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"La familia formadora en los valores humanos y cristianos"(2):
subsidios formativos: las valores del espíritu, del dominio de sí, de la
corporeidad humana, del compromiso con la sociedad, de la honestidad
pública y la probidad contra la corrupción, etc. (enero 2009)
Facilitados por el Comité organizador del VI Encuentro Mundial de las
Familias (México, 16-18 enero 2009), en su página web.
LA FAMILIA FORMADORA EN LOS VALORES HUMANOS Y CRISTIANOS 1
SUBSIDIOS FORMATIVOS: 13 TEMAS 1
TEMA 01: QUÉ SON LOS VALORES Y SU IMPORTANCIA EN LA FORMACIÓN DE LA
PERSONA 1
TEMA 02: LA FAMILIA, VALOR Y ESCUELA DE VALORES POR LA PALABRA Y EL
TESTIMONIO DE LOS PADRES 4
TEMA 03: EL AMOR FUENTE DE VALORES: 7
TEMA 04: EL VALOR DE LA VIDA Y DE LA PERSONA: 10
TEMA 05: LOS VALORES DEL ESPÍRITU: 13
TEMA 06: LOS VALORES DEL DOMINIO DE SÍ: 17
TEMA 07: LOS VALORES DE LA CORPOREIDAD HUMANA: 20
TEMA 08: LOS VALORES DE LA COMUNICACIÓN HUMANA: 23
TEMA 09: LOS VALORES DE LA RECTITUD EN LAS RELACIONES FAMILIARES: 26
TEMA 10: EL VALOR DEL SUFRIMIENTO: 29
TEMA 11: LOS VALORES DEL COMPROMISO CON LA SOCIEDAD: 32
TEMA 12: LOS VALORES DEL CUIDADO DE LA CREACIÓN: 35
TEMA 13: EL VALOR DE LA HONESTIDAD PÚBLICA Y LA PROBIDAD CONTRA LA
CORRUPCIÓN 38
TEMA 01: QUÉ SON LOS VALORES Y SU IMPORTANCIA EN LA
FORMACIÓN DE LA PERSONA
La educación en valores como forjadores de la personalidad madura. El cristianismo cambia la
jerarquía de los valores humanos, llevándolos a lo sobrenatural.
Objetivos:
Identificar la naturaleza de los valores.
Impulsar, desde la familia, la vivencia de los valores.
Llevar los valores al plano sobrenatural.
1. Oración
“Cuán bienaventurado es el hombre que ha puesto en el SEÑOR su confianza, y no se ha vuelto
a los soberbios ni a los que caen en falsedad. Muchas son, SEÑOR, Dios mío, las maravillas que
tú has hecho, y muchos tus designios para con nosotros; nadie hay que se compare contigo; si
los anunciara, y hablara de ellos, no podrían ser enumerados.” (Salmo 40, 4-5).
2. Lectura bíblica
“Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el viñador. Todo sarmiento que en mí no da fruto, lo
quita; y todo el que da fruto, lo poda para que dé más fruto. Ustedes ya están limpios por la
palabra que les he hablado. Permanezcan en mí, y yo en ustedes. Como el sarmiento no puede
dar fruto por sí mismo si no permanece en la vid, así tampoco ustedes si no permanecen en mí.
Yo soy la vid, ustedes los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto,
porque separados de mí nada pueden hacer.” (Juan 15, 1-5).
3. Desarrollo del tema
¿Qué son los valores?
En nuestra cultura con mucha frecuencia se identifica el concepto de valor con el concepto de
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virtud, aunque en realidad no son dos conceptos idénticos. Podemos definir el valor de la
siguiente manera: la cualidad y característica que hace buena a una persona. El valor es lo digno
de ser apreciado, lo deseable y lo que se identifica con lo bueno o positivo y se orienta al ser y al
buen hacer de la persona.
Entendiendo el valor de esta manera, se acerca en la práctica al concepto de virtud de la
siguiente definición clásica: La virtud es una buena cualidad del alma por la que se vive
rectamente, de la cual nadie usa mal, y que, en el caso de las virtudes sobrenaturales, puede ser
producida por Dios en nosotros sin intervención nuestra (Santo Tomás de Aquino). Podemos
decir que los valores son sólo propios de las personas humanas y de las sociedades que ellas
forman.
Quién es la persona: dimensión individual y social.
El ser humano creado por Dios a su imagen y semejanza está compuesto de cuerpo y alma
espiritual. La naturaleza humana cuenta con bienes y posibilidades de desarrollo, que
constituyen los valores. Los valores no son procesos sino bienes naturales no adquiridos, dados
por Dios al hombre para que los aproveche en su beneficio y en el de la sociedad.
Aunque todos los valores son importantes, es preciso tener una justa jerarquía basada en la
misma naturaleza del ser humano donde lo espiritual es superior a lo corpóreo. Aquellos valores
que contribuyen de una manera más directa a la realización de la persona, de las criaturas o de
las sociedades, son los valores de mayor importancia, mientras que aquellos valores que sólo
contribuyen de una manera limitada a dicha realización se consideraran de menor nivel. Los
valores religiosos ocupan el primer lugar por el fin que persiguen.
Dios al crear todas las cosas, todo lo hizo bien (Gen 1,31). Cada una de las criaturas de Dios,
contiene en su propia naturaleza, una diversidad de bienes, es decir valores. La persona humana
con ayuda de su razón reconoce sus bienes, los valora, los estructura y los eleva a la dimensión
sobrenatural al reconocerlos como dones de Dios.
Es necesario distinguir los valores respecto a las virtudes que se adquieren a través de la
repetición de actos buenos.
Los valores y la educación en valores para forjar una personalidad madura.
La educación en valores es el fundamento del equilibrio personal y social. La persona conoce
los valores a través de su inteligencia y los desarrolla a través de su voluntad. Hace
valoraciones: juzga, ordena, jerarquiza y clasifica para aplicarlos a su vida.
Cuando los padres de familia y los educadores viven y transmiten los valores dan testimonio de
ellos naturalmente. De la misma manera, cuando dan a algunos valores una importancia mayor
de la que tienen y actúan de acuerdo a esa valoración, lo hacen de manera errónea. En la
mayoría de los casos el mal ocurre cuando se prefieren los valores inferiores sobre los valores
superiores.
La dimensión sobrenatural de la personalidad.
Los valores humanos son valores de la humanidad, y por lo tanto, los valores cristianos no son
en esencia diferentes de los valores humanos. Lo que los diferencia es su origen (la acción de
Dios en el hombre por la gracia y la revelación cristiana) y su fin (la comunión eterna con Dios
y los demás en el cielo). El cristianismo los incorpora a la dimensión sobrenatural dándoles un
sentido nuevo.
Cristo asume la naturaleza humana, redime al hombre de su naturaleza caída y le abre la
posibilidad de alcanzar la vida eterna, a través de la perfección de su propia naturaleza. De ahí
que el cristianismo no cambia los valores, sino que los desarrolla y profundiza desde la
perspectiva de la vida eterna.
4. Caso o hecho de vida
Los siguientes ejemplos ponen de manifiesto la aplicación de los valores en la vida diaria.
Unos padres de familia preocupados por la educación cristiana de sus
hijos, escogen una escuela católica y el domingo prefieren irse al club
que llevarlos a Misa.
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El padre que antepone el bienestar económico a la convivencia y
comunicación familiar.
Un padre de familia que gasta su dinero en artículos de belleza para su
hija, y al hacerlo se queda sin el dinero necesario para atender un
problema de salud de esa misma hija.
Un padre pone en riesgo la unidad de la familia, dándole más
importancia a su propia diversión que a pasar tiempo con sus hijos y
mejorar su relación con ellos.
Una madre que prefiere su realización profesional a la educación y
formación de su familia.
Todos estos casos nos ponen de manifiesto una errónea escala de valores.
5. Reflexión y diálogo
¿Qué valores se ven en cada decisión?
¿Cuáles decisiones favorecen a la familia?
¿Qué acciones podríamos llevar a cabo en nuestra familia para
mejorar?
6. Textos de apoyo
"Pero el aspecto más profundo y esencial de la parábola es lo que Cristo dice sobre el cultivo de
la vid. Dios, creó al hombre, cuida de esta criatura suya. Como viñador, la cultiva. Y lo hace en
el modo que le es propio. Injerta la humanidad en la <
> de la divinidad de su Hijo
unigénito. El Hijo eterno y consustancial al Padre se hace hombre precisamente para esto. ¿Por
qué este <>? ¿Es posible injertar un sarmiento humano en esa Vid que es Dios
hecho hombre? La respuesta de la Revelación es clara: el hombre desde el inicio fue llamado a
la existencia como imagen y semejanza de Dios (cf. Gen 1, 27) y, por tanto, su humanidad
encierra siempre en sí algo divino. La humanidad del hombre puede ser <> también
de esta manera sobrenatural. Aún más, en la actual economía de la salvación, sólo mediante su
inserción en la divinidad de Cristo el hombre puede realizarse en plenitud. Si rechaza esta
inserción, se condena en cierto sentido a una humanidad incompleta.” (Juan Pablo II, Memoria e
identidad, p. 124. 2005).
"El amor es una exigencia que no me deja intacto. En él no puedo limitarme a seguir siendo yo a
secas, sino que he de perderme una y otra vez al ser desbastado, al ser herido. Y precisamente
esta herida para sacar a relucir mis mejores posibilidades forma parte, en mi opinión, de la
grandeza, del poder curativo del amor. En este sentido, no se debe imaginar un amor puramente
romántico, que cae del cielo sobre ambos cuando se han encontrado y que a partir de entonces
todo irá sobre ruedas. El amor hay que entenderlo como pasión. Sólo cuando se está dispuesto a
soportarlo como pasión, aceptándose siempre de nuevo el uno en el otro, madurará una pareja
para toda la vida. Si, por el contrario cuando las cosas se ponen críticas se dice que hay que
evitarlo y se separan, uno prácticamente se priva de la verdadera oportunidad que ofrece la
convivencia entre hombre y mujer y, por tanto, de la realidad del amor." (Joseph Ratzinger,
Dios y el mundo, p. 79. 2002).
7. Síntesis conclusiva
Los valores son dones de Dios a la naturaleza humana.
Las virtudes son hábitos buenos promovidos por la voluntad a base de
la repetición de actos para orientarnos al bien.
La justa jerarquía de valores y su sentido cristiano son la clave del
quehacer humano, para obtener la vida eterna.
8. Compromiso
• Desarrollar los valores puestos por Dios en nuestra naturaleza y ayudar a los demás en esta
tarea.
• Hacer de nuestra familia el mejor lugar para desarrollar los valores.
9. Oración final
"Deme Dios hablar según deseo y pensar dignamente de los dones recibidos, porque Él es el
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guía de la sabiduría y el que corrige a los sabios. Porque en sus manos estamos nosotros y
nuestras palabras y toda la prudencia y la pericia de nuestras obras. Porque Él nos da la ciencia
verdadera de las cosas, y el conocer la constitución del universo y la fuerza de los elementos."
(Sabiduría 7, 15-17).
10. Glosario
• Desbastado: Debilitado.
• Innato: Connatural y nacido con el mismo sujeto.
• Madurez: Esfuerzo por armonizar las facultades humanas para servir a los demás.
• Madurez sobrenatural: Armonizar las facultades humanas conforme a la Voluntad de Dios.
• Persona humana: Ser corpóreo espiritual hecho a imagen y semejanza de Dios.
• Valores: Son las perfecciones que Dios puso en las personas y en las cosas. Cualidades y
características dignas de ser apreciadas, que se identifican con lo bueno o positivo y que hacen
buena a una persona. El valor se orienta al buen ser y al buen hacer de la persona.
• Valores humanos: Son los dones que Dios da y que el hombre debe desarrollar para su bien
integral.
• Valores cristianos: Son los valores humanos a la luz del Evangelio.
• Virtudes: Hábitos y disposiciones del alma para las acciones buenas conforme a la ley moral y
que se ordenan a la felicidad eterna de la persona.
11. Bibliografía
Sagrada Biblia.
Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica.
Conferencia del Episcopado Mexicano. Compendio de la Doctrina Social
de la Iglesia. 2005.
Juan Pablo II. Memoria e identidad. 2005.
Joseph Ratzinger. Dios y el mundo. 2002.
TEMA 02: LA FAMILIA, VALOR Y ESCUELA DE VALORES POR LA
PALABRA Y EL TESTIMONIO DE LOS PADRES
La familia es en sí misma un gran valor y al mismo tiempo es la fuente de otros muchos valores.
La familia permite que, en la conciencia y en la vida de sus miembros, nazcan la mayoría de los
valores por la convivencia diaria y concreta entre sus miembros. De aquí la importancia tan
grande del mutuo testimonio en especial por parte de los padres.
Objetivos:
Redescubrir a la familia como fuente de felicidad.
La felicidad está en cumplir con los fines que Dios le asignó a la
familia.
En la familia se aprende a apreciar y a vivir los valores.
1. Oración
Padre de bondad, queremos que seas el fiel testigo del amor que reina en nuestras familias, pero
para ello necesitamos de tu fortaleza, de tu sabiduría y de una fe recia. Te lo pedimos por la
intercesión de Jesucristo nuestro hermano y Señor. Amén.
2. Lectura bíblica
“Subió también José desde Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que
se llama Belén, por ser él de la casa y familia de David, para empadronarse con María, su
esposa, que estaba encinta. Y sucedió que, mientras ellos estaban allí, se le cumplieron los días
del alumbramiento, y dio a luz a su hijo primogénito, le envolvió en pañales y le acostó en un
pesebre, porque no tenían sitio en el alojamiento.” (Lucas 2,4-7).
3. Desarrollo del tema
¿Te has puesto a pensar en lo que los anuncios de la calle, de la televisión y de la radio nos
transmiten en realidad? Al parecer nos han bombardeado de publicidad que vende una vida
“light”, una vida egoísta, en la que sólo se debe buscar el placer, el poder, el parecer y el poseer.
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Cuando en la vida sólo deseamos nuestra propia satisfacción y bienestar, dejan de tener sentido
la fidelidad, la generosidad, la paciencia, la tolerancia, el sacrificio,… el amor.
En nuestra sociedad, se ha substituido el amor por el egoísmo, porque nos insisten en que sólo
pensemos en nosotros mismos, en vivir la vida al máximo y en disfrutarla, sin importar las
consecuencias. Estos valores se han hecho una realidad en muchos adultos, pero también en los
jóvenes, a quienes se les impulsa a darse gusto en todo. “Haz lo que te guste y si hay algo que
pagar después, alguien más lo arreglará por ti, comprando esto o lo otro”.
Pero, ¿cómo podemos contrarrestar tantos mensajes egoístas del mundo? Tenemos una gran
arma: la familia. La familia es el lugar en donde niños, jóvenes y adultos aprenden a amar. El
amor incluye el sacrificio, el ceder, la ayuda mutua, el buscar el bien de los demás y no sólo el
propio.
La familia es la mejor escuela, en donde todos aprenden en carne propia. Por eso, los padres y
los hijos deben aprovechar el tiempo que puedan, para platicar de los valores que el mundo les
quiere quitar. De lo contrario, las preguntas esenciales de la vida, quedarán como un sinsentido
que arrasará a todos.
Cuando uno no ha sufrido, es difícil saber que se necesita a Dios, pues al parecer uno se las sabe
de todas, todas. Cuando uno se sabe limitado, impotente, puede sentirse pequeño delante de
Dios y reconocer que sin Él no se puede nada. Jesús es el único que nos libera de este vacío. Es
entonces, cuando se experimenta en carne propia la misericordia de Dios, pues se sabe que no
por los propios méritos, se es tremendamente amado por Él. Y este amor es el que transforma,
pues saca del egoísmo para llevar a la compasión, a la comprensión y a la ayuda a los otros.
¡Qué felices son las familias que se saben amadas por Dios!
Hay que saber educar en los valores. Lo importante para las personas es saber por qué se hacen
las cosas, qué sentido tiene hacerlas y cómo realizarlas en la vida cotidiana, fundamentalmente
en el seno familiar. La familia, es escuela de valores donde se educan, por contagio, todos los
que la integran. Es en la familia en donde se crean vínculos afectivos, en donde se quiere a cada
uno por lo que es, con cualidades y defectos.
Todos los padres quieren que sus hijos sean felices y lo serán en la medida en que vean que sus
padres lo son. La mejor referencia es la vida de los padres.
El primer gran valor que los hijos deberán aprender es el de amar, porque
cuando hemos aprendido a amar, lo hemos aprendido todo. Amar
conlleva muchos valores: olvido de sí, generosidad, fortaleza,
flexibilidad, comprensión, etc. Madre Teresa de Calcuta nos recuerda
que “amar es no detenerse”.
Hay que saber responsabilizar a los hijos de sus actos, pero a la vez hay
que saberles exigir con constancia sobre aquellas tareas que ellos
deberán realizar. Educarlos con disciplina y orden, ya que esto los
ayudará a madurar y crecer en todas las formas.
Fomentar entre todos los miembros de la familia el diálogo, la
comunicación, la aceptación, la escucha y el respeto, ya que esto
conllevará a la armonía y a saber apreciar a los otros.
Y por último, no podemos dejar de mencionar que debemos educar en la
religión, como el valor supremo del ser, ya que debemos reconocer por
encima de todos los valores a Dios.
4. Caso o hecho de vida
Un matrimonio vivía muy feliz. Habían procreado 4 hijos, el mayor de 12 años, otro niño de 10
años, luego una niña de 6 años y otra niña de 2 años. Sucedió que el esposo enfermó de cáncer,
pero sabía llevar con paciencia su enfermedad. Un día, la señora tomó la decisión de llevarse a
la hija de 2 años, la más pequeña, e irse a la casa de sus padres. El papá le pedía a alguno de sus
hijos que le pasara algunas verduras para poder comer, y él les iba diciendo a los niños cómo
prepararlas para que hicieran un caldo de pollo; él limpiaba los ingredientes y el hijo mayor los
cocinaba. A la niña de 6 años, la ponía a tender las camas y al de 10 años le pedía que barriera o
hiciera otras cosas. El papá debido a su enfermedad, requirió un tanque de oxígeno, que los
vecinos le prestaron. Sin embargo, como era eléctrico, cuando se iba la luz, tenía muchos
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problemas para respirar. Un día el esposo murió y cuando esto sucedió, regresó la señora y
convenció a los niños para que se fueran con ella.
5. Reflexión y diálogo
Es verdad, que el día que recibimos el Sacramento del Matrimonio,
hicimos juntos ante el Señor, una promesa, en la cual nos
comprometimos a ser fieles en lo próspero y en lo adverso, en la salud y
en la enfermedad todos los días de la vida. ¿Y lo hemos sabido cumplir?
¿Dios nos ha dado a los hijos para que ellos cumplan con nuestra tarea?
O bien,
¿nos los ha dado para que nosotros como sus padres los sepamos educar
y guiar en el camino de la verdad, del amor, dándoles buen ejemplo?
