sábado, 8 de julio de 2017
Tiempo de Navidad. Epifanía del Señor (2013). ¿Quiénes eran los Magos? No a todos los que eran capaces de calcular la conjunción de los planetas, y la veían, les vino la idea de un rey en Judá. Sólo quien tiene una cierta inquietud interior, un hombre de esperanza, en busca de la verdadera estrella de la salvación. Los hombres de los que habla Mateo no eran únicamente astrónomos. Eran «sabios»; representaban el dinamismo inherente a las religiones de ir más allá de sí mismas; un dinamismo que es búsqueda de la verdad, la búsqueda del verdadero Dios, y por tanto filosofía en el sentido originario de la palabra. Estos hombres son predecesores, precursores, de los buscadores de la verdad, propios de todos los tiempos. Es la fe, la fuerza interior de la Epifanía, lo que llevó a esos personajes a reconocer al Mesías. Nuestra vida es una peregrinación exterior e interior: pedimos al Señor que nos haga encontrar las señales justas, Para abandonar los propios proyectos y dejarse conducir por un camino desconocido. Herodes estaba atenazado por el miedo de perder el poder que le proporcionaba la ilusión de vivir
1 Tiempo de Navidad. Epifanía del Señor (2013). ¿Quiénes eran los Magos? No a todos los que eran capaces de calcular la conjunción de los planetas, y la veían, les vino la idea de un rey en Judá. Sólo quien tiene una cierta inquietud interior, un hombre de esperanza, en busca de la verdadera estrella de la salvación. Los hombres de los que habla Mateo no eran únicamente astrónomos. Eran «sabios»; representaban el dinamismo inherente a las religiones de ir más allá de sí mismas; un dinamismo que es búsqueda de la verdad, la búsqueda del verdadero Dios, y por tanto filosofía en el sentido originario de la palabra. Estos hombres son predecesores, precursores, de los buscadores de la verdad, propios de todos los tiempos. Es la fe, la fuerza interior de la Epifanía, lo que llevó a esos personajes a reconocer al Mesías. Nuestra vida es una peregrinación exterior e interior: pedimos al Señor que nos haga encontrar las señales justas, Para abandonar los propios proyectos y dejarse conducir por un camino desconocido. Herodes estaba atenazado por el miedo de perder el poder que le proporcionaba la ilusión de vivir. Cfr. Solemnidad de la Epifanía del Señor, 6 de enero de 2013. Isaías 60, 1-6; Efesios 3, 2-3.5-6; Mateo 2, 1-12. “Hace pocos días hemos celebrado el nacimiento del Señor; hoy, en cambio, celebramos, con solemnidad no menos merecida, su primera manifestación a los gentiles. En aquel día lo vieron recién nacido los pastores judíos; hoy lo adoraron los Magos llegados de Oriente” (San Agustín, predicación en la fiesta de la Epifanía). Epifanía es una palabra griega que significa «manifestación», en este caso de la divinidad de Jesús, con el sucesivo reconocimiento y adoración por parte de los «gentiles», es decir por parte de los «paganos», por parte de personas que no eran israelitas, que no pertenecían al pueblo elegido. «Gentil» era el centurión del cual dijo el Señor: «Os aseguro que en Israel no he encontrado en nadie una fe tan grande» (cfr. Mateo 8, 5-10); «Gentil» era también la mujer cananea a la que el Señor dijo: «Mujer, grande es tu fe» (Cfr. Mateo 15, 21-28). • Isaías 60, 1-6- La gloria del Señor amanece sobre ti! - ¡Levántate, brilla, Jerusalén, que llega tu luz; la gloria del Señor amanece sobre ti! Mira: las tinieblas cubren la tierra, y la oscuridad los pueblos, pero sobre ti amanecerá el Señor, su gloria aparecerá sobre ti. Y caminarán los pueblos a tu luz, los reyes al resplandor de tu aurora. Levanta la vista en torno, mira: todos ésos se han reunido, vienen a ti; tus hijos llegan de lejos, a tus hijas las traen en brazos. Entonces lo verás, radiante de alegría; tu corazón se asombrará, se ensanchará, cuando vuelquen sobre ti los tesoros del mar y te traigan las riquezas de los pueblos. Te inundará una multitud de camellos, de dromedarios de Madián y de Efá. Vienen todos de Saba, trayendo incienso y oro, y proclamando las alabanzas del Señor. • Salmo responsorial - Sal 71, 1-2. 