para saciar la sed de todo corazón. Sin embargo, bebieron de esta roca
espiritual que es Cristo, porque sentían nostalgia del agua de la vida, la
necesitaban.
o
Debemos
ser conscientes de la presencia de Jesús mientras caminamos por las sendas de
la vida: en los momentos felices y en las adversidades.
Mientras caminamos por las sendas
de la vida, a veces quizá no somos conscientes de la presencia de Jesús. Pero
precisamente esta presencia viva y fiel, la presencia en la obra de la
creación, la presencia en la palabra de Dios y en la Eucaristía , en la
comunidad de los creyentes y en todo hombre redimido por la preciosa sangre de
Cristo, esta presencia es la fuente inagotable de la fuerza humana. Jesús de
Nazaret, Dios que se hizo hombre, está a nuestro lado en los momentos felices y
en las adversidades, y desea esta relación, que es en realidad el fundamento de
la auténtica humanidad. En el Apocalipsis leemos estas significativas
palabras: "Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz
y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo" (Ap
3, 20).
o
La construcción sobre roca: es la construcción
sobre Alguien que fue rechazado. Muchas veces Jesús es ignorado, escarnecido,
proclamado rey del pasado pero no del hoy y mucho menos del mañana.
Amigos míos, ¿qué quiere decir
construir sobre roca? Construir sobre roca significa también construir sobre
Alguien che fue rechazado. San Pedro habla a sus fieles de Cristo como de una
"piedra viva, desechada por los hombres, pero elegida, preciosa ante
Dios" (1 P 2, 4). El hecho innegable de la elección de Jesús por
parte de Dios no esconde el misterio del mal, a causa del cual el hombre es
capaz de rechazar a Aquel que lo ha amado hasta el extremo. Este rechazo de
Jesús por parte de los hombres, mencionado por san Pedro, se prolonga en la
historia de la humanidad y llega también a nuestros días.
No se necesita una gran agudeza
para descubrir las múltiples manifestaciones del rechazo de Jesús, incluso
donde Dios nos ha concedido crecer. Muchas veces Jesús es ignorado, es
escarnecido, es proclamado rey del pasado, pero no del hoy y mucho menos del
mañana; es arrumbado en el armario de cuestiones y de personas de las que no se
debería hablar en voz alta y en público. Si en la construcción de la casa de
vuestra vida os encontráis con los que desprecian el fundamento sobre el que
estáis construyendo, no os desaniméis. Una fe fuerte debe superar las pruebas.
Una fe viva debe crecer siempre. Nuestra fe en Jesucristo, para seguir siendo
tal, debe confrontarse a menudo con la falta de fe de los demás.
§ Ser
conscientes de que habrá dificultades. “Cayó la lluvia, vinieron los torrentes,
soplaron los vientos: son fenómenos naturales previsibles que son imagen de las
múltiples contrariedades de la condición humana.
Queridos amigos, ¿qué quiere
decir construir sobre roca? Construir sobre roca quiere decir ser conscientes
de que habrá contrariedades. Cristo dice: "Cayó la lluvia, vinieron
los torrentes, soplaron los vientos, y embistieron contra aquella casa..."
(Mt 7, 25). Estos fenómenos naturales no sólo son la imagen de las
múltiples contrariedades de la condición humana; normalmente también son
previsibles. Cristo no promete que sobre una casa en construcción no caerá
jamás un aguacero; no promete que una ola violenta no derribará lo que para
nosotros es más querido; no promete que vientos impetuosos no arrastrarán lo
que hemos construido a veces a costa de enormes sacrificios. Cristo no sólo
comprende la aspiración del hombre a una casa duradera, sino que también es
plenamente consciente de todo lo que puede arruinar la felicidad del hombre.
Por eso, no debéis sorprenderos de que surjan contrariedades, cualesquiera que
sean. No os desaniméis a causa de ellas. Un edificio construido sobre roca no
queda exento de la acción de las fuerzas de la naturaleza, inscritas en el
misterio del hombre. Haber construido sobre roca significa tener la certeza de
que en los momentos difíciles existe una fuerza segura en la que se puede
confiar.
o
Construir sobre roca quiere decir construir con
sabiduría. Tal vez sea más fácil fundar nuestra vida sobre las arenas movedizas
de nuestra visión del mundo, construir nuestro futuro lejos de la palabra de
Jesús, y a veces incluso contra ella. Sin embargo, es evidente que quien
construye de este modo no es prudente.