¿He sabido inculcar en mis hijos una escala de valores, recta, firme, y
verdadera?
¿Doy testimonio de vida cristiana en mi familia, comenzando con mi
cónyuge y luego transmitiéndoles a mis hijos los valores reales de la vida
de fe y de oración?
6. Textos de apoyo
“Aun en medio de las dificultades, hoy a menudo agravadas, de la acción educativa, los padres
deben formar a los hijos con confianza y valentía en los valores esenciales de la vida humana.
Los hijos deben crecer en una justa libertad ante los bienes materiales, adoptando un estilo de
vida sencillo y austero, convencidos de que «el hombre vale más por lo que es que por lo que
tiene».
En una sociedad sacudida y disgregada por tensiones y conflictos a causa del choque entre los
diversos individualismos y egoísmos, los hijos deben enriquecerse no sólo con el sentido de la
verdadera justicia, que lleva al respeto de la dignidad personal de cada uno, sino también y más
aún del sentido del verdadero amor, como solicitud sincera y servicio desinteresado hacia los
demás, especialmente a los más pobres y necesitados. La familia es la primera y fundamental
escuela de socialidad; como comunidad de amor, encuentra en el don de sí misma la ley que la
rige y hace crecer. El don de sí, que inspira el amor mutuo de los esposos, se pone como modelo
y norma del don de sí que debe haber en las relaciones entre hermanos y hermanas, y entre las
diversas generaciones que conviven en la familia. La comunión y la participación vivida
cotidianamente en la casa, en los momentos de alegría y de dificultad, representa la pedagogía
más concreta y eficaz para la inserción activa, responsable y fecunda de los hijos en el horizonte
más amplio de la sociedad. [Juan Pablo II. Exhortación Apostólica Familiaris Consortio (Sobre
la misión de la familia cristiana en el mundo de hoy), No. 37. 1981].
“La familia cristiana está fundada en el sacramento del Matrimonio entre un varón y una mujer,
signo del amor de Dios por la humanidad y de la entrega de Cristo por su esposa, la Iglesia.
Desde esta alianza de amor, se despliegan la paternidad y la maternidad, la filiación y la
fraternidad, y el compromiso de los dos por una sociedad mejor.
El varón desde su especificidad, está llamado por el Dios de la vida a ocupar un lugar original y
necesario en la construcción de la sociedad, en la generación de la cultura y en la realización de
la historia.” (Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe. Documento
Conclusivo de Aparecida, Cap. 9. 2007).
7. Síntesis conclusiva
Lo importante para las personas es saber: ¿por qué hacemos las cosas,
qué sentido tiene hacerlas y cómo podemos realizarlas en la vida
cotidiana, fundamentalmente en el seno familiar?
Tenemos una gran arma: la familia. La familia forma los valores
humanos y cristianos de cada uno de sus integrantes.
La familia es el lugar en donde niños, jóvenes y adultos aprenden a
amar.
Cuando hemos aprendido a amar, lo hemos aprendido todo.
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8. Compromiso
• Hacer nuestra la frase que dice: “La palabra mueve, pero el ejemplo arrastra”.
9. Oración final
Dios Padre, sé Tú el que guíe nuestros pasos, el que forme a nuestros hijos, el que modele
nuestro comportamiento. Queremos dejarnos hacer por ti, como el barro en manos del alfarero,
para que podamos ser lo que Tú has planeado para cada uno de nosotros. Permítenos
corresponder al amor que Tú nos das. Te lo pedimos por la intercesión amorosa de nuestra
madre y señora Santa María de Guadalupe. Amén.
10. Glosario
Egoísmo: Inmoderado amor de sí mismo que antepone a todos la
conveniencia y el interés propio, incluso en perjuicio de los demás.
Familia: Conjunto compuesto de un matrimonio y sus hijos, y en un
sentido amplio, todas las personas unidas por un parentesco, ya vivan
bajo el mismo techo, ya en lugares diferentes.
Fidelidad: Exactitud en cumplir con sus compromisos. Constancia en el
afecto. Obligación recíproca de los cónyuges, de no cometer adulterio.
Exactitud, veracidad.
Light: Persona o cosa superficial.
11. Bibliografía
Juan Pablo II. Exhortación Apostólica Familiaris Consortio (Sobre la
misión de la familia cristiana en el mundo de hoy). 1981.
Benedicto XVI. Carta Encíclica Deus Caritas Est (Sobre el amor
cristiano). 2005.
Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe.
Documento Conclusivo de Aparecida, Cap. 9. 2007.
Catecismo de la Iglesia Católica.
TEMA 03: EL AMOR FUENTE DE VALORES:
Amor, caridad, respeto, libertad en la verdad, generosidad, desprendimiento de los hijos que
abandonarán a la familia para formar nuevas familias o para dedicarse a una vocación religiosa.
Objetivos:
Definir el auténtico amor en su dimensión natural y sobrenatural.
Mostrar cómo se expresa de diversas maneras el amor en familia.
Obtener consecuencias prácticas del amor.
1. Oración
Padre te pedimos que te manifiestes DÍA a DÍA para crecer en caridad con nuestra familia y
poder llevar a cabo tu plan de amor. Si retrocedemos en nuestro camino, toma nuestro corazón y
modela nuestra vida para poder agradarte. Que con tu ayuda podamos manifestar a cada uno de
los miembros de nuestra familia lo que Tú nos has enseñado: “Ámense los unos a los otros
como yo los he amado”. Espíritu Santo ilumina nuestra conciencia para que nuestro esfuerzo no
sea estéril y por tu bondad infinita no apartemos nuestra mirada de Ti. Te lo pedimos por Cristo
nuestro Señor. Amén.
2. Lectura bíblica
“Aunque hable la lengua de los hombres y de los ángeles, si no tengo caridad, soy como bronce
que suena o címbalo que retiñe. Aunque tenga el don de profecía y conozca todos los misterios
y toda la ciencia; aunque tenga plenitud de fe, como para trasladar montañas, si no tengo
caridad, nada soy. Aunque reparta todos mis bienes y entregue mi cuerpo a las llamas, si no
tengo caridad, en nada me aprovecha. La caridad es paciente, es amable; la caridad no es
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envidiosa, no es jactanciosa, no se engríe, es decorosa, no busca su interés, no se irrita, no toma
en cuenta el mal, no se alegra de toda injusticia; se alegra con la verdad. Todo lo excusa. Todo
lo cree. Todo lo espera. Todo lo soporta. La caridad no acaba nunca.” (I Corintios 13, 1-8).
3. Desarrollo del tema
El amor es la búsqueda del bien del otro o de sí mismo. Buscar el bien nos muestra lo que es
realmente valioso, en cuanto que nos enriquece como persona, y no nos degrada rebajándonos a
animal o a un simple objeto de placer o utilidad para otros. Para poder lograr este tipo de amor
en la familia o en la sociedad, será muy importante entender lo que implica que el amor viene de
Dios.
El verdadero Amor que procede de Dios, Fuente del Amor, nos lleva a amar a Dios sobre todas
las cosas, a sentirlo como Padre amoroso y a reconocer a nuestro prójimo como a nuestro
hermano; por ser todos hijos de un mismo Padre. Esto conllevará por lo tanto a tratar al otro con
amor, con paciencia, con misericordia, con respeto y con generosidad. El Señor Jesús nos
enseña el auténtico amor y nos pide que amemos al prójimo como Él nos ama a nosotros. Cristo
se nos da totalmente y para siempre y busca nuestro bien, a pesar de nuestro comportamiento.
Con su presencia nos muestra el camino del bien y todos los valores verdaderamente humanos.
También nos corrige y advierte de todos los “valores” pasajeros que nos pierden.
La familia que quiere vivir el amor como eje y fuente de valores verdaderos, tiene que procurar
conocer a Cristo y configurarse con Él a través de la Eucaristía y el sacramento de la
Reconciliación, la oración, el rezo del rosario, las prácticas de misericordia. Todo esto nos
prepara para tener la inteligencia, la voluntad y los sentimientos necesarios para ser fieles a los
valores que nos manifiesta el amor.
4. Caso o hecho de vida
Una mujer viuda, muere dejando huérfanas a 3 hijas pequeñas, quienes quedan en custodia de la
abuela materna. Al amparo de ella crecieron con carencias, aunque nunca faltó el alimento
material y espiritual ya que luchó por darles educación, las sacó adelante, dándoles los valores
que poseía. Sabiendo escuchar, olvidándose de sí, con serenidad reflejaba su riqueza interior, su
espiritualidad. A veces la sorprendían orando, pues le pedían que intercediera para que les fuera
bien en la escuela, después con su primer novio y luego, para conseguir trabajo. Le preguntaba
la nieta mayor por qué siempre tenía una hermosa sonrisa. Contestaba que aprendió a ser
agradecida y le alababan su capacidad de amar a Dios para servir a los demás, pues tenía puesta
su esperanza en el más allá y les alentó a tener fe. La abuela falleció hace varios años, pero en
las nietas vive el recuerdo de la “mamá grande”. Las acogió con cariño, les transmitió
tradiciones, amor a su tierra, a ser unidas, solidarias con las necesidades de otros, pues en base a
su atención, cercanía y servicio les enseñó el Evangelio con su vida. Esta abuela evaluaba los
acontecimientos con sabiduría, les enseñó que es posible la buena convivencia con tolerancia y
respeto, les daba una proyección a futuro de los acontecimientos. No dejaba crecer los
problemas. Les transmitió las enseñanzas de la universidad de la vida, siempre abierta a
aprender, ya que estaba convencida que el mundo está en continuo movimiento. Se adaptaba a
los cambios. Su pasado, sus recuerdos, eran fuente de renovación y decía que a través de la
oración se sentía más libre interiormente, puesto que reconocía sus alegrías, sufrimientos y
logros. Antes de regresar al Padre, Doña Antonia con gozo recitó “La corona de los ancianos
son los hijos de los hijos”.
5. Reflexión y diálogo
¿Trato de aprender a amar como Dios me ama: con una entrega total? ¿O
amo para que me amen, me lo agradezcan o sólo si me caen bien?
¿Estoy dispuesto a amar a mi familia, amigos buscando siempre su bien
aunque a veces les duela o se enojen conmigo? ¿Soy paciente con mi
cónyuge? ¿O prefiero la comodidad de no meterme en problemas y así
tenerlos cerca de mí? ¿Soy capaz de amar a mi prójimo como a mi
mismo?
Cuando alguien hace algo mal ¿veo la manera de hacerle ver con amor su
error o lo lastimo con mis palabras o mi desprecio e incluso hasta veo
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cómo vengarme?
¿Soy consciente de que mi ejemplo de amor es la mejor manera de
educar en valores o creo que no sirve de nada mi generosidad y espíritu
de sacrificio? ¿Que estoy dispuesto a hacer por amor a Cristo?
6. Textos de apoyo
“La caridad es la virtud teologal por la cual amamos a Dios sobre todas las cosas y amar a
nuestro prójimo como a nosotros mismos” (Catecismo de la Iglesia Católica 1822). “Jesús hace
de la caridad un mandamiento nuevo: “Que os améis los unos a los otros como yo os he amado”
(C.I.C. 1823). “Si guardáis mis mandamientos permanecéis en mi amor” (C.I.C. 1824). “La
caridad es superior a todas las virtudes” (C.I.C. 1826). “La práctica de la vida moral animada
por la caridad, da al cristiano la libertad espiritual de los hijos de Dios” (C.I.C. 1828). “...El
camino de la caridad que es el amor de Dios y del prójimo, representa el mayor mandamiento
social que respeta al otro y a sus derechos, exige la práctica de la justicia y nos hace capaces de
ésta. Inspira una vida de entrega de sí mismo: ‘quien intente guardar su vida la perderá y quien
la pierda la conservará’ (C.I.C. 1889). “La caridad de Cristo es en nosotros la fuente de todos
nuestros méritos ante Dios...” (C.I.C. 2011). “...La caridad no hace mal al prójimo; la caridad es,
por lo tanto, la ley en su plenitud” (C.I.C. 2196). “La caridad es la forma de todas las
virtudes...” (C.I.C. 2346). “El amor conyugal, comporta una totalidad de la persona, cuerpo e
instinto, la fuerza del sentimiento y de la afectividad, aspiración del espíritu y de la voluntad;
mira a la pareja como una unidad profundamente personal más allá de la unión de la carne,
conduce a tener un solo corazón y una sola alma; exige la indisolubilidad y la fidelidad de la
donación recíproca por el amor; se abre a la fecundidad. Estas son características normales del
amor conyugal que purifica y consolida y que expresa todos los valores propiamente cristianos”
(C.I.C. 1643). “La familia cristiana es una comunión de personas, reflejo e imagen de la
comunión del Padre y del Hijo en el Espíritu Santo. Su actividad procreadora y educativa es
reflejo de la obra creadora de Dios. Es llamada a participar en la oración y el sacrificio de
Cristo. La oración cotidiana y la lectura de la Palabra de Dios fortalecen en ella la caridad. La
familia cristiana es evangelizadora y misionera” (C.I.C. 2205).
“La familia cristiana constituye una revelación y una actuación específicas de la comunión
eclesial; por eso... puede y debe decirse iglesia doméstica.” [Juan Pablo II. Exhortación
Apostólica Christifideles Laici (Sobre vocación y misión de los laicos en la Iglesia y en el
mundo), 21, cf. LG 11. 1988].
7. Síntesis conclusiva
Dios es amor y quiere que todos los hombres se amen. Dios nos ama con
amor personal e individual, y de este amor brotan todos los beneficios
que Él derrama sobre nuestras vidas.
El amor a Dios, y el verdadero amor al prójimo, se alimentan en la
oración y en los sacramentos vividos en familia.
El amor es el primero de todos los valores. Sin el amor los demás valores
quedan sin sentido como nos dice San Pablo: “Sin amor no soy nada”.
Este amor como valor y fuente de todos los demás valores lo tenemos
que vivir en primer lugar en nuestros deberes con la familia, en el
trabajo, con las amistades, etc.
8. Compromiso
• Que nuestro amor a Dios reflejado en el amor a Santa María de Guadalupe crezca más día con
día y que este amor se refleje en nuestra vida con todas las personas que me rodean sobre todo
con mi familia. Hoy le diré a mi familia cuánto la amo.
9. Oración final
Padre, Tú que al enviarnos a tu Hijo hecho hombre, quisiste que formáramos parte de una
familia humana, enseña a las familias las virtudes que resplandecieron en la casa de Nazaret.
Ayuda a los padres de familia para que sean testigos de la fe entre sus hijos. Que su testimonio
les haga conocer el rostro amoroso de Dios que por el Espíritu Santo nos has manifestado en Tu
10
Hijo Jesús a través de tu Iglesia, Una, Santa, Católica y Apostólica. Que su palabra ayude a los
hijos a conocer y vivir la fe cristiana y las virtudes que nos acercan a ti. Haz que las familias
permanezcan unidas como Tú, Jesucristo tu hijo y el Espíritu Santo son Uno, y sean vivo
testimonio de amor, de justicia y solidaridad; que sean escuela de respeto, de perdón y de mutua
ayuda; que sean fuente de vocaciones al sacerdocio, a la vida consagrada y a las demás formas
de intenso compromiso cristiano. Enséñanos a amar a tu Madre, María, como la amaste Tú.
¡Nuestra Señora de Guadalupe, Madre de América, ruega por nosotros!
10. Glosario
Valores: Son las perfecciones que Dios puso en las personas y en las
cosas. Cualidades y características dignas de ser apreciadas, que se
identifican con lo bueno o positivo y que hacen buena a una persona. El
valor se orienta al buen ser y al buen hacer de la persona.
Valores humanos: Sirven para tener una vida individual, y una
convivencia social, justa y humana: para ser personas. Forman parte de
una moral de mínimos, para llevar una vida digna.
Valores cristianos: Permiten llevar una buena vida de bautizado. Sus
valores guía son Jesucristo, Dios, el Evangelio, las bienaventuranzas, el
amor cristiano, la esperanza en la resurrección.
11. Bibliografía
Juan Pablo II. Exhortación Apostólica Christifideles Laici (Sobre
vocación y misión de los laicos en la Iglesia y en el mundo). 1988.
Juan Pablo II. Exhortación Apostólica Familiaris Consortio (Sobre la
misión de la familia cristiana en el mundo de hoy). 1981.
Juan Pablo II. El Papa de los mayores: sentido, vida y misión de los
mayores en la Iglesia y en la Sociedad. 1991.
Benedicto XVI. Carta Encíclica Deus Caritas Est (Sobre el amor
cristiano). 2005.
TEMA 04: EL VALOR DE LA VIDA Y DE LA PERSONA:
El respeto al no nacido, el derecho a la salud, el cuidado a los enfermos y ancianos.
Los padres colaboradores de Dios en la transmisión de la vida a los hijos.
La familia como lugar de personalización del ser humano.
Objetivos:
Reconocer la vida como don de Dios y la colaboración de la familia en
este don.
Valorar la dignidad de la persona humana.
Apreciar la familia como el lugar donde se desarrolla la persona
humana.
1. Oración
Oh Dios, de quien proviene toda paternidad en el cielo y en la tierra, Padre, que eres amor y
vida, haz que toda la familia humana en la tierra llegue a ser, mediante tu Hijo Jesucristo, nacido
de mujer, y mediante el Espíritu Santo, fuente divina de caridad, un verdadero santuario de la
vida y del amor para las generaciones que continuamente se renuevan. Haz que tu gracia guíe
los pensamientos y las obras de los cónyuges para el bien de sus familias y de todas las familias
del mundo. Haz que las jóvenes generaciones encuentren en la familia un firme sostén para su
humanidad y crecimiento en la verdad y en el amor. Haz que el amor, reforzado por la gracia del
sacramento del matrimonio, se muestre más fuerte que cualquier debilidad y que cualquier
crisis, a través de la que, a veces, pasan nuestras familias. Haz, finalmente, te lo pedimos por
intercesión de la Sagrada Familia de Nazaret, que la Iglesia, en medio de todas las naciones de
la tierra pueda cumplir fructuosamente su misión en la familia y mediante la familia. Por Cristo
Nuestro Señor, que es el camino, la verdad y la vida por los siglos de los siglos, Amén. (Oración
por la familia, Juan Pablo II).
11
2. Lectura Bíblica
“Y creó Dios el hombre a imagen suya: a imagen de Dios le creó; macho y hembra los creó. Y
los bendijo Dios y les dijo: “Sean fecundos y multiplíquense, y llenen la tierra y sométanla”
(Gen 1, 27-28).
3. Desarrollo del tema
Dios ha creado al hombre a su imagen y semejanza, llamándolo a la existencia por amor, lo ha
llamado al mismo tiempo al amor. Dios es amor y vive en sí mismo un misterio de comunión de
amor. Creándolo a su imagen y conservándolo continuamente en el ser, Dios inscribe en la
humanidad del hombre y de la mujer la vocación, y consiguientemente la capacidad y la
responsabilidad, del amor y de la comunión. El amor es, por tanto, la vocación fundamental e
innata de todo ser humano. Cuerpo material y alma espiritual forman la persona humana. El
cuerpo es cuerpo humano porque está presente el alma, y el alma es alma humana porque
vivifica un cuerpo.