7-8. 10-11. 12-13 (R.: cf. 11) - R. Se postrarán ante ti, Señor, todos los pueblos de la tierra. Dios mío, confía tu juicio al rey, tu justicia al hijo de reyes, para que rija a tu pueblo con justicia, a tus humildes con rectitud. R. Que en sus días florezca la justicia y la paz hasta que falte la luna; que domine de mar a mar, del Gran Río al confín de la tierra. R. Que los reyes de Tarsis y de las islas le paguen tributo. Que los reyes de Saba y de Arabia le ofrezcan sus dones; que se postren ante él todos los reyes, y que todos los pueblos le sirvan. R. Él librará al pobre que clamaba, al afligido que no tenía protector; él se apiadará del pobre y del indigente, y salvará la vida de los pobres. R. • Efesios 3, 2-3a. 5-6 - Ahora ha sido revelado que también los gentiles son coherederos de la promesa Hermanos: Habéis oído hablar de la distribución de la gracia de Dios que se me ha dado en favor vuestro. Ya que se me dio a conocer por revelación el misterio, que no había sido manifestado a los hombres en otros tiempos, como ha sido revelado ahora por el Espíritu a sus santos apóstoles y profetas: que también los gentiles son coherederos, miembros del mismo cuerpo y partícipes de la promesa en Jesucristo, por el Evangelio. • Aleluya Mt 2, 2 - Hemos visto salir su estrella y venimos a adorar al Señor. • Mateo 2, 1-12: Venimos de Oriente a adorar al Rey. Jesús nació en Belén de Judea en tiempos del rey 2 Herodes. Entonces, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando: -« ¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo.» Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó, y todo Jerusalén con él; convocó a los sumos sacerdotes y a los escribas del país, y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías. Ellos le contestaron: -«En Belén de Judea, porque así lo ha escrito el profeta: "Y tú, Belén, tierra de Judea, no eres ni mucho menos la última de las ciudades de Judea, pues de ti saldrá un jefe que será el pastor de mi pueblo Israel."» Entonces Herodes llamó en secreto a los magos para que le precisaran el tiempo en que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén, diciéndoles: -«Id y averiguad cuidadosamente qué hay del niño y, cuando lo encontréis, avisadme, para ir yo también a adorarlo.» Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y de pronto la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño. Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Y habiendo recibido en sueños un oráculo, para que no volvieran a Herodes, se marcharon a su tierra por otro camino. 1. La figura de los Reyes Magos Cfr. Benedicto XVI, La infancia de Jesús, Capítulo IV o Cuadro histórico y geográfico de la narración Difícilmente habrá otro relato bíblico que haya estimulado tanto la fantasía, pero también la investigación y la reflexión, como la historia de los «Magos» venidos de «Oriente», una narración que el evangelista Mateo pone inmediatamente después de haber hablado del nacimiento de Jesús: «Jesús nació en Belén de Judá en tiempos del rey Herodes. Entonces, unos Magos [astrólogos] de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando: "Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo"» (2,1 s). Con la mención del rey Herodes y el lugar del nacimiento, Belén, encontramos aquí primero una neta determinación del contexto histórico. Se indica un personaje bien conocido de la época y un lugar geográfico fácilmente reconocible. (…) Belén es el pueblo natal del rey David. El significado teológico de aquel lugar se esclarecerá todavía con mayor nitidez en el curso de la narración mediante la respuesta que dan los escribas a Herodes acerca del lugar en el que debía nacer el Mesías. También