miércoles, 8 de febrero de 2017
Eutanasia (2013). Comparar las campañas de eutanasia promovidas por los nazis con nuevas leyes para “ayudar a morir” a enfermos graves puede parecer una burda exageración. Sin embargo, cabe plantearse: ¿eran unos monstruos sádicos todos los que colaboraron en las eutanasias practicadas en tiempos del nazismo? Estudios sobre aquella época, en las que una ideología perversa se hizo socialmente sofocante, dan a entender que muchas personas normales y corrientes se dejaron arrastrar por los valores dominantes del momento. Esto es algo que, en cierto modo, puede volver a repetirse.
1 Eutanasia (2013). Comparar las campañas de eutanasia promovidas por los nazis con nuevas leyes para “ayudar a morir” a enfermos graves puede parecer una burda exageración. Sin embargo, cabe plantearse: ¿eran unos monstruos sádicos todos los que colaboraron en las eutanasias practicadas en tiempos del nazismo? Estudios sobre aquella época, en las que una ideología perversa se hizo socialmente sofocante, dan a entender que muchas personas normales y corrientes se dejaron arrastrar por los valores dominantes del momento. Esto es algo que, en cierto modo, puede volver a repetirse. Cfr. Eutanasia: Nuevas leyes, viejos argumentos José Ignacio Moreno – Aceprensa - 27.JUN.2013 Comparar las campañas de eutanasia promovidas por los nazis con nuevas leyes para “ayudar a morir” a enfermos graves puede parecer una burda exageración. Sin embargo, cabe plantearse: ¿eran unos monstruos sádicos todos los que colaboraron en las eutanasias practicadas en tiempos del nazismo? Estudios sobre aquella época, en las que una ideología perversa se hizo socialmente sofocante, dan a entender que muchas personas normales y corrientes se dejaron arrastrar por los valores dominantes del momento. Esto es algo que, en cierto modo, puede volver a repetirse. Un libro sobre el origen de la eutanasia en Alemania Vito Punzi escribe en Avvenire sobre un nuevo e inquietante libro del historiador alemán Götz Aly, “Los oprimidos. Eutanasia: 1933-1945, una historia de la sociedad” (S. Fischer). El autor afirma que, durante los doce años del poder nazi, unas 200.000 personas fueron obligadas a morir por ser enfermos o deficientes, o tener una vida “indigna de ser vivida”. Estas acciones fueron consideradas por sus promotores como una “acción compasiva hacia el enfermo” y un “beneficio para la sociedad”. La “Aktion T4” (1939-1941), por ejemplo, fue un programa de eutanasia para eliminar a personas señaladas como enfermos incurables, niños con taras hereditarias o adultos improductivos, como explica Tobias Freimüller en Die Zeit, también a propósito del estudio de Aly. La eutanasia en la Alemania nazi fue impulsada como “acción compasiva hacia el enfermo” Götz Aly comenzó esta investigación hace más de treinta años. Ha dedicado el libro a su hija Karline, quien sufrió una infección cerebral nada más nacer y quedó con una discapacidad permanente. En el primer capítulo, “La eutanasia, idea de un mundo secularizado”, el autor recuerda cómo la muerte provocada ha sido objeto de debate entre los médicos, mucho antes de que Hitler llegaran al poder. “¿El médico puede matar?”, es un tema por el que ya se preguntaron los neurólogos de Sajonia en 1922. Desde el estudio de aquel debate de los años veinte, Aly llega a una interesante conclusión: “Promover la eutanasia como una muerte ‘más humana’ o una ‘muerte dulce’, en aquellos años, iba de la mano con una actividad de personalidades políticas a favor del aborto, de la defensa de los derechos de la mujer respecto al divorcio, y en contra la pena de muerte. En definitiva: se trataba de personas que luchaban por una sociedad con formas más libres de vida”. Los posteriores argumentos nazis para la introducción de la eutanasia fueron “compasivos”. La película Yo acuso fue promovida en 1941 por Joseph Goebbels, ministro de Propaganda del Führer, y tuvo un gran impacto emocional en la población alemana. Cuenta la historia de Hanna, una joven enferma de esclerosis múltiple que suplica a su marido Thomas –médico prestigioso de Munich– que acabe con su vida, pues no soporta la idea de verse degradada físicamente por la enfermedad: “Si me quieres de verdad, prométeme que me librarás de eso con anticipación”, le pide entre lágrimas. En el proceso judicial posterior, Thomas acusa de intransigencia a los jueces y les grita: “¡Júzguenme! Cualquiera que sea el resultado, su sentencia será una señal para todos aquellos que se encuentran en mi situación. Sí, yo confieso: maté a mi mujer, una enferma incurable, pero fue porque ella me lo pidió”. Después de la II Guerra Mundial, el director de la película, Wolfang Liebeneier, reconoció abiertamente que Yo acuso se había realizado con la intención de preparar el terreno para la legalización oficial de la eutanasia. 