Esta dignidad que nos manifiesta la palabra de Dios, es corroborada por los recientes hallazgos
de la ciencia médica, que muestran cómo el embrión humano posee todo lo necesario, como un
ser humano completo, de modo independiente, aunque necesitado del apoyo materno. Por ello,
la vida humana ha de respetarse desde el primer instante de su aparición en el seno materno y el
aborto se convierte en un asesinato contra un ser humano inocente. Las consecuencias del
atentado contra la vida humana en el seno materno, son gravísimas, incluso para la mujer que
toma esta decisión, a veces empujada por otras personas o por las circunstancias. Tanto daño y
tanto dolor nos invitan a reflexionar sobre la sacralidad inviolable de la vida humana desde su
inicio.
Así como la vida humana se ha de respetar en sus comienzos, también se le ha de reconocer su
dignidad en sus momentos finales. La eutanasia, aplicada a los enfermos o ancianos, es una
salida falsa ante el sufrimiento. La dignidad de la persona pide que no se quite la vida a ningún
ser humano a causa de las circunstancias en las que éste se encuentra. Los enfermos terminales
deben tener garantizada: asistencia alimenticia, calmantes, higiene, la presencia humana del
personal sanitario y de sus familiares, así como el adecuado acompañamiento espiritual.
El hombre y la mujer han recibido de Dios una participación de su poder más exclusivo, el
poder del don de la vida. Dios se sirve de los esposos para formar el cuerpo humano, en cambio,
la realidad espiritual, es la huella directa de Dios en el hombre. La familia es el primer ambiente
vital que encuentra el hombre al venir a este mundo, y su experiencia es decisiva para siempre.
Es importante cuidar y proteger a la familia, para que pueda cumplir adecuadamente las
funciones específicas que le son confiadas por la naturaleza y confirmadas por la revelación
cristiana.
En el matrimonio y en la familia se constituye un conjunto de relaciones interpersonales:
relación conyugal, paternidad-maternidad, filiación, fraternidad, mediante las cuales toda
persona humana queda introducida en la familia humana. La procreación humana supone la
colaboración responsable de los esposos con el amor fecundo de Dios, de ahí que la vida de
todo ser humano ha de ser respetada de modo absoluto desde el momento mismo de la
concepción hasta el momento de la muerte.
4. Caso o hecho de vida
Una mujer que espera su quinto bebé decide abortar porque no tiene
dinero. ¿Cuál es la diferencia entre matar al segundo que tiene cuatro
años y al bebé que está en su seno? Cada vida es única e irrepetible y
cualquier vida tiene todo el valor posible. Si hubiese una sola vida que
no fuese importante, ninguna sería importante.
Manuel tiene cáncer terminal, tiene dolores, la familia decide que es
“una obra buena” terminar con su existencia. Valor del sufrimiento.
Los papás platican delante de los hijos sobre la mala salud del abuelo y
lo inútil que ya es a causa de su senilidad.
5. Reflexión y Diálogo
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• ¿Cuál es el valor de la vida en el ambiente que me rodea? ¿Sabemos apreciar el valor y
dignidad de cada uno de los niños que vienen al mundo?
• ¿Cuál es nuestra actitud ante el misterio de la enfermedad y el sufrimiento? ¿Qué sentido tiene
el sufrimiento?
• ¿Nos hemos dejado ganar por las campañas antinatalistas? ¿cómo entendemos la paternidad
responsable?
6. Textos de Apoyo
“El don de la vida, que Dios Creador y Padre ha confiado al hombre, exige que éste tome
conciencia de su inestimable valor y lo acoja responsablemente. Este principio básico debe
colocarse en el centro de la reflexión encaminada a esclarecer y resolver los problemas morales
que surgen de las intervenciones artificiales sobre la vida naciente y sobre los procesos
procreativos... Porque Dios es bueno, Dios da a los hombres para indicar el camino de la vida,
sus mandamientos y la gracia para observarlos; y también porque es bueno, Dios ofrece siempre
a todos para ayudarles a perseverar en el mismo camino, su perdón. Cristo se compadece de
nuestras fragilidades: El es nuestro Creador y nuestro Redentor. Que su Espíritu abra los ánimos
al don de la paz divina y a la inteligencia sus principios.” [Congregación para la Doctrina de la
Fe. Instrucción Donum Vitae (Sobre el respeto de la vida humana naciente y la dignidad de la
procreación). 1987].
“El sí personal y recíproco del hombre y de la mujer abre el espacio para el futuro, para la
auténtica humanidad de cada uno, y al mismo tiempo está destinado al don de una nueva vida.
Por este motivo, este sí personal tiene que ser necesariamente un sí que es también públicamente
responsable, con el que los cónyuges asumen la responsabilidad pública de la fidelidad, que
garantiza también el futuro para la comunidad... De esto se deriva una consecuencia evidente: la
familia y la Iglesia, en concreto las parroquias y las demás formas de comunidad eclesial, están
llamadas a la más íntima colaboración en esa tarea fundamental que está constituida,
inseparablemente, por la formación de la persona y la trasmisión de la fe. Sabemos bien que
para que tenga lugar una auténtica obra educativa no basta una teoría justa o una doctrina que
comunicar. Se necesita algo mucho más grande y humano, esa cercanía, vivida diariamente, que
es propia del amor y que encuentra su espacio más propicio ante todo en la comunidad familiar,
y después en una parroquia o movimiento o asociación eclesial, en los que se encuentran
personas que prestan atención a los hermanos, en particular a los niños y jóvenes, así como a los
adultos, los ancianos, los enfermos, las mismas familias, porque, en Cristo, les aman.”
(Reflexiones del Papa Benedicto XVI sobre el matrimonio y la familia. 2005).
“Puesto que los padres han dado la vida a los hijos, tienen la gravísima obligación de educar a la
prole, y por tanto hay que reconocerlos como los primeros y principales educadores de sus hijos.
Este deber de la educación familiar es de tanta trascendencia que, cuando falta, difícilmente
puede suplirse. Es, pues, deber de los padres crear un ambiente de familia animado por el amor,
por la piedad hacia Dios y hacia los hombres, que favorezca la educación integra personal y
social de los hijos. La familia es, por tanto, la primera escuela de las virtudes sociales, que todas
las sociedades necesitan.” [Concilio Ecuménico Vaticano II. Constitución Pastoral Gaudium Et
Spes (Sobre la Iglesia en el mundo actual). 1965].
7. Síntesis conclusiva
La dignidad de la persona humana se deriva de haber sido creada a
imagen y semejanza de Dios. La vida es un don, que Dios Creador y
Padre ha confiado al hombre.
Toda vida humana, por su dignidad debe ser respetada desde su inicio
hasta la muerte natural.
Según el designio de Dios, el matrimonio es el fundamento de la
comunidad más amplia que es la familia, ya que el matrimonio se orienta
hacia el amor conyugal y la responsable procreación y educación de los
hijos.
La familia, fundada y vivificada por el amor, es una comunidad de
personas: del hombre y de la mujer esposos, de los padres y de los hijos,
de los parientes. El seno de la familia debe ser el mejor lugar para
13
proteger la vida.
8. Compromiso
Recordar que somos hijos de Dios. (Filiación divina). Fomentar el
respeto a la vida en todas sus etapas.
Concientizar a los esposos y a las familias cristianas, en virtud de la
gracia recibida en el sacramento, que su misión debe ponerse al servicio
de la edificación de la Iglesia y de la construcción del Reino de Dios.
9. Oración final
Pongamos todo nuestro esfuerzo bajo la protección de la Santísima Virgen, la gran educadora de
Cristo y la gran educadora de todos aquellos que se esfuerzan por asimilarse a Él; la gran
modelo de todos aquellos que se comprometen a seguir a Cristo para extender su Reino, y
digamos: Santa María Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de
nuestra muerte. Amén.
10. Glosario
Dignidad humana: Reside en el hecho de que la persona humana es un
ser único, insustituible, dotado de intimidad, de inteligencia, voluntad,
libertad, capacidad de amar y de abrirse a los demás, creado por Dios a
su imagen y semejanza, redimido por Cristo y llamado a la
Bienaventuranza del Cielo.
Eutanasia: Acción u omisión que, para evitar sufrimientos a personas
disminuidas, enfermas o moribundas pone fin a la vida. Es moralmente
inaceptable.
Aborto: Es la interrupción del embarazo por causas naturales o
deliberadamente provocadas. El aborto directo, es decir, buscado como
un fin o como un medio, es una práctica infame (cf. GS 27, 3),
gravemente contraria a la ley moral. La Iglesia sanciona con pena
canónica de excomunión este delito contra la vida humana.
11. Bibliografía
Paulo VI. Encíclica Humanae Vitae (Sobre la regulación de la natalidad).
1968.
Concilio Ecuménico Vaticano II. Constitución Pastoral Gaudium Et Spes
(Sobre la Iglesia en el mundo actual). 1965.
Juan Pablo II. Exhortación Apostólica Familiaris Consortio. 1981.
Pontificio Consejo para la Familia. Carta de los derechos de la familia.
1983.
Congregación para la Doctrina de la Fe. Instrucción Donum Vitae (Sobre
el respeto de la vida humana naciente y la dignidad de la procreación).
1987.
TEMA 05: LOS VALORES DEL ESPÍRITU:
Estado de Gracia, Fe, oración, vida espiritual, santidad, apertura a la vocación de los hijos.
Objetivo:
Dones sobrenaturales: Fe, Esperanza y Caridad.
Los sacramentos, fuente de Gracia. Gracias del sacramento del
matrimonio.
La respuesta en familia: Escuela de oración y vida sacramental.
1. Oración
Jesús, que nuestra familia sea un fiel reflejo de tu Sagrada Familia de Nazaret viviendo la vida
espiritual que tuviste con José y María, y enséñanos a orar y vivir en santidad. Amén.
2. Lectura bíblica
“Salió y, como de costumbre, fue al Monte de los Olivos; los discípulos le siguieron. Llegando
14
al lugar les dijo “Pidan que no caigan en tentación”. Se apartó de ellos como un tiro de piedra, y
puesto de rodillas oraba diciendo “Padre, si quieres, aparta de mí esta copa; pero no se haga mi
voluntad sino la tuya.” (San Lucas 22, 39-43).
3. Desarrollo del Tema
Los valores del espíritu abren a la trascendencia más elevada, por tanto, son los valores que nos
abren al trato con Dios.
Estado de Gracia.
La Gracia es un don de Dios que recibimos en el Bautismo gratuitamente a través de los méritos
de Jesucristo, quien con su muerte y resurrección nos devolvió la vida sobrenatural. En Cristo
redentor y salvador, la imagen de Dios en el hombre ha sido restaurada y ennoblecida. El estado
de gracia es estar en amistad con Dios. Perdemos nuestro estado de gracia cuando pecamos.
Dios lo restaura por medio de la oración y el sacramento de la confesión. Todos los hombres
somos llamados a un mismo fin que es Dios. El cristiano realiza su vocación dentro de la Iglesia
en comunión con todos los bautizados.
La Fe.
La fe es la virtud teologal por la que creemos en Dios y en todo lo que Él nos ha dicho y
revelado, y que la Santa Iglesia nos propone, porque Él es la verdad misma. La fe hace posible
el contacto con Dios, y por ella vemos todo como con sus ojos. La fe es apoyarse en Dios, en su
poder infinito y en su amor ilimitado revelado en Jesucristo. La madurez en la fe se da a través
del cumplimiento de la Voluntad de Dios. Si nuestra fe no es una adhesión llena de amor a la
Voluntad de Dios, es debido a que es una fe débil, que se derrumba ante las dificultades, que
inevitablemente se presentan en nuestras vidas. Una fe auténtica nos permite sufrir, luchar, caer
y levantarnos, sobrellevando con alegría las cruces que impliquen la fidelidad a Cristo. La
familia cristiana ha sido llamada, “Iglesia Doméstica”, por ser una comunidad de fe, esperanza y
caridad. La familia es la principal transmisora de la fe. En el seno de la familia se enseña a orar,
a conocer la Palabra de Dios y a vivir todas las virtudes, especialmente la caridad. Dado que la
fe tiene una dimensión comunitaria, la familia cristiana está llamada a ser evangelizadora en la
sociedad que la rodea.
La Oración.
La oración cristiana es una relación entre Dios y el hombre en Cristo. Es acción de Dios y del
hombre; brota del Espíritu Santo y de nosotros, dirigida al Padre, en unión con el Hijo de Dios
hecho hombre. La oración es un diálogo personal con Dios, como entre un padre y un hijo, o
dos amigos. Es necesario amar la oración, anhelar los ratos de diálogo con Él. La oración es
cristiana porque nos une a Cristo y se extiende por la Iglesia que es su Cuerpo. La oración es
parte esencial de nuestra formación como cristianos; promueve la fe, cultiva el amor y nutre la
esperanza. La oración en el hogar hace de las familias pequeñas iglesias. Dios llama al ser
humano y la oración surge en él como respuesta a Dios. El corazón amoroso y humilde se
vuelve una morada de Dios y se encuentra con el Creador. La oración nos obtiene las gracias
necesarias para alcanzar la salvación eterna. Los apóstoles, al contemplar a Jesús, desearon
aprender cómo orar. Cristo nos enseñó el Padre Nuestro que es el compendio de toda oración.
En él se resume todo el Evangelio: pedimos todo lo que podríamos desear con rectitud y en el
orden que conviene pedirlo, enseña cómo dirigirnos a nuestro Padre, con toda confianza,
dignifica nuestra vida reconociendo la Divinidad y Santidad de nuestro Padre, da la llave para
obtener vida eterna, haciendo la Voluntad del Padre, enseña a amar, a perdonar y a orar.
Vida Espiritual.
La vida de oración es el fundamento de toda vida espiritual. La vida espiritual es la unión
personal y constante con Dios. Es la identificación de corazón con la Voluntad de Dios,
teniendo los mismos sentimientos de Cristo. La vocación del cristiano se realiza a través de la
vida espiritual. Los sacramentos promueven la vida espiritual y ayudan a seguir el ejemplo de
Jesucristo. Para la vida espiritual es indispensable la Celebración Eucarística, centro de la vida
15
cristiana; y fortaleza para construir la familia en Cristo. La lectura de la Biblia hecha con
constancia nos hace crecer en la vida espiritual. La devoción a Nuestra Madre Santísima es un
elemento básico para perseverar en la vida espiritual. El Rosario es la devoción por excelencia a
la Virgen, especialmente en familia, así como el Ángelus. El progreso en la vida espiritual es un
camino de perfección que todos los cristianos estamos llamados a seguir. Es el camino de la
santidad.
La Santidad.
Pensamos a veces, que la santidad es privilegio de pocos elegidos o los llamados a consagrar su
vida a Dios. Ser santo es la misión de cada cristiano. A través del Bautismo hemos sido
llamados a la santidad que es la presencia de Dios en el corazón del creyente. Todos los fieles
cristianos, de cualquier estado o condición, son llamados a la plenitud de la vida cristiana y a la
perfección de la caridad. El camino de la santidad de los cristianos comienza en los deberes
diarios y en la familia, con pequeños actos de amor, en el matrimonio, el sacerdocio, la vida
religiosa, el trabajo, el descanso, la escuela, etc. La Santidad en el cristiano es obra de Jesús que
nos enseña a amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos. Cristo, a
través de su Iglesia, nos guía en el camino de la santidad. Si aceptamos la santidad y el camino
al que estamos llamados como la voluntad de Dios en nuestras vidas, buscaremos permanecer
en estado de Gracia.
Apertura a la Vocación.
En la Iglesia, todos tienen una vocación. La vocación a la santidad en el matrimonio, es
fundamental para que surjan familias que formen cristianos íntegros para la Iglesia y la
sociedad. Por otra parte, Cristo, por amor, elige a algunos hombres y mujeres y les invita a que
le acompañen y colaboren estrechamente con Él en su misión redentora. De modo especial
usamos la palabra “vocación” cuando nos referimos a las personas llamadas a la vida sacerdotal
o consagrada. Si un joven advierte en su conciencia que Dios le llama a ser sacerdote o a la vida
religiosa está experimentando el llamado de Cristo a sus primeros discípulos: “Yo los haré
pescadores de hombres” (Lc. 5,10). El discernimiento vocacional se realiza en el marco de la
oración, de la escucha a la voz del Espíritu Santo en la conciencia, de la vida sacramental, de la
entrega al apostolado y de la sincera apertura al querer de Dios sobre la propia vida. Es de gran
ayuda la guía de un confesor o director espiritual competente. También es muy importante el
respeto y el apoyo familiar hacia este discernimiento.
4. Caso o hecho de vida
La familia Rodríguez aprendió a vivir en la fe desde sus abuelos, misma que supo inculcar y
vivir con sus hijos. La vida de oración floreció como algo natural en su hogar, haciendo a Dios
un habitante más en su casa, rezaban el rosario en familia, oraban en la mañana y en la noche,
participaban en la vida parroquial, extendiendo más allá del núcleo familiar su testimonio de
amor, paz interior, de alegría y de felicidad. Todo esto llevó a un testimonio vivo de fe, para que
con una gran generosidad, amor y aceptación, florecieran dos vocaciones a la vida religiosa y
otra al matrimonio en su familia.
5. Reflexión y diálogo
¿Como vivimos la fe en la familia? ¿Oramos juntos en familia?
¿Practicamos los valores espirituales en nuestra familia?
¿Estamos conscientes de que Dios quiere que cada uno de nosotros sea
santo?
¿Nos mantenemos en estado de gracia (asistiendo a misa,
confesándonos, comulgando, cumpliendo los mandamientos)?
Si Dios llamara a uno de mis hijos a la vida religiosa: ¿apoyaría a mi
hijo?
6. Textos de apoyo
“El Señor Jesús que pasó por la tierra haciendo el bien y anunciando la Palabra, dedicó por el
impulso del Espíritu muchas horas a la oración, hablando al Padre con filial confianza e
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intimidad incomparable y dando ejemplo a sus discípulos, a los cuales expresamente enseñó a
orar. El cristiano, movido por el Espíritu Santo, hará de la oración motivo de su vida diaria y de
su trabajo; la oración crea en él una actitud de alabanza, de agradecimiento al Señor, le aumenta
la Fe, lo conforta en la esperanza activa, lo conduce a entregarse a los hermanos y a ser fiel en la
tarea apostólica, lo capacita para formar comunidad. La familia cristiana, evangelizada y
evangelizadora, debe seguir el ejemplo de Cristo orante. Así, su oración manifiesta y sostiene la
vida de la Iglesia doméstica en donde se acoge el germen del Evangelio que crece para capacitar
a todos los miembros como apóstoles y hacer de la familia un núcleo de evangelización.” (III
Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, La Evangelización en el presente y en el
futuro de América Latina, Puebla, 1979. No. 932 y 933).
