miércoles, 19 de julio de 2017

Domingo 16 del tiempo ordinario. 18 de julio de 2010. Ciclo C. Un encuentro del Señor con sus amigas Marta y María, las hermanas de Lázaro. Marta se afana por servir al Señor, mientras María le escucha. Por qué no debe haber oposición entre las dos actitudes. El encuentro del Señor en la vida ordinaria. Lucas 10, 38-42


1 Domingo 16 del tiempo ordinario. 18 de julio de 2010. Ciclo C. Un encuentro del Señor con sus amigas Marta y María, las hermanas de Lázaro. Marta se afana por servir al Señor, mientras María le escucha. Por qué no debe haber oposición entre las dos actitudes. El encuentro del Señor en la vida ordinaria. Lucas 10, 38-42 MARÍA ESCUCHA LA PALABRA DEL SEÑOR, MARTA ANDABA AFANADA CON NUMEROSOS QUEHACERES. POR QUÉ NO DEBE HABER OPOSICIÓN ENTRE LAS DOS ACTITUDES. EL SEÑOR CORRIGE LA INQUIETUD DE LA FOGOSA MARTA. Lucas 10: 38 Cuando iban de camino entró en cierta aldea, y un a mujer llamada Marta le recibió en su casa. 39 Tenía ésta una hermana llamada María que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra. 40 Pero Marta andaba afanada con numerosos quehaceres y poniéndose delante dijo: “Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola en las tareas de servir? Dile entonces que me ayude”. 41 Pero el Señor le respondió: “Marta, Marta, tú te preocupas y te inquietas por muchas cosas. 42 Pero una sola cosa es necesaria: María ha escogido la mejor parte, que no le será arrebatada” A. Interpretaciones sobre la actitud de Marta y María 1. cfr. Gianfranco Ravasi, Secondo le Scritture Anno C, Piemme 1999, pp. 234-236 o Marta y María no son el símbolo de dos estados externos de vida, como frecuentemente se ha pensado, «sino dos actitudes interiores». a) La tradición cristiana: ha presentado como una oposición entre vida activa y vida contemplativa La tradición cristiana ha visto María como símbolo de la contemplación, y a Marta como símbolo de la actividad y del trabajo. Como símbolos de dos estados externos de vida, como una oposición entre la «vida activa», considerada además como inferior, como una existencia de «bajo nivel», y la «vida contemplativa», considerada como una noble experiencia, de altura espiritual. “El Tintoretto, por ejemplo, en un cuadro que se conserva en Munich, representa a Cristo que habla con María que está atenta, mientras Marta interviene, con petulancia, molestando la conversación entre los dos para pedir la colaboración doméstica de la hermana” (p. 234) b) Sin embargo, el texto evangélico presenta otra antítesis. Marta y María no son el símbolo de dos estados externos de vida, como frecuentemente se ha pensado, «sino de dos actitudes interiores». Por una parte está Marta «afanada con numerosos quehaceres .. preocupada e inquieta por muchas cosas». “Se acentúa la totalidad de una absorción, el obrar se convierte en un absoluto, el frenesí de las cosas colma a la persona enteramente no dejando ningún espacio abierto. Por otra parte se encuentra María cuya representación ideal non es tanto su posición material («sentada a los pies del Señor»), sino la del significado simbólico de un gesto que en el lenguaje bíblico indica el hecho de ser un discípulo. En efecto, la frase fundamental que describe a María es «escuchaba su palabra». Se llega así a la cumbre de la enseñanza de Jesús, a aquella «mejor parte», a «aquella sola cosa necesaria» - “Hace falta tener siempre abierto un canal de escucha hacia el infinito en medio de los acontecimientos de la vida. Es necesario impedir que nuestro ser venga «cogido» totalmente por las cosas y el hacer. No es relevante el estar en un ciudad abarrotada de gente, en una cocina, in una oficina, en un aula escolar, en un monasterio, en un lugar sagrado. En todos los lugares podemos ser absorbidos por la distracción, por el frenesí de la acción, de la exterioridad. Pero en todos los lugares se puede estar con una ventana del alma abierta, por la que pasen los vientos del cielo, en la que se asome Dios con su palabra”. c) «Sentada a los pies del Señor»: María es representada casi plásticamente en la actitud simbólica del discípulo de Jesús. - Ravasi p. 232. El punto fundamental de interpretación de este pasaje del evangelio. “No se ha de buscar tanto en la diversa «profesión» o en el ámbito en el que se desarrolla la acción de las dos mujeres, sino más bien en la actitud de fondo con la que se ponen en relación con su actividad. María, en efecto, es representada casi plásticamente en la actitud simbólica del discípulo: ella está «a los pies del Señor». 