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Domingo 3º del Tiempo Ordinario, Ciclo C (2016). Cristo se presenta como evangelizador, redentor, luz y
liberador. Toda la vida (palabras, obras, silencios, su manera de ser, etc.) de Cristo es Revelación del Padre.
Jesucristo es el rostro de la misericordia del Padre. Estamos llamados a tener la mirada fija en Él.
Cfr. 3ª domingo tiempo ordinario, Ciclo C
24 de enero de 2016 - Nehemías 8,2-4a..5-6.8-10; 1 Corintios 12,12-30; Lucas 1,1-4; 4,14-21
Lucas, 1, 1 Puesto que muchos han intentado narrar ordenadamente las cosas que se han verificado entre nosotros, 2 tal como
nos las han transmitido los que desde el principio fueron testigos oculares y servidores de la Palabra, 3 he decidido yo también,
después de haber investigado diligentemente todo desde los orígenes, escribírtelo por su orden, ilustre Teófilo, 4 para que
conozcas la solidez de las enseñanzas que has recibido. 4, 14 Jesús volvió a Galilea por la fuerza del Espíritu, y su fama se
extendió por toda la región. 15 El iba enseñando en sus sinagogas, alabado por todos. 16 Vino a Nazaret, donde se había criado
y, según su costumbre, entró en la sinagoga el día de sábado, y se levantó para hacer la lectura. 17 Le entregaron el volumen del
profeta Isaías 1 y desenrollando el volumen, halló el pasaje donde estaba escrito:
18 El Espíritu del Señor está sobre mí, por lo cual me ha ungido para evangelizar a los pobres, me ha enviado
para anunciar la redención a los cautivos y devolver la vista a los ciegos, para poner en libertad a los oprimidos 19 y para
promulgar el año de gracia del Señor. 20 Y enrollando el libro se lo devolvió al ministro, y se sentó. Todos en la sinagoga
tenían los ojos fijos en él. 21 Comenzó, pues, a decirles: «Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oir.»
Nehemías 8, 2-4.5-6. 8-10: 2 Trajo el sacerdote Esdras la Ley ante la asamblea, integrada por hombres, mujeres y todos los que
tenían uso de razón. Era el día uno del mes séptimo. 3 Leyó una parte en la plaza que está delante de la puerta del Agua, desde
el alba hasta el mediodía, en presencia de los hombres, las mujeres y todos los que tenían uso de razón; y los oídos del pueblo
estaban atentos al libro de la Ley. 4 El escriba Esdras estaba de pie sobre un estrado de madera levantado para esta ocasión. 5
Esdras abrió el libro a los ojos de todo el pueblo - pues estaba más alto que todo el pueblo - y al abrirlo, el pueblo entero se
puso en pie. 6 Esdras bendijo a Yahveh, el Dios grande; y todo el pueblo, alzando las manos, respondió: «¡Amén! ¡Amén!»; e
inclinándose se postraron ante Yahveh, rostro en tierra. 8 Y Esdras leyó en el libro de la Ley de Dios, aclarando e interpretando
el sentido, para que comprendieran la lectura. 9 Entonces Nehemías - el gobernador - y Esdras, el sacerdote escriba (y los
levitas que explicaban al pueblo) dijeron a todo el pueblo: «Este día está consagrado a Yahveh vuestro Dios; no estéis tristes ni
lloréis»; pues todo el pueblo lloraba al oír las palabras de la Ley. 10 Díjoles también: «Id y comed manjares grasos,
bebed bebidas dulces y mandad su ración a quien no tiene nada preparado. Porque este día está consagrado a nuestro
Señor. No estéis tristes: la alegría de Yahveh es vuestra fortaleza.»
Cristo se presenta como Evangelizador, Redentor, Luz, Liberador.
(Evangelio, Lucas 1, 21)
Contemplad al Señor y quedaréis radiantes;
vuestro rostro no se avergonzará
(Antífona de comunión: Salmo 33,6)
1. Primera lectura: Esdras lee la Escritura y la comenta
La figura de Esdras
• Esdras: era un sacerdote y escriba, experto en la ley de Moisés; de él se dice en el libro de Esdras (7,10): «
Esdras había aplicado su corazón a escrutar la Ley de Yahveh, a ponerla en práctica y a enseñar en Israel los
preceptos y las normas». En esencia, en la sociedad judía, los sacerdotes eran los hombres del culto; y los escribas
los representantes de la Ley.
