martes, 18 de julio de 2017
Jueves Santo. La Misa vespertina en la Cena del Señor. Normas litúrgicas.
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Jueves Santo. La Misa vespertina en la Cena del Señor. Normas litúrgicas.
«La Preparación y celebración de las fiestas pascuales»: Carta circular
de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los
Sacramentos
16 de enero de 1988.
o La misa vespertina del Jueves Santo en la Cena del Señor
n. 44. "Con la Misa que tiene lugar en las horas vespertinas del jueves de la Semana Santa, la
Iglesia comienza el Triduo pascual y evoca aquella última cena, en la cual el Señor Jesús en la
noche en que iba a ser entregado, habiendo amado hasta el extremo a los suyos que estaban en
el mundo, ofreció a Dios Padre su Cuerpo y su Sangre bajo las especies del pan y del vino y los
entregó a los apóstoles para que los sumiesen, mandándoles que ellos y sus sucesores en el
sacerdocio también los ofreciesen" (Cf. Caeremoniale episcoporum, n. 297) .
n. 45. Toda la atención del espíritu debe centrarse en los misterios que se recuerdan en la Misa:
es decir, la institución de la Eucaristía, la institución del Orden sacerdotal, y el mandamiento del
Señor sobre la caridad fraterna: son éstos los puntos que conviene recordar en la homilía.
n. 46. La Misa "en la Cena del Señor" celébrese por la tarde, en la hora más oportuna para que
participe plenamente toda la comunidad local. En ella pueden concelebrar todos los presbíteros,
aunque hayan ya concelebrado en la Misa crismal, o deban celebrar una misa para bien de los
fieles (Cf. Misal Romano, Misa vespertina de la Cena del Señor).
n. 47. Donde verdaderamente lo exija el bien pastoral, el Ordinario del lugar puede permitir la
celebración de otra Misa por la tarde en las iglesias u oratorios, y en caso de verdadera
necesidad, incluso por la mañana, pero solamente para los fieles que de ningún modo pueden
participar en la Misa vespertina. Cuídese que estas Misas no se celebren para favorecer a
personas privadas o a grupos particulares y que no perjudiquen en nada la Misa principal.
Según una antiquísima tradición de la Iglesia en este día están prohibidas todas las
Misas sin pueblo (Cf. Ibidem).
n. 48. El sagrario ha de estar completamente vacío al iniciar la celebración (Cf. Ibidem, n.1). Se
han de consagrar en esta Misa las hostias necesarias para la comunión de los fieles (Conc. Vat.
II, Constitución sobre la Sagrada Liturgia Sacrosanctum Concilium, n. 55; S. Congregación de
Ritos, Instrucción Eucharisticum mysterium, (25 mayo 1967) n. 31. AAS 59 (1967) 557-558), y
para que el clero y el pueblo puedan comulgar el día siguiente.
n. 49. Para la reserva del Santísimo Sacramento prepárese una capilla, conveniente adornada,
que invite a la oración y a la meditación; se recomienda no perder de vista la sobriedad y la
austeridad que corresponden a la liturgia de estos días, evitando o erradicando cualquier forma
de abuso (S. Congregación de Ritos, Decreto Maxima redemptionis nostrae mysteria (16
noviembre 1955) n. 9, AAS 47 (1955) 895).
Cuando el sagrario está habitualmente colocado en una capilla separada de la nave
central, conviene que se disponga allí el lugar de la reserva y de la adoración.
n. 50. Mientras se canta el himno "Gloria a Dios", de acuerdo con las costumbres locales, se
hacen sonar las campanas, que ya no se vuelven a tocar hasta el "Gloria a Dios" de la Vigilia
pascual, a no ser que la Conferencia de los Obispos o el Ordinario del lugar, juzguen oportuno
establecer otra cosa (Cf. Misal Romano, Misa vespertina en la Cena del Señor). Durante el
mismo período de tiempo, el órgano y cualquier otra música instrumental pueden usarse sólo
para mantener el canto (Cf. Caeremoniale episcoporum, n. 300).
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n. 51. El lavatorio de los pies, que, según la tradición, se hace en este día a algunos hombres
previamente designados, significa el servicio y el amor de Cristo, que ha venido "no para ser
servido, sino para servir" (Mt 20, 28) . Conviene que esta tradición se mantenga y que se
explique según su propio significado.
n. 52. Los donativos para los pobres, especialmente aquellos que se han podido reunir durante la
Cuaresma como fruto de la penitencia, pueden ser presentados durante la procesión de las
ofrendas, mientras el pueblo canta "Ubi caritas est vera" (Cf. Caeremoniale episcoporum, n.
303).
n. 53. Será muy conveniente que los diáconos, acólitos o ministros extraordinarios lleven la
Eucaristía a la casa de los enfermos que lo deseen, tomándola del altar en el momento de la
comunión, indicando de este modo su unión más intensa con la Iglesia que celebra.
n. 54. Terminada la oración después de la comunión, comienza la procesión, precedida por la
cruz en medio de cirios e incienso, en la que se lleva el Santísimo Sacramento por la iglesia
hasta el lugar de la reserva. Mientras tanto, se canta el himno "Pange lingua" u otro canto
eucarístico (Cf. Misal Romano, Misa vespertina en la Cena del Señor, nn. 15-16). El traslado y
la reserva del Santísimo Sacramento no han de hacerse si en esa iglesia no tendrá lugar la
celebración de la Pasión del Señor, el Viernes Santo (Cf. S. Congregación de Ritos, Declaración
del 15 marzo 1956, n. 3, AAS 48 (1956) 153; S. Congregación de Ritos, Ordenaciones y
declaraciones acerca del nuevo Ordo de la Semana Santa, (1 febrero 1957) n. 14; AAS 47
(1975) 93).
n. 55. El Sacramento ha de ser reservado en un sagrario o en una urna. No ha de hacerse nunca
una exposición con la custodia u ostensorio.
El sagrario o la urna no han de tener la forma de un sepulcro. Evítese la misma
expresión "sepulcro": la capilla de la reserva no se prepara para representar "la sepultura del
Señor", sino para conservar el pan eucarístico destinado a la comunión del Viernes de la Pasión
del Señor.
n. 56. Invítese a los fieles a una adoración prolongada en la noche del Santísimo Sacramento en
la reserva solemne, después de la Misa "en la Cena del Señor". En esta ocasión es oportuno leer
una parte del Evangelio de San Juan (cap. 13-17).
Pasada la media noche la adoración debe hacerse sin solemnidad, dado que ha comenzado ya el
día de la Pasión del Señor (Cf. Misal Romano, Misa vespertina en la Cena del Señor, n. 21; S.
Congregación de Ritos, Maxima redemptionis nostrae mysteria (16 noviembre 1955) nn. 8-10
AAS 47 (1955) 845).
n. 57. Terminada la Misa se despoja el altar en el cual se ha celebrado. Conviene que las cruces
que haya en la iglesia se cubran con un velo de color rojo o morado, a no ser que ya hayan sido
cubiertas el sábado antes del V domingo de Cuaresma. No se encenderán velas o lámparas ante
las imágenes de los santos.
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