Domingo 5º de Pascua, Ciclo A (2017). Los cristianos, somos llamados a levantar, con nuestras vidas, un templo más noble que cualquier edificio artístico de culto. Segunda lectura: «También vosotros, como piedras vivas, sois edificados como edificio espiritual para un sacerdocio santo, con el fin de ofrecer sacrificios espirituales agradables a Dios por medio de Jesucristo» (v. 5). Somos sacerdotes de nuestra propia existencia, para ofrecernos como víctimas espirituales. Todas nuestras obras, proyectos, vida familiar, trabajo cotidiano, descanso, molestias de la vida… si se realizan en el Espíritu, se convierten en "hostias espirituales, aceptables a Dios por Jesucristo" (1Pedro 2,5). En el lenguaje bíblico «cuerpo» índica toda la vida, que será la «ofrenda viva, santa y agradable a Dios»: es lo que se llama el «culto espiritual».
v Cfr. V Domingo de Pascua - Año A, 14 mayo 2017
Juan 14, 1-12;
Hechos 6, 1-7; 1 Pedro 2, 4-9.
cfr.Gianfranco Ravasi, Secondo le Scritture, V
domenica di Pasqua Anno A, Piemme 1995
I
Pedro 2, 4-9: 4 Acercándoos al
Señor, la piedra viva desechada por los hombres, pero escogida y preciosa
ante Dios, 5 también vosotros, como
piedras vivas, sois edificados como edificio espiritual para un sacerdocio
santo, con el fin de ofrecer sacrificios espirituales agradables a
Dios por medio de Jesucristo. 6 Dice
la Escritura: «Yo coloco en Sión una piedra angular, escogida y preciosa; el
que crea en ella no quedará defraudado.»
7 Para vosotros, los
creyentes, es de gran precio, pero para
los incrédulos es la «piedra que desecharon los constructores: ésta se ha
convertido 8 en piedra angular», en
piedra de tropiezo y roca de escándalo.
Ellos tropiezan porque no creen en la
palabra: ése es su destino. 9
Vosotros sois una raza elegida, un sacerdocio real, una nación consagrada, un
pueblo adquirido por Dios para proclamar las hazañas del que os llamó a salir
de la tiniebla y a entrar en su luz maravillosa.
Los cristianos son piedras vivas,
edificados como edificio espiritual para un
sacerdocio santo,
con el fin de ofrecer sacrificios
espirituales
agradables a Dios por medio de
Jesucristo.
(San Pedro, Segunda Lectura)
El cristiano no tiene que buscar fuera de
sí la ofrenda que debe inmolar a Dios.
Procura ser tú mismo el sacrificio y el sacerdote
de Dios.
Haz de tu corazón un altar.
Todos, por el Bautismo,
hemos sido constituidos sacerdotes de nuestra propia existencia.
(San Josemaría
Escrivá de Balaguer, Es Cristo que pasa,
96)
La verdadera casa de Dios debe ser una
"casa espiritual" formada por "piedra vivas",
es decir, por hombres y mujeres
santificados interiormente por el Espíritu de Dios.
(Juan Pablo II, Catequesis sobre la acción santificadora del
Espíritu Santo 21/02/1990)
1. Las piedras vivas: son nuestras vidas.
v San Pablo, en la carta a los Romanos, usa la palabra «cuerpo», en vez de «vida». Este es el culto espiritual
·
Las «piedras vivas» son
nuestras vidas – vividas según Cristo bajo el impulso del Espíritu Santo: con
la fidelidad al Señor, con nuestro estilo de vida propio de los
hijos de Dios, con nuestro espíritu de servicio, con nuestra caridad, etc. -; el
ofrecimiento a Dios de las mismas es lo que en la fe católica se llama el «culto
espiritual» a Dios, realidad que es expresada sintéticamente por la exhortación
de S. Pablo a los Romanos: «Os exhorto,
por tanto, hermanos, por la misericordia de Dios, a que ofrezcáis vuestros
cuerpos como ofrenda viva, santa, agradable a Dios: éste es vuestro culto
espiritual” (Romanos 12,1).
v El bautizado es la piedra viva de un edificio espiritual. El sacerdocio común de los fieles.
·
Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1268: Los bautizados vienen a ser
"piedras vivas" para "edificación
de un edificio espiritual, para un sacerdocio
santo" (1Pedro 2,5). Por el Bautismo participan del sacerdocio de
Cristo, de su misión profética y real, son "linaje elegido, sacerdocio
real, nación santa, pueblo adquirido, para anunciar las alabanzas de aquel que
os ha llamado de las tinieblas a su admirable luz" (1Pedro 2,9). El
Bautismo hace participar en el sacerdocio común de los fieles.
v
Piedras vivas para edificar un edificio
espiritual: la Iglesia, cuya piedra clave es Jesucristo.