“En virtud de su dignidad y misión, los padres cristianos tienen el deber específico de educar a
sus hijos en la plegaria, de introducirlos progresivamente al descubrimiento del misterio de Dios
y del coloquio personal con Él: «Sobre todo en la familia cristiana, enriquecida con la gracia y
los deberes del sacramento del matrimonio, importa que los hijos aprendan desde los primeros
años a conocer y a adorar a Dios y a amar al prójimo según la fe recibida en el bautismo». [Juan
Pablo II. Exhortación Apostólica Familiaris Consortio (Sobre la misión de la familia cristiana en
el mundo de hoy), No. 37. 1981].
7. Síntesis Conclusiva
Los valores del espíritu, nos conducen a llevar una vida sobrenatural,
una vida en amistad y comunión con Dios. Nos hacen participantes
activos de la Iglesia.
Los valores del espíritu dan fruto en la comunidad cristiana haciéndonos
apóstoles del Evangelio y participantes de la misión salvadora de
Nuestro Señor Jesucristo.
Los valores del espíritu nos ayudan a que la familia sea semillero de
vocaciones a la vida sacerdotal y consagrada, y a la santidad en la vida
matrimonial.
Fomentar y vivir los valores del espíritu conduce a la santidad a la que
somos llamados.
8. Compromiso
Dar testimonio de vivir la fe con alegría, que facilite la práctica de la vida
espiritual.
Asistir a Misa los domingos y confesarnos frecuentemente para vivir en
gracia.
Acercar a los hijos a la oración en familia y a la participación en nuestra
parroquia.
Encomendarnos a Nuestra Madre Santísima mediante el rezo del Rosario
para que Dios Nuestro Señor pueda bendecir nuestro hogar con
vocaciones.
9. Oración final
Virgen María, ayúdanos a dar testimonio de fe, oración y santidad, para que nuestra familia y
muchas más, conozcan y amen a tu Hijo Jesucristo para que Él reine en el mundo entero.
10. Glosario
Sacramento: Signo sensible instituido por Cristo para darnos
eficazmente la gracia.
Discernimiento: Búsqueda del bien a través del examen de las
situaciones humanas personales y externas.
Fe: Absoluta confianza en la fidelidad de Dios y amante obediencia a su
voluntad.
Vocación: Es el llamado de todo cristiano a reproducir la imagen de
Cristo.
11. Bibliografía
Juan Pablo II. Carta a las Familias.1994.
Juan Pablo II. Exhortación Apostólica Familiaris Consortio (Sobre la
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misión de la familia cristiana en el mundo de hoy). 1981.
Juan Pablo II, Carta Apostólica Novo Millennio Ineunte al Episcopado
al Clero y a los Fieles al concluir el Gran Jubileo del año 2000.
TEMA 06: LOS VALORES DEL DOMINIO DE SÍ:
Fortaleza, esperanza, señorío de sí, tolerancia, paciencia, prudencia, trabajo, laboriosidad,
autoridad, orden.
Objetivos:
Definir los valores del dominio de sí.
Practicarlos con la ayuda de los miembros de la familia.
Difundirlos, dentro y fuera de la familia, con el ejemplo y el consejo.
1. Oración
Padre Santo ilumina a los padres de familia, primeros evangelizadores de los hijos, para que
ayuden a sus hijos a construir un universo moral enraizado en la voluntad de Dios, de manera
que crezcan en los valores humanos y cristianos que dan pleno sentido a la vida.
2. Lectura bíblica
“<> dicen algunos. Sí, pero no todo es conveniente. Y aunque todo me sea
lícito, no me dejaré dominar por nada” (I Cor 4,12).
3. Desarrollo del tema
El dominio de sí es la capacidad de hacer que las diversas dimensiones de la propia personalidad
estén ordenadas de acuerdo al verdadero bien propio y de los demás.
La importancia del dominio de sí, nos puede sonar fuera de lugar, cuando estamos preocupados
por el dominio de lo que nos rodea, y en ocasiones, el dominio del otro. Nuestra época es de
casi total permisividad, de no negarnos nada. Esto nos hace olvidar lo importante que es para el
sano desarrollo de la persona y la comunidad el forjar hombres y mujeres capaces de alcanzar el
dominio de sí mismos. El autodominio consiste en el señorío del hombre sobre su cuerpo y
sobre su psique, desde la libertad. El autodominio no es un cultivo egocéntrico, sino el esfuerzo
por ser libre para mejor servir. Corremos el riesgo de ser dominados por las cosas, en vez de
usarlas para nuestro bien y de cara a las personas debemos servirlas mediante el amor. El
dominio de sí es un valor que los padres transmiten a los hijos, sobre todo por el ejemplo
cotidiano, aún sin pretenderlo. No se educa por lo que se quisiera hacer o decir, sino por lo que
de hecho decimos o hacemos. A continuación presentamos algunas virtudes para alcanzar el
dominio de nosotros mismos.
Templanza
Templanza es el hábito que pone por obra el orden interior del hombre, dado que a partir del
pecado original hay una tendencia a amarse a sí mismo más que a Dios. Su efecto en el alma es
una paz profunda. La templanza se manifiesta en distintas formas: La modestia inclina a la
persona humana a comportarse correctamente en lo exterior e interior, por ello afecta al vestido,
al modo de tratar a los demás, etc. La humildad modera la tendencia a la autoexaltación, dando
el justo conocimiento de uno, principalmente ante Dios. La sobriedad mantiene el orden de la
comida y de la bebida como un don de Dios, y aconseja la bendición de la mesa y la acción de
gracias después de la comida.
Orden
El orden como virtud significa actuar de acuerdo con unas normas para el logro de algún
objetivo, en la organización de las ideas y de las cosas, en la distribución del tiempo y la
realización de las actividades. Requiere entrenamiento, esfuerzo y sacrificio. Ordenar nuestras
ideas demanda reflexión y vencer la distracción. Ordenar las cosas implica establecer un lugar
para cada cosa. Y ordenar el tiempo significa darle tiempo a lo importante y necesario y
posponer lo meramente atractivo. El orden debe ser gobernado por la prudencia, para no
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convertirse en una manía que provoque conflictos con otros. El orden optimiza los recursos. Es
una forma de dar gracias a Dios por los dones recibidos.
Laboriosidad
La laboriosidad es la virtud por la que se lleva a cabo lo necesario para el cumplimiento de los
deberes. Normalmente asociamos la laboriosidad con el trabajo, que implica obligación,
disciplina, productividad y logro de un fin. La laboriosidad tiene que ver con los deberes
cotidianos, en el hogar, la familia, la Iglesia y como hijos de Dios. Implica realizar todo con
generosidad, afán de servicio y deseando agradar a Dios. Podemos caer en dos vicios contrarios
a la laboriosidad: la pereza y el activismo. La pereza no es sólo no hacer nada, sino dejar de
hacer algo por ser costoso. Podemos ser falsamente laboriosos cuando el trabajo es un refugio
ante otros deberes.
Fortaleza
La fortaleza es la virtud que resiste a las dificultades y acomete empresas grandes. Vivir la
fortaleza significa una suma de esfuerzos, que llegan a ser una muestra de amor. Hay que educar
a los hijos a ser fuertes para vivir el bien y evitar que orienten su energía al mal. Esta firmeza se
manifiesta en el trabajo, en la vida familiar, ante el dolor y la enfermedad, ante los desánimos,
apoyados en Dios nuestro Padre que permanece junto a sus hijos. El martirio es la mayor
expresión de la fortaleza. El Señor no pide a todos los cristianos que derramen su sangre, pero sí
la entrega de la vida, en el cumplimiento del deber, siendo coherentemente cristianos, en
ambientes difíciles.
Paciencia
La paciencia es la capacidad de soportar algo sin alterarse. Hace a las personas tolerar,
comprender y soportar los contratiempos. Ser pacientes no significa ser débiles, por ejemplo, no
se trata de no corregir cuando es necesario, sino de dar tiempo para escuchar, razonar y en su
momento, opinar o actuar. En nuestras relaciones con la familia, se requiere dominar el carácter,
las pasiones y altibajos de humor. Ser pacientes en familia es fruto del amor y la humildad. La
paciencia ayuda a tener buena comunicación, resolver conflictos, logrando afianzar el amor y la
armonía familiar. No debemos fingir paciencia, es decir, aparentar escuchar sin alterarse,
buscando escapar de la situación lo más rápido posible sin herir. El amor es paciente. Dios nos
da ejemplo. Nos invita a superar nuestras debilidades, y nos da las armas necesarias para
hacerlo, habiéndonos enviado a su propio Hijo.
Prudencia
“Sean, pues, prudentes como serpientes y sencillos como palomas” (Mt 10, 16-18). Nuestro
Señor nos invita a fijarnos en los animales que miden sus movimientos por instinto, pero
nosotros debemos utilizar la razón para vivir la prudencia. Los actos prudentes incluyen el
ejercicio de la voluntad para realizar lo decidido. La prudencia es la capacidad de discernir en la
toma de nuestras decisiones. La prudencia no consiste sólo en abstenerse de actuar sino
proceder cuando el bien así lo requiere. Esta virtud gobierna a todas las demás. La prudencia,
como virtud infusa es un don de Dios, pero requiere ser ejercitada para crecer y desarrollarse.
Los padres pueden empezar a educar a sus hijos en la prudencia ayudándoles a pensar antes de
actuar en las consecuencias de su conducta. Hay que educar a los hijos en la prudencia ante todo
con el ejemplo, pero conviene ayudarles a pensar, con preguntas: ¿qué pasará si vas a esa
fiesta?, ¿qué pasa si no terminas tu tarea?, ¿es bueno hacer tal o cual cosa?, y ¿por qué?,
¿piensas que esto es lo que Dios quiere? Luego habrá que motivarles a llevar a cabo lo decidido,
reconociendo sus buenas acciones. Finalmente, hay que enseñar a los hijos a contar con la ayuda
de Dios para actuar prudentemente, sabiendo que la gracia de Dios facilita el actuar
correctamente.
4. Caso o hecho de vida
La torre de control de cualquier aeropuerto del mundo manda en los aviones que le piden
instrucciones; pues en el curso del viaje muchos datos son imprevisibles. Los pilotos hacen caso
19
de esta información, sea cual sea su experiencia, horas de vuelo, entereza de ánimo y el
conocimiento de la ruta. La torre conoce el estado de la pista de aterrizaje, la dirección del
viento, etc. Y tiene informes de otros centros meteorológicos, de aviones en vuelo, conoce las
dificultades que han tenido otros al aterrizar en aquellas condiciones, etc. Ningún piloto que
acude por radio a la torre se siente lesionado en su libertad. El piloto sabe que la torre le
suministra una claridad de la que depende su vida y la de sus acompañantes. Tan importante es
el pronóstico de la torre que su utilización es obligatoria en todos los vuelos del mundo.
Cualquier otra conducta sería irresponsable.
5. Reflexión y diálogo
¿La fortaleza en tu vida es para los demás un ejemplo a imitar?
¿Si tu cónyuge tiene un defecto o actitudes que te molestan, cómo
tratarías este tema con él (ella)?
¿Favoreces en tus hijos situaciones para que aprendan a escuchar y a
observar? ¿Ayudas a tus hijos a jerarquizar sus actividades de tal manera
que atiendan aquellas que más requieren atención? ¿Si tu hijo (a)
contesta con groserías, es agresivo en sus actitudes, cómo manejarías
esta situación?
6. Textos de apoyo
“El que quiere permanecer fiel a las promesas de su bautismo y resistir las tentaciones debe
poner los medios para ello: el conocimiento de sí, la práctica de una ascesis adaptada a las
situaciones encontradas, la obediencia a los mandamientos divinos, la práctica de las virtudes
morales y la fidelidad a la oración. ‘La castidad nos recompone; nos devuelve a la unidad que
habíamos perdido dispersándonos’ (S. Agustín conf. 10, 29; 40)” (C.I.C. 2340). “El dominio de
si es una obra que dura toda la vida. Nunca se la considerará adquirida de una vez para siempre.
Supone un esfuerzo reiterado en todas las edades de la vida (cf tt 2, 1-6). El esfuerzo requerido
puede ser más intenso en ciertas épocas, como cuando se forma la personalidad, durante la
infancia y la adolescencia” (C.I.C. 2342).
“Hombre moderado es el que es dueño de sí mismo. Aquel en el que las pasiones no consiguen
la superioridad sobre la razón, sobre la voluntad y también sobre el «corazón». ¡El hombre que
sabe dominarse a sí mismo! Si es así, nos damos cuenta fácilmente del valor fundamental y
radical que tiene la virtud de la templanza. Ella es justamente indispensable para que el hombre
«sea plenamente hombre». (…) «ser hombre» significa respetar la dignidad propia, y por ello,
entre otras cosas, dejarse guiar por la virtud de la templanza.” (Juan Pablo II, Alocución del 22-
XI-1978).
7. Síntesis conclusiva
Proporcionar a los hijos posibilidades no sólo para que hagan cosas con
esfuerzo, sino para que aprendan a resistir en caminos de mejora que
suponen un esfuerzo continuado.
Enseñar qué cosas valen la pena, permiten crecer, apoyan la
personalidad y así ser personas capaces de vivir lo que dicen y lo que
piensan: ser congruentes.
Los padres deben recordar la necesidad de la superación personal,
ejemplo para los hijos y el propio bien.
8. Compromiso
Tener una actitud vigilante para no dejarse llevar por la ley del mínimo
esfuerzo.
Poner los medios para hacer que el empeño por mejorar sea atractivo a
la propia voluntad.
9. Oración final
Oh Dios, de quien procede toda paternidad en el cielo y en la tierra, Padre, que eres Amor y
Vida, haz que tu gracia guíe a los pensamientos y las obras de los esposos hacia el bien de sus
familias y de todas las familias del mundo, que cada familia humana sobre la tierra se convierta,
por medio de tu Hijo, Jesucristo, "nacido de Mujer", y del Espíritu Santo, fuente de caridad
20
divina. Haz que las jóvenes generaciones encuentren en la familia un fuerte apoyo para su
humanidad y su crecimiento en la verdad y en el amor. Haz que el amor, corroborado por la
gracia del sacramento del matrimonio, se demuestre más fuerte que cualquier debilidad y
cualquier crisis, por las que a veces pasan nuestras familias. Tú, que eres la Vida, la Verdad y El
Amor, en la unidad del Hijo y del Espíritu Santo. (Oración a la familia de Juan Pablo II).
10. Glosario
Infusa (o): De infundir. Don comunicado por Dios al alma.
11. Bibliografía
Concilio Ecuménico Vaticano II. Constitución Pastoral Gaudium Et
Spes (Sobre la Iglesia en el mundo actual). 1965.
Catecismo de la Iglesia Católica.
Sagrada Congregación para la Educación Católica, Orientaciones
Educativas sobre el amor humano. 1983.
TEMA 07: LOS VALORES DE LA CORPOREIDAD HUMANA:
Educación de la sexualidad, afectividad, complementariedad entre hombre y mujer. Paternidad y
maternidad.
Objetivos:
Reconocer la dignidad del cuerpo, templo del Espíritu Santo.
Valorar la sexualidad como un don de Dios.
Ejercer la maternidad y la paternidad de manera integral, en su
dimensión corporal y espiritual.
1. Oración
Señor, te pedimos por las familias del mundo, que reconozcan su nobilísima e ineludible misión
de educar en el amor, para formar hombres y mujeres que respeten la vida.
2. Lectura bíblica
“Entonces dijo Dios: Hagamos al ser humano a nuestra imagen, como semejanza nuestra (…).
Creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios le creó; varón y hembra los
creó. Y bendíjolos Dios, y díjoles Dios: «Sean fecundos y multiplíquense y llenen la tierra y
sométanla» (Gn 1, 26-28).
3. Desarrollo del tema
Sexualidad humana.
Dios nos creó a su imagen, hombre y mujer, y de ahí se deriva la sexualidad humana; dos
formas distintas de ser igualmente persona humana. La sexualidad de la persona humana
“consiste en el conjunto de características físicas, psicológicas y racionales que la constituyen
como varón o mujer”. El ser humano se relaciona con el otro, con el mundo y con Dios, de la
manera que le es propia, como hombre o como mujer: en una actitud de admiración, de
comprensión, viviendo una reciprocidad complementaria. La unidad del hombre y la mujer
ofrece una mayor posibilidad de perfeccionamiento. La misión de los dos es devolver al Creador
a esta mujer y a este hombre más perfectos que cuando se recibieron el uno al otro.
Educación de la sexualidad.
Se requiere de una educación de la sexualidad adecuada, gradual, iniciando en la niñez, de
manera integral, abarcando todos los aspectos de la personalidad: biológico, emocional,
psicológico, racional y moral; basándose, también, en la educación de la libertad y del amor.
Siendo la sexualidad un don dado a la persona, tiene el sentido de ser don para otra persona. El
ejercicio de la sexualidad no es centrado en el yo, sino en el otro y precisamente sólo para esa
persona. Una buena educación de la sexualidad de los hijos parte de que la sexualidad es algo
bueno que participa de la dignidad de la persona. La lógica del amor en el marco de la ley
natural inscrita en el corazón de cada uno, ofrece una ética que guía su ejercicio y le propone un
camino respetuoso conforme a la misma naturaleza humana.
21
La familia es la primera responsable de la formación afectiva de los hijos. Hay que educarlos en
las virtudes humanas relacionadas con el correcto ejercicio de la sexualidad: la prudencia, la
templanza, la justicia, la fortaleza, el respeto, la castidad, el pudor.
Los padres han de educar a sus hijos para el amor, enseñándoles a dar y recibir, a preferir el bien
del otro antes que el propio, a respetarse a sí mismos y a respetar a las otras personas.
Las consecuencias del desorden en el uso de la sexualidad están a la vista. Nunca habían
proliferado tanto como ahora las enfermedades de transmisión sexual, así como los casos de
adolescentes embarazadas y de abortos. Cuando no se educa correctamente la sexualidad deriva
en formas de violencia, de posesión, de dominio o búsqueda egoísta del placer.
Fines de la sexualidad.
Dios ha hecho participar al hombre y a la mujer de su poder creador de dar la vida, haciéndolos
co-creadores con Él. Dar la vida es hacer del hombre y la mujer «una sola carne», un solo ser y
dar origen a una nueva vida. Los esposos, a través de su sexualidad, se dan vida el uno al otro, y
dan vida a su matrimonio. Así se ayudan a recorrer el camino personal que lleva a cada uno a
realizarse en plenitud. Hay una comunión espiritual que se encarna en la relación íntima. Los
esposos deben buscar hacer de la relación sexual una manifestación de amor, de ternura, de
confianza, de aceptación del otro, de entrega sincera.