Estos últimos son los Doctores de la Ley, los que la conocen a fondo, enseñan el texto, lo comentan y
amplían las aplicaciones. “Con la enseñanza que dan – y todos tienen alguna escuela, adonde acuden los fieles -,
hacen de la Ley, de su lectura y de su meditación, la base de la vida religiosa, es decir, que su influencia tiene un
sentido muy diferente a la de los sacerdotes. Su verdadero lugar de acción es la sinagoga, ese centro de reunión que
aparece muy modestamente en la cautividad y que luego toma una gran importancia, tanto en Judea como en la
diáspora. En principio esta institución no se opone a la del Templo. En la sinagoga no hay culto; en ella sólo se lee
la Ley y a los Profetas. Si la tribu sacerdotal se apega a los ritos, los escribas tienen, ciertamente, el sentido de una
religión intelectual y espiritual más elevada. Esas dos tendencias tenían el mismo defecto: ambas se sometían
1 El pasaje leído por el señor es: Isaías 61, 1-2
2
demasiado a la letra; fuese por afianzar la exactitud de una ceremonia, o la de un comentario de la Torah, en las dos
tribus eran muy minuciosos; y el peligro consistía, como veremos, en que el espíritu de la religión fuese ignorado.
Ambas tendencias, cuando nació Jesús, estaban extrañamente unidas en el consejo supremo de la comunidad: el
Sanedrín.” (Daniel Rops, El pueblo de la Biblia, Ed. Palabra, 1989, pp. 328-329).
Los hechos suceden hacia el año 444 antes de Cristo.
Después del exilio, es decir, tras el regreso de Babilonia, Esdras, guía espiritual de la nación, abre el libro
de la Ley a la muchedumbre que se encuentra en la Puerta de las Aguas, en el área del Templo que ha sido
reedificado. Es un día de fiesta.
o Observemos cómo se desarrolla lo que ahora se llamaría una «celebración de
la Palabra»
• después de la apertura del libro los presentes se ponen en pié, como señalo de respeto;
• el lector bendice al Señor y los participantes responde Amén, Amén.
• Para expresar su convicción de que se iba a escuchar la Palabra de Dios, los participantes se postran en
adoración, con el rostro en tierra;
• se proclama la Palabra de Dios, explicando también su sentido, y el pueblo muestra con el llanto su
profunda conversión, y la voluntad de encaminarse por el sendero indicado por la Ley;
• Esdras y Nehemías exhortan para que no se aflijan, sino que se abandonen en el Señor, y celebren una
fiesta por haber «comprendido las palabras que les habían enseñado».
o Encontramos en esta celebración de la Palabra tres palabras que nos indican
el desenvolvimiento de la misma en tres momentos
Gianfranco Ravasi, Secondo le Scritture, Anno C, Piemme 1999, pp. 158-159
• se lee la Biblia. Con una programación, con una didáctica, con una selección de textos;
• se explica el sentido. Se tiene en cuenta el aforismo rabínico de que «toda palabra de la Biblia
tiene setenta rostros». «El maestro debe desvelar esos rostros, debe inspeccionar el texto en todos sus matices: la
palabra técnica para indicar el estudio de la Biblia es “exégesis”, que en griego significa “sacar” todos los tesoros,
toda la fuerza, toda la espiritualidad de la página biblica”
• comprender. En el original hebreo del texto: usa “una palabra sapiencial que indica una comprensión
sabrosa, intensa, alimentada por la inteligencia y el corazón. La Palabra de Dios, en efecto, no es una fría piedra
preciosa sigilada en un cofre, sino una realidad viva que debe impregnar la existencia árida como la lluvia fecunda
también el desierto (Isaías 55, 10-11).
“De ese triple desenvolvimiento que compromete el oído y el corazón brotan
dos actitudes aparentemente antitéticas pero, en realidad, complementarias:
arrepentimiento y alegría
Cfr. Ravasi o.c. p. 159
• Por una parte afloran en los ojos las lágrimas de la conversión: « todo el pueblo lloraba al oír las palabras
de la Ley». Es la señal viva del arrepentimiento, el corazón es invadido por el remordimiento, el pasado – con su
carga de pecados – se hace vivo en la conciencia con todo su peso.
• Pero, como sugiere el otro guía de la nueva comunidad del post-exilio, el gobernador Neemías, la última
palabra de Dios no es jamás la del juicio sino la promesa de perdón. Por ello, nuestros labios deben sonreir, las
casas se deben llenar de cantos y de banquetes alegres. Del duelo a la fiesta, del ayuno al almuerzo solemne con
«manjares grasos y bebidas dulces», símbolo del banquete mesiánico que en Sion marcará el final de todo llanto y
de la misma muerte, como había profetizado Isaías (Is 25, 6-9)”.
Conclusión: ya en el Antiguo Testamento el pueblo elegido se reunía para
escuchar la Escritura, Palabra de Dios. La eficacia de la palabra de Dios.