·
Nuevo
Testamento, Eunsa 2004, comentario a 1 Pedro 2, 4-10. “El Bautismo
hace al cristiano
miembro del edificio
espiritual que es la Iglesia, cuya piedra clave es Jesucristo. Los cristianos,
piedras vivas, han de estar unidos a Él por la fe y por la gracia, para
construir sólidamente el templo donde se ofrezcan «sacrificios espirituales
agradables a Dios» (v. 5). Cuanto más
íntima sea la unión con Jesucristo, más sólida resultará la edificación”. .
o La verdadera casa de Dios debe ser una «casa espiritual»
·
Juan Pablo II,
Catequesis sobre la acción santificadora del Espíritu Santo 21/02/1990:
·
«Una casa material no puede recibir plenamente la acción
santificadora del Espíritu Santo, y por tanto no
·
puede ser verdaderamente
"morada de Dios". La verdadera casa de Dios debe ser una "casa
espiritual", como dirá san Pedro, formada por "piedra vivas", es
decir, por hombres y mujeres santificados interiormente por el Espíritu de Dios
(1Pedro 2,4-10 ; Efesios
2,21-22)».
v El templo no es sólo un espacio arquitectónico. Es la imagen representativa de la santidad obrada por el Espíritu Santo en los hombres que viven en Cristo, unidos en la Iglesia.
Juan Pablo II, Catequesis sobre el Espíritu
Santo, 12/12/1990
·
«En el contexto
de las cartas a los Corintios y a los Efesios el templo no es sólo un
espacio
arquitectónico. Es la imagen representativa de la santidad obrada
por el Espíritu Santo en los hombres que viven en Cristo, unidos en la Iglesia.
Y la Iglesia en el «espacio» de esta santidad.
También
el apóstol Pedro, en su primera carta, usa el mismo lenguaje y nos
imparte la misma enseñanza. En efecto, dirigiéndose a los fieles «que viven
como extranjeros en la Dispersión» (entre los paganos), les recuerda que han
sido «elegidos según el previo conocimiento de Dios Padre, con la acción
santificadora del Espíritu, para obedecer a Jesucristo y ser rociados con
su sangre» (1 P 1, 1-2). En virtud de esta santificación en el
Espíritu Santo, todos «cual piedras vivas, entran en la construcción de un
edificio espiritual para un sacerdocio santo, para ofrecer
sacrificios espirituales, aceptos a Dios por mediación de Jesucristo» (1
P 2, 5).
o Los bautizados son consagrados como casa espiritual por la unción del Espíritu Santo.
Juan Pablo II, Exhortac.
Apostólica “Christifideles laici”,
sobre la vocación y la misión de los laicos en la
Iglesia y en el mundo, 30/12/1988.
·
n. 13: «El apóstol Pedro define a los bautizados como
"piedras vivas" cimentadas en Cristo, la "piedra
angular", y destinadas a
la "construcción de un edificio espiritual" (1 Pedro. 2, 5 ss.). La imagen nos introduce en otro aspecto de la
novedad bautismal, que el Concilio Vaticano II presentaba de este modo:
"Por la regeneración y la unción del Espíritu Santo, los bautizados son
consagrados como casa espiritual" (Conc. Vaticano II, Constitución Lumen
gentium, 10).
»El Espíritu Santo
"unge" al bautizado, le imprime su sello indeleble (cf. 2 Corintios 1, 21-22), y lo constituye
en templo espiritual; es decir, le llena de la santa presencia de Dios gracias
a la unión y conformación con Cristo.
»Con esta
"unción" espiritual, el cristiano puede, a su modo, repetir las
palabras de Jesús: "El Espíritu del Señor está sobre mí; por lo cual me ha
ungido para evangelizar a los pobres, me ha enviado a proclamar la liberación a
los cautivos y la vista a los ciegos, a poner en libertad a los oprimidos, y a
proclamar el año de gracia del Señor" (Cf. Lucas. 4, 18-19; cf. Isaías.
61, 1-2). De esta manera, mediante la efusión bautismal y crismal, el bautizado
participa en la misma misión de Jesús el Cristo, el Mesías Salvador».
o La arquitectura espiritual de la Iglesia. El fundamento del edificio es Cristo. Las paredes hechas con «piedras vivas»: que son la misma existencia de los cristianos.