El amor es difusivo y por eso, los esposos tienden naturalmente a llamar a la vida a un nuevo ser
para hacerle partícipe de su amor y de la posibilidad de ser eternamente felices en el Cielo,
seguros de la fuerza de la Providencia de Dios. Estar abiertos a la vida es una concepción muy
rica de la existencia, hace referencia al gozo de vivir y de hacer vivir. Los esposos deben
transmitir no sólo vida física, sino la del espíritu. El número de hijos debe decidirse por la pareja
de modo responsable y de cara a Dios para evitar que el egoísmo, y el materialismo no se
apoderen de la pareja. A la cultura de la vida se opone la “cultura de la muerte” que ve en los
hijos una amenaza y forma en el hombre y la mujer una mentalidad contraceptiva por medios
artificiales como pastillas, dispositivos, operaciones, etc. Como familias al servicio de la vida,
hay que tener clara la verdad cristiana sobre la vida que debe ser respetada desde su concepción
hasta la muerte natural. El hijo no es “un derecho” sino un don de Dios para no recurrir a
métodos artificiales de concepción en laboratorio. Nos debe quedar claro que no se puede
recurrir nunca al aborto. La Iglesia, que como madre comprende, y como maestra enseña la
verdad acerca de la vida, recomienda la regulación natural con métodos que respetan la dignidad
de la persona y el amor conyugal.
4. Caso o hecho de vida
Una canción francesa dice: «Si partes para la guerra, reza una oración; si vas por la mar incierta,
reza dos oraciones; pero cuando celebres tu boda, reza lo más que puedas». Entre bromas, la
canción dice algo muy profundo: que los que se casan necesitan una especial asistencia divina, y
que la deben solicitar mediante la oración. Fundar un hogar supone aceptar la responsabilidad
de educar cristianamente unos hijos.
5. Reflexión y diálogo
¿El respeto total mutuo en la entrega física de los novios, constituye uno
de los criterios principales para saber si conviene comprometerse de por
vida el uno a la otra?
¿Contribuye al bien de la persona humana, del matrimonio, de la familia
y de la sociedad, el que se viva la castidad en el matrimonio?
¿Por qué los hijos son don preciosísimo del matrimonio y contribuyen en
gran medida al bien de los padres? ¿Cuáles son los motivos humanos y
cristianos?
¿Cuál es la conexión de la difusión de los medios anticonceptivos con la
disolución de las familias? ¿La continencia periódica ayuda al amor
entre los cónyuges?
22
6. Textos de apoyo
“El cuerpo es una palabra, un lenguaje. ¡Qué maravilla y qué riesgo al mismo tiempo!
¡Muchachos y muchachas, tened un gran respeto de vuestro cuerpo y del cuerpo de los demás!
¡Que vuestro cuerpo esté al servicio de vuestro “yo” profundo! ¡Que vuestros gestos, vuestras
miradas, sean siempre el reflejo de vuestra alma!”. (Discurso de Juan Pablo II a los jóvenes en
París. 1980).
“Pero el matrimonio no ha sido instituido solamente para la procreación, sino que la propia
naturaleza del vínculo indisoluble entre las personas y el bien de la prole requieren que también
el amor mutuo de los esposos mismos se manifieste, progrese y vaya madurando
ordenadamente.” (Discurso de Pablo VI a los Equipos de Nuestra Señora en Roma. 1970).
“Pero entre las condiciones necesarias está también el conocimiento de la corporeidad y de sus
ritmos de fertilidad. En tal sentido conviene hacer lo posible para que semejante conocimiento
se haga accesible a todos los esposos, y ante todo a las personas jóvenes, mediante una
información y una educación clara, oportuna y seria, por parte de parejas, de médicos y de
expertos. El conocimiento debe desembocar, además, en la educación al autocontrol; de ahí la
absoluta necesidad de la virtud de la castidad y de la educación permanente en ella. Según la
visión cristiana, la castidad no significa absolutamente rechazo ni menosprecio de la sexualidad
humana: significa más bien energía espiritual que sabe defender el amor de los peligros del
egoísmo y de la agresividad y sabe promoverlo hacia su realización plena.” [Juan Pablo II.
Exhortación Apostólica Familiaris Consortio (Sobre la misión de la familia cristiana en el
mundo de hoy). 1981].
7. Síntesis conclusiva
Aunque los hijos y los padres estamos mucho mejor informados que
antes, seguimos sin contar con una verdadera educación en este tema y
recibimos otras influencias, sobre todo de los medios de comunicación
que suelen ser deformadoras.
La entrega sexual entre los esposos, debe ser encuentro. Ahí es en donde
los padres tienen que transmitir su experiencia de amor. Educar en la
sexualidad es educar para el amor. El amor de los esposos es la base de
toda educación sexual. Todos fuimos llamados por este amor y este amor
es la raíz de nuestra existencia. Los hijos deben asimilar con naturalidad
que los padres son esposos, que tienen una vida sexual.
Educar en la sexualidad es prepararnos para actitudes del don de sí, de
comprensión, de apertura, que permita una entrega sexual más plena, sin
egoísmo y con la intención de comprometerse en un proyecto conyugal
estable.
Hay que tener en cuenta que los comportamientos sexuales no son asunto
privado. Tienen una dimensión social y, para el cristiano, una dimensión
eclesial. La regulación natural ayuda a buscar la verdadera finalidad de la
sexualidad, a orientarla por encima del egoísmo.
Educar en la sexualidad es tener una actitud crítica frente a la propaganda
sesgada de los medios de comunicación, que ridiculiza a la pareja estable
y hace un absoluto de todo encuentro sexual fortuito.
8. Compromiso
Difundir la sana doctrina sobre la sexualidad.
Valorar la dignidad del cuerpo humano contra todo abuso o uso
impropio.
9. Oración final
Oh Dios, de quien procede toda paternidad en el cielo y en la tierra, Padre, que eres Amor y
Vida, haz que en cada familia humana sobre la tierra se convierta, por medio de tu Hijo,
Jesucristo, "nacido de Mujer", y del Espíritu Santo, fuente de caridad divina, en verdadero
santuario de la vida y del amor para las generaciones porque siempre se renuevan. Haz que las
jóvenes generaciones encuentren en la familia un fuerte apoyo para su humanidad y su
23
crecimiento en la verdad y en el amor. Haz que el amor, corroborado por la gracia del
sacramento del matrimonio, se demuestre más fuerte que cualquier debilidad y cualquier crisis,
por las que a veces pasan nuestras familias. Tú, que eres la Vida, la Verdad y El Amor, en la
unidad del Hijo y del Espíritu Santo. (Oración por la familia, Juan Pablo II).
10. Glosario
Contracepción: Acción y efecto de impedir la concepción.
Hedonismo: Búsqueda del placer como fin supremo de la vida.
Difusivo: Que tiene la propiedad de difundir, de extender, de derramar.
11. Bibliografía
Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe. Declaración acerca de
ciertas cuestiones de ética sexual. 1975.
Juan Pablo II. Exhortación Apostólica Familiaris Consortio (Sobre la
misión de la familia cristiana en el mundo de hoy). 1981.
Juan Pablo II. Carta Encíclica Evangelium Vitae (Sobre el Evangelio de
la vida). 1995.
Pablo VI. Carta Encíclica Humanæ Vitae (Sobre la regulación de la
natalidad). 1968.
Pontificio Consejo para la Familia. Sexualidad humana: Verdad y
significado. Orientaciones educativas en familia, Alfonso Cardenal
López Trujillo. 1995.
Catecismo de la Iglesia Católica.
TEMA 08: LOS VALORES DE LA COMUNICACIÓN HUMANA:
Confianza, comunicación, unión, paz, alegría.
Objetivos:
Hacer de la comunicación, la base de la unión familiar.
Tener presente las características para una buena comunicación:
apertura, confianza.
Lograr los frutos de la comunicación: paz, alegría, seguridad y madurez
en las relaciones.
1. Oración
Señor ilumina a nuestra familia para que aprendamos a comunicarnos de manera efectiva,
expresarnos clara y respetuosamente y escucharnos con paciencia, atención e interés, creando
confianza entre todos, unión, paz y alegría.
2. Lectura bíblica
“Ahora bien, ¿cómo van a invocar al Señor, si no creen en Él? ¿Y cómo van a creer en Él, si no
hay nadie que se los anuncie? ¿Y cómo va a haber quienes lo anuncien, si no son enviados? Por
eso dice la Escritura: ¡Qué hermoso es ver correr sobre los montes al mensajero que trae buenas
noticias!” (Carta de San Pablo a los Romanos: 10,14-17).
3. Desarrollo del tema
Elementos básicos de la comunicación.
El diálogo es para el amor lo que la sangre para el cuerpo. Cuando se detiene el flujo de sangre,
el cuerpo muere. Cuando el diálogo cesa, el amor muere y nace el resentimiento y la soledad. El
egoísmo favorece el encierro de uno mismo y la incapacidad para escuchar. El diálogo restaura
siempre la relación y es el bálsamo que permite sobrellevar las pruebas.
Los elementos básicos de la comunicación son: el emisor, el receptor, el mensaje, el canal de
transmisión y el momento de la comunicación. El emisor debe expresarse clara y
respetuosamente y el receptor escuchar de manera atenta y activa. El mensaje debe ser claro,
completo y adecuado al receptor. Se debe emplear el canal de transmisión adecuado. La
comunicación, para que sea eficaz, debe ser oportuna y tener la intención sincera de compartir
con apertura al intercambio. Cuando me comunico con la intención de ser escuchado sin aceptar
24
escuchar, la comunicación será poco eficaz. La comunicación transmite el propio ser, por eso es
importante hacerlo de modo profundo y constructivo.
En la familia, los integrantes son algunas veces emisores y otras veces receptores. Los padres
tienen la responsabilidad de comunicar a los hijos valores humanos y espirituales, y percibir la
forma en que aprenden esos valores y los enriquecen con su experiencia práctica. La obligación
de los padres es escuchar a los hijos con apertura y aceptación, orientarlos con amor y darles la
confianza de saberse escuchados, comprendidos y amados. Los hijos tienen la obligación de
respetar y aprender de los padres.
El objetivo de la comunicación efectiva es el entendimiento satisfactorio entre emisor y
receptor, y debe ser el punto de partida para el intercambio que acrecienta la unidad. Se trata de
un acto de amor auténtico y profundo en el que unas personas se comprometen con otras, por el
hecho de compartir activamente la vida. A mayor comunicación, la unidad familiar es más
grande. La comunicación es la esencia práctica del amor.
Saber escuchar.
Es clave en la comunicación el saber escuchar. El proceso de comunicación, si se recibe con
amor, hace más fácil abrirse a entender, pero si es expresado con agresividad, se reacciona a la
defensiva, incapaz de escuchar. Una comunicación amorosa y profunda procesa el mensaje para
entender los hechos y datos, así como las emociones. Esto permite una actitud y un lenguaje
verbal y corporal correctos. Muchas veces el lenguaje corporal es más explícito que el verbal.
Las miradas, gestos y movimientos del cuerpo confirman o contradicen el mensaje hablado.
La escucha puede ser pasiva (indiferencia, desinterés y mínima retroalimentación al emisor),
selectiva (“sólo oye lo que quiere oír”, responde sin escuchar lo que se quiere comunicar),
atenta (pone interés en lo que escucha y responde con lenguaje verbal y corporal; demuestra
interés que acrecienta la confianza y abre canales para la retroalimentación) o activa (captura el
mensaje con interés y respeto y verifica el contenido del mensaje con el emisor). La paciencia
en escuchar demuestra que el mensaje fue comprendido. En su caso, conviene preguntar para
aclarar algo confuso.
Saber expresar.
La comunicación profunda comunica los sentimientos que se desean compartir. Es importante
comunicar los sentimientos de manera oportuna, positiva y con intención de transparentar el
interior para compartirlo y ser comprendido. De ahí la importancia de saber expresarlos. De no
ser así, se convertirán en un obstáculo porque inhibirán la comunicación causando distancia y
aislamiento. Los sentimientos pueden ser positivos o negativos. Entre los positivos están:
sentirse tomado en cuenta, reconocido y satisfecho. Los negativos son: sentirse ignorado, no
reconocido e insatisfecho. Los sentimientos pueden generar acciones constructivas si se
expresan sincera y respetuosamente. Para ello, hay que evitar reprochar o hacer responsable al
otro de mis sentimientos.
Se dice que “todos podemos hablar, pero pocos nos podemos expresar”. La expresión puede ser
agresiva, pasiva o asertiva. La agresiva es hostil y busca controlar al otro. La pasiva es
frustrante pues deja que la otra parte domine totalmente la comunicación. La asertiva es
positiva, confiada, directa y respetuosa, promueve que los demás se expresen. Para ser asertivo
hay que pensar antes de hablar y comunicarse con amor y por amor. La persona asertiva asume
su responsabilidad como emisor, da su opinión de manera directa y constructiva y pide que el
receptor exprese sus necesidades y preocupaciones. Evita los juicios y las justificaciones, se
enfoca en la solución y utiliza un lenguaje positivo. Ser asertivo requiere enfocarse en el otro,
con amor y comprensión, y “ponerse en sus zapatos”.
La comunicación familiar.
Cuando los miembros de una familia aprenden a comunicarse identificando el cómo, cuándo,
25
dónde y en qué tono hablarse, cuando aprenden que comunicarse es compartir y tener algo en
común, logran construir una relación positiva y sólida, pues contribuyen a que la familia haga
que todos se sientan queridos, apoyados, tomados en cuenta y con posibilidades de ser mejores
personas. Las relaciones familiares, debido a la seguridad y confianza y a los lazos emocionales
y psicológicos que la comunicación desarrolla entre sus miembros, son un medio natural para
que sus integrantes descubran formas de ayudarse, satisfaciendo sus necesidades emocionales y
afectivas.
La comunicación efectiva dentro de la familia requiere una expresión asertiva y una escucha
atenta y activa. Esto implica tomar en cuenta las diferencias, adecuar la comunicación a las
personas, edades y circunstancias, saber comunicarse con los hijos en sus diferentes etapas de
desarrollo, principalmente en la adolescencia, tener conciencia de los errores y fallas que
afectan negativamente el proceso, y aprovechar la comunicación para transmitir valores y dar
rumbo a la vida familiar.
No hay ganadores ni perdedores en el diálogo. Ninguno de los que se comunica necesita vencer
o darse por vencido. En el diálogo, nunca terminamos con menos de lo que éramos. Las alegrías
crecen en el intercambio y las cargas se reducen al compartir.
4. Caso o hecho de vida
Carlos un joven de apenas 20 años tomó una trágica decisión: se suicidó. En la carta que dejó
explicando los motivos de su decisión, expresó: “la vida no vale la pena si ni siquiera tengo la
posibilidad de hablar con mis padres. Cuando ellos me ignoran me siento más solo que nunca y
tengo la impresión de que mi presencia es algo que hubieran preferido evitar. Creo que sólo les
causo contratiempos y no soporto la angustia que les causo al tener que esforzarse por
mantenerme y soportar mi presencia. Nunca tendría el valor de decírselo”.
5. Reflexión y dialogo
¿Qué es la comunicación para mí? ¿La considero importante y le dedico
tiempo?
¿Con qué actitud escucho a los demás? ¿Respeto aunque no estemos de
acuerdo?
¿Me expreso adecuadamente? ¿Logro transmitir mi mensaje?
¿Genero sentimientos positivos en las personas con quienes me
comunico?
¿Comunico cosas positivas o únicamente cosas negativas?
6. Textos de apoyo
“Los encuentros regulares de un equipo llevan a cada uno a asumir compromisos personales y
conyugales, para la realización plena de su vocación propia y la consolidación del hogar.
Favoreciendo el sentido de la escucha y de la acogida, a fin de conservar y hacer crecer el amor
en el seno del matrimonio, el movimiento propone oportunamente a los esposos el «deber de
sentarse a hablar». En su diálogo confiado, los esposos pueden dar razón de su amor, sin
pretender juzgar al otro y sin temor de ser juzgados a su vez, en una preocupación legítima de
transparencia interior y con un espíritu de ternura y perdón, propicios para el intercambio y el
desarrollo de las personas, y fuente de felicidad. Así se manifiesta concretamente la
responsabilidad conyugal, que cada uno recibe en el sacramento: preocuparse por el otro y «ser
testigos, el uno para el otro y ambos para sus hijos, de la fe y del amor de Cristo» (Lumen
Gentium, 35). La comunicación que abre a la comunión profunda favorece la promoción de las
personas”. (Mensaje del Papa Juan Pablo II a los Responsables Nacionales de los Equipos de
Nuestra Señora. Vaticano 1997).
“La necesidad de escuchar y escucharse en familia, es particularmente sentida en la actualidad,
en una sociedad marcada por los medios de comunicación y por las mil maneras de
relacionarnos entre los seres humanos. Sin embargo, descubrimos con tristeza, que en una
sociedad de tanta comunicación, el aislamiento y el individualismo pueden ser enfermedades
terribles en la vida familiar. En vez de vivir conectados entre nosotros, vivimos conectados a los
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aparatos que la tecnología nos ofrece. En vez de tener el corazón abierto a la comunicación con
los demás, lo tenemos bloqueado, como saturado, por tantas cosas que nos alejan de las
personas que deberíamos amar”. (Card. Norberto Rivera Carrera, Arzobispo Primado de
México. Día de la Familia, marzo de 2008).
7. Síntesis conclusiva
Para saber hablar es preciso saber escuchar.
El diálogo se centra esencialmente en el otro.
El diálogo es un acto del más puro amor, implica confianza y
generosidad para dar lo que soy y la docilidad, humildad y gratitud para
aceptar al otro como es.
La comunicación efectiva es elemento clave en los integrantes de la
familia.
8. Compromiso
Dedicar un tiempo especial para comunicarme con los miembros de mi
familia.
Aprender a expresar constructivamente mis sentimientos y opiniones, a
escuchar de manera atenta y activa. Emprender una comunicación
respetuosa y asertiva.
9. Oración final
Señor, concédenos la gracia de sabernos comunicar contigo y con nuestros semejantes.
10. Glosario
Emisor: Alguien que emprende la aventura de donarse a través de
compartir sus emociones, opiniones y convicciones, con un corazón
abierto y sincero.
Receptor: Persona que abre su entendimiento y su corazón para recibir
al otro a través de lo que expresa.
Expresión: Manera como pongo en palabras, gestos y actitudes un
mensaje.
Retroalimentación: Interacción entre emisor y receptor.
11. Bibliografía
Conclusiones de la XV Asamblea Plenaria del Consejo Pontificio para la
Familia.
Card. Alfonso López Trujillo. Pontificio Consejo para la Familia. La
Familia: Don y Compromiso, Esperanza de la Humanidad. II Encuentro
Mundial del Santo Padre con las Familias. Río de Janeiro, 1997.
TEMA 09: LOS VALORES DE LA RECTITUD EN LAS RELACIONES
FAMILIARES:
Honestidad, honradez, verdad, sinceridad, fidelidad, lealtad, gratitud.
Objetivos:
Valorar a la familia, como base de la sociedad; iglesia doméstica.