Amigos míos, permitidme que
insista: ¿qué quiere decir construir sobre roca? Quiere decir construir con
sabiduría. Con razón Jesús compara a quienes oyen sus palabras y las ponen en
práctica con un hombre sabio que ha construido su casa sobre roca. En efecto,
es insensato construir sobre arena cuando se puede hacer sobre roca, teniendo
así una casa capaz de resistir a cualquier tormenta. Es insensato construir la
casa sobre un terreno que no ofrece garantías de resistir en los momentos más
difíciles. Tal vez sea más fácil fundar nuestra vida sobre las arenas movedizas
de nuestra visión del mundo, construir nuestro futuro lejos de la palabra de
Jesús, y a veces incluso contra ella. Sin embargo, es evidente que quien
construye de este modo no es prudente, porque quiere convencerse a sí mismo y a
los demás de que en su vida no se desatará ninguna tormenta, de que ninguna ola
se estrellará contra su casa. Ser sabio significa tener en cuenta que la
solidez de la casa depende de la elección del fundamento. No tengáis miedo de
ser sabios; es decir, no tengáis miedo de construir sobre roca.
o
Construir sobre roca quiere decir también
construir sobre Pedro y con Pedro
Amigos míos, una vez más: ¿qué
quiere decir construir sobre roca? Construir sobre roca quiere decir también
construir sobre Pedro y con Pedro, pues a él el Señor le dijo: "Tú eres
Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no
prevalecerán contra ella" (Mt 16, 18). Si Cristo, la Roca , la piedra viva y
preciosa, llama a su Apóstol piedra, significa que quiere que Pedro, y con él
toda la Iglesia ,
sean signo visible del único Salvador y Señor.
Ciertamente aquí, en Cracovia, la
ciudad predilecta de mi predecesor Juan Pablo II, a nadie sorprenden las
palabras acerca de construir con Pedro y sobre Pedro. Por eso os digo: no
tengáis miedo de construir vuestra vida en la Iglesia y con la Iglesia. Sentíos
orgullosos del amor a Pedro y a la
Iglesia a él encomendada. No os dejéis engañar por quienes
quieren contraponer a Cristo y a la Iglesia. Sólo hay una roca sobre la cual vale la
pena construir la casa. Esta roca es Cristo. Sólo hay una piedra sobre la cual
vale la pena apoyarlo todo. Esta piedra es aquel a quien Cristo dijo: "Tú
eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia" (Mt 16, 18).
Vosotros, los jóvenes, habéis conocido bien al Pedro de nuestro tiempo. Por
eso, no olvidéis que ni aquel Pedro que está observando nuestro encuentro desde
la ventana de Dios Padre, ni este Pedro que ahora está delante de vosotros, ni
ningún Pedro sucesivo estará nunca contra vosotros, ni contra la construcción
de una casa duradera sobre roca. Al contrario, con su corazón y con sus manos
os ayudará a construir la vida sobre Cristo y con Cristo.
o
La última palabra de Cristo es una palabra de
esperanza
Queridos amigos, meditando en las
palabras de Cristo sobre la roca como fundamento adecuado para la casa, no
podemos menos de notar que la última palabra es una palabra de esperanza. Jesús
dice que, a pesar de la furia de los elementos, la casa no se desplomó, porque
estaba fundada sobre roca. Con estas palabras nos infunde una extraordinaria
confianza en la fuerza del fundamento, la fe que no teme ser desmentida porque
está confirmada por la muerte y resurrección de Cristo. Esta es la fe que, años
después, confesará san Pedro en su carta: "He aquí que coloco en
Sión una piedra angular, elegida, preciosa, y el que crea en ella no será
confundido" (1 P 2, 6). Ciertamente "no será
confundido...".
Queridos jóvenes amigos, el miedo
al fracaso a veces puede frenar incluso los sueños más hermosos. Puede
paralizar la voluntad e impedir creer que pueda existir una casa construida
sobre roca. Puede persuadir de que la nostalgia de la casa es solamente un
deseo juvenil y no un proyecto de vida. Como Jesús, decid a este
miedo: "¡No puede caer una casa fundada sobre roca!". Como san
Pedro, decid a la tentación de la duda: "Quien cree en Cristo, no
será confundido". Sed testigos de la esperanza, de la esperanza que no
teme construir la casa de la propia vida, porque sabe bien que puede apoyarse
en el fundamento que le impedirá caer: Jesucristo, nuestro Señor.