2 o El equilibrio fundamental de la Encarnación cristiana: unir lo efímero y lo eterno, lo relativo y lo absoluto, la cocina y la meditación. El equilibrio fundamental de la Encarnación cristiana. Gianfranco Ravasi, 15 Ottobre 2005 Avvenire • “Cuando Teresa de Ávila preparaba de comer a sus hermanas, al mismo tiempo que estaba concentrada en la buena cocción del alimento, concebía espléndidos pensamientos sobre Dios. Ejercitaba aquel arte de vivir que es el arte más grande: gozar de lo eterno cuidando de lo efímero”. ¡Cuántas ambigüedades se han consumado en la interpretación acerca de las dos figuras del evangelio Marta y María, porque se han clasificado como figuras emblemáticas de la vida activa y de la vida contemplativa, prevaleciendo los elogios hacia la segunda en comparación con la primera! En realidad, la limitación de Marta - como observa Lucas – está en el hecho de que “andaba afanada con numerosos quehaceres”, y perdía de vista “la única cosa que es necesaria” por “preocuparse e inquietarse por muchas cosas” (Lucas 10, 38-42). Lo efímero, también necesario (a Jesús, a fin de cuentas, le gustaba sentarse a la mesa preparada por quienes le hospedaban), no debe separarse radicalmente de lo eterno, aislándolo o, peor, destruyéndolo. Esto es lo que nos recuerdan las palabras citadas al inicio, sacadas del libro «El desprendimiento del mundo» del escritor francés Christian Bobin, que se centran sobre la santa que se recuerda hoy en el calendario, la grande Teresa de Ávila, mística y mujer de acción, contemplativa y también figura intelectual de primera línea, dulce y provocadora al mismo tiempo. Su capacidad de tener unido en un nudo de oro lo efímero y lo eterno, lo relativo y lo absoluto, la cocina y la meditación, sabiendo que estos dos polos son distintos pero no separados, es una lección preciosa para todos. De este modo se construye una fe encarnada, que no navega desde la caridad cotidiana hacia vagos cielos míticos pero tampoco se disuelve en un activismo exterior a lo largo de la historia. Es éste el equilibrio fundamental de la Encarnación cristiana. 2. Teresa de Lisieux, Historia de un alma: Jesús corrige la inquietud de la fogosa Marta. • No reprueba Jesús en Marta los trabajos, pues a esos mismos se sometió humildemente su divina Madre durante toda su vida; tenía que preparar la comida de la Sagrada Familia. Querríale corregir únicamente la inquietud de su fogosa anfitrión. Así lo han entendido los santos, y más en particular quizás los que extendieron por el mundo la iluminación de la doctrina evangélica. 3. Algunos textos de San Josemaría o La acción del Espíritu Santo en los cristianos, a partir de todas las circunstancias corrientes y materiales de la existencia. • «Se trata de un movimiento ascendente que el Espíritu Santo, difundido en nuestros corazones, quiere provocar en el mundo: desde la tierra, hasta la gloria del Señor (…) Os aseguro, hijos míos, que cuando un cristiano desempeña con amor lo más intrascendente de las acciones diarias, aquello rebosa de la trascendencia de Dios» (cfr. Conversaciones …, nn. 115-16) o O encontramos en nuestra vida ordinaria el Señor o no lo encontraremos nunca. • «Dios nos espera cada día. Sabedlo bien; hay un algo santo, divino, escondido en las situaciones más comunes, que toca a cada uno de nosotros descubrir (...) No hay otro camino, hijos míos: o sabemos encontrar en nuestra vida ordinaria al Señor, o no lo encontraremos nunca. Por eso puedo deciros que necesita nuestra época devolver - a la materia y a las situaciones que parecen más vulgares – su noble y original sentido, ponerlas al servicio del Reino de Dios, espiritualizarlas, haciendo de ellas medio y ocasión de nuestro encuentro continuo con Jedsucristo» (Conversaciones … , n. 114). o Las ocupaciones diarias, vereda y motivo para amar a Dios. • “«Me alzaré y rodearé la ciudad: por las calles y las plazas buscaré al que amo» (Cant III,2 ... Y no sólo la ciudad: correré de una parte a otra del mundo - por todas las naciones, por todos los pueblos, por senderos y trochas – para alcanzar la paz de mi alma. Y la descubro en las ocupaciones diarias, que no me son de estorbo; que son - al contrario – vereda y motivo para amar más y más, y más y más unirme a Dios” (Amigos de Dios, 310 – Homilía hacia la santidad). o La vida ordinaria, verdadero «lugar» de la existencia cristiana. • «Allí donde están vuestros hermanos los hombres, allí donde están vuestras aspiraciones, vuestro trabajo, 3 vuestros amores, allí está el sitio de vuestro encuentro con Cristo. Es, en medio de las cosas más materiales de la tierra, donde debemos santificarnos, sirviendo a Dios y a todos los hombres». (Conversaciones… , n. 113). 4. Numerosos autores comentan que Jesús hace una llamada clara e imperiosa a escuchar, con atención, la Palabra de Dios. Esa exigencia se puede explicitar con las siguientes afirmaciones: a) Las palabras de Jesús no son tanto un reproche a Marta como un elogio encendido de la actitud de María que escucha la palabra del Señor: «Aquélla se agitaba, ésta se alimentaba; aquélla disponía muchas cosas, ésta atendía a una. Ambas ocupaciones eran buenas» (S. Agustín, Serm 103,3). b) La acción y la oración no son excluyentes. La escucha de la palabra de Dios no excluye las demás ocupaciones, pero sí debe ser lo primero. El hombre de fe está siempre alerta. Sabe que en cualquier momento y de cualquier forma Dios le puede hablar. c) No podemos rezar apartándonos de la vida. Pero de nada vale intentar vivir sin el alimento del espíritu. d) La oración comienza como María: "a los pies del Señor", para escuchar una palabra nueva. e) Marta es reprendida no porque trabaje, sino porque es incapaz de poner en primer lugar lo que vale realmente la pena: la palabra de Jesús. f) Cuando Jesús llega, lo importante es escucharle, para que su palabra transforme nuestro interior y así nuestra acción tenga sentido. g) No se trata de dejar lo que hacemos. Pero debemos vigilar para que las preocupaciones y los trabajos no nos coman el corazón y la vida, no sólo porque no nos dejen tiempo para escuchar a Dios, sino porque tampoco dejen tiempo para conversar entre marido y mujer, y entre los hijos y los padres, o para escuchar a los amigos, y, en definitiva, para comunicarnos profundamente entre nosotros. h) Tenemos necesidad de aprender a contemplar, a escuchar, a pensar. Son actitudes esenciales y básicas para un cristiano, que no están en contradicción con la caridad, con la dimensión del servicio en nuestras vidas. Quien sabe escuchar a Dios entiende que debe servir a los demás con corazón grande y generoso. B. Jesús reprocha la ansiedad 1. En el Evangelio no se dice que esté mal trabajar para preparar el almuerzo, como prueba de hospitalidad. • En el caso de Marta se desaprueba el hecho de la agitación desordenada no el hecho de su entrega, entre otras cosas porque - como escribe un autor - «sin los sacrificios de Marta, ni siquiera María podría permitirse el ocuparse solamente de escuchar al Maestro». • Raniero Cantalamessa, La parola e la vita, Anno C. Città Nuova editrice, gennaio 1996, p. 288: “Lo que se reprocha tácitamente a Marta , no es su voluntad de servicio, su entrega al huésped: esto entra dentro del mandamiento del amor al prójimo, y todos sabemos cómo esto es querido por Jesús. Lo que Jesús corrige a Marta es que se deja arrastrar por las ocupaciones, su preocupación excesiva, la importancia excesiva que da a las cosas exteriores y materiales y a su propio trabajo, hasta perder el sentido de la proporción y de los valores”. 2. Escuchar al Señor ayuda a purificar las acciones • Raniero Cantalamessa, o.c. pp. 288-289: Por otra parte, “el escuchar atentamente la palabra de Dios, el tener fijos los ojos en el Señor, la costumbre de la oración y de la reflexión, incluso la contemplación, purifica la acción, impide la busca de uno mismo también cuando se vive la caridad con los demás; permite darse cuenta y respetar la prioridad; hace que se haga todo con calma, lo cual es el mejor sistema para hacer las cosas bien y para hacer más cosas”. 

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