Definición de estos valores y su transmisión en las relaciones de
familia.
Los valores de la rectitud: fundamento en las relaciones familiares.
1. Oración
“Oh Dios, que en la sagrada familia nos dejaste un modelo perfecto de vida familiar, vivida en
la fe y la obediencia a Tu voluntad, concédenos fuerza para permanecer unidos en el amor, la
generosidad y la alegría de vivir juntos, la honestidad, la honradez, la verdad, la sinceridad, la
fidelidad y la lealtad, que fortalezcan la misión de transmitir la fe que recibimos de nuestros
padres. Unidos a José y María te lo pedimos por Jesucristo, tu Hijo, Nuestro Señor. Amén”.
2. Lectura Bíblica
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“Yo sé, Dios mío, que tú escudriñas los corazones, y que la rectitud te agrada: por eso yo con
rectitud de mi corazón voluntariamente te he ofrecido todo esto, y ahora he visto con alegría que
tu pueblo, que aquí se ha hallado ahora, ha dado para ti espontáneamente” (1 Crónicas 29,17).
“Enséñame a hacer tu voluntad, porque tú eres mi Dios: Tu buen espíritu me guíe a tierra de
rectitud” (Salmos 143,10).
3. Desarrollo del tema
La familia es en todas las civilizaciones la base de la sociedad. La Iglesia Católica siempre ha
considerado a la familia como un ejemplo de sociedad, llamándola: iglesia doméstica, es decir,
una figura de la relación entre Jesucristo y la Iglesia. Toda sociedad, desde la más sencilla hasta
las más complejas, está formada por relaciones entre personas. El desarrollo y los logros de
estas sociedades dependen de la calidad de las relaciones entre sus miembros. Es en la familia
donde se aprende a vivir en relación al aprender los valores que hacen que una familia se lleve
bien y así se marca de manera profunda las relaciones de las personas en la sociedad. Si en
familia no se aprende una relación adecuada, es muy difícil que las personas tengan relaciones
adecuadas en los distintos grupos de los que forman parte. La familia, como formadora de los
valores sociales, es insustituible. La raíz de las fallas sociales muchas veces está en que la
familia no desarrolla a los hijos en los valores de una buena relación. De ahí la importancia de
saber educar a nuestros hijos en valores y en las virtudes, conscientes de que a través de éstas
podremos ayudarles a ser mejores hijos, mejores ciudadanos, y mejores cristianos.
Para las relaciones familiares y sociales son importantes los valores de la honestidad, honradez,
verdad, sinceridad y fidelidad:
La honradez y la honestidad implican ser justos, rectos, hacer honor a la palabra que se ha dado,
no decir, ni vivir en la mentira. Los hijos son particularmente sensibles a las faltas de
honestidad; las señalan a los padres cuando captan la falla de estos valores. Si los padres con su
ejemplo no les muestran que son honrados y honestos, con facilidad los hijos pierden este valor
natural.
El valor de la verdad supone decir de las cosas como en realidad son. Los hijos aprenden en la
familia a vivir en la verdad, a aceptar las consecuencias de decir la verdad. Cuando los
miembros de la familia evitan la verdad se vive en la desconfianza. Y sin confianza siquiera en
la propia familia, ¿cómo vivir la confianza en la sociedad?
La sinceridad consiste en decir lo que se piensa sin ocultarlo hipócritamente. Los padres deben
ser sinceros con sus hijos, si esperan que los hijos sean sinceros con ellos. La falta de sinceridad
se convierte, en un vicio difícil de desarraigar.
La lealtad exige tratar a los demás con respeto, sin fallarles, sin hablar mal de ellos. Desarrolla
la unidad de la familia y nace de sentirse parte de un conjunto de lazos comunes de afecto y
apoyo mutuo.
La fidelidad es hacer honor a nuestros compromisos y a nuestras relaciones. Un ámbito muy
importante es la fidelidad a los compromisos asumidos el día del matrimonio. La fidelidad se
cultiva todos los días y en todos los campos, en el pensamiento, el afecto, la palabra, el uso del
tiempo, etc. Nuestro Dios es la Verdad, es fiel a su palabra, su lealtad con la humanidad llegó
hasta dar su propio Hijo para que muriera en la Cruz para salvarnos de nuestros pecados.
El agradecimiento es apreciar todo lo que los demás hacen por nosotros, reconocer que hemos
recibido mucho de cada uno de ellos. Nuestras relaciones se construyen y se mantienen por
lazos de agradecimiento; enseñar a los hijos a ser agradecidos es formarlos para que sus
relaciones sean sólidas. Y, por supuesto, debemos ser agradecidos con Dios por lo mucho que
de Él hemos recibido como nuestro Creador y Redentor. Este es el origen del sentimiento
religioso.
La familia alcanza su plenitud al apreciar estos valores y vivir de acuerdo a los mismos,
tomándolos en cuenta al asumir decisiones. Estos valores permiten que haya relaciones
vigorosas en la familia. Si estos valores no se cultivan el amor y unidad se deterioran. Las
relaciones se rompen la mayor parte de las veces por faltar estos valores. Una vez producida la
ruptura la relación familiar es difícil de sanar. Sin embargo, las relaciones en la familia pueden
curarse gracias a los lazos de afecto que se desarrollan en ella. En la sociedad, sanar las rupturas
en las relaciones es mucho más difícil.
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Estos valores, en último análisis, son el fruto de un amor maduro. Un amor leal, fiel, sincero,
honesto y agradecido. Difícilmente se dan estos valores si no hay amor o si este es inmaduro.
4. Caso o hecho de vida
Un padre de familia promete a su hijo asistir a un partido de fútbol en
que su hijo va a ser el capitán del equipo. A última hora, el compadre del
papá le pide que lo acompañe a ver un equipo que va a comprar y el
padre no cumple su promesa. El hijo, preocupado porque el papá no
llegó al partido, está distraído, juega mal y el entrenador lo saca del
juego. Al llegar a la casa, ve que su padre está bien, pero no puede evitar
su molestia. Le grita y se sale de la casa.
Mamá está en casa, suena el teléfono y le pide a la hija que lo conteste.
“Hola madrina -dice la niña- ¿cómo has estado?” La mamá, en voz baja
dice a su hija: “Dile que no estoy”.
5. Reflexión y diálogo
¿Cómo sanar una relación fracturada? ¿Quién debe tomar la iniciativa?
¿Cómo evitar que se repita ese disgusto?
¿Qué mensaje trasmiten los padres a sus hijos? ¿de qué otra manera
podrían resolverse las situaciones? ¿Cómo remediar la mala enseñanza
que les dieron?
¿Cómo enseñar a los hijos a vivir los valores humanos y cristianos?
¿Cómo pueden enseñárselos entre sí los hermanos? ¿Cómo enseñarlos a
personas fuera de la familia?
6. Textos de apoyo
“Entre los numerosos caminos, la familia es el primero y el más importante. En efecto, el ser
humano viene al mundo en el seno de una familia, por lo cual puede decirse que debe a ella el
hecho mismo de existir como hombre. Cuando falta la familia, se crea en la persona que viene al
mundo una carencia preocupante y dolorosa que pesará posteriormente durante toda la vida.
Normalmente el hombre sale de la familia para realizar, a su vez, la propia vocación de vida en
un nuevo núcleo familiar. Incluso cuando decide permanecer solo, la familia continúa siendo,
por así decirlo, su horizonte existencial como comunidad fundamental sobre la que se apoya
toda la gama de sus relaciones sociales, desde las más inmediatas y cercanas hasta las más
lejanas. ¿No hablamos acaso de «familia humana»? (Juan Pablo II. Carta a las familias. 1994).
“En especial la estabilidad de la familia está hoy en peligro. Para salvaguardarla con frecuencia
es necesario ir contracorriente con respecto a la cultura dominante, y esto exige paciencia,
esfuerzo, sacrificio y búsqueda incesante de comprensión mutua. Pero también hoy los
cónyuges pueden superar las dificultades y mantenerse fieles a su vocación, recurriendo a la
ayuda de Dios con la oración y participando asiduamente en los sacramentos, especialmente en
la Eucaristía. La unidad y la firmeza de las familias ayudan a la sociedad a respirar los
auténticos valores humanos y a abrirse al Evangelio.” (S.S. Benedicto XVI. Discurso ante el
Consejo Pontificio para la familia. 2006).
7. Síntesis conclusiva
Para lograr la misión que Dios le ha conferido a la familia, es necesario
vivir los valores humanos y cristianos que dignifican la existencia de la
persona.
La familia se mantiene unida a través de una relación madura, fruto de
la entrega y amor entre sus miembros.
El bien de la persona y el bien de la sociedad está estrictamente
conectado con la buena salud de la familia.
Las familias fuertes se construyen sobre matrimonios fuertes. Las
sociedades fuertes se construyen sobre la base de familias fuertes.
El ejemplo motiva, compromete y comunica sin palabras.
8. Compromiso
Seremos congruentes entre lo que decimos y lo que hacemos, buscando
ser ejemplo de vida en nuestra familia.
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Trabajaremos para generar el ambiente familiar propicio para el
crecimiento espiritual y humano de los miembros de nuestra familia.
9. Oración final
“Sagrada Familia de Nazaret, ayúdanos en la misión de transmitir la Fe recibida de nuestros
padres; abre el corazón de nuestros hijos para que crezca en ellos la semilla que recibieron en el
bautismo. Aumenta en nosotros la honradez, la lealtad y la sinceridad, para santificar nuestras
relaciones y derrama tu bendición sobre todos los hogares”.
10. Glosario
Valores: Son las perfecciones que Dios puso en las personas y en las
cosas. Cualidades y características dignas de ser apreciadas, que se
identifican con lo bueno o positivo y que hacen buena a una persona. El
valor se orienta al buen ser y al buen hacer de la persona.
Virtudes: Hábitos y disposiciones del alma para las acciones buenas
conforme a la ley moral y que se ordenan a la felicidad eterna de la
persona.
Vicios: Falta de rectitud o defecto moral en las acciones.
Congruente: Conveniente, coherente, lógico.
11. Bibliografía
Juan Pablo II. Exhortación Apostólica Familiaris Consortio (Sobre la
misión de la familia cristiana en el mundo de hoy). 1981.
Juan Pablo II. Carta a las Familias. 1994.
Juan Pablo II. Mensaje para la XXVII Jornada mundial de la paz. De la
familia nace la paz de la familia humana. 1994.
Benedicto XVI. Mensaje para la celebración de la Jornada Mundial de la
Paz. 2008.
Pontificio Consejo para la familia. La familia: don y compromiso,
esperanza de la humanidad. II Encuentro Mundial de las familias, Río de
Janeiro, Brasil. 1997.
Rivera Carrera, Card. Norberto. Familia ¡Sé fuerte! 1999.
TEMA 10: EL VALOR DEL SUFRIMIENTO:
Dolor, perdón y reconciliación, sacrificio.
Objetivos:
Descubrir el valor del sufrimiento unido al misterio del sufrimiento de
Cristo.
Superar la simple resignación o la visión negativa del sufrimiento para
aprender a crecer cuando el sufrimiento se presenta en la vida.
Dar a conocer la riqueza y el profundo sentido de la visión cristiana del
sufrimiento.
1. Oración
Padre de bondad, mitiga el dolor de nuestro corazón cuando este misterio visita nuestra familia,
no permitas que nos apartemos de ti en los momentos difíciles, para que encontremos sabiduría
y verdad en el dolor. Enséñanos a acompañar a nuestros hermanos que sufren. Danos fuerza
para poder entender tu plan de amor y modela nuestro corazón para encontrar el verdadero
sentido del dolor y del sacrificio con el que nos invitas a unirnos a Ti que vives y reinas por los
siglos de los siglos. Amén.
2. Lectura bíblica
“Aconteció que acercándose Jesús a Jericó, un ciego estaba sentado junto al camino
mendigando; y al oír a la multitud que pasaba, preguntó qué era aquello. Y le dijeron que pasaba
Jesús nazareno. Entonces dio voces, diciendo: ¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí! Y
los que iban delante le reprendían para que se callase; pero él clamaba mucho más: ¡Hijo de
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David, ten misericordia de mí! Jesús entonces, deteniéndose, mandó traerle a su presencia; y
cuando llegó, le preguntó, diciendo: ¿Qué quieres que te haga? Y él dijo: Señor, que reciba la
vista. Jesús le dijo: Recíbela, tu fe te ha salvado. Y luego vio, y le seguía, glorificando a Dios.”
(Lucas 18, 35-43).
3. Desarrollo del tema
No hay ningún hombre que no sufra. El dolor lo compartimos con los animales, pero sufrir
implica un estado espiritual de pena por algo que nos pasa. Para entender que el sufrimiento
tenga algún valor, es necesario encontrarle un sentido, pues el sufrimiento en sí mismo es un
mal. Para sacar un valor del sufrimiento es necesario esforzarse en alcanzar toda la riqueza de
nuestra humanidad. Las penas nos ayudan a ver lo que hay en los corazones de quienes nos
rodean. El sufrimiento nos hace reconocernos criaturas pobres y necesitadas de la misericordia
de nuestro Creador, el cual nos envía a Su Hijo a acompañarnos en el sufrimiento. Jesús nos
enseña que el sufrimiento es parte del ser humano y que el sufrimiento unido a Él abre las
puertas del Cielo para uno mismo y para quienes lo ofrecemos. Dios no es un dios azteca que se
alimenta con la sangre de su pueblo, pero cuando hay un sacrificio ofrecido, Él lo recoge y lo
hace dar frutos de redención que aprovechan para toda la Iglesia y el mundo. Nuestro
sufrimiento vivido con el amor de caridad hace más santo nuestro mundo.
Mucha gente se aleja de Dios ante el sufrimiento y no le ve el valor porque cree que Dios no es
bueno al permitir los sufrimientos. Dios es bueno y quiere nuestro bien. Él no envía el
sufrimiento. Éste es consecuencia de la fragilidad de la creación a causa del desorden del
pecado. El dolor es un misterio que va más allá de las catástrofes cósmicas, o de los males
físicos. Para nosotros como creyentes el mal tiene una dimensión sobrenatural que sobrepasa la
biología o la cosmología. La enfermedad y la muerte muchas veces no son culpa de nadie en
concreto, sino del desorden que mencionábamos, pero sólo el vivirlo con amor repara esta
experiencia del mal, convirtiéndola en un bien mayor. Esto es un misterio, pero Dios habla en el
sufrimiento, en la pérdida, al corazón del hombre y lo acerca a identificarse con su Hijo amado.
El sufrimiento es permitido por Dios para purificarnos, para probar nuestra capacidad de amar,
como la poda que hace al árbol más sano y vigoroso. Recordemos que Dios es Padre y nos dará
la fuerza para todo lo que nos pida. Vivir el sufrimiento con Cristo no quita el dolor físico y
moral, pero quita la angustia y la desesperación y sobreviene la paz como don de Dios al alma.
Otro elemento es el mal moral por las ofensas que nos hacemos los seres humanos. Esta
dimensión del dolor necesita del perdón para sanarse. Dios nos enseña a vencer el mal con el
bien. El amor de Dios, el perdón, repara el mal y permite que nada nos aleje de Él, porque
unidos a Él crecemos si nos unimos al valor redentor de la Cruz. Vivir el perdón a nuestros
enemigos, nos permite seguir caminando. No siempre será posible la reconciliación pues a veces
las condiciones no son adecuadas. Por parte nuestra siempre debemos trabajar para ofrecer el
perdón, no tanto porque sintamos el deseo, sino porque nos sostiene el ejemplo de perdón de
Dios para con cada uno de nosotros.
4. Caso o hecho de vida
En una ocasión se presentó en mi vida un momento muy difícil. Mi padre fue privado de la vida
al ser asaltado en su negocio. Al transcurrir el tiempo mucha gente no comprendía cómo yo
había podido perdonar al agresor de mi padre y todo transcurrió así: Cuando sucedió este
acontecimiento me distancié de Dios, pero Él, en su misericordia me hizo comprender que fue el
libre albedrío del hombre la causa de que esto hubiera sucedido. Después comprendí que con mi
alejamiento de Dios no podía vivir feliz, que sólo su gracia divina podría ayudarme a perdonar,
así que le pedí que me ayudara y me dejé guiar como un niño que confía en su padre, a través de
ese amor perdoné, al grado que comencé por no juzgar al agresor. En primer lugar me hizo
comprender cuando María perdonó a quienes le arrancaron a su hijo y como Jesús también fue
agredido, asesinado y aún así nos perdonó. Jesús me hizo comprender que cuando hay
arrepentimiento verdadero, hayas hecho lo que hayas hecho, puedes ser perdonado y gozar de la
vida eterna como cuando perdonó al llamado buen ladrón por su arrepentimiento. Después me
vino a la mente San Pablo, uno de sus apóstoles el cual, siendo perseguidor de cristianos,
cuando conoce a Jesús su vida se transforma. Si Él es así de misericordioso, quién soy yo para
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no perdonar, ¿acaso soy yo más que Dios?, tenía que perdonar para poder gozar de paz en mi
corazón y en mi alma.
Ahora le doy gracias a Dios porque toda esta sabiduría viene de Él, y reconozco que solamente
su fuerza divina pudo salvarme de la amargura, del dolor y del rencor. A pesar del orgullo que
una vez sentí, pensando que yo podía sola con mi dolor, pero fue Él, que con su gracia llenó mi
corazón de amor, haciendo que me abandonara y confiara en Él. Ahora he perdonado al agresor
y soy capaz de decirle: “no me debes nada, sola ama”.
5. Reflexión y diálogo
¿Acepto con confianza en Dios el dolor en mi vida y en la de los míos?
¿o me rebelo ante Dios pensando que no le importa mi vida y me alejo
de Él?
¿Creo en el valor de la oración que con la ayuda de Dios encontraré el
camino a seguir en medio de las dificultades?
¿Ofrezco mi dolor a Dios; por mis faltas, por la salvación de las almas,
por las intenciones de la Iglesia y del Papa? ¿Creo en el valor redentor
del sufrimiento?
¿Veo en las personas que sufren el rostro de Cristo doliente y
abandonado?
¿Busco acercarme y brindarles mi apoyo y ayuda?
¿Creo que debo de perdonar a quien me lastima porque Jesús me ha
perdonado primero? ¿Soy capaz de perdonar aunque no sea
correspondido?
¿Soy capaz de perdonarme a mi mismo?
6. Textos de apoyo
“…Cristo se acercó sobre todo al mundo del sufrimiento humano por el hecho de haber asumido
este sufrimiento en sí mismo. Durante su actividad pública probó no sólo la fatiga, la falta de
una casa, la incomprensión incluso por parte de los más cercanos; pero sobre todo fue rodeado
cada vez más herméticamente por un círculo de hostilidad y se hicieron cada vez más palpables
los preparativos para quitarlo de entre los vivos. Cristo era consciente de esto y muchas veces
hablaba a sus discípulos de los sufrimientos y de la muerte que le esperaban… 35) Cristo va
hacia su pasión y muerte con toda la conciencia de la misión que ha de realizar de este modo.
