Ø Domingo 5º del Tiempo ordinario Ciclo B (2018). La compasión de Jesús. La miseria humana, signo de la debilidad del hombre, atrae la compasión de Cristo Salvador: su mirada nos enseña a ver todo a la luz de su verdad y de su compasión por todos los hombres.
v Cfr. Domingo 5º del tiempo ordinario ciclo B, 4 de febrero 2018
Marcos 1, 29-39; 1 Corintios 9,
16-19. 22-23; Job 7, 1-4.6-7.
Marcos 1, 29-39: En aquel tiempo, 29 al salir Jesús y sus discípulos de la sinagoga, fue con
Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. 30
La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y se lo dijeron. 31 Jesús se acercó, la cogió de la mano
y la levantó. Se le pasó la fiebre y se puso a servirles. 32 Al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos los
enfermos y endemoniados. 33 La
población entera se agolpaba a la puerta. 34
Curó a muchos enfermos de diversos males
y expulsó muchos demonios; y como los demonios lo conocían, no les permitía
hablar. 35 Se levantó de madrugada,
se marchó al descampado y allí se puso a orar. 36 Simón y sus compañeros fueron 37 y,
al encontrarlo, le dijeron: - «Todo el mundo te busca.» 38 Él les respondió: - «Vámonos a otra parte, a las aldeas
cercanas, para predicar también allí; que para eso he salido.» 39 Así recorrió toda Galilea,
predicando en las sinagogas y expulsando los demonios.
1 Corintios 9, 16-19.22-23: 16
El hecho de predicar no es para mí motivo de orgullo. No tengo más remedio y,
¡ay de mí si no anuncio el Evangelio! 17
Si yo lo hiciera por mi propio gusto, eso mismo sería mi paga. Pero, si lo hago
a pesar mío, es que me han encargado este oficio. 18 Entonces, ¿cuál es la paga? Precisamente dar a conocer el
Evangelio, anunciándolo de balde, sin usar el derecho que me da la predicación
del Evangelio. 19 Porque, siendo
libre como soy, me he hecho esclavo de
todos para ganar a los más posibles. 22
Me he hecho débil con los débiles, para ganar a los débiles; me he hecho todo para todos, para
ganar, sea como sea, a algunos. 23 Y
todo lo hago por causa del Evangelio, para participar yo también de sus bienes.
La
compasión de Cristo
Jesús curó a muchos
enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios
(Evangelio de hoy: Marcos 1, 34)
Me he hecho todo para todos
(Segunda Lectura: 1 Corintios 9,
22)
1. La compasión según la sabiduría común
·
Se describe la compasión normalmente como un sentimiento de tristeza
que produce el ver padecer a
alguien y que impulsa a aliviar su dolor o sufrimiento, a
remediarlo o a evitarlo. Revela amor por el prójimo.
·
Es una actitud del alma que
nos hace sensibles al mal que padecen otros seres humanos, que lleva a
comprender las
situaciones en
las que se encuentran y al deseo de aliviar sus sufrimientos. Empuja, por
tanto, a la solidaridad, superando el simple sentimiento de pena antes los males
ajenos. Dostoevskij
en El idiota afirma que «La compasión
es la más importante y tal vez la única
ley de toda la humanidad». La
compasión es un sentimiento que lleva a
salir de uno mismo para compartir gratuitamente lo que uno tiene con quien
tiene necesidad. Se consideran sinónimos, entre otros, la lástima, la
conmiseración, la misericordia, la piedad …, y se consideran antónimos la mofa y
la impiedad.
Entre otros, se suelen considerar
como sinónimos la conmiseración, la piedad, la lástima, la condolencia, la solidaridad … y como antónimos, la crueldad y la insensibilidad.
·
Los actos del
amor son muchos: conocer al otro, dialogar, compartir, acompañar, alegrarse,
perdonar, cuidar, curar,
respetar, comprender, ser leal, confiar, regalar, honrar, enseñar, corregir,
contemplar, etc. etc. Uno de entre estos actos
es el compadecer [1].
2.
La compasión de Cristo. El Señor cura a
muchos enfermos, expulsa demonios; reza, predica, todos le buscan. Características
de la compasión de Cristo
·
«De
ninguno de los antiguos se lee que haya curado tantas deformidades, tantas
enfermedades y
tantas torturas
humanas con un poder nunca semejante» (S. Agustín, In Ioannis Evangelium 91,3) [2].
·
Ante la grande actividad del Señor durante una
jornada - la descripción de Marco ha sido calificada como
«24 horas típicas de Jesús» -, podemos
concluir, entre otras cosas, que Jesús
tiene compasión por las personas. Acerca de esa compasión el Catecismo de la
Iglesia Católica señala una serie de características que nos ayudan a descubrir
el rostro del Señor:
a) La compasión
de Cristo es un signo maravilloso de que el Reino de Dios está muy cerca (n.