podría comportar una intención teológica el que la localización geográfica se precise aún más, añadiendo «de Judá». En la bendición de Jacob, el patriarca dice a su hijo Judá de manera profética: «No se apartará de Judá el cetro, ni el bastón de mando de entre sus rodillas, hasta que venga aquel a quien está reservado, y le rindan homenaje los pueblos» (Gn 49,10). En una narración que trata de la llegada del David definitivo, del recién nacido rey de los judíos que salvará a todos los pueblos, se ha de percibir de algún modo esta profecía como trasfondo. (…) 2. ¿Quiénes eran los «Magos» Cfr. Benedicto XVI, La infancia de Jesús, Capítulo IV Pero ahora es preciso preguntarse ante todo: ¿Qué clase de hombres eran esos que Mateo describe como «Magos» venidos de «Oriente»? El término «magos» (mágoi) tiene una considerable gama de significados en las diversas fuentes, que se extiende desde una acepción muy positiva hasta un significado muy negativo. Cuatro acepciones o a) «Magos» son los pertenecientes a la casta sacerdotal persa La primera de las cuatro acepciones principales designa como «magos» a los pertenecientes a la casta sacerdotal persa. En la cultura helenista eran considerados como «representantes de una religión auténtica»; pero se sostenía al mismo tiempo que sus ideas religiosas estaban «fuertemente influenciadas por el pensamiento filosófico», hasta el punto de que se presenta con frecuencia a los filósofos griegos como adeptos suyos (cf. Delling, ThWNT, IV, p. 360). Quizá haya en esta opinión un cierto núcleo de verdad no bien definido; después de todo, también Aristóteles había hablado del trabajo filosófico de los magos (cf. ibid.). b) Otros significados: dotadores de saberes y poderes sobrenaturales, brujos, embaucadores y seductores. 3 Los otros significados mencionados por Gerhard Delling designan a los dotados de saberes y poderes sobrenaturales, y también a los brujos. Y, finalmente, a los embaucadores y seductores. En los Hechos de los Apóstoles encontramos este último significado: Pablo califica a un mago llamado Barjesús «hijo del diablo, enemigo de toda justicia» (13, 10), manteniéndolo así a raya. Los diversos significados del término «mago» que encontramos aquí hacen ver también la ambivalencia de la dimensión religiosa en cuanto tal. La religiosidad puede ser un camino hacia el verdadero conocimiento, un camino hacia Jesucristo. Pero cuando ante la presencia de Cristo no se abre a él, y se pone contra el único Dios y Salvador, se vuelve demoníaca y destructiva. c) Dos significados en el Nuevo Testamento En el Nuevo Testamento vemos estos dos significados de «mago»: en el relato de san Mateo sobre los Magos, la sabiduría religiosa y filosófica es claramente una fuerza que pone a los hombres en camino, es la sabiduría que conduce en definitiva a Cristo. Por el contrario, en los Hechos de los Apóstoles encontramos otro tipo de mago. Éste contrapone el propio poder al mensajero de Jesucristo, y se pone así de parte de los demonios que, sin embargo, ya han sido vencidos por Jesús. La primera acepción vale evidentemente para los Magos en Mateo 2, al menos en sentido amplio. Aunque no pertenecían exactamente a la clase sacerdotal persa, tenían sin embargo un conocimiento religioso y filosófico que se había desarrollado y aún persistía en aquellos ambientes. d) Astrónomos Se ha tratado naturalmente de encontrar clasificaciones todavía más precisas. El astrónomo vienés Konradin Ferrari d'Occhieppo ha mostrado que en la ciudad de Babilonia, centro de la astronomía científica en ¿pocas remotas, aunque ya en declive en la época de Jesús, continuaba existiendo todavía «un pequeño grupo de astrónomos ya en vías de extinción... Hay tablas de terracota con inscripciones en caracteres cuneiformes con cálculos astronómicos.., que lo demuestran con seguridad» (p. 27). La conjunción astral de los planetas Júpiter