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Monseñor Agrelo (Arzobispo de Tánger) |
XIII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
28 de Junio del 2015
Nos
vamos de Pascua:
Para
adentrarnos en el misterio de este domingo, nos dejaremos guiar por
las palabras del Salmista: “Te ensalzaré, Señor, porque me has
librado”. Son las palabras de nuestra oración responsorial.
Son
del Salmista porque él oró mientras las buscaba a la luz de la fe
para componer su poema, y porque oró cuando las encontró para
bendecir con ellas a Dios.
Y
son nuestras, porque la Iglesia las ha hecho suyas para que en
nuestra Eucaristía cantemos las misericordias del Señor: la gracia
de su palabra, el amor de sus designios, la grandeza de su creación,
la belleza de sus obras, su victoria sobre la muerte.
A
nuestro canto se unirá aquel jefe de la sinagoga que tenía a su
niña en la últimas, y que acudió a Jesús en busca de curación y
de vida. Y con nosotros estará también aquella mujer de los muchos
años enferma y de los muchos médicos que no habían podido curarla,
aquella que tuvo fe para robarle fuerza a Jesús. Todos unidos en la
confesión de lo que hemos vivido: “Cambiaste mi luto en danzas,
Señor Dios mío”.
Pero
aún no te hablé de él, del que ora con nosotros, del que ora en
nosotros, del que ora por nosotros; aún no te hablé de Cristo
Jesús, aunque en él llegasen a su cumplimiento las palabras del
Salmista, aunque de él fuesen evidente figura aquella mujer enferma
y aquella niña muerta.
Cristo
Jesús es la verdad de las palabras de nuestra oración; él es su
sentido pleno.
Cuando
nuestra oración confiesa lo que hemos conocido de Dios, en verdad
confiesa lo que, por la fe y los sacramentos, hemos vivido y vivimos
en comunión con Cristo Jesús.
Nosotros
decimos: “Te ensalzaré Dios mío, porque me has librado”, pero
no es lo mismo decirlo sólo con el Salmista que decirlo en Cristo
Jesús.
No
eres tú quien lo dice, sino Cristo en ti y tú en él: “Señor,
sacaste mi vida del abismo y me hiciste revivir cuando bajaba a la
fosa”. No eres tú quien agradece, sino Cristo en ti y tú en
Cristo: “Tañed para el Señor, fieles suyos, dad gracias a su
nombre santo”.
Y
porque estás en comunión con él, esta es tu Pascua, Iglesia cuerpo
de Cristo, este es tu salmo de resurrección, éste es el misterio
que recuerdas orando y que vives celebrando: Hoy te acercas a Cristo
para robarle tu curación y tu vida; hoy Cristo Jesús te toma de la
mano y te dice: contigo hablo, levántate, resucita; hoy tu vida
queda escondida con Cristo en Dios.
Hoy,
cuando comulgues, con Cristo y con los pobres suban al cielo las
palabra de tu canto: “Te daré gracias por siempre”. Lo cual
indica que tienes intención de robarle también el cielo.
Feliz
domingo, feliz encuentro con la vida en Cristo Jesús.
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