1503); la
liberación de los males terrenos (hambre, injusticia, enfermedad y
muerte) son signos mesiánicos (n. 549); su compasión llega hasta identificarse
con los enfermos («Estuve enfermo y me visitasteis» Mateo 25,36) (n. 1503);
b) Jesús tiene el poder para curar y también
para perdonar los pecados, vino a curar al hombre entero, alma y cuerpo; la
finalidad de su venida no fue para abolir todos los males aquí abajo, sino a
liberar a los hombres de la esclavitud más grave, la esclavitud del pecado, que es obstáculo en la vocación de los hombres de hijos de Dios
y causa de todas sus servidumbres o esclavitudes humanas (nn. 549; 1421);
c) con compasión Cristo proclama que «es lícito
en sábado hacer el bien en vez del mal, salvar una vida en vez de destruirla» (Mc 3,
4). El sábado es el día del Señor de las misericordias y del honor de Dios «El Hijo del hombre es Señor del sábado» (Mc
2, 28). (n. 2173);
o
La miseria humana es signo de
la debilidad del hombre y atrae la compasión de Cristo Salvador.
·
«Bajo
sus múltiples formas - indigencia material, opresión injusta, enfermedades
físicas o psíquicas y,
por último, la muerte -, la miseria humana es el signo
manifiesto de la debilidad congénita en que se encuentra el hombre tras el
primer pecado y de la necesidad que tiene de salvación. Por ello, la miseria
humana atrae la compasión de Cristo Salvador, que la ha querido cargar sobre sí e identificarse con los "más pequeños de sus
hermanos". (...) (n. 2448).
3. La compasión en los cristianos.
a) El número 1503
del Catecismo de la Iglesia Católica añade
que «el amor de predilección de Cristo para con
los enfermos no ha cesado, a lo largo de los siglos, de suscitar la
atención muy particular de los cristianos hacia todos los que sufren en su
cuerpo y en su alma. Esta atención dio origen a infatigables esfuerzos por
aliviar a los que sufren».
El n. 2715 afirma: “La luz de la mirada de Jesús ilumina
los ojos de nuestro corazón; nos enseña a ver todo a la luz de su verdad y de
su compasión por todos los hombres”.
El n. 1506 afirma que Jesús hace participar a sus
discípulos de su ministerio de compasión
y que al seguirle adquieren una nueva visión sobre la enfermedad y sobre los
enfermos.
b) La vida y la salud física son bienes
preciosos que Dios nos ha confiado, y debemos cuidar de ellos racionalmente,
teniendo en cuenta las necesidades de
los demás y el bien común (n. 2288). El cuidado de la salud de los ciudadanos
requiere la ayuda de la sociedad (n. 2288).
c) (...) Los oprimidos por la miseria son objeto de un amor
de preferencia por parte de la Iglesia, que, desde los orígenes, y a pesar de
los fallos de muchos de sus miembros, no ha cesado de trabajar para aliviarlos,
defenderlos y liberarlos. Lo ha hecho mediante innumerables obras de
beneficencia, que siempre y en todo lugar continúan siendo indispensables» (CDF, instr.
«Libertatis conscientia» 68). (n. 2448).
d) n. 2844: “el
don de la oración no puede recibirse más que en un corazón acorde con la
compasión divina”.
4. El peregrinaje
del cristiano en el mundo debe ser un continuo servicio prestado siempre por
amor a Dios y al prójimo.
·
Es Cristo que pasa, n. 98: “Ser cristiano no es algo accidental,
es una divina realidad que se
inserta en las entrañas de nuestra vida, dándonos una
visión limpia y una voluntad decidida para actuar como quiere Dios. Se aprende
así que El peregrinaje del cristiano en el mundo ha de convertirse en un continuo
servicio prestado de modos muy diversos, según las circunstancias personales,
pero siempre por amor a Dios y al prójimo. (...) Se dan, a veces, algunas
actitudes, que son producto de no saber penetrar en ese misterio de Jesús. Por
ejemplo, la mentalidad de quienes ven el cristianismo como un conjunto de
prácticas o actos de piedad, sin percibir su relación con las situaciones de la
vida corriente, con la urgencia de atender a las necesidades de los demás y de
esforzarse por remediar las injusticias.
Diría que quien tiene esa mentalidad no ha comprendido todavía lo que significa que el Hijo de Dios se haya encarnado, que haya tomado cuerpo, alma y voz de hombre, que haya participado en nuestro destino hasta experimentar el desgarramiento supremo de la muerte. Quizá, sin querer, algunas personas consideran a Cristo como un extraño en el ambiente de los hombres”.
Diría que quien tiene esa mentalidad no ha comprendido todavía lo que significa que el Hijo de Dios se haya encarnado, que haya tomado cuerpo, alma y voz de hombre, que haya participado en nuestro destino hasta experimentar el desgarramiento supremo de la muerte. Quizá, sin querer, algunas personas consideran a Cristo como un extraño en el ambiente de los hombres”.
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