Entremos
en el desierto con Jesús
Audiencia General de Papa Francisco
Miércoles de Ceniza, 26 de febrero de 2020 - Catequesis
sobre la Cuaresma
Ø Significado espiritual
del desierto
v
El desierto es el lugar donde despegarse del
trasiego que nos rodea. Es ausencia de palabras, para dejar sitio a otra
Palabra, la Palabra de Dios que, como brisa ligera, nos acaricia el corazón
o
En el desierto se escucha la Palabra de Dios que
es como un sonido ligero.
§ A
Jesús le gustaba retirarse cada a día a lugares desiertos para rezar.
Hoy, Miércoles de Ceniza,
iniciamos el camino cuaresmal, camino de 40 días hacia la Pascua, hacia el
corazón del año litúrgico y de la fe, y un camino que sigue el de Jesús que, al
principio de su ministerio, se retiró durante 40 días a rezar y ayunar, tentado
por el diablo, al desierto. Precisamente del significado espiritual del
desierto quería hablaros hoy.
¿Qué significa espiritualmente el
desierto para todos nosotros, incluso para los que vivimos en la ciudad? ¿Qué
significa el desierto? Imaginemos que estamos en un desierto. La primera
sensación sería la de encontrarnos envueltos por un gran silencio, sin ruido,
salvo el viento y nuestra respiración. Sí,
el desierto es el lugar donde despegarse del trasiego que nos rodea. Es
ausencia de palabras, para dejar sitio a otra Palabra, la Palabra de Dios que,
como brisa ligera, nos acaricia el corazón (cfr. 1Re 19,12). El desierto es
el lugar de la Palabra, con mayúscula. De hecho, en la Biblia al Señor le gusta
hablarnos del desierto: en el desierto entrega a Moisés las Diez Palabras, los
Diez Mandamientos, y cuando el pueblo se aleja de Él, comportándose como una esposa
infiel, Dios dice: “Yo la llevaré al desierto y le hablaré a su corazón. Allí
me responderá como en los días de su juventud” (Os 2,16-17). En el desierto se escucha la Palabra de
Dios que es como un sonido ligero. El Libro de los Reyes dice que la Palabra
de Dios es como un hilo de silencio sonoro. En el desierto se recupera la
intimidad con Dios, el amor del Señor. A Jesús le gustaba retirarse cada a día
a lugares desiertos para rezar (cfr. Lc 5,16). Nos ha enseñado cómo buscar al
Padre que nos habla en el silencio. ¡Y no es fácil guardar silencio en el
corazón! Porque siempre estamos procurando hablar con los demás, estar con la
gente… ¡El silencio en el corazón!
v
La Cuaresma es el tiempo propicio para dejar
sitio a la palabra de Dios, el tiempo para apagar la televisión y abrir la
Biblia, el tiempo para separarnos del móvil y conectarnos al Evangelio.
o
Como el pan –más que el pan–, necesitamos la
Palabra de Dios, nos hace falta hablar con Dios: ¡nos hace falta rezar! Porque
solo ante Dios salen a relucir las inclinaciones del corazón y caen las
dobleces del alma.
§ Intentemos
de nuevo pensar en un desierto. El desierto es el lugar de lo esencial, como he
dicho. Miremos nuestras vidas: ¡cuántas cosas inútiles nos rodean, seguimos mil
cosas que parecen necesarias y en realidad no lo son!
¡Qué bien nos haría liberarnos de tantas realidades superfluas para
redescubrir lo que cuenta, para reencontrar los rostros de quienes están a
nuestro lado!
La Cuaresma
es el tiempo propicio para dejar sitio a la palabra de Dios, el tiempo para
apagar la televisión y abrir la Biblia, el tiempo para separarnos del móvil y
conectarnos al Evangelio. Cuando era niño, no había televisión, pero estaba la
costumbre de no escuchar la radio en Cuaresma: el desierto. Es el tiempo para
renunciar a palabras inútiles, chismes, habladurías…, y hablarle de tú al
Señor. ¡Tiempo para hablar de tú al Señor! El tiempo para dedicarse a una santa
ecología del corazón: ¡hacer una limpieza ahí! Vivimos en un ambiente
contaminado por una violencia verbal de tantas palabras ofensivas y nocivas que
internet amplifica.