y Saturno en el signo zodiacal de Piscis, que tuvo lugar en los años 7-6 a. C. — considerado hoy como el verdadero período del nacimiento de Jesús— habría sido calculada por los astrónomos babilonios y les habría indicado la tierra de Judá y un recién nacido «rey de los judíos». ¿Qué tipo de hombres eran aquellos que se pusieron en camino hacia el rey? o No a todos los que eran capaces de calcular la conjunción de los planetas, y la veían, les vino la idea de un rey en Judá. Para que la estrella pudiera convertirse en un mensaje, debía haber circulado un vaticinio y en aquellos tiempos bullían en el ambiente expectativas según las cuales surgiría en Judá el dominador del mundo, una expectación que Flavio Josefo interpreta como referida a Vespasiano, con el resultado de que éste pasó a gozar de su favor Sobre la cuestión de la estrella volveremos de nuevo más adelante. Por ahora queremos dedicarnos a la pregunta sobre qué tipo de hombres eran aquellos que se pusieron en camino hacia el rey. Tal vez fueran astrónomos, pero no a todos los que eran capaces de calcular la conjunción de los planetas, y la veían, les vino la idea de un rey en Judá, que tenía importancia también para ellos. Para que la estrella pudiera convertirse en un mensaje, debía haber circulado un vaticinio como el del mensaje de Balaán. Sabemos por Tácito y Suetonio que en aquellos tiempos bullían en el ambiente expectativas según las cuales surgiría en Judá el dominador del mundo, una expectación que Flavio Josefo interpreta como referida a Vespasiano, con el resultado de que éste pasó a gozar de su favor (cf. De bello lud., III, pp. 399-408). o Varios factores podían haber concurrido a que se pudiera percibir en el lenguaje de la estrella un mensaje de esperanza. Pero todo ello era capaz de poner en camino sólo a quien era hombre de una cierta inquietud interior, un hombre de esperanza, en busca de la verdadera estrella de la salvación. Los hombres de los que habla Mateo no eran únicamente astrónomos. Eran «sabios»; representaban el dinamismo inherente a las religiones de ir más allá de sí mismas; un dinamismo que es búsqueda de la verdad, la búsqueda del verdadero Dios, y por tanto filosofía en el sentido originario de la palabra. Varios factores podían haber concurrido a que se pudiera percibir en el lenguaje de la estrella un mensaje de esperanza. Pero todo ello era capaz de poner en camino sólo a quien era hombre de una cierta inquietud interior, un hombre de esperanza, en busca de la verdadera estrella de la salvación. Los hombres de 4 los que habla Mateo no eran únicamente astrónomos. Eran «sabios»; representaban el dinamismo inherente a las religiones de ir más allá de sí mismas; un dinamismo que es búsqueda de la verdad, la búsqueda del verdadero Dios, y por tanto filosofía en el sentido originario de la palabra. La sabiduría sanea y así también el mensaje de la «ciencia»: la racionalidad de este mensaje no se contentaba con el mero saber, sino que trataba de comprender la totalidad, llevando así a la razón hasta sus más elevadas posibilidades. Estos hombres son predecesores, precursores, de los buscadores de la verdad, propios de todos los tiempos. Basándonos en todo lo que se ha dicho, podemos hacernos una cierta idea de cuáles eran las convicciones y conocimientos que llevaron a estos hombres a encaminarse hacia el recién nacido «rey de los judíos». Podemos decir con razón que representan el camino de las religiones hacia Cristo, así como la autosuperación de la ciencia con vistas a él. Están en cierto modo siguiendo a Abraham, que se pone en marcha ante la llamada de Dios. De una manera diferente están siguiendo a Sócrates y a su preguntarse sobre la verdad más grande, más allá de la religión oficial. En este sentido, estos hombres son predecesores, precursores, de los buscadores de la verdad, propios de todos los tiempos. (…) o Los sabios de Oriente son un inicio, representan a la humanidad cuando emprende el camino hacia Cristo, inaugurando una procesión que recorre toda la historia. Queda la idea decisiva: los sabios de Oriente son un inicio, representan a la humanidad cuando emprende el camino hacia Cristo, inaugurando una procesión que recorre toda la historia. No representan únicamente a las personas que han encontrado ya la vía que conduce hasta Cristo. Representan el anhelo interior del espíritu humano, la marcha de las religiones y de la razón humana al encuentro de Cristo 1 . 