25 de Octubre del 2015
Que
pueda ver
Que
pueda ver, Señor, y cante tu grandeza por las obras de tu
misericordia: que pueda ver la tierra que has preparado para la
libertad de tus hijos, la tierra de toda bendición que es Cristo
Jesús, de modo que, habiendo entrado en ella por tu gracia, no deje
de reconocer el amor con que la cultivaste, el amor con que la
preparaste para los pobres, el amor con que se la regalaste.
Que
pueda ver, Señor, a mis hermanos, con esa mirada acogedora con la
que tú mismo nos has mirado en Jesús de Nazaret. Que aprenda de él
a ver y sentir compasión, a ver y curar, a ver y multiplicar el pan,
a ver y consolar, a ver y resucitar, a ver y amar.
Que
pueda, Señor, verme a mí mismo y acudirme en el hermano que sufre,
de modo que en él cubra mi desnudez, en él remedie mi necesidad, en
él alivie mi dolor.
Que
pueda, Dios mío, ver a Cristo Jesús y acudirlo en tus hijos más
pequeños, en los que no cuentan para el mundo, en los que no tienen
poder, en los que no producen, en los que son considerados carga para
la sociedad, en los que hemos entregado a la desdicha para aumentar
nuestras rentas. Que en ellos vea a tu predilecto, al más amado; que
en ellos me ocupe de él y cuide de él, como madre, como hermano,
como amigo.
Que
pueda alegrarme, Señor, con el resto de tu pueblo; que pueda ver
risas en la boca de tus hijos, cantares en su lengua, porque se ha
hecho verdad lo que soñaron, porque la esperanza ha iluminado los
caminos de los pobres, porque la justicia y la paz se han besado,
porque hay lugar para todos en la mesa de la solidaridad.
Que
pueda ver, Señor, que, recibiendo hoy a Cristo Jesús en la
eucaristía, recibo en él y con él a los pobres; que, recibiendo a
los pobres a la mesa de la misericordia, en ellos y con ellos recibo
a Cristo Jesús. ¡Que pueda ver!
Feliz
domingo.
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