2 En la mitad del libro de Aly se habla de las víctimas. Las familias que tenían a alguno de sus miembros con enfermedad severa, fueron intimidadas por la propaganda del régimen. Cuando los familiares se mantuvieron en contacto con sus enfermos internados en centros estatales, éstos sobrevivieron en mayor medida. Pero con demasiada frecuencia, se lamenta el historiador, algunas familias se resignaban a la interrupción de la relación con su ser querido, y esto significaba prácticamente la sentencia de muerte para el enfermo. El Parlamento de Quebec debatirá el próximo otoño un proyecto de ley para garantizar el suidicio asistido Quebec se asoma al suicidio asistido Por otra parte, La Croix informa sobre un proyecto de legalizar la eutanasia en Quebec. Presentado por el gobierno de esta provincia canadiense el pasado 12 de junio, define las condiciones para acogerse a la “asistencia médica para morir”. La ministra de Servicios Sociales, Véronique Hivon, lo ha justificado diciendo que “la mayoría de las personas quieren cuidados paliativos, pero en casos excepcionales necesitamos tener una respuesta”, según La Razón. Para la ministra, con la ley proyectada los pacientes afectados podrían “vivir la última etapa de su vida del modo más sereno y coherente posible con su voluntad”, continúa informando La Croix. El proyecto distingue claramente dos situaciones: “el final de la vida” –en el que se acelerará la muerte del paciente disminuyendo la alimentación progresivamente– y “la asistencia médica para morir”, que es la administración de sustancias para poner “fin al sufrimiento de la persona”. “Solo una persona, al final de la vida, que exprese una petición libremente”, podrá acceder a estos servicios médicos, siempre que cumpla además ciertas condiciones: capacidad para consentir, tener “una enfermedad grave e incurable” y padecer un “constante sufrimiento insoportable que no pueda ser aliviado por medios razonables”. Como esa ley entraría en conflicto con el derecho penal canadiense, que castiga la cooperación al suicidio, el gobierno provincial enviaría una orden a los jueces de Quebec para que no inicien el procedimiento en estos casos. Camino peligroso Margaret Somerville, directora del Centro McGill de Medicina, Ética y Derecho, analiza en un artículo el informe “Morir con Dignidad”, raíz de este proyecto de ley. Somerville afirma que “la legalización [de la eutanasia] da prioridad al valor de la autonomía personal sobre el del respeto a la vida humana. Su mensaje es que el control personal es el bien humano primordial. La pérdida del control sería equivalente a la pérdida de la dignidad y de las protecciones que proporciona, especialmente el respeto a la vida” (ver Aceprensa, 18-02-2013). Individualismo, compasión y libertad para decidir el final de la propia vida son motivos que convergen para impulsar la eutanasia. Es evidente que poco tienen que ver la Alemania de Adolf Hitler y el Quebec de Véronique Hivon, pero resulta llamativa la coincidencia de motivos para facilitar la muerte del enfermo grave o del anciano. La eutanasia no es común en América del Norte: en EE.UU. solo la permiten los estados de Oregón, Washington, Montana y Vermont (ver Aceprensa, 16-05-2013). El proyecto de ley quebequés fue bien recibido por parte del Colegio de Médicos de Quebec, el de Abogados y la Sociedad Canadiense del Cáncer. En cambio, un grupo de médicos ha manifestado que el proyecto “mete a Quebec en un camino peligroso al crear un llamado ‘derecho’ a morir”. www.parroquiasantamonica.com Vida Cristiana
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