Precisamente por medio de este sufrimiento suyo hace posible «que el hombre no muera, sino
que tenga la vida eterna». Precisamente por medio de su cruz debe tocar las raíces del mal,
plantadas en la historia del hombre y en las almas humanas. Precisamente por medio de su cruz
debe cumplir la obra de la salvación. Esta obra, en el designio del amor eterno, tiene un carácter
redentor.” (Juan Pablo II. Carta Apostólica Salvifici Doloris. 1984).
“… la Jornada Mundial del Enfermo, ocasión propicia para reflexionar en torno al sentido del
dolor cristiano y sobre el deber cristiano de ocuparnos de él bajo cualquier situación que se
presente. Dicha significativa celebración está relacionada este año con dos acontecimientos
importantes para la vida de la Iglesia, como lo manifiesta claramente el tema escogido «La
Eucaristía, Lourdes y el cuidado pastoral de los enfermos»: el 150° aniversario de las
apariciones de la Inmaculada en Lourdes. De este modo, se brinda una oportunidad especial
para considerar la estrecha relación que existe entre el Misterio eucarístico, el papel de María en
el proyecto salvífico y la realidad del dolor y del sufrimiento humano.” (S.S. Benedicto XVI.
Mensaje para la XVI Jornada Mundial del Enfermo. 2008).
7. Síntesis conclusiva
El sufrimiento es un misterio que el hombre no comprende a fondo con
su inteligencia. Sólo a la luz de Cristo se ilumina este misterio.
Desde que Cristo asumió el dolor en todas sus facetas, el sufrimiento
tiene valor salvífico y redentor, si se ofrece con amor.
Dios no envía el sufrimiento lo permite en el misterioso designio de su
providencia sobre nosotros.
Cuando las situaciones dolorosas se viven en familia con sentido
cristiano, es decir, unidas a los sufrimientos de Cristo, se convierten en
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fuente de vida.
Cuando nos hacemos solidarios con el dolor de los demás, a Cristo se lo
hacemos.
El perdón y la reconciliación engrandecen a las personas.
8. Compromiso
• Formar en nuestros hijos el sentido sobrenatural de la vida ante el misterio de la muerte y la
resurrección.
• Integrar a los enfermos en la vida de la familia cuidando y ofreciendo las atenciones que
requieran. Visitar a otros enfermos cercanos, amigos, conocidos, etc., procurando ayudarles en
sus necesidades.
• Actuar con testimonio cristiano ante las ofensas recibidas.
9. Oración final
Señor, mirando nuestra familia y cada uno de sus miembros, su fragilidad humana, sabemos que
no podremos librarnos de la experiencia del dolor, pero podemos darle un sentido cristiano a
partir de tu Hijo Jesucristo. Aunque nuestra debilidad sea grande, Tú nos fortaleces. Gracias
Señor, porque nos permites unirnos a la Cruz de tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo para
completar con nuestros sufrimiento Su Santa Pasión. Por Cristo nuestro Señor. Amén.
10. Glosario
Redentor: Que redime. Librar de una obligación o extinguirla.
Mediación: Acción y efecto de mediar. Interceder o rogar por alguien.
Misterio: En la religión cristiana, cosa inaccesible a la razón y que debe
ser objeto de fe.
11. Bibliografía
Juan Pablo II. Carta Apostólica Salvifici Doloris, (Sobre el sentido
cristiano del sufrimiento humano). 1984.
Juan Pablo II. Mensajes a los enfermos, 4ª visita a México. 1999.
Benedicto XVI. Carta Encíclica Spe Salvi (Sobre la esperanza
cristiana). 2007.
Catecismo de la Iglesia Católica.
TEMA 11: LOS VALORES DEL COMPROMISO CON LA SOCIEDAD:
Solidaridad, justicia, convivencia social y cívica. Espíritu de servicio, responsabilidad.
El testimonio de los padres en el cumplimiento de las obligaciones cívicas.
La colaboración activa hacia el Estado y la Iglesia.
Objetivos:
Cultivar el compromiso y la proyección social de la familia.
Descubrir los diversos modos y ámbitos de participación social.
Comprometerse en la cristianización de la sociedad, deber de la
familia.
1. Oración
Padre nuestro, enséñanos a cumplir con el compromiso de ser buenos padres y educar a los hijos
en los verdaderos valores para con la sociedad y el prójimo, principalmente el sentido de
responsabilidad, de servicio, el cumplimiento con las obligaciones cívicas y sociales.
2. Lectura bíblica
“Un maestro de la ley fue a hablar con Jesús, y para ponerlo a prueba le preguntó: Maestro, ¿qué
debo hacer para alcanzar la vida eterna? Jesús le contestó: ¿Qué está escrito en la ley? ¿Qué es
lo que lees? El maestro de la ley contestó: Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda
tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente y ama a tu prójimo como a ti mismo. Jesús le
dijo: has contestado bien. Si haces eso, tendrás la vida. Pero el maestro de la ley, queriendo
justificar su pregunta, dijo a Jesús: ¿Y quién es mi prójimo? Jesús entonces le contestó: Un
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hombre iba por el camino de Jerusalén a Jericó, y unos bandidos lo asaltaron y le quitaron hasta
la ropa; lo golpearon y se fueron, dejándolo medio muerto. Por casualidad, un sacerdote pasaba
por el mismo camino; pero al verlo, dio un rodeo y siguió adelante. También un levita llegó a
aquel lugar, y cuando lo vio, dio un rodeo y siguió adelante. Pero un hombre de Samaria que
viajaba por el mismo camino, al verlo, sintió compasión. Se acercó a él, le curó las heridas con
aceite y vino, y le puso vendas. Luego lo subió en su propia cabalgadura, lo llevó a un
alojamiento y lo cuidó. Al día siguiente, el samaritano sacó el equivalente al salario de dos días,
se lo dio al dueño del alojamiento y le dijo: 'Cuide a este hombre, y si gasta usted algo más, yo
se lo pagaré cuando vuelva.' Pues bien, ¿cuál de esos tres te parece que se hizo prójimo del
hombre asaltado por los bandidos? El maestro de la ley contestó: El que tuvo compasión de él.
Jesús le dijo: Pues ve y haz tú lo mismo” (Lucas 10, 25-37).
3. Desarrollo del tema
El ser humano es social, no puede vivir solo, necesita de los demás para su realización. Está
hecho para vivir en sociedad. La sociedad es el conjunto de hombres y mujeres que unidos
contribuyen a la consecución del bien común. El bien común es el conjunto de condiciones
sociales que hacen posible a los miembros de la sociedad su realización plena.
Los valores del compromiso con la sociedad.
La familia es la base de la sociedad. Es la primera escuela de sociabilidad. Nuestra sociedad
necesita familias ejemplares, que hagan el esfuerzo, a veces en contra de la corriente para llevar
una vida recta, buscando el bien del mayor número posible de personas. Estas familias, son
ejemplo de servicio al necesitado, de respeto por las leyes, de apoyo y colaboración con la
Iglesia y el país. Estas familias logran que las naciones no se desmoronen. El compromiso social
comienza por lo que llamamos cultura cívica, que se concreta por ejemplo en el respeto a las
señales de tránsito, el no tirar basura en cualquier lugar, en pagar los impuestos justos; o
cumplir las promesas que se hacen.
Desde la familia se aprende el deber cívico de la participación en la vida ciudadana. A veces
esta participación se lleva a cabo por medio de la búsqueda de la justicia social con los
empleados o con los clientes, o en el compromiso solidario en las juntas de vecinos o en las
actividades de nuestra parroquia. Es importante participar en las asociaciones que impulsan
valores en la sociedad, que buscan la regulación de los medios de comunicación o de campañas
respecto a películas y anuncios que van en contra de lo que creemos, de modo que no sean
exhibidos en nuestras salas de cine, en nuestras televisiones o en anuncios en nuestras calles.
Otro modo de colaborar es apoyar a quienes llevan la Palabra de Dios a las empresas, a las
familias y a los medios de comunicación. En la familia debemos alentar la solidaridad hacia los
demás, hacia lo necesitados.
Siendo el ser humano un ser social, también es un ser político. Política viene de polis que quiere
decir “ciudad”, o el que vive en la ciudad. “La política es la forma más perfecta de la caridad”
Juan XXIII. Es parte de los deberes con la sociedad exigir de manera respetuosa y ordenada que
los gobernantes cumplan con su deber honestamente y busquen el bien de todos, sin poner por
encima sus intereses o los del partido.
En todos estos campos, los padres tienen la oportunidad de ser ejemplo para sus hijos que
aprenderán a ser solidarios, responsables, con sentido de civismo, cumplir con ir a votar
analizando las propuestas de los candidatos, denunciar los delitos, comprometerse con los
damnificados en desastres naturales. Si los hijos acompañan a sus padres, serán colaboradores
de la construcción de una civilización del amor; en la que la vida y los demás derechos
fundamentales del hombre se respeten y defiendan por encima de intereses personales. De este
modo se vencerá la indiferencia para ayudar al otro. Cada familia es el comienzo del
compromiso de la sociedad a favor de la vida y de la civilización del amor.
4. Caso o hecho de vida
El río Grijalva y el Usumacinta se desbordaron y cubrieron una gran extensión de tierra en
Tabasco. Pocos lugares quedaron en alto y el agua cubrió casi toda la ciudad de Villahermosa.
La solidaridad mexicana no se hizo esperar y comenzaron a enviar víveres, alimentos, agua y lo
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que estaba haciendo falta. Los hicieron llegar al gobierno mexicano, a través de Caritas, una de
tantas organizaciones que tiene la Iglesia. Muchas instituciones quisieron cooperar y la gente
mandó donativos en especie y en dinero, a través de las cuentas bancarias, ya que algunos
bancos dijeron que si uno pone un peso, ellos ponen otro. Artistas, medios de comunicación, el
ejército y miles de personas ofrecieron su ayuda para lograr la reconstrucción de Tabasco y de
Chiapas. Sin embargo, queda mucho por hacer, para que el olvido no sea el fin de las tragedias
que perjudican a nuestro país.
5. Reflexión y diálogo
¿Me considero una persona con responsabilidad y compromiso cívico y
social? ¿Suelo cooperar cuando veo la necesidad, o me hago de la vista
corta?
¿Cómo inculco a mis familiares el valor del compromiso social?
¿Realizo las contribuciones a tiempo, agua, luz, predial, etc.? ¿En
tiempos de votación electoral, acudo a elegir a nuestros gobernantes?
6. Textos de apoyo
“Deberes de los ciudadanos: Su colaboración leal entraña el derecho, y a veces el deber, de
ejercer una justa crítica de lo que les parece perjudicial para la dignidad de las personas o el bien
de la comunidad. Deber de los ciudadanos es cooperar con la autoridad civil para el bien de la
sociedad, con espíritu de verdad, justicia, solidaridad y libertad. El amor y el servicio de la
patria forman parte del deber de gratitud y del orden de la caridad. La sumisión a las autoridades
legítimas y el servicio del bien común exigen de los ciudadanos que cumplan con su
responsabilidad en la vida de la comunidad política. La sumisión a la autoridad y la
corresponsabilidad en el bien común exigen moralmente el pago de los impuestos, el ejercicio
del derecho al voto, la defensa del país.” (Catecismo de la Iglesia Católica, No. 2238-2240).
“El deber inmediato de actuar en favor de un orden justo en la sociedad es más bien propio de
los fieles laicos. Como ciudadanos del Estado, están llamados a participar en primera persona en
la vida pública. Por tanto, no pueden eximirse de la «multiforme y variada acción económica,
social, legislativa, administrativa y cultural, destinada a promover orgánica e institucionalmente
el bien común». Aunque las manifestaciones de la caridad eclesial nunca pueden confundirse
con la actividad del Estado, sigue siendo verdad que la caridad debe animar toda la existencia de
los fieles laicos y, por tanto, su actividad política, vivida como «caridad social»” (S.S.
Benedicto XVI, Carta Encíclica Deus Caritas Est. 2005).
7. Síntesis conclusiva
El ser humano es de naturaleza social, no puede vivir solo, necesita de
los demás para alcanzar su realización. Está hecho para vivir en
sociedad. Es deber del cristiano estar comprometido por el bien común y
por un justo orden social.
Para que la convivencia social sea fructífera y redunde en beneficio de
todos, es necesario que cada uno ponga de su parte todo lo que le
corresponde como ciudadano, como vecino, como persona civilizada, y
especialmente como cristiano.
La familia es el primer lugar donde se aprenden los valores y virtudes del
compromiso con la sociedad.
8. Compromiso
Cuidar el buen ejemplo ante los hijos para que sepan vivir
cristianamente en comunidad y en solidaridad con los otros.
Buscar ser solidario con los vecinos, ayudando y colaborando en las
necesidades de la comunidad, para las mejoras de la colonia, del barrio,
de la ciudad.
9. Oración final
Dios Padre, en nombre de tu Hijo Jesucristo, te pedimos que nos ayudes a ser más conscientes
de la labor que tenemos que hacer a nuestro alrededor, cooperando, ayudando, sirviendo a todos.
Permítenos ver tu rostro en cada una de las personas que nos necesitan y así lograr ser
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constructores de tu Reino en este mundo. Santa María, Madre de Cristo y Madre de la Iglesia,
intercede por nuestras familias. Amén.
10. Glosario
Bien común: Conjunto de condiciones que propician el mayor bien al
mayor número de personas. El bien común está por encima del bien
individual.
Civismo: Conducta respetuosa que el individuo observa en la diaria
convivencia con sus conciudadanos.
Política: Lo que vincula a los hombres con el bien común mas alto, que
es el de la sociedad. En sentido amplio compete a todos los ciudadanos y
en sentido estricto, a los que tienen vocación de gobierno. Sin la mira en
el bien común la política se reduce solamente al campo del poder.
Solidaridad: Adhesión y apoyo a la causa de los conciudadanos. La
solidaridad vincula a los hombres entre sí.
Subsidiariedad: Principio que responsabiliza al que más tiene o sabe, a
contribuir en mayor medida al desarrollo de la vida social.
11. Bibliografía
Juan Pablo II. Carta Encíclica Sollicitudo rei socialis (La preocupación
social de la Iglesia). 1987.
Benedicto XVI. Carta Encíclica Deus Caritas Est (Sobre el amor
cristiano). 2005.
Pontificio Consejo Justicia y Paz. Compendio de la Doctrina Social de
la Iglesia. 2004.
Catecismo de la Iglesia Católica.
TEMA 12: LOS VALORES DEL CUIDADO DE LA CREACIÓN:
Respeto a la creación, ecología cristiana.
Objetivos:
Ver en la Creación el regalo que Dios nos ha dado.
Respetar la Creación mediante el cuidado de todos sus elementos.
Aprovechar los bienes de la naturaleza de manera razonable y con la
responsabilidad de heredarlos a las futuras generaciones.
1. Oración
“Bendiga la tierra al Señor, cántenlo y ensálcenlo por los siglos.
Bendigan al Señor cuanto brota en la tierra, cántenlo y ensálcenlo por los siglos.
Bendigan, mares y ríos, al Señor, cántenlo y ensálcenlo por los siglos.
Bendigan, todas las aves del cielo, al Señor, cántenlo y ensálcenlo por los siglos.
Bendigan todas las bestias y ganados al Señor, cántenlo y ensálcenlo por los siglos.
Bendigan, hijos de los hombres, al Señor, cántenlo y ensálcenlo por los siglos.” (Da 3,74).
2. Lectura bíblica
“Entonces dijo Dios: Hagamos al ser humano a nuestra imagen, según nuestra semejanza, para
que dominen sobre los peces del mar, las aves del cielo, los ganados, las bestias salvajes y los
reptiles de la tierra. Y creó Dios al ser humano a su imagen; a imagen de Dios los creó; varón y
mujer los creó. Y los bendijo Dios diciéndoles: Crezcan y multiplíquense; llenen la tierra y
sométanla; dominen sobre los peces del mar, las aves del cielo y todos los animales que se
mueven por la tierra. Y añadió: Les entrego todas las plantas que existen sobre la tierra y tienen
semilla para ser sembradas; y todos los árboles que producen frutos con su semilla les servirán
de alimento…. Y así fue. Vio entonces Dios todo lo que había hecho, y todo era muy bueno”
(Gen 1, 26-31).
3. Desarrollo del tema
La Creación en el Plan de Dios.
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Nosotros los católicos, no miramos el universo solamente como la naturaleza considerada en sí
misma, sino como creación y primer don del amor del Señor por nosotros. “Del Señor es la
tierra y cuanto hay en ella; el orbe y los que en él habitan” (Sal 24,1), esta afirmación recorre
toda la Biblia y confirma que la tierra es el primer signo de la Alianza de Dios con el ser
humano. La revelación bíblica nos enseña que cuando Dios creó al hombre, lo colocó en el
jardín del Edén para que hiciera uso de él (cf. Gen 2,16) señalándole unos límites (Gen 2,17),
que recuerdan al ser humano que Dios es el Señor y Creador y de Él es la tierra y todo lo que
contiene. Dios entrega a los seres humanos toda la creación, para desarrollar su vida y las de sus
descendientes. Estos límites miran a preservar la justicia y el derecho que todos tienen a los
bienes de la creación, que Dios destinó al servicio de todos. Las criaturas del Padre le dan gloria
“con su sola existencia”, y, por eso, el ser humano debe hacer uso de ellas con cuidado y
delicadeza. Nosotros podemos usarlas, no como dueños absolutos, sino como administradores.
Como discípulos de Jesús, tenemos que dar gracias por el don de la creación, reflejo de la
sabiduría y belleza de Dios Creador. A través de la creación cada persona entra en comunión
con Él, con los demás seres humanos y con toda la creación.
La ecología en el pensamiento de la Iglesia.
La teología y la catequesis de la Iglesia han reflexionado sobre la creación, la tierra, la
naturaleza, el progreso, etc., pero en los años ochentas aparece el concepto que nosotros hoy
conocemos como ecología. La ecología alude a la naturaleza como la casa en que todos
vivimos. En el documento del CELAM en Aparecida se nos recuerda la importancia de tomar
conciencia de la naturaleza como una herencia gratuita que recibimos para proteger la
convivencia humana de modo responsable para bien de todos. La explotación irracional de los
bienes de la creación deja consecuencias preocupantes en las que tiene una enorme
responsabilidad el desmedido afán por la riqueza, la actitud egoísta por encima de la vida de las
personas en especial de los campesinos e indígenas, que tienen que migrar a las grandes
ciudades para salir de la miseria. Hay que progresar en el desarrollo para valorar las riquezas de
la tierra y su capacidad al servicio del bien común, evitando la industrialización descontrolada,
que contamine con desechos orgánicos y químicos y produzca eliminación de bosques,
contaminación del agua y mayor desertificación.