¡Hoy se
insulta como si se dijese: buen día! Estamos sumergidos en palabras vacías, en
publicidad, de mensajes tortuosos…, estamos acostumbrados a oírlo todo de
todos, y corremos el riesgo de resbalar a una mundanidad que nos atrofia el
corazón. ¡Y no hay bypass para curar
esto, solo el silencio! Nos cuesta distinguir la voz del Señor que nos habla,
la voz de la conciencia, la voz del bien. Jesús, al llamarnos al desierto, nos
invita a prestar atención a lo que cuenta, a lo
importante, a lo esencial. Al diablo que lo tentaba
respondió: “No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la
boca de Dios” (Mt 4,4). Como el pan –más que el pan–, necesitamos la Palabra de
Dios, nos hace falta hablar con Dios: ¡nos hace falta rezar! Porque solo ante
Dios salen a relucir las inclinaciones del corazón y caen las dobleces del
alma. Eso es el desierto, lugar de vida, no de muerte, porque dialogar en el
silencio con el Señor nos da la vida.
Intentemos
de nuevo pensar en un desierto. El desierto es el lugar de lo esencial, como he
dicho. Miremos nuestras vidas: ¡cuántas cosas inútiles nos rodean, seguimos mil
cosas que parecen necesarias y en realidad no lo son! ¡Qué bien nos haría liberarnos
de tantas realidades superfluas para redescubrir lo que cuenta, para
reencontrar los rostros de quienes están a nuestro lado!
v
También en esto Jesús nos da ejemplo ayunando.
Ayunar es saber renunciar a las cosas vanas, a lo superfluo, para ir a lo esencial.
También en esto Jesús nos da
ejemplo ayunando. Ayunar es saber renunciar a las cosas
vanas, a lo superfluo, para ir a lo esencial. ¡Ayunar no es
solo para adelgazar! Ayunar es precisamente ir a lo esencial, es buscar la
belleza de una vida más sencilla.
v
El desierto, finalmente, es el lugar de la
soledad.
o
Cerca de nosotros, hay tantos desiertos, muchas
personas solas. Son las personas solas y abandonadas.
§ ¡Tantas
miradas silenciosas que piden nuestra ayuda! El camino en el desierto cuaresmal
es un camino de caridad con quien es más débil.
El
desierto, finalmente, es el lugar de la soledad. También hoy, cerca de
nosotros, hay tantos desiertos, muchas personas solas. Son las personas solas y
abandonadas. ¡Cuántos pobres y ancianos están a nuestro lado y viven en
silencio, sin hacer ruido, marginalizados y descartados! Hablar de ellos no da
audiencia, pero el desierto nos conduce a ellos, a cuantos, obligados a callar,
piden en silencio nuestra ayuda. ¡Tantas miradas silenciosas
que piden nuestra ayuda! El camino en el desierto cuaresmal es un camino de
caridad con quien es más débil.
Oración, ayuno, obras de misericordia:
ese es el camino del desierto cuaresmal. Queridos hermanos y hermanas, con la
voz del profeta Isaías, Dios hizo esta promesa –oídla bien–: “hago una cosa
nueva, abriré en el desierto una senda” (Is 43,19). En el desierto se abre la
senda que nos lleva de la muerte a la vida.
v
Entremos en el desierto con Jesús y saldremos
saboreando la Pascua
o
Sucederá en nosotros como en esos desiertos en que
florece la primavera, haciendo germinar de repente, de la nada, yemas y
plantas.
Entremos en
el desierto con Jesús y saldremos saboreando la Pascua: el poder del amor de
Dios que renueva la vida. Sucederá en nosotros como en esos desiertos en que
florece la primavera, haciendo germinar de repente, de la nada, yemas y
plantas. ¡Ánimo, entremos en este desierto de la Cuaresma, sigamos a Jesús en
el desierto! ¡Con Él, nuestros desiertos florecerán! Gracias.
Vida Cristiana
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