1 Nota de la redacción de Vida Cristiana. “La reina de Saba que busca la sabiduría en la Jerusalén de Salomón y los Magos medos o de Mesopotamia que se dirigen a la ciudad santa en búsqueda de un re-salvador son dos personificaciones de la ansia eterna del hombre que sólo en Dios puede encontrar la paz. El mismo cosmos, en su silencioso lenguaje (Salmo 19) es la primera guía en la búsqueda. He aquí, en efecto, la estrella que tanta importancia ha tenido en las especulaciones de los exégetas-astrónomos. Esta guía luminosa, presente frecuentemente como motivo legendario en los anuncios greco-romanos de nacimientos imperiales o excepcionales (Alejandro Magno, Mitrídates, Rey del Ponto, Augusto), tiene un significado preciso en la Biblia”. (Gianfranco Ravasi, Secondo le Scritture Anno C, Piemme p. 53). “La estrella se convierte cada vez más en símbolo del rey mesiánico y el Apocalipsis llama a Cristo “la estrella de la mañana” (2,28; 22,16). En efecto, la luz es telón de fondo de toda aparición mesiánica, como canta Isaías en su espléndido himno a Emanuel: «El pueblo que andaba a oscuras vio una luz grande. Los que vivían en tierra de sombras, una luz brilló sobre ellos». La luz cancela las tinieblas, símbolo de la nada (Génesis 1,2) y de la muerte, y da inicio a una nueva creación”. (Gianfranco Ravasi, Secondo le Scritture Anno C, Piemme p. 53). “La tradición cristiana de la Epifanía se articula a la luz de la estrella, pero no buscando una precisa colocación en los sistemas estelares sino más bien exaltando su valor de “luz”, símbolo clásico de dios. La misma fecha de la Navidad, el 25 de diciembre, como es sabido fue elegida precisamente porque era la fiesta pagana del dios Sol. El solsticio de invierno señalaba el inicio de la grande ascensión de la luz solar, antes humillada en la oscuridad invernal. En una estupenda homilía griega atribuida erróneamente a san Juan Crisóstomo, grande Padre de la Iglesia de Capadocia, leemos este bello párrafo: «Después de la fría estación invernal resplandece la luz de la templada primavera, la tierra germina y reverdece la hierba, se adornan los Ramos de nuevos brotes y el aire comienza a iluminarse por el esplendor del sol. Pero para nosotros hay una primavera celeste, es Cristo que surge como un sol del regazo de la Virgen. Él ha puesto en fuga las nubes borrascosas del diablo y ha despertado a la los somnolientos corazones de los hombres disolviendo con sus rayos la niebla de la ignorancia». (Gianfranco Ravasi, Secondo le Scritture Anno C, Piemme p. 56). “La sociedad actual busca las luces resplandecientes de la publicidad natalicia, las cenas de la nochevieja, las apariencias resplandecientes del consumismo; el cristiano sabe dónde encontrar la verdadera luz, su sol, su estrella. Cuando en Roma …. por el nacimiento del dios Sol en diciembre se encendían en la noche fuegos de alegría, cuando el pueblo se prostraba hacia el sol que surgía al amanecer, la Iglesia se reunía para celebrar la manifestación del verdadero sol, Cristo. «Alegrémonos también nosotros - exhortaba san Agustín - y dejemos que los paganos exulten: ya que este día para nosotros es santificado no por el sol visible sino por su invisible Creador». (Gianfranco Ravasi, Secondo le Scritture Anno C, Piemme p. 56). 