viernes, 14 de julio de 2017
Sacerdocio ministerial (2014). Discurso de Francisco a los sacerdotes diocesanos. A) La alegría de ser sacerdotes, llamados por el Señor Jesús. La sorpresa siempre nueva de haber sido llamados por el Señor Jesús. Llamados a seguirlo, a estar con Él, para ir a los demás llevándolo a Él, su Palabra, su perdón… No hay nada más hermoso para un hombre que esto, ¿verdad? Cuando los sacerdotes estamos ante el tabernáculo, y nos quedamos un momento ahí, en silencio, sentimos la mirada de Jesús de nuevo sobre nosotros, y esa mirada nos renueva, nos reanima. B) La belleza de la fraternidad: seguir al Señor juntos, en la gran variedad de dones y personalidad. Esto no es fácil, ni es inmediato ni se puede dar por descontado. Porque también los sacerdotes estamos metidos en la cultura subjetivista de hoy, esa cultura que exalta el yo hasta idolatrarlo. Y también no es fácil a causa de cierto individualismo pastoral.
1 Sacerdocio ministerial (2014). Discurso de Francisco a los sacerdotes diocesanos. A) La alegría de ser sacerdotes, llamados por el Señor Jesús. La sorpresa siempre nueva de haber sido llamados por el Señor Jesús. Llamados a seguirlo, a estar con Él, para ir a los demás llevándolo a Él, su Palabra, su perdón… No hay nada más hermoso para un hombre que esto, ¿verdad? Cuando los sacerdotes estamos ante el tabernáculo, y nos quedamos un momento ahí, en silencio, sentimos la mirada de Jesús de nuevo sobre nosotros, y esa mirada nos renueva, nos reanima. B) La belleza de la fraternidad: seguir al Señor juntos, en la gran variedad de dones y personalidad. Esto no es fácil, ni es inmediato ni se puede dar por descontado. Porque también los sacerdotes estamos metidos en la cultura subjetivista de hoy, esa cultura que exalta el yo hasta idolatrarlo. Y también no es fácil a causa de cierto individualismo pastoral. Cfr. Discurso de Francisco a los sacerdotes diocesanos Visita Pastoral a la diócesis de Cassano all’Jonio - Sábado, 21 de junio de 2014 o A. La alegría de ser sacerdotes Llamados a seguirlo, a estar con Él, para ir a los demás llevándolo a Él, su Palabra, su perdón. Es cierto que a veces no es fácil quedarse delante del Señor; bien porque estamos ocupados con tantas cosas, con tantas personas…; o bien porque sentimos cierta incomodidad, la mirada de Jesús nos inquieta un poco, hasta nos pone en crisis… ¡Pero nos viene bien! Queridos Sacerdotes, agradezco vuestra acogida. He deseado mucho este encuentro con vosotros, que lleváis el peso diario del trabajo parroquial. Ante todo, quisiera compartir con vosotros la alegría de ser sacerdotes. La sorpresa siempre nueva de haber sido llamados por el Señor Jesús. Llamados a seguirlo, a estar con Él, para ir a los demás llevándolo a Él, su Palabra, su perdón… No hay nada más hermoso para un hombre que esto, ¿verdad? Cuando los sacerdotes estamos ante el tabernáculo, y nos quedamos un momento ahí, en silencio, sentimos la mirada de Jesús de nuevo sobre nosotros, y esa mirada nos renueva, nos reanima. Es cierto que a veces no es fácil quedarse delante del Señor; bien porque estamos ocupados con tantas cosas, con tantas personas…; o bien porque sentimos cierta incomodidad, la mirada de Jesús nos inquieta un poco, hasta nos pone en crisis… ¡Pero nos viene bien! En el silencio de la oración, Jesús nos hace ver si estamos trabajando como buenos obreros, o si quizá nos hemos vuelto un poco "empleados"; si somos "canales" abiertos y generosos, a través de los que corre abundante su amor, su gracia, o si, en cambio, nos ponemos nosotros en el centro, y en vez de ser "canales" somos "pantallas" que no ayudan al encuentro con el Señor, con la luz y la fuerza del Evangelio. o B. La belleza de la fraternidad: seguir al Señor juntos, en la gran variedad de dones y personalidad. Esto no es fácil, ni es inmediato ni se puede dar por descontado. Porque también los sacerdotes estamos metidos en la cultura subjetivista de hoy, esa cultura que exalta el yo hasta idolatrarlo. Y también no es fácil a causa de cierto individualismo pastoral. Y lo segundo que deseo compartir con vosotros es la belleza de la fraternidad: estar los sacerdotes juntos, seguir al Señor no solos, no uno a uno, sino juntos, en la gran variedad de dones y personalidad; es más, precisamente eso enriquece el presbiterio: la variedad de proveniencias, de edad, de talentos… Y todo, vivido en comunión, en fraternidad. Tampoco esto es fácil, ni es inmediato ni se puede dar por descontado. Primero porque también los sacerdotes estamos metidos en la cultura subjetivista de hoy, esa cultura que exalta el yo hasta 2 idolatrarlo. Y luego a causa de cierto individualismo pastoral que, desagraciadamente, se ha difundido en nuestras diócesis. o Debemos reaccionar eligiendo la fraternidad, sin dejarlo al azar, a las circunstancias favorables. La comunión en Cristo en el presbiterio, en torno al Obispo, debe ser acogida y cultivada. Pide ser buscada en formas concretas. Por eso debemos reaccionar eligiendo la fraternidad. Intencionalmente hablo de "elección". No se puede dejar al azar, a las circunstancias favorables. No, es una elección que corresponde a la realidad que nos constituye, al don que hemos recibido, y que siempre hay que acoger y cultivar: la comunión en Cristo en el presbiterio, en torno al Obispo. Esta comunión pide ser vivida buscando formas concretas, adecuadas a los tiempos y a la realidad del territorio, pero siempre en perspectiva apostólica, con estilo misionero, con fraternidad y sencillez de vida. Cuando Jesús dice: «En esto sabrán todos que sois mis discípulos: si os tenéis amor unos por otros» (Jn 13,35), lo dice ciertamente por todos, pero antes que nada por los Doce, a los que llamó a seguirle más de cerca. o Importancia del trabajo con las familias y por la familia La alegría de ser sacerdotes y la belleza de la fraternidad. Estas son las dos cosas que veía más importantes pensando en vosotros. Y solo apunto una última cosa: os animo en vuestro trabajo con las familias y por la familia. Es una labor que el Señor nos pide que hagamos de modo especial en este tiempo difícil para la familia como institución, y para las familias a causa de la crisis. Pero precisamente en el tiempo difícil, Dios hace sentir su cercanía, su gracia, la fuerza profética de su Palabra. Y nosotros estamos llamados a ser testigos, mediadores de esa cercanía a las familias y de esa fuerza profética para la familia. Queridos hermanos, os doy las gracias. ¡Adelante, animados por el común amor por el Señor y por la Santa Madre Iglesia! Que la Virgen os proteja y os acompañe. Permanezcamos unidos en la oración. Gracias. www.parroquiqsantamonica.com Vida Cristiana
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