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Domingo 32 del Tiempo Ordinaio Año A. (2011). La parábola de las vígenes necias. La
vigilancia en la vida cristiana. En el tiempo de nuestra peregrinación en esta tierra, hemos de
preparar la venida del Señor: «Por tanto velad porque no sabéis ni el día ni la hora». El deber de
santificar el tiempo presente. Vigilar no es vivir con ansiedad, significa obrar, en todos los
momentos, conforme a la voluntad de Dios. Verdaderamente es breve la duración de nuestro paso por
la tierra, es corto nuestro tiempo para amar.
Cfr. 32 domingo tiempo ordinario Año A 6 noviembre 2011 Mateo 25, 1-3
Sabiduría 16, 12-16; Salmo 62, 2.3-4.5-6.7-8 (R 2b); 1 Tesalonicenses 4, 13-17; Mateo
25, 1-13.
Mateo 25, 1-13: En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: -«1 El reino de los cielos será
como diez vírgenes que tomaron sus lámparas y salieron a esperar al esposo. 2 Cinco de ellas eran necias y
cinco eran prudentes. 3 Las necias, al tomar las lámparas, se dejaron el aceite; en cambio, 4 las prudentes
se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas. 5 El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron. 6
A medianoche se oyó una voz: ¡Que llega el esposo, salid a recibirlo! 7 Entonces se despertaron todas
aquellas vírgenes y se pusieron a preparar sus lámparas. 8 Y las necias dijeron a las prudentes: "Dadnos un
poco de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas. " 9 Pero las prudentes contestaron: "Por si acaso no
hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y lo compréis." 10 Mientras iban a
comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la
puerta. 11 Más tarde llegaron también las otras vírgenes, diciendo: "Señor, señor, ábrenos." 12 Pero él
respondió: "En verdad os digo que no os conozco. 13 Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora.»
1. Algunos presupuestos que nos ayudan a entender la parábola de las 10 vírgenes
cfr. Gianfranco Ravasi, Secondo le Scritture, Anno A piemme 1995, pp. 297-298
a) El matrimonio en Palestina
• Según las costumbres matrimoniales en Palestina, el último día de las fiestas, al atardecer, el esposo iba
con los amigos a la casa de la esposa que esperaba su llegada acompañada por las compañeras de su
juventud. Los amigos del esposo llevaban antorchas encendidas; también las amigas de la esposa en la espera
del esposo tenían antorchas encendidas. Cuando llegaba el cortejo del esposo, se unían la esposa y sus
amigas y todos juntos se dirigían a la casa del esposo donde se celebraría el matrimonio y tendría lugar el
banquete nupcial.
• En este caso de la parábola que narra el Señor, hubo un retraso en la llegada del cortejo del esposo
- llegó a medianoche (v. 6) - , y las jóvenes se durmieron (v. 5). Cuando llegó el esposo y se despertaron,
algunas de ellas - las que el Señor califica de imprudentes o necias - se dieron cuenta de que se les había
acabado el aceite de las antorchas y decidieron ir a comprarlo a una tienda. Mientras tanto el cortejo llegó a
la casa del esposo y cerraron la puerta, y cuando llegaron más tarde las jóvenes que habían tenido que
comprar aceite, pidieron que les abriesen la puerta, pero no lo consiguieron: «"Señor, señor, ábrenos." Pero
él respondió: "En verdad os digo que no os conozco. Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora”.
b) Las antítesis «sueño-vigilancia», «noche-día», «luz-tinieblas».
• El sueño de las jóvenes necias (cfr. v. 5 del texto del evangelio), alude al torpor espiritual, a la frialdad, o
a la tibieza; por el contrario, la vigilancia representa el amor efectivo, la entrega, la tensión hacia el fin que se
desea conseguir. San Pablo Afirma en dos textos:
- 1 Tesalonicenses 5,6: «no durmamos como los demás, sino estemos en vela y seamos sobrios».
- Romanos 13, 11: «ya es hora que despertéis del sueño, pues ahora nuestra salvación está más
cerca que cuando creímos».