5 3. La estrella y la fe y la esperanza. ¿Qué es lo que lleva a los Magos hacia el niño que nace en el pesebre? a) Benedicto XVI, La infancia de Jesús, capítulo IV o Hubo un fenómeno de extraordinaria intensidad en el año verosímil del nacimiento de Jesús. • Hay científicos astrónomos que aseguran que entre finales del año 7 y comienzos del 6 a.C. (año verosímil del nacimiento de Jesús), hubo un fenómeno de extraordinaria luminosidad, que podría identificarse como la estrella de Belén. La razón de este fenómeno fue, entre otras explicaciones, la conjunción o encuentro entre planetas (Júpiter y Saturno). Benedicto XVI afirma a este respecto: La constelación estelar podía ser un impulso, una primera señal para la partida exterior e interior. Pero no habría podido hablar a estos hombres si no hubieran sido movidos también de otro modo: movidos interiormente por la esperanza de aquella estrella que habría de surgir de Jacob (cf. Números m 24,17 2 ). La gran conjunción de Júpiter y Saturno en el signo de Piscis en los años 7-6 a. C. parece ser un hecho constatado. Podía orientar a los astrónomos del ambiente cultural babilónico-persa hacia el país de Judá, hacia un «rey de los judíos». Los pormenores de cómo aquellos hombres han llegado a la certeza que los hizo partir y llevarlos finalmente a Jerusalén y a Belén, es una cuestión que debemos dejar abierta. La constelación estelar podía ser un impulso, una primera señal para la partida exterior e interior. Pero no habría podido hablar a estos hombres si no hubieran sido movidos también de otro modo: movidos interiormente por la esperanza de aquella estrella que habría de surgir de Jacob (cf. Números 24,17). El cosmos habla de Cristo Que los Magos fueran en busca del rey de los judíos guiados por la estrella y representen el movimiento de los pueblos hacia Cristo significa implícitamente que el cosmos habla de Cristo, aunque su lenguaje no sea totalmente descifrable para el hombre en sus condiciones reales. El lenguaje de la creación ofrece múltiples indicaciones. Suscita en el hombre la intuición del Creador. Suscita también la expectativa, más aún, la esperanza de que un día este Dios se manifestará. Y hace tomar conciencia al mismo tiempo de que el hombre puede y debe salir a su encuentro. Pero e1 conocimiento que brota de la creación y se concretiza en las religiones también puede perder la orientación correcta, de modo que ya no impulsa al hombre a moverse para ir más allá de sí mismo, sino que lo induce a instalarse en sistemas con los que piensa poder afrontar las fuerzas ocultas del mundo. La estrella guía a los Magos sólo hasta Judea. En nuestra narración pueden verse las dos posibilidades: ante todo, la estrella guía a los Magos sólo hasta Judea. Es del todo normal que en su búsqueda del recién nacido rey de los judíos fueran a la ciudad regia de Israel y entraran en el palacio del rey. Era de suponer que el futuro rey habría nacido allí. Después, para encontrar definitivamente el camino hacia el verdadero heredero de David, necesitan la indicación de las Sagradas Escrituras de Israel, las palabras del Dios vivo. En el mundo antiguo los cuerpos celestes eran considerados como poderes divinos que decidían el destino de los hombres. La fe en el Dios único que muestra la Biblia ha realizado muy pronto una desmitificación al llamar con gran sobriedad al sol y a la luna —las grandes divinidades del mundo pagano— «lumbreras» que Dios puso en la bóveda celeste. Los Padres han destacado aún otro aspecto. Gregorio Nacianceno dice que, en el momento mismo en que los Magos se postraron ante Jesús, la astrología había llegado a su fin, porque desde aquel momento las estrellas se moverían en la órbita establecida por Cristo (Poem. dogm., V, 55-64: 2 Números 24, 17: Lo veo, aunque no para ahora, lo diviso, pero no de cerca: de Jacob avanza una estrella, un cetro surge de Israel. 