Sin duda tenían clara conciencia de que Dios se hace presente: es Dios quien habla, quien les instruye; a
veces condenaba sus malas acciones, otras veces consolaba a su pueblo, o le purificaba. En cualquier caso, para
entender la eficacia de la Palabra de Dios, es necesario recordar unas palabras del profeta Isaías: «10 Como
descienden la lluvia y la nieve de los cielos y no vuelven allá, sino que empapan la tierra, la fecundan y la hacen
germinar, para que dé simiente al sembrador y pan para comer, 11 así será mi palabra, la que salga de mi boca,
que no tornará a mí de vacío, sin que haya realizado lo que me plugo y haya cumplido aquello a que la envié.»
(55, 10-11).
3
* Cfr. Catecismo de la Iglesia Católica, n. 81: «La Sagrada Escritura es la palabra de Dios, en cuanto
escrita por inspiración del Espíritu Santo».
* Cfr. n. 123: Los cristianos veneran el Antiguo Testamento como verdadera Palabra de Dios. La Iglesia ha
rechazado siempre vigorosamente la idea de prescindir del Antiguo Testamento so pretexto de que el Nuevo lo
habría hecho caduco (marcionismo).
2. Evangelio: es el Señor quien lee la Escritura y la comenta
a) «Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oir»:
• el Señor mismo se presenta como cumplimiento de todas las promesas hechas por Dios en el Antiguo
Testamento. Pronuncia una frase en la que asegura que toda la esperanza anunciada por Isaías se hace realidad
«hoy», en él, en Jesús de Nazaret.
• Juan Pablo II, Enc. Dives in misericordia, 3: Ante sus conciudadanos en Nazaret, Cristo hace alusión a las
palabras del profeta Isaías: « El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ungió para evangelizar a los pobres;
me envió a predicar a los cautivos la libertad, a los ciegos la recuperación de la vista; para poner en libertad a los
oprimidos, para anunciar un año de gracia del Señor ».(Lucas 4, 18 s) ) Estas frases, según san Lucas, son su
primera declaración mesiánica, a la que siguen los hechos y palabras conocidos a través del Evangelio. Mediante
tales hechos y palabras, Cristo hace presente al Padre entre los hombres.
b) El Catecismo Iglesia Católica lo explica con diversas frases:
El Hijo de Dios hecho hombre es la Palabra única, perfecta e insuperable del
Padre
n. 65: CRISTO JESUS, «MEDIADOR Y PLENITUD DE TODA LA REVELACION» (Concilio Vaticano II, Const.
Dogm. Dei Verbum, 2) - Dios ha dicho todo en su Verbo - «De una manera fragmentaria y de muchos modos habló
Dios en el pasado a nuestros padres por medio de los profetas; en estos últimos tiempos nos ha hablado por su
Hijo» (Hebreos 1, 1-2). Cristo, el Hijo de Dios hecho hombre, es la Palabra única, perfecta e insuperable del Padre.
En El lo dice todo, no habrá otra palabra más que ésta. S. Juan de la Cruz, después de otros muchos, lo expresa de
manera luminosa, comentando Hebreos 1, 1-2:
Porque en darnos, como nos dio a su Hijo, que es una Palabra suya, que no tiene otra, todo nos lo
habló junto y de una vez en esta sola Palabra...; porque lo que hablaba antes en partes a los profetas ya lo
ha hablado todo en El, dándonos al Todo, que es su Hijo. ö Por lo cual, el que ahora quisiese preguntar a
Dios, o querer alguna visión o revelación, ö no sólo haría una necedad, sino haría agravio a Dios, no
poniendo los ojos totalmente en Cristo, sin querer otra alguna cosa o novedad (Carm. 2, 22).
Toda la vida (palabras, obras, silencios, su manera de ser, etc.) de Cristo es
Revelación del Padre
n. 516: Toda la vida de Cristo es Revelación del Padre: sus palabras y sus obras, sus silencios y sus
sufrimientos, su manera de ser y de hablar. Jesús puede decir: «Quien me ve a mí, ve al Padre» (Juan 14, 9), y el
Padre: «Este es mi Hijo amado; escuchadle» (Lucas 9, 35). Nuestro Señor, al haberse hecho para cumplir la
voluntad del Padre (Cf Hebreos 10, 5-7), nos «manifestó el amor que nos tiene» (1 Juan 4, 9) incluso con los rasgos
más sencillos de sus misterios.
La Iglesia venera las Escrituras como venera el Cuerpo del Señor
n. 103: ... la Iglesia ha venerado siempre las divinas Escrituras como venera también el Cuerpo del Señor.
No cesa de presentar a los fieles el Pan de vida que se distribuye en la mesa de la Palabra de Dios y del Cuerpo de
Cristo (Cf Dei Verbum 21).
n. 124: El Nuevo Testamento nos ofrece la verdad definitiva de la Revelación
divina. Su objetivo central es Cristo.