§ El fundamento del edificio espiritual de la Iglesia es Cristo
·
1 Corintios 3,
10-11: “10 Según
la gracia de Dios que me ha sido dada, yo puse los cimientos como sabio
arquitecto, y otro edifica sobre ellos. Cada uno mire
cómo edifica, 11 pues nadie puede poner otro cimiento distinto
del que está puesto, que es Jesucristo”.
§ Los cristianos levantan, con su misma existencia, un templo mucho más noble que cualquier edificio artístico del mundo.
·
Gianfranco Ravasi, Secondo le Scritture ...., o.c., p. 119: “Recogiendo los hilos diversos de tres
trozos bíblicos de la liturgia de hoy, conseguimos
construir la arquitectura espiritual de la Iglesia. Su fundamento es Cristo, «piedra viva». También Pablo había descrito
la Iglesia así: “10 Según la gracia de Dios que me ha sido dada, yo puse los
cimientos como sabio arquitecto, y otro
edifica sobre ellos. Cada uno mire cómo edifica, 11 pues nadie
puede poner otro cimiento distinto del que está puesto, que es Jesucristo” (1
Corintios 3, 10-11). Sobre esta base se levantan las paredes de la Iglesia hecha con tantas «piedras vivas» como dice S.
Pedro: son los cristianos de cada comunidad local quienes
con su misma existencia levantan un templo mucho más noble que cualquier
edificio artístico del mundo. En el interior de este templo se celebran sacrificios pero no de toros y
corderos, no entre inciensos y humos sino con «sacrificios espirituales». Las
palabras de los profetas anticipaban ya esta liturgia
perfecta (Miqueas 6, 7-8): “7 ¿Aceptará Yahvé miles de carneros, miríadas de ríos de aceite? 8 -«Se te
ha hecho saber [2], hombre, lo que es bueno,
lo que Yahvé quiere de ti: tan sólo respetar el derecho [3], amar la lealtad y
proceder humildemente [4]con tu Dios.»”. Las palabras de Pablo a los Romanos ya describían
este culto: “Os exhorto, por tanto,
hermanos, por la misericordia de Dios, a que ofrezcáis vuestros cuerpos como
ofrenda viva, santa, agradable a Dios:
éste es vuestro culto espiritual” (Romanos 12,1). El cuerpo
es la vida cotidiana y el principio
de las relaciones sociales: del «cuerpo» sube a Dios, paradójicamente, el culto
«culto espiritual».
2. Casa espiritual y sacrificios/hostias espirituales como ofrecimiento a Dios en el Concilio Vaticano II.
v Por el bautismo y por la unción del Espíritu Santo, los discípulos de Cristo han de ofrecerse a sí mismos como hostia viva, santa y grata a Dios.
·
Constitución Lumen gentium, 10: «Cristo
Señor, Pontífice tomado de entre los hombres (Hebreos 5,1-5), a
su nuevo pueblo "lo hizo
Reino de sacerdotes para Dios, su Padre" (Apocalipsis 1,6; 5,9-10). Los bautizados son consagrados
como casa espiritual y sacerdocio santo por la regeneración y por la unción del
Espíritu Santo, para que por medio de todas las obras del hombre cristiano
ofrezcan sacrificios espirituales y anuncien las maravillas de quien los llamó
de las tinieblas a la luz admirable (1Pedro 2,4-10).
»Por ello, todos los discípulos de
Cristo, perseverando en la oración y alabanza a Dios (Hechos 2,42.2,47),
han de ofrecerse a sí mismos como hostia viva, santa y grata a Dios (Romanos
12,1), han de dar testimonio de Cristo en todo lugar, y a quien se la
pidiere, han de dar también razón de la esperanza que tienen en la vida eterna
(1 Pedro 3,15)».
o Los laicos: todas sus obras, proyectos, vida familiar, trabajo cotidiano, descanso, molestias de la vida… si se realizan en el Espíritu, se convierten en "hostias espirituales, aceptables a Dios por Jesucristo" (1Pedro 2,5), que ofrecerán a Dios Padre en la Eucaristía con la oblación del cuerpo del Señor.
·
Constitución Lumen gentium, 34: “Todas
sus obras, preces y proyectos apostólicos, la vida conyugal y
familiar, el trabajo
cotidiano, el descanso del alma y de cuerpo, si se realizan en el Espíritu,
incluso las molestias de la vida si se sufren pacientemente, se convierten en
"hostias espirituales, aceptables a Dios por Jesucristo" (1P 2,5),
que en la celebración de la Eucaristía, con la oblación del cuerpo del Señor,
ofrecen piadosísimamente al Padre. Así también los laicos, como adoradores en
todo lugar y obrando santamente, consagran a Dios el mundo mismo”.
