13 de Diciembre del 2015
Estad
siempre alegres en el Señor.
No
parece que la parábola del rico necio tenga mucho que ver con el
tiempo de Adviento, y, sin embargo, necesito recordarla antes de
entrar en el misterio de este domingo. “Las tierras de un hombre
rico dieron una gran cosecha… Entonces se dijo: Amigo, tienes
muchos bienes almacenados para muchos años: túmbate, come, bebe y
date la buena vida”. De este hombre se podría decir aquello de que
“era tan pobre que sólo tenía riquezas”. Este hombre,
aunque nadie en aquella noche le hubiese reclamado la vida, habría
sido en todo caso un condenado al aburrimiento: túmbate, come, bebe,
deja de preocuparte, disfruta la vida. Necesitaba recordar esa
parábola porque nos ofrece la contrafigura perfecta del Adviento,
nos acerca al hombre del Adviento imposible, a un insensato atrapado
en el espejismo de su granero lleno. Intenta, si puedes, dejarle el
mensaje del Adviento: “Estad siempre alegres en el Señor; os lo
repito: estad alegres. El Señor está cerca”. Serán para él
palabras sin sentido. Él no espera a nadie; él no espera nada:
¡Tiene el granero lleno!
“Estad
siempre alegres en el Señor”: Las palabras del mandato son
palabras para pobres, para hombres y mujeres de granero escaso en
bienes y rico en esperanza; son palabra para expertos en zozobras, en
incertidumbres, en debilidades, en humanidad; son palabras de
gracia para ti, Iglesia amada de Dios, para ti que estás en
expectación y te preguntas por la venida de tu Señor.
“Estad
siempre alegres en el Señor; os lo repito: estad alegres. El Señor
está cerca”. Está cerca el que te ama: “Él se goza y se
complace en ti”. Está cerca el que tú amas: “¡Qué grande en
medio de ti el Santo de Israel!” Está cerca tu salvador.
La
palabra profética anuncia su venida, la eucaristía la prefigura y
la realiza, tus pobres la anticipan para ti. Hoy, por la fe y la
caridad, tú escuchas la palabra del que esperas, lo recibes en
comunión, lo abrazas en tus pobres. Hoy, por la fe y la caridad, el
Señor está tan cerca de ti que está para siempre contigo en la
palabra inspirada que escuchas y acoges, en el pan consagrado que
comulgas, en el pobre a quien abrazas y cuidas.
“Estad
siempre alegres en el Señor. El Señor está cerca”. En esa tierra
tuya de comunidad pobre, verdea ya la mies de la justicia y la
fidelidad: ¡El Señor será tu cosecha! ¡Y tú serás cosecha de
Dios!
Feliz
domingo.
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