miércoles, 21 de junio de 2017
Sobre la fe. Papa Francisco: Encíclica «Lumen Fidei» (7). Fe y comprensión de la verdad. La “comprensión” de la Palabra de Dios (versión griega de la Biblia hebrea) nos lleva a “subsistir”: subsistimos cuando comprendemos la acción de Dios. El profeta invita a comprender las vías del Señor, descubriendo en la fidelidad de Dios el plan de sabiduría que gobierna los siglos. La fe sin verdad no salva; se queda en una bella fábula, o bien se reduce a un sentimiento hermoso, que consuela y entusiasma, pero dependiendo de los cambios en nuestro estado de ánimo o de la situación de los tiempos, e incapaz de dar continuidad al camino de la vida. En la cultura contemporánea se tiende a menudo a aceptar como verdad sólo la verdad tecnológica: es verdad aquello que el hombre consigue construir y medir con su ciencia; es verdad porque funciona y así hace más cómoda y fácil la vida. Por otra parte, estarían después las verdades del individuo, que consisten en la autenticidad con lo que cada uno siente dentro de sí, válidas sólo para uno mismo, y que no se pueden proponer a los demás con la pretensión de contribuir al bien común. Por qué la verdad grande, la verdad que explica la vida personal y social en su conjunto, es vista con sospecha.
1 [Chiesa/Testi/Fede/EncLumenFidei(7)FeYComprensiónVerdad] Sobre la fe. Papa Francisco: Encíclica «Lumen Fidei» (7). Fe y comprensión de la verdad. La “comprensión” de la Palabra de Dios (versión griega de la Biblia hebrea) nos lleva a “subsistir”: subsistimos cuando comprendemos la acción de Dios. El profeta invita a comprender las vías del Señor, descubriendo en la fidelidad de Dios el plan de sabiduría que gobierna los siglos. La fe sin verdad no salva; se queda en una bella fábula, o bien se reduce a un sentimiento hermoso, que consuela y entusiasma, pero dependiendo de los cambios en nuestro estado de ánimo o de la situación de los tiempos, e incapaz de dar continuidad al camino de la vida. En la cultura contemporánea se tiende a menudo a aceptar como verdad sólo la verdad tecnológica: es verdad aquello que el hombre consigue construir y medir con su ciencia; es verdad porque funciona y así hace más cómoda y fácil la vida. Por otra parte, estarían después las verdades del individuo, que consisten en la autenticidad con lo que cada uno siente dentro de sí, válidas sólo para uno mismo, y que no se pueden proponer a los demás con la pretensión de contribuir al bien común. Por qué la verdad grande, la verdad que explica la vida personal y social en su conjunto, es vista con sospecha. SI NO CREÉIS, NO COMPRENDERÉIS (cf. Isaías 7,9) 1 1. La cuestión del conocimiento de la verdad está en el centro de la fe. Cimentar la propia seguridad sobre la Palabra de Dios. La “comprensión” de la Palabra de Dios (versión griega de la Biblia hebrea) nos lleva a “subsistir”: subsistimos cuando comprendemos la acción de Dios. o El profeta invita a comprender las vías del Señor, descubriendo en la fidelidad de Dios el plan de sabiduría que gobierna los siglos. 23. Si no creéis, no comprenderéis (cf. Isaías 7,9). La versión griega de la Biblia hebrea, la traducción de los Setenta realizada en Alejandría de Egipto, traduce así las palabras del profeta Isaías al rey Acaz. De este modo, la cuestión del conocimiento de la verdad se colocaba en el centro de la fe. Pero en el texto hebreo leemos de modo diferente. Aquí, el profeta dice al rey: « Si no creéis, no subsistiréis ». Se trata de un juego de palabras con dos formas del verbo ’amán: « creéis » (ta’aminu), y « subsistiréis » (te’amenu). Amedrentado por la fuerza de sus enemigos, el rey busca la seguridad de una alianza con el gran imperio de Asiria. El profeta le invita entonces a fiarse únicamente de la verdadera roca que no vacila, del Dios de Israel. Puesto que Dios es fiable, es razonable tener fe en él, cimentar la propia seguridad sobre su Palabra. Es este el Dios al que Isaías llamará más adelante dos veces « el Dios del Amén » (Is 65,16), fundamento indestructible de fidelidad a la alianza. Se podría pensar que la versión griega de la Biblia, al traducir « subsistir » por « comprender », ha hecho un cambio profundo del sentido del texto, pasando de la noción bíblica de confianza en Dios a la griega de comprensión. Sin embargo, esta traducción, que aceptaba ciertamente el diálogo con la cultura helenista, no es ajena a la dinámica profunda del texto hebreo. En efecto, la subsistencia que Isaías promete al rey pasa por la comprensión de la acción de Dios y de la unidad que él confiere a la vida del hombre y a la historia del pueblo. El profeta invita a comprender las vías del Señor, descubriendo en la fidelidad de Dios el plan de sabiduría que gobierna los siglos. San Agustín ha hecho una síntesis de « comprender » y « subsistir » en sus Confesiones,cuando habla de fiarse de la verdad para mantenerse en pie: « Me estabilizaré y consolidaré en ti […], en tu verdad »[17]. Por el contexto sabemos que san Agustín quiere mostrar cómo esta verdad fidedigna de Dios, según aparece en la Biblia, es 1 Nota de la redacción de Vida Cristiana. a) SAN AGUSTÍN (Sermón XLIII, Obras): “Para entender es preciso creer. "Tú decías: 'entienda yo y creeré'. Yo, en cambio, decía: 'cree para entender'. . Surgió la controversia; vengamos al juez, juzgue el profeta; mejor, juzgue Dios por medio del profeta. Callemos ambos. Ya se ha oído lo que decimos uno y otro. 