3. Por el bautismo somos sacerdotes de nuestra propia existencia, para ofrecernos como víctimas espirituales.
·
Nuevo Testamento, Eunsa 1999, Romanos 12,1-8: “En los vv. 1-2 el Apóstol introduce la invitación a
dar a Dios un
culto espiritual, como
consecuencia de la nueva condición dada por el Bautismo. Los cristianos son el
nuevo Pueblo de Dios y están incorporados a Cristo como miembros suyos, de modo
que «todos, por el Bautismo, hemos sido
constituidos sacerdotes de nuestra propia existencia, ‘para ofrecer víctimas
espirituales, que sean agradables a Dios por Jesucristo’ (1 Pedro 2,5),
para realizar cada una de nuestras propias acciones en espíritu de obediencia a
la voluntad de Dios, perpetuando así la misión del Dios-Hombre» (S. Josemaría
Escrivá, Es Cristo que pasa, 96).”
o La transformación de la existencia en ofrenda espiritual agradable a Dios
·
Juan Pablo II, Catequesis, 15/04/1998: Sobre el
fundamento del bautismo, la primera carta de san Pedro
exhorta a los cristianos a
colaborar con Cristo en la construcción del edificio espiritual fundado por él
y sobre él: "Acercándoos a él, piedra viva, desechada por los hombres,
pero elegida, preciosa ante Dios, también vosotros, como piedras vivas, entrad
en la construcción de un edificio espiritual, para un sacerdocio santo, a fin
de ofrecer sacrificios espirituales, aceptos a Dios por mediación de
Jesucristo" (1Pedro 2,4-5). Por tanto, el bautismo une a todos los fieles
en el único sacerdocio de Cristo, capacitándolos para participar en los actos
de culto de la Iglesia y transformar su existencia en ofrenda espiritual
agradable a Dios. De ese modo, crecen en santidad e influyen en el desarrollo
de toda la comunidad.
4. Ofrecimiento de nuestros cuerpos. (Cfr. Romanos 12, 1).
o En el lenguaje bíblico «cuerpo» índica toda la vida, que será la «ofrenda viva, santa y agradable a Dios», es lo que se llama el «culto espiritual».
·
Raniero Cantalamessa, La Eucaristía, nuestra
santificación, Edicep 1997, p. 27: “La palabra «cuerpo»
no indica, en la Biblia, un
componente o una parte del hombre que, unida a los otros componentes, que son
el alma y el espíritu, forman el hombre completo. Es así como razonamos
nosotros que somos herederos de la cultura griega que concebía, precisamente,
el hombre en tres estadios: cuerpo, alma y espíritu (tricotomismo). En el
lenguaje bíblico, y por lo tanto en el lenguaje de Jesús y en el de Pablo,
«cuerpo» designa al hombre entero, al hombre en su totalidad y unidad; designa
al hombre en cuanto vive su vida en un cuerpo, en una condición corpórea y
mortal. Juan, en su evangelio, en lugar de la palabra «cuerpo», emplea la
palabra «carne» («si no coméis la carne del Hijo del hombre...») y está claro
que esta palabra que encontramos en el capítulo sexto del evangelio, tiene el
mismo significado que en el capítulo primero, en donde se dice que «el Verbo se
hizo carne», es decir, hombre.
«Cuerpo» indica, pues, toda la vida. Jesús, al instituir la eucaristía, nos ha
dejado como don toda su vida, desde el primer instante de la encarnación hasta
el último momento, con todo lo que concretamente había llenado dicha vida: silencio, sudores,
fatigas, oración, luchas, humillaciones ...”
o El cuerpo es la vida cotidiana
·
cfr.Gianfranco Ravasi, Secondo le Scritture, V domenica di Pasqua Anno
A, Piemme 1995, p. 119:
“El cuerpo es la vida cotidiana y el principio
de las relaciones sociales: paradójicamente, nuestro culto «espiritual» se
eleva hacia Dios desde el «cuerpo»”.
Vida Cristiana
[1] Arzobispo
de Rávena (433-450), Padre de
la Iglesia, fue proclamado Doctor
de la Iglesia por
el papa Benedicto
XIII en 1729. Nació en la
ciudad de Imola, en la Región de Emilia (Italia),
en una fecha indeterminada, entre380 y 406.
[2] Amós 5,21: Yo detesto,
aborrezco vuestras fiestas, no me aplacan vuestras solemnidades.
[3] Amos 5,24: ¡Que fluya, sí,
el derecho como agua y la justicia como arroyo perenne!
[4] Isaías 7,9: Si no os
afirmáis en mí no seréis firmes
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