El Catecismo de la Iglesia Católica sintetiza el pensamiento eclesial sobre los bienes creados:
Dios que trasciende la creación al tiempo que está presente en ella, crea todo por sabiduría y
amor de modo ordenado y bueno, Él mantiene y conduce la creación con su divina Providencia
y encarga al ser humano que colabore con Él, administrando la creación. El ser humano debe
respetar la bondad propia de las criaturas y no hacer uso desordenado de ellas. La destrucción
sistemática de la naturaleza es un pecado social.
La ecología es un gran reto para la humanidad en el siglo XXI.
La tierra está seriamente amenazada, si seguimos obrando como hasta ahora, podríamos destruir
la herencia que recibimos y comprometer el futuro de las nuevas generaciones. El modelo de
desarrollo que hemos adoptado desde la segunda guerra mundial se basa en una economía que
destruye la naturaleza que se ve frágil e indefensa ante los intereses económicos y tecnológicos.
Las intervenciones sobre los recursos naturales no pueden arrasar irracionalmente las fuentes de
vida, en perjuicio de la misma humanidad.
La familia puede y debe ser una escuela para manejar adecuadamente los bienes de la creación.
En ella, el comportamiento de cada uno da coherencia y autoridad moral para trabajar por la
ecología. Desde ella se puede cambiar la mentalidad y las acciones de toda la sociedad. Hay que
tener la firme convicción de que la ecología empieza en casa. Los cristianos estamos llamados,
por fidelidad al Evangelio, a influir en los gobernantes y en las legislaciones que tienen que ver
con la ecología. De este modo la familia se convierte en “fermento de un mundo nuevo”
promoviendo la conciencia y el compromiso con el bien de la creación.
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Las generaciones que nos sucedan tienen derecho a recibir un mundo habitable y no un planeta
contaminado. Por ello hay que comprometerse en acciones como las que se enumeran a
continuación:
Evangelizar para descubrir y cuidar el don de la creación, educando en
un estilo de vida de sobrio, austero y solidario, ejercitando
responsablemente el señorío humano sobre la tierra, para que rinda sus
frutos en su destinación universal.
Profundizar la presencia eclesial en las poblaciones más amenazadas y
apoyarlas en la gestión de la tierra, del agua y de los espacios urbanos.
Promover el desarrollo integral y responsable de una ecología natural y
humana, basado en el evangelio de la solidaridad y el destino universal
de los bienes, frente al utilitarismo individualista.
Fomentar políticas públicas y participaciones ciudadanas que garanticen
la protección, conservación y restauración de la naturaleza.
4. Caso o hecho de vida
Laura y Javier es un matrimonio con cuatro hijos pequeños. Aún cuando su situación económica
es estable, forman a sus hijos en el cuidado de los recursos económicos y naturales. Procuran
dar testimonio de ahorro, en el consumo necesario de sus necesidades. Más aún, fomentan en
sus hijos una cultura ecológica, motivándolos a reciclar y reutilizar los materiales que manejan.
Cuando salen al campo les enseñan a valorar y apreciar la naturaleza, a ser agradecidos con
Dios por las maravillas de su creación.
5. Reflexión y diálogo
¿Tengo claro que Dios me ha dado la misión de ser administrador de la
creación?
¿Considero tener una conciencia ecológica alerta y bien informada?
¿Estoy dispuesto a comprometerme a trabajar por la ecología lo más
posible?
¿Qué plan familiar vamos a hacer para avanzar en conciencia y
coherencia ecológicas? ¿Cómo vamos a transmitir a nuestros hijos lo que
hemos aprendido en este tema? ¿Qué mundo queremos dejar a nuestros
hijos y nuestros nietos?
¿Qué podríamos hacer en el vecindario o en nuestra localidad?
6. Textos de apoyo
“La sociedad actual no hallará una solución al problema ecológico si no revisa seriamente su
estilo de vida. En muchas partes del mundo esta misma sociedad se inclina al hedonismo y al
consumismo, pero permanece indiferente a los daños que éstos causan. Como ya he señalado, la
gravedad de la situación ecológica demuestra cuan profunda es la crisis moral del hombre. Si
falta el sentido del valor de la persona y de la vida humana, aumenta el desinterés por los demás
y por la tierra… Hay, pues, una urgente necesidad de educar en la responsabilidad ecológica:
responsabilidad con nosotros mismos y con los demás, responsabilidad con el ambiente. No se
debe descuidar tampoco el valor estético de la creación. El contacto con la naturaleza es de por
sí profundamente regenerador, así como la contemplación de su esplendor da paz y serenidad...”
(Juan Pablo II. Mensaje para la celebración de la Jornada Mundial de la Paz. 1990).
“Es necesario que la promoción del desarrollo tendiente a satisfacer las necesidades del presente
no comprometa las capacidades de las generaciones futuras para cubrir sus propias necesidades.
Por ello es preciso que el desarrollo se pueda sostener y hacer viable a mediano y largo plazo.
Es necesario tomar en cuenta tres factores fundamentales para ello: la promoción de la
responsabilidad social de las actividades productivas, el respeto y cuidado del medio ambiente
natural y el respeto y promoción de la persona humana, de sus valores y de su cultura.”
(Conferencia del Episcopado Mexicano. "Del encuentro con Jesucristo a la solidaridad con
todos”. 2000).
7. Síntesis conclusiva
Dios “es el Señor y Creador y de Él es la tierra y todo lo que contiene”.
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Dios creó al hombre, lo colocó en el jardín del Edén para que lo labrara
y cuidara, e hiciera uso de él, no como dueño absoluto, sino como
administrador con límites.
Los límites en el uso de la tierra, preservan la justicia y el derecho de
todos a los bienes de la creación, que Dios destinó al servicio de todos.
8. Compromiso
• Considerar los recursos naturales como dones que Dios da a cada uno para administrar con
sabiduría y ofrecer a las siguientes generaciones.
• Poner los medios en familia para cuidar la naturaleza, evitando el despilfarro de los recursos
naturales: agua, aire, vegetación, animales, etc.
• Tomar medidas para evitar la contaminación.
9. Oración final
Señor ayúdanos a que desde nuestra familia sepamos reconocer y agradecer todos los dones que
Tú colocas a nuestra disposición en la Creación para que los sepamos usar con una visión
solidaria y responsable de modo que nuestros hijos sean buenos administradores del mundo que
Tú pones en sus manos.
10. Glosario
Ecología: Ciencia que estudia las relaciones entre los seres vivos y el
medio ambiente. También es la defensa y protección del medio
ambiente.
Reciclar: Proceso por el que los productos de desecho son nuevamente
utilizados.
Destino universal de los bienes: Principio de la doctrina social de la
Iglesia por el que los bienes de la creación, aún cuando son poseídos
legítimamente, conservan siempre una orientación de servicio a toda la
humanidad.
1. Bibliografía
Juan Pablo II, Mensaje para la Celebración d la Jornada de la Paz. Paz
con Dios Creador paz con toda la creación. 1990.
Juan Pablo II, Carta Encíclica Sollicitudo rei sociales (Sobre la
preocupación social de la Iglesia). 1987.
Pontificio Consejo Justicia y Paz, Compendio de la Doctrina Social de
la Iglesia. 2004.
Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica.
TEMA 13: EL VALOR DE LA HONESTIDAD PÚBLICA Y LA PROBIDAD
CONTRA LA CORRUPCIÓN
Objetivos:
Comprender las causas de la corrupción que existen en la sociedad.
Mostrar cómo la honestidad pública o probidad es el arte de realizar el
bien común.
Valorar la honradez, y la integridad en el actuar como remedios ante la
corrupción.
1. Oración
“Henos aquí, Espíritu Santo, henos aquí. Ciertamente puestos en evidencia por la magnitud de
nuestro pecado, pero especialmente congregados en tu Nombre. Dígnate despertar nuestros
corazones. Enséñanos qué debemos decidir, hacia dónde caminar y muéstranos qué debemos
hacer, para que, con tu auxilio, en todo consigamos agradarte. Sé Tú solo quien sugiera y lleve a
término nuestros juicios. No nos dejes ser perturbadores de la injusticia, Tú que amas la suma
equidad. Que nuestra ignorancia no nos desvíe del camino recto, ni nos doblegue el favoritismo,
ni nos corrompa la aceptación de personas, o los intereses creados. Del mismo modo que nos
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reunimos en tu Nombre, mantengamos en todo la justicia, teniendo como guía la piedad, para
que nuestra decisión en nada nos separe de Ti. Y, por nuestras obras bien hechas, consigamos en
la otra vida el premio eterno. Amén. (Oración de San Isidoro).
2. Lectura bíblica
“El juez sabio instruye a su pueblo y el gobierno del discreto es ordenado. Según el juez del
pueblo, así son sus ministros, y según el regidor de la ciudad, así sus moradores. El rey
ignorante pierde a su pueblo, y la ciudad prospera por la sensatez de los príncipes.” (Eclesiástico
10,1-4).
3. Desarrollo del tema
La honestidad es una forma de vivir que junto a la justicia, exige en dar a cada quien lo que le es
debido de modo congruente. Este valor es indispensable para que las relaciones humanas se
desenvuelvan en un ambiente de confianza y armonía, pues garantiza respaldo, seguridad y
credibilidad en las personas. Faltar a la honestidad rompe las relaciones humanas, en el trabajo,
la familia y en el ambiente en el que nos desenvolvemos. La honestidad es uno de los valores
más importantes para el perfeccionamiento de la personalidad. La persona honesta es garantía
de fidelidad, discreción, trabajo profesional y seguridad en el uso y manejo de los bienes
materiales. El Evangelio invita a vivir y actuar con justicia de cara al prójimo y a rectificar todo
acto de injusticia. La justicia no sigue farisaicamente la ley. También llama a tomar decisiones
más allá de la ley si quebrantamos la caridad.
La corrupción es abuso del poder para beneficio indebido. La corrupción produce un daño social
pues atraviesa todos los sectores y no se puede atribuir sólo a los políticos o funcionarios, todos
somos cómplices de ella. El ser humano lleva en sí la herida del pecado. Tiende hacia el bien,
pero es capaz del mal. La teología cristiana, considera que la raíz del pecado está en el corazón
del individuo y la libre voluntad. Sin embargo, el pecado afecta a todos, distorsionando las
relaciones con las que toda persona vive. A veces puede suceder que la persona, se vea
presionada por las circunstancias, y parezca imposible realizar bien sus responsabilidades, por
ello es importante desarrollar la virtud de la fortaleza que ayuda a vivir rectamente, con
transparencia y honradez. No debemos engañarnos con justificaciones del sistema: "todos lo
hacen", "es parte del precio", "si no pago la 'comisión' me quedo sin trabajo", "si rechazo el
trabajo, lo tomará otro que lo hará peor".
La familia y la Iglesia tienen un papel imprescindible para formar una cultura que tienda a este
bien moral. La familia es la influencia más importante en la vida de las personas. La pedagogía
de los valores ha demostrado que un valor sólo se asimila por "experiencia" positiva del mismo;
así como un antivalor sólo se rechaza vitalmente si de alguna manera, directa o indirecta, se han
experimentado sus efectos negativos. Por eso el papel de la familia en el cultivo de la
honestidad pública y la probidad, es fundamental, ya que los padres son los primeros en inculcar
con su palabra y ejemplo el modo en que tenemos que comportarnos en la sociedad. También la
Iglesia desempeña un papel relevante en la prevención de la corrupción, pues contribuye a la
educación y formación moral de los ciudadanos con los principios de su doctrina social:
dignidad de la persona humana, bien común, solidaridad, subsidiariedad, opción preferencial
por los pobres, destino universal de los bienes.
Acabar con la corrupción y fomentar la honestidad pública o probidad supone acciones en las
que todos somos responsables de un modo o de otro:
La formación moral fundada en principios firmes y no en
"conveniencias". El corazón corrompido es frágil ante la tentación. Sin
limpieza de corazón se agudiza la creatividad para burlar las normas.
El ejemplo de quienes detentan el poder o las influencias: Su conducta
sobria; con espíritu de servicio y transparente en el manejo de los
recursos, afianza la probidad.
Una formación clara en el significado y los peligros del dinero. Quien
hace del dinero un "dios" está a un paso de la corrupción. Quien es
austero y sobrio, ante la promesa de felicidad a base de bienes materiales
se mantiene firme en la prueba.
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La sanción justa de quienes son sorprendidos en actos de corrupción,
tanto de los corruptores como de los que se dejan corromper, cualquiera
que sea su cargo. Pocas cosas son más desalentadoras que la impunidad,
que es una forma de corrupción. La autoridad no puede ser cómplice ante
casos comprobados de deshonestidad.
Hoy la corrupción despierta más preocupación porque no sólo se limita a evadir las normas o
conseguir influencias que ayuden a obtener ganancias sin esfuerzo, sino que está vinculada con
graves daños sociales como el tráfico de estupefacientes, el comercio ilegal de armas y otras
clases de criminalidad. El esfuerzo privado contra la corrupción debe apoyar y desarrollar las
medidas contra la corrupción en el sector público. El orden social será más sólido cuando no se
imponga el interés individual al de la sociedad en su conjunto. Algunas formas para combatir la
corrupción del sector público pueden ser:
Fortalecer el empleo y gestionar sueldos justos a los servidores públicos
que les permitan satisfacer sus necesidades y un sistema eficaz de
pensiones.
Planear un sistema judicial efectivo y procesos transparentes y abiertos.
Desarrollar una autoridad responsable con espíritu de servicio.
Promover en la autoridad la capacidad de asumir, como fin de su
actuación, el bien común y no el prestigio o el logro de ventajas
personales o el poder.
4. Caso o hecho de vida
Rutgardo Felicianez desempeña un importante cargo en una empresa que depende del gobierno.
Él toma decisiones sobre las compras y la administración de la empresa. Normalmente se queda
con un “cachito” de los pagos que se hacen a la empresa y ya consiguió “colocar” a su cuñado y
a su hermano menor sin calificación académica en puestos de confianza de la empresa. Trae un
coche regalo de uno de los proveedores como agradecimiento por la amistad manifestada en la
pasada contratación. Recientemente, le visitó una comisión de legisladores y los llevó a un buen
restaurante con “personas alegres” para mejorar las relaciones públicas de la empresa. Hace
poco, el periódico local descubrió sus irregularidades y ahora se encuentra en una campaña
mediática para limpiar su imagen.
5. Reflexión y diálogo
¿Cómo reaccionaría si estuviera en una situación similar? ¿Sabría actuar
con honestidad? ¿Qué actitud tomo ante las acciones de corrupción que
suceden?
¿Soy consciente de la importancia de mi testimonio cristiano ante mi
familia, mis amigos, mis compañeros de trabajo, mis empleados?
¿Aprovecho el tiempo trabajando con intensidad y profesionalmente?
¿Devuelvo con oportunidad y en buen estado, lo que he recibido en
préstamo?
¿Cómo intervenir en la sociedad para promover la salud ética social?
6. Textos
"Toda forma de tomar o retener injustamente el bien ajeno, aunque no contradiga las
disposiciones de la ley civil, retener deliberadamente bienes prestados u objetos perdidos,
defraudar en el ejercicio del comercio, pagar salarios injustos, elevar los precios especulando
con la ignorancia o la necesidad ajenas, son moralmente ilícitos, la especulación mediante la
cual se pretende hacer variar artificialmente la valoración de los bienes con el fin de obtener un
beneficio en detrimento ajeno; la corrupción mediante la cual se vicia el juicio de los que deben
tomar decisiones conforme a derecho; la apropiación y el uso privados de los bienes sociales de
una empresa; los trabajos mal hechos, el fraude fiscal, la falsificación de cheques y facturas, los
gastos excesivos, el despilfarro. Infligir voluntariamente un daño a las propiedades privadas o
públicas es contrario a la ley moral y exige reparación." (Catecismo de la Iglesia Católica n°
2409).
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“Si la familia no es capaz de cumplir con su tarea educativa, si leyes contrarias al auténtico bien
del hombre –como aquellas contra la vida– deseducan a los ciudadanos sobre el bien, si la
justicia procede con lentitud excesiva, si la moralidad de base se debilita por la trasgresión
tolerada, si se degradan las condiciones de vida, si la escuela no acoge y emancipa, no es posible
garantizar la « ecología humana », cuya ausencia abona el terreno para que el fenómeno de la
corrupción eche sus raíces. En efecto, no se debe olvidar que la corrupción implica un conjunto
de relaciones de complicidad, oscurecimiento de las conciencias, extorsiones y amenazas,
pactos no escritos y connivencias que llaman en causa, antes que a las estructuras, a las personas
y su conciencia moral. Se colocan aquí, con su enorme importancia, la educación, la formación
moral de los ciudadanos y la tarea de la Iglesia que, presente con sus comunidades,
instituciones, movimientos, asociaciones y cada uno de sus fieles en todos los ángulos de la
sociedad de hoy, puede desarrollar una función cada vez más relevante en la prevención de la
corrupción.” (Lucha contra la corrupción. Consejo Pontificio Justicia y Paz. 2006).
7. Síntesis conclusiva
La honestidad es una forma de vivir congruente, que junto a la justicia,
exige en dar a cada quien lo que le es debido. La persona que es honesta
puede reconocerse por ser siempre sincero en su comportamiento,
palabras y afectos.
La honestidad pública o probidad es indispensable para que las
relaciones humanas se desenvuelvan en un ambiente de confianza y
armonía, pues garantiza respaldo, seguridad y credibilidad en las
personas.
Las relaciones en un ambiente de confianza conducen a la mejora
personal y ajena, pues si se obra con rectitud, se aprende a vivir como
hombre de bien.
En todo acto de corrupción hay uno que corrompe y otro que se deja
corromper, radica en las personas, pero se convierte en sistema, si se
tolera socialmente.
La corrupción afecta a todos y es una de las causas del subdesarrollo y la
pobreza, privando a los pueblos del bien fundamental que es la legalidad.
8. Compromiso
Formar una personalidad recta en nuestros hijos para ser personas sanas
e incorruptibles, especialmente en el manejo de los bienes materiales.
Evitar la murmuración que afecta negativamente la personalidad de los
demás.
Guardar discreción y seriedad ante las confidencias y secretos
profesionales.
9. Oración final
Señor nunca dejes de iluminar nuestras conciencias y de dar fortaleza a nuestros corazones, para
que en nuestra vida personal y en nuestro testimonio en familia seamos honestos en la
construcción de las relaciones sociales. Amén.
10. Glosario
Bien común: Conjunto de condiciones que propician el mayor bien al
mayor número de personas. El bien común está por encima del bien
individual.
Evadir: Eludir con arte o astucia una dificultad prevista.
11. Bibliografía
Juan Pablo II. Carta Encíclica Veritatis Splendor (Sobre algunas
cuestiones fundamentales de la Enseñanza Moral de la Iglesia). 1993.
Pontificio Consejo Justicia y Paz. Compendio de la Doctrina Social de
la Iglesia.
Consejo Pontificio Justicia y Paz. Lucha contra la corrupción. 2006.
Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica.
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