'Entienda yo, dices, y creeré'. 'Cree, digo yo, para entender'. Responde el profeta: 'Si no creyereis, no entenderéis'. b) La fe está siempre, desde el comienzo, pero intenta comprender aquello mismo en lo que cree. Pero la fe continúa siendo la condición de posibilidad de entender, y no a la inversa: No busco comprender para creer, sino que creo para poder comprender. (San Anselmo de Canterbury, Proslogion). 2 su presencia fiel a lo largo de la historia, su capacidad de mantener unidos los tiempos, recogiendo la dispersión de los días del hombre[18]. 2. Una conclusión: el hombre tiene necesidad de conocimiento, tiene necesidad de verdad, porque sin ella no puede subsistir, no va adelante. La fe, sin verdad, no salva, no da seguridad a nuestros pasos. La fe sin verdad no salva; se queda en una bella fábula, o bien se reduce a un sentimiento hermoso, que consuela y entusiasma, pero dependiendo de los cambios en nuestro estado de ánimo o de la situación de los tiempos, e incapaz de dar continuidad al camino de la vida. o La fe con la verdad es capaz de ofrecer una luz nueva, superior a superior a nuestros cálculos, porque ve más allá, porque comprende la actuación de Dios, que es fiel a su alianza y a sus promesas. 24. Leído a esta luz, el texto de Isaías lleva a una conclusión: el hombre tiene necesidad de conocimiento, tiene necesidad de verdad, porque sin ella no puede subsistir, no va adelante. La fe, sin verdad, no salva, no da seguridad a nuestros pasos. Se queda en una bella fábula, proyección de nuestros deseos de felicidad, algo que nos satisface únicamente en la medida en que queramos hacernos una ilusión. O bien se reduce a un sentimiento hermoso, que consuela y entusiasma, pero dependiendo de los cambios en nuestro estado de ánimo o de la situación de los tiempos, e incapaz de dar continuidad al camino de la vida. Si la fe fuese eso, el rey Acaz tendría razón en no jugarse su vida y la integridad de su reino por una emoción. En cambio, gracias a su unión intrínseca con la verdad, la fe es capaz de ofrecer una luz nueva, superior a los cálculos del rey, porque ve más allá, porque comprende la actuación de Dios, que es fiel a su alianza y a sus promesas. 3. Es urgente recuperar la conexión de la fe con la verdad. En la cultura contemporánea se tiende a menudo a aceptar como verdad sólo la verdad tecnológica: es verdad aquello que el hombre consigue construir y medir con su ciencia; es verdad porque funciona y así hace más cómoda y fácil la vida. o Por otra parte, estarían después las verdades del individuo, que consisten en la autenticidad con lo que cada uno siente dentro de sí, válidas sólo para uno mismo, y que no se pueden proponer a los demás con la pretensión de contribuir al bien común. Por qué la verdad grande, la verdad que explica la vida personal y social en su conjunto, es vista con sospecha. 25. Recuperar la conexión de la fe con la verdad es hoy aún más necesario, precisamente por la crisis de verdad en que nos encontramos. En la cultura contemporánea se tiende a menudo a aceptar como verdad sólo la verdad tecnológica: es verdad aquello que el hombre consigue construir y medir con su ciencia; es verdad porque funciona y así hace más cómoda y fácil la vida. Hoy parece que ésta es la única verdad cierta, la única que se puede compartir con otros, la única sobre la que es posible debatir y comprometerse juntos. Por otra parte, estarían después las verdades del individuo, que consisten en la autenticidad con lo que cada uno siente dentro de sí, válidas sólo para uno mismo, y que no se pueden proponer a los demás con la pretensión de contribuir al bien común. La verdad grande, la verdad que explica la vida personal y social en su conjunto, es vista con sospecha. ¿No ha sido esa verdad —se preguntan— la que han pretendido los grandes totalitarismos del siglo pasado, una verdad que imponía su propia concepción global para aplastar la historia concreta del individuo? Así, queda sólo un relativismo en el que la cuestión de la verdad completa, que es en el fondo la cuestión de Dios, ya no interesa. En esta perspectiva, es lógico que se pretenda deshacer la conexión de la religión con la verdad, porque este nexo estaría en la raíz del fanatismo, que intenta arrollar a quien no comparte las propias creencias. A este respecto, podemos hablar de un gran olvido en nuestro mundo contemporáneo. En efecto, la pregunta por la verdad es una cuestión de memoria, de memoria profunda, pues se dirige a algo que nos precede y, de este modo, puede conseguir unirnos más allá de nuestro « yo » pequeño y limitado. Es la pregunta sobre el origen de todo, a cuya luz se puede ver la meta y, con eso, también el sentido del camino común. [17] Confessiones XI, 30, 40: PL 32, 825: « et stabo atque solidabor in te, in forma mea, veritate tua… ». [18] Cf. ibíd., 825-826. www.parroquiasantamonica.com Vida Cristiana
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