«La Palabra de Dios, que es fuerza de Dios para la salvación del que cree, se encuentra y despliega su
fuerza de modo privilegiado en el Nuevo Testamento» (Dei Verbum 17). Estos escritos nos ofrecen la verdad
definitiva de la Revelación divina. Su objeto central es Jesucristo, el Hijo de Dios encarnado, sus obras, sus
enseñanzas, su pasión y su glorificación, así como los comienzos de su Iglesia bajo la acción del Espíritu Santo (Cf
Dei Verbum, 20).
La Escritura en nuestra vida: fuente de vida espiritual; fácil acceso; lectura
frecuente
n. 131: LA SAGRADA ESCRITURA EN LA VIDA DE LA IGLESIA - «Es tan grande el poder y la
fuerza de la palabra de Dios, que constituye sustento y vigor de la Iglesia, firmeza de fe para sus hijos, alimento del
4
alma, fuente límpida y perenne de vida espiritual» (Dei Verbum 21). «Los fieles han de tener fácil acceso a la
Sagrada Escritura» (Dei Verbum 22).
3. Una ambición en nuestra vida
Meditar la historia de Cristo
• Es Cristo que pasa, 107: «Cuando se ama una persona se desean saber hasta los más mínimos detalles de su
existencia, de su carácter, para así identificarse con ella. Por eso hemos de meditar la historia de Cristo, desde su
nacimiento en un pesebre, hasta su muerte y resurrección».
Una ambición noble, única que merece la pena para participar en la divina
amistad: ir junto a Jesucristo.
• Amigos de Dios, 300: «Ruego al señor que nos decidamos a alimentar en nuestras almas la única ambición
noble, la única que merece la pena: ir junto a Jesucristo, como fueron su Madre Bendita y el Santo Patriarca, con
ansia, con abnegación, sin descuidar nada. Participaremos en la dicha de la divina amistad - en un recogimiento
interior, compatible con nuestros deberes profesionales y con los de ciudadano -, y le agradeceremos la delicadeza
y la claridad con que El nos enseña a cumplir la Voluntad del Padre Nuestro que habita en los cielos».
EN EL AÑO DE LA MISERICORDIA
Cfr. Francisco, «Misericordiae vultus», Bula de Proclamación del Jubileo, 11 abril de
2015, Domingo de la Divina Miseriocordia (2º de Pascua).
o Jesucristo es el rostro de la misericordia del Padre
En la plenitud de los tiempos: quien ve a Él ve al Padre
Con su palabra, sus gestos y toda su persona2 , revela la
misericordia de Dios. Estamos llamados a tener la mirada fija en
Él.
1. Jesucristo es el rostro de la misericordia del Padre. El misterio de la fe cristiana parece encontrar su
síntesis en esta palabra, que se hizo viva, visible y alcanzó su culmen en Jesús de Nazaret. El Padre, rico de
misericordia (Efesios 2,4), después de haber revelado su nombre a Moisés como Dios compasivo y misericordioso,
lento a la ira, y pródigo en amor y fidelidad (Éxodo 34,6) no dejó de dar a conocer, de varios modos y en muchos
momentos de la historia, su naturaleza divina. En la plenitud de los tiempos (Gálatas 4,4), cuando todo estaba
dispuesto según su plan de salvación, envió a su Hijo, nacido de la Virgen María, para revelarnos de manera
definitiva su amor. Quien ve a Él ve al Padre (cfr. Juan 14,9). Jesús de Nazaret, con su palabra, sus gestos y toda
su persona3
, revela la misericordia de Dios.
2. Siempre necesitamos contemplar el misterio de la misericordia. Es fuente de alegría, serenidad y paz. Es
condición para nuestra salvación. Misericordia: es la palabra que revela el misterio de la Santísima Trinidad.
Misericordia: es el acto último y supremo con el que Dios sale a nuestro encuentro. Misericordia: es la ley
fundamental que habita en el corazón de cada persona cuando mira con ojos sinceros al hermano que
encuentra en el camino de la vida. Misericordia: es la vía que une a Dios y al hombre, porque abre el corazón a
la esperanza de ser amados, a pesar de las limitaciones de nuestros pecados.
3. Hay momentos en los que, de modo más intenso, estamos llamados a tener la mirada fija en la
misericordia para poder ser, también nosotros, signo eficaz del obrar del Padre. (…)
www.parroquiasantamonica.com
Vida Cristiana
2 Cfr. Dei Verbum, 4. 3 Cfr. Dei Verbum, 4.
viernes, 23 de junio de 2017
Domingo 3º del Tiempo Ordinario, Ciclo C (2016). Cristo se presenta como evangelizador, redentor, luz y liberador. Toda la vida (palabras, obras, silencios, su manera de ser, etc.) de Cristo es Revelación del Padre. Jesucristo es el rostro de la misericordia del Padre. Estamos llamados a tener la mirada fija en Él.
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