6 PG 37, 428-429). En el mundo antiguo los cuerpos celestes eran considerados como poderes divinos que decidían el destino de los hombres. Los planetas tienen nombres de divinidades. Según la opinión de entonces, dominaban de alguna manera el mundo, y el hombre debía tratar de avenirse con estos poderes. La fe en el Dios único que muestra la Biblia ha realizado muy pronto una desmitificación al llamar con gran sobriedad al sol y a la luna —las grandes divinidades del mundo pagano— «lumbreras» que Dios puso en la bóveda celeste (cf. Gn 1,1 6s). Cristo resucitado ha vencido a todo principado y poder del aire y domina todo el universo. No es la estrella la que determina el destino del Niño, sino el Niño quien guía a la estrella. Al entrar en el mundo pagano, la fe cristiana debía volver a abordar la cuestión de las divinidades astrales. Por eso Pablo insiste con vehemencia en sus cartas desde el cautiverio a los Efesios y a los Colosenses en que Cristo resucitado ha vencido a todo principado y poder del aire y domina todo el universo. También el relato de la estrella de los Magos está en esta línea: no es la estrella la que determina el destino del Niño, sino el Niño quien guía a la estrella. Si se quiere, puede hablarse de una especie de punto de inflexión antropológico: el hombre asumido por Dios —como se manifiesta aquí en el Hijo unigénito— es más grande que todos los poderes del mundo material y vale más que el universo entero. La fuerza interior de le Epifanía guía a los Reyes Magos. Les permite reconocer al Mesías en el niño que yace en el pesebre. Juan Pablo II, Homilía, 6/01/1984 Dice el profeta a Jerusalén: “Caminarán los pueblos a tu luz; los reyes al resplandor de tu aurora. Levanta la vista en torno, mira: todos ésos se han reunido, vienen a ti: tus hijos llegan de lejos” (Is 60,3-4). Los guía la fe. Los guía la fuerza interior de la Epifanía. De esta fuerza habla así el Concilio: “Quiso Dios, con su bondad y sabiduría, revelarse a Sí mismo y manifestar el misterio de su voluntad (cf. Ef 1,9); por Cristo, la Palabra hecha carne, y con el Espíritu Santo, pueden los hombres llegar hasta el Padre y participar de la naturaleza divina (cf. Col 1,15; 1 Tim 1,17), movido de amor, habla a los hombres como amigos (cf. Ex 33,11; Jn 15,14-15), trata con ellos (cf. Bar 3,38) para invitarlos y recibirlos en su compañía” (Dei Verbum, 2). Los Magos de Oriente llevan en sí esa fuerza interior de la Epifanía. Les permite reconocer al Mesías en el Niño que yace en el pesebre. Esta fuerza les manda postrarse ante Él y ofrecerle los dones: oro, incienso y mirra (cf. Mt 2,11). Los Magos son, al mismo tiempo, un anuncio de que la fuerza interior de la Epifanía se difundirá ampliamente entre los pueblos de la tierra. Dice el Profeta: “Entonces lo verás, radiante de alegría;/ tu corazón se asombrará, se ensanchará,/ cuando vuelquen sobre ti los tesoros del mar,/ y te traigan las riquezas de los pueblos” (Is 60,5). 4. Nuestra vida es una peregrinación exterior e interior: pedimos al Señor que nos haga encontrar las señales justas. o Para abandonar los propios proyectos y dejarse conducir por un camino desconocido. Herodes estaba atenazado por el miedo de perder el poder que le proporcionaba la ilusión de vivir. • También en nuestro caso, como en el de los Magos, a veces el camino es luminoso y sereno (se ve la estrella); otras veces es difícil y oscuro: también en este caso hemos de continuar como ellos, pidiendo un consejo o una información, si hiciese falta; no podemos desalentarnos; así se explica S. Pablo: “Él hizo, de un solo hombre, todo el linaje humano, para que habitase sobre toda la faz de la tierra. Y fijó las edades de su historia y los límites de los lugares en que los hombres habían de vivir, para que buscasen a Dios, a ver si al menos a tientas lo encontraban, aunque no está lejos de cada uno de nosotros ...” (Hechos 17, 26-27). • En cualquier caso, pedimos al Señor que nos haga encontrar