• La luz de las lámparas que rompen la noche, es símbolo de vida, de salvación, de felicidad, de
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alegría (cfr. Isaías 9,1-2; 33,2;45,7; 58,10). La aurora y la luz simbolizan la salvación (Sal 17,15); por el
contrario, las tinieblas, la noche y la oscuridad son símbolo de muerte, de desgracias, de infortunio (cfr. Sal
30,6; 59,7; 88,19; Isaías 17,14; 50,10). Cfr Biblia de Jerusalén: Juan 8,12; y Salmo 17 (16), 15.
2. En el tiempo de nuestra peregrinación en esta tierra, hemos de preparar la venida
del Señor.
• Entre el tiempo de la primera venida de Cristo al mundo por la Encarnación y el de su segunda venida al
final de los tiempos, hay un tiempo llamado intermedio, que es tiempo de salvación, de conversión; es el
tiempo de nuestra peregrinación, cuya duración es incierta. Y hay que velar para que cuando llegue el
encuentro personal de cada uno con Cristo (con el esposo, la luz del mundo: Juan 8,12) al final de la
peregrinación, al final de nuestra vida en la tierra, estemos preparados:
• A ello nos ayuda la llamada de atención que hace el Señor precisamente al final de la parábola que
hemos leído en el Evangelio de hoy: “velad, porque no sabéis el día ni la hora” (v.13).
Otros textos de la Escritura que se refieren a la necesidad de estar
vigilantes:
- “Vosotros hermanos no vivís en la oscuridad, para que ese día no os sorprenda como un ladrón, pues
todos vosotros sois hijos de la luz e hijos del día. Nosotros no somos de la noche ni de las tinieblas. Así pues,
no durmamos como los demás, sino velemos y seamos sobrios” (1 Tesalonicenses 5, 4-6).
- “No nos cansemos de obrar el bien, porque si perseveramos, a su tiempo recogeremos el fruto.
Por tanto, mientras disponemos de tiempo hagamos el bien a todos, pero especialmente a los hermanos en la
fe” (Gálatas 6, 9-10).
- “Mantente fiel hasta la muerte y te daré la corona de la vida” (Apocalipsis 2,10).
- “Tened en cuenta el momento en que vivís. Porque ya es hora de levantaros del sueño; que la
salvación está más cerca de nosotros que cuando abrazamos la fe”.
- “La noche está avanzada, el día está cerca. Abandonemos, por tanto, las obras de las tinieblas, y
revistámonos con las armas de la luz. Como en pleno día tenemos que comportarnos honradamente, no en
comilonas y borracheras, no en fornicaciones y en desenfrenos, no en contiendas y envidias; al contrario,
revestíos del Señor Jesucristo ....” (Romanos 13,11-14).
• Cfr. Biblia de Jerusalén, comentario a 2 Corintios 6, 1-2: Entre el tiempo de la venida de Cristo al
mundo (Romanos 3,26+), y el de su vuelta , discurre un tiempo intermedio (Romanos 13,11+), que
es el «día de salvación». Tiempo apto para la conversión (Hechos 3, 20s), concedido para la salvación
del «Resto» (Romanos 11,5), y de los gentiles. (Romanos 11,25; Efesios 2, 12s; ver Apocalipsis 6,11;
Lucas 21,24. Aun siendo de duración incierta (1 Tesaloniceneses 5,1+), este tiempo de peregrinación (1
Pedro 1,17), debe ser considerado como breve (1 Corintios 7, 26-31; ver Apocalipsis 10,6; 12,12; 20,3),
lleno de tribulaciones (Efesios 5,16; 6,13), y de sufrimientos que preparan la gloria futura (Romanos
8,11). Se aproxima el fin (1 Pedro 4,7; ver Apocalipsis 1,3+ y 1 Corintios 16,22; Filipenses 4,5; Santiago
5,8), así como el día de la plenitud de luz (Romanos 13,11s); hay que velar (1 Tesaloniceneses 5,6; ver
Marcos 13,33), y emplear bien el tiempo que resta (Colosenses 4,5; Efesios 5,16) para salvarse y salvar
a los demás (Gal 6,10). (…)
El tiempo presente es un tiempo de espera y de vigilia.
• Catecismo de la Iglesia Católica, 672: (…) El tiempo presente, según el Señor, es el tiempo
del Espíritu y del testimonio (cf Hch Ac 1,8), pero es también un tiempo marcado todavía por la
"tribulación" (1Co 7,26) y la prueba del mal (cf. Ef Ep 5,16) que afecta también a la Iglesia (cf. 1P
4,17) e inaugura los combates de los últimos días (1Jn 2,18 1Jn 4,3 1Tm 4,1). Es un tiempo de
espera y de vigilia (cf. Mt Mt 25,1-13 Mc Mc 13,33-37).
En la parábola de las 10 vírgenes, Jesús nos llama a la prontitud, a la
vigilancia y al esfuerzo fervoroso en la espera del Esposo. A algunas de
las vírgenes, por imprevisión, les faltó el aceite.
Una vez más encontramos la llamada al sentido de
responsabilidad frente a la vocación cristiana.
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• Juan Pablo II, Audiencia General, 11 de diciembre de 1991: “En esa misma parábola [de
las 10 vírgenes] se puede apreciar también la insistencia en la necesidad de la disposición
interior, sin la que no se puede participar en el banquete de bodas. Mediante esa parábola Jesús
nos llama a la prontitud, a la vigilancia y al esfuerzo fervoroso en la espera del Esposo. Sólo
cinco de las diez vírgenes se habían cuidado de que sus lámparas estuviesen encendidas a la
llegada del Esposo. A las otras, por imprevisión, les faltó el aceite. «Llegó el esposo, y las que
estaban preparadas entraron con él al banquete de boda, y se cerró la puerta» (Mt 25,10). Es una
alusión delicada, pero muy clara, a la suerte de quien no tiene la disposición interior adecuada
para el encuentro con Dios y, por tanto, carece de fervor y de perseverancia en la espera. Esa
alusión, por consiguiente, se refiere al peligro de que le cierren la puerta en el rostro. Una vez
más encontramos la llamada al sentido de responsabilidad frente a la vocación cristiana.
2. El contenido de la vigilancia cristiana
El deber de santificar el tiempo presente
• Es necesario emplear bien el tiempo que resta de nuestra vida, como escribe San Pablo en dos de sus
Cartas: “Mirad con cuidado cómo vivís: no como necios, sino como sabios; redimiendo el tiempo, porque los
días son malos” (Efesios 5,16); “Comportaos sabiamente ante los de fuera, redimiendo el tiempo”
(Colosenses 4,5).
En el cristianismo el tiempo tiene una importancia fundamental.
• Juan Pablo II, en la Carta Apostólica «Tertio millenio adveniente», lo explica así, refiriéndose al
tiempo de nuestra vida: “En el cristianismo el tiempo tiene una importancia fundamental. Dentro de su
dimensión se crea el mundo, en su interior se desarrolla la historia de la salvación, que tiene su culmen en la
« plenitud de los tiempos » de la Encarnación y su término en el retorno glorioso del Hijo de Dios al final de
los tiempos. En Jesucristo, Verbo encarnado, el tiempo llega a ser una dimensión de Dios, que en sí mismo
es eterno. Con la venida de Cristo se inician los « últimos tiempos » (cf. Hb 1, 2), la « última hora » (cf. 1 Jn
2, 18), se inicia el tiempo de la Iglesia que durará hasta la Parusía. De esta relación de Dios con el tiempo
nace el deber de santificarlo” (n. 10).
Verdaderamente es breve la duración de nuestro paso por la tierra, es
corto nuestro tiempo para amar.
• San Josemaría, Hoja Informativa, n. 1: “Entiendo muy bien aquella exclamación que San Pablo
escribe a los de Corinto: tempus breve est!, ¡qué breve es la duración de nuestro paso por la tierra! Estas
palabras, para un cristiano coherente, suenan en lo más íntimo de su corazón como un reproche ante la falta
de generosidad, y como una invitación constante para ser leal. Verdaderamente es corto nuestro tiempo para
amar, para dar, para desagraviar”.(San Josemaría, en Hoja Informativa nº 1).
Vigilar no es vivir con ansiedad, significa obrar, todos los momentos,
conforme a la voluntad de Dios.
• R. Cantalamessa, La parola e la vita, Anno A, Città Nuova luglio 1992, p. 284: “Vigilar no es vivir con
ansiedad, pensando noche y día en la muerte, casi como paralizados por este pensamiento. Significa pensar
en la vida, y en cómo llenarla de contenido; significa obrar, todos los momentos, conforme a la voluntad de
Dios ... Es «la fe que actúa por la caridad» (Gálatas 5,6); «caminad mientras tenéis la luz” (Juan 12, 35).”
No dejemos pasar el «tiempo favorable» para la salvación: es tiempo de
conversión en el que hay que velar.
• En el Evangelio encontramos una advertencia, muy precisa, que el Señor hace a los judíos: que crean en
él antes de que sea demasiado tarde: “Me buscaréis y no me encontraréis; y adonde yo esté, vosotros no
podéis venir” (Juan 7, 33). “Todavía, por un poco de tiempo, está la luz entre vosotros. Caminad mientras
tenéis la luz, para que no os sorprendan las tinieblas; el que camina en tinieblas, no sabe a dónde va.
Mientras tenéis la luz, creed en la luz, para que seáis hijos de la luz” (Juan 12, 35-36). Él se había propuesto
a sí mismo como luz anteriormente: “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no andará en tinieblas, sino
que tendrá la luz de la vida” (Juan 8,12).
• San Pablo se apela al sentido de responsabilidad de los Corintios, recordándoles unas palabras del
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Profeta Isaías (49,8): “Os exhortamos a que no recibáis en vano la gracia de Dios. Pues dice él: En el
tiempo favorable te escuché, y en el día de salvación te ayudé. Mirad ahora el momento favorable; mirad
ahora el día de salvación.” (2 Corintios 6, 1-2).
• El «tiempo favorable» es el tiempo - del que hablamos antes - de la vida personal de cada uno, hasta el
momento de la muerte, el tiempo de nuestra peregrinación en esta tierra (cfr. 1 Pedro 1,17) , de duración
incierta (1 Tesalonicenses 5,1), que transcurre entre la primera venida de Cristo en la Encarnación hasta su
segunda venida gloriosa al final de los tiempos; también veíamos que es el tiempo de conversión en el que
hay que velar.
El cristiano emplea bien el tiempo que le resta no sólo para salvarse a sí mismo, sino
también para vivir la caridad ayudando a los demás.
• Así lo afirma claramente San Pablo (Gal 6,10): “Por tanto, mientras tengamos oportunidad,
hagamos el bien a todos, especialmente a nuestros hermanos en la fe”.
• Biblia de Jerusalén: [Gálatas 6,10]: “En realidad toda obra buena del cristiano, que, en último término,
es expresión de amor (5,14), se ordena al prójimo: El amor cristiano se ejerce ante todo dentro de la
comunidad (Romanos 14,15; 1 Tesalonicenses 4, 9-10; 2 Tesalonicenses 1,3, etc.), pero es un testimonio
para todos los hombres (Romanos 12,17), y debe extenderse a todos (1 Tesalonicenses 5,15; Romanos 12,
18s), aún a los enemigos (Romanos 12,20)”.
www.parroquiasantamonica.com
Vida Cristiana
miércoles, 19 de julio de 2017
Domingo 32 del Tiempo Ordinaio Año A. (2011). La parábola de las vígenes necias. La vigilancia en la vida cristiana. En el tiempo de nuestra peregrinación en esta tierra, hemos de preparar la venida del Señor: «Por tanto velad porque no sabéis ni el día ni la hora». El deber de santificar el tiempo presente. Vigilar no es vivir con ansiedad, significa obrar, en todos los momentos, conforme a la voluntad de Dios. Verdaderamente es breve la duración de nuestro paso por la tierra, es corto nuestro tiempo para amar.
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