miércoles, 17 de mayo de 2017
Familia. La lectura. La lectura tiene para nuestros hijos las virtudes de un complejo vitamínico: les prepara para el aprendizaje, les aporta vocabulario, les provee de experiencia, les proporciona conocimientos, les previene contra el aburrimiento, les abre horizontes… Tanto si lo somos como si no, a todos nos gustaría que nuestros hijos fueran grandes lectores, que ocuparan parte de su ocio metidos en un buen libro, que tuvieran la lectura como una amiga inseparable.
1 Familia. La lectura. La lectura tiene para nuestros hijos las virtudes de un complejo vitamínico: les prepara para el aprendizaje, les aporta vocabulario, les provee de experiencia, les proporciona conocimientos, les previene contra el aburrimiento, les abre horizontes… Tanto si lo somos como si no, a todos nos gustaría que nuestros hijos fueran grandes lectores, que ocuparan parte de su ocio metidos en un buen libro, que tuvieran la lectura como una amiga inseparable. Cfr. Un jardín en el bolsillo http://blogs.aceprensa.com/familiaactual/ Publicado el 23/04/2012 por blogfamiliaactual Existe un proverbio árabe que dice: “Un libro es como un jardín que se lleva en el bolsillo”. Los libros proporcionan viajes imaginarios e intelectuales, nos trasladan a otros lugares, nos ponen en contacto con otras mentalidades, nos llevan de la mano por el mundo y por la historia. Son, por tanto, fuente de experiencia. En su etimología, experiencia es lo que se ve en un viaje: ¡qué mejor forma de adquirir experiencias que viajar con la lectura! La lectura tiene para nuestros hijos las virtudes de un complejo vitamínico: les prepara para el aprendizaje, les aporta vocabulario, les provee de experiencia, les proporciona conocimientos, les previene contra el aburrimiento, les abre horizontes… Tanto si lo somos como si no, a todos nos gustaría que nuestros hijos fueran grandes lectores, que ocuparan parte de su ocio metidos en un buen libro, que tuvieran la lectura como una amiga inseparable. Pero la realidad es bien distinta, para muchos niños leer es un “rollo”, un “aburrimiento”, una “obligación”, que quita tiempo para jugar, para ver su programa favorito, estar con los amigos o hacer deporte. Quizá lo que tenemos que hacer es empezar por convencerles de 2 que no es así, de que la lectura es el juego más divertido, el programa más ameno, el amigo más fiel y el deporte que más en forma nos pone. Los padres podemos hacer mucho, por ejemplo: No esperar a que sepa leer para animarle a la lectura. Un buen lector comienza a formarse cuando todavía no sabe leer. Por eso existen los libros de prelectura, para que ya el bebé se familiarice con ellos, los toque, los mire, los muerda… Conocer y aplicar, si se ve conveniente, alguno de los métodos existentes para enseñar a leer a los bebés. Hay especialistas que proponen como momento idóneo entre los 3 y los 6 meses. Mediante el uso de diversos materiales que se encuentran en el mercado, como bits o tarjetones, el bebé comienza a familiarizarse con la lectura. Tener en cuenta que se aprende a leer en la escuela, pero se forman lectores en la familia. No dejemos en manos del colegio lo que nos corresponde hacer a nosotros. Dar ejemplo. El amor a la lectura se contagia. Si nunca nos ven con un libro, será difícil que nuestros hijos se interesen por la lectura. No podemos hacer que lean, pero sí crear un ambiente propicio en el que los libros formen parte del hogar. Es muy conveniente establecer un rato de lectura en familia: cada cual coge su libro y se pone a leer, si lo hacemos desde siempre, lo verán como algo natural. Leerles cuentos cuando son pequeños y hacerlo saboreando la lectura, que perciban que disfrutamos con ello. Crearemos en nuestros hijos fascinación por las historias e interés por los libros que las contienen. Sin darnos cuenta, pasaremos de leerles cuentos a que ellos nos los lean. Ayudarles a que formen su propia biblioteca (o la biblioteca familiar). Procuraremos que disponga de una estantería en su habitación y que catalogue sus tebeos, revistas y cuentos. Es muy positivo que lleve un registro de los que lee y que apunte si le gustaron mucho o poco. Darles la oportunidad de que elijan los libros, no imponérselos. Con cierta periodicidad podemos ir a comprarlos con ellos y aprovechar para hablar de sus lecturas. Aunque hayan elegido ellos un libro, puede ser que no les guste una vez lo han empezado, en ese caso no tenemos que empeñarnos en que lo acaben. A todo lector le asiste el derecho a no acabarse un libro, o dos, o más. En cada celebración, un libro, por lo menos… Lógicamente, no se ha de regalar sólo libros, pero nunca deben faltar. Así irán completando su biblioteca. 3 Fomentar actividades como: representaciones teatrales, cuenta-cuentos, marionetas, visitas a bibliotecas y librerías… Buscar libros atractivos tanto en la forma como en el contenido. Los libros también entran por la vista, sobre todo, por los ojos de los más pequeños. Hemos de tener en cuenta los dibujos, los colores, el tamaño y la forma de la letra… Cuando son un poco más mayores, es conveniente buscar libros relacionados con sus aficiones e intereses. Nunca utilizar la lectura como castigo. No podemos enviarlos a leer a su habitación porque se han portado mal. Debemos presentar la lectura no como algo gravoso, sino como algo divertido. Leer es, en todo caso, un premio, jamás un castigo. Que nos vean disfrutar leyendo. Generamos expectativas positivas si comentamos cosas como “qué bueno es este libro”, si nos reímos cuando lo estamos leyendo, o les releemos un pasaje que nos ha gustado especialmente. Pasarse libros. El intercambio de libros puede ser una forma de diálogo con nuestros hijos. Un libro que se comparte da mucho de qué hablar. El verbo leer no soporta el imperativo. A nadie se le puede mandar leer, como a nadie se le puede obligar a amar. La relación que entablamos con los libros es una relación amorosa: de pronto, sin saber cómo ni por qué, nos enamoramos de un libro y después de otro y de otro. Esos romances son fuente de innumerables placeres intelectuales y afectivos, así como de enriquecimiento personal. En este ámbito, la promiscuidad lectora viene a ser la mejor aliada para mantener vivas esas relaciones amorosas con los libros. Aprovechemos el Día del Libro para acercar a nuestros hijos a la lectura. www.parroquiasantamonica.com Vida Cristiana
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