las señales justas ... ¡también en esto es importante el problema de la señalización!: encontrar nuestra estrella. • Omelie – Temi predicazioni, n. 107 Nuova serie, Epifania, p. 182: “Las lecturas de hoy nos indican 7 una condición para que el encuentro con Cristo sea posible: abandonar los propios proyectos y dejarse conducir por un camino desconocido. Los sabios de Jerusalén no admitían que sus propios ideales fueran trastornados. No podían aceptar la pobreza y la humildad de Belén. Y Herodes estaba atenazado por el miedo de perder el poder, que le proporcionaba la ilusión de vivir”. o La tragedia de quien no descubre el sentido profundo de la vida por medio de las señales oportunas. ¡El problema de la señalización!, encontrar nuestra estrella. St.Exupéry: «Trabajan con tedio. // No les falta nada//salvo el nudo divino//que une las cosas». a) Dios se revela a nosotros también con hechos más o menos extraordinarios. Así lo dice San Pablo: “El mismo Dios que mandó: «Del seno de las tinieblas brille la luz», hizo brillar la luz en nuestros corazones, para que irradien el conocimiento de la gloria de Dios que está en el rostro de Cristo” (2 Cor 4,6). Sucede todas las veces en las que “por un misterioso encuentro entre la acción de Dios y nuestra libertad, se enciende dentro de nosotros una luz y por medio de esa luz «reconocemos» a Jesucristo” (cfr. Raniero Canalamessa, La parola e la vita, Anno C, Città Nuova 1996, pp. 61-62). b) Encontramos a Jesús en nuestro corazón: • Cuando nos hemos impuesto una privación, para obedecer al Evangelio o a nuestra conciencia; • Cuando hemos vuelto a rezar después de mucho tiempo; • Cuando frecuentamos los sacramentos, leemos la Palabra de Dios, nos preocupamos por el prójimo (que son los tres lugares de encuentro con Cristo); • Cuando santificamos nuestra vida ordinaria (el trabajo, las relaciones sociales, la vida familiar, las diversiones, etc.). c) También en nuestro caso, como en el de los Magos, a veces el camino es luminoso y sereno (se ve la estrella); otras veces es difícil y oscuro: también en este caso hemos de continuar como ellos, pidiendo un consejo o una información, si hiciese falta; no podemos desalentarnos; así se explica S. Pablo: “Él hizo, de un solo hombre, todo el linaje humano, para que habitase sobre toda la faz de la tierra. Y fijó las edades de su historia y los límites de los lugares en que los hombres habían de vivir, para que buscasen a Dios, a ver si al menos a tientas los encontraban, aunque no está lejos de cada uno de nosotros .....” (Hechos 17, 26-27). d) En cualquier caso, pedimos al Señor que nos haga encontrar las señales justas .... ¡también en esto es importante el problema de la señalización!: encontrar nuestra estrella. El escritor St. Exupéry, hablaba de la tragedia de quien no descubre el sentido profundo de la vida, que deseamos encontrar todos por medio de las señales oportunas: « Trabajan con tedio. // No les falta nada// salvo el nudo divino // que une las cosas.» 5. Junto a la peregrinación exterior, los Magos hicieron un camino espiritual que tiene dos aspectos. Cfr. Juan Pablo II, Homilía en la Epifanía del 2001, clausura del grande Jubileo del año 2000. Primer aspecto: cuando se encuentra a Cristo hay que saber detenerse y gozar la alegría de su intimidad. • “El relato de los Magos puede, en cierto sentido, indicarnos un camino espiritual. Ante todo ellos nos dicen que, cuando se encuentra a Cristo, es necesario saber detenerse y vivir profundamente la alegría de la intimidad con Él. "Entraron en la casa, vieron al niño con María su Madre y, postrándose, lo adoraron": sus vidas habían sido entregadas ya para siempre a aquella Criatura por la cual habían afrontado las asperezas del viaje y las insidias de los hombres. El cristianismo nace, y se regenera continuamente, a partir de esta contemplación de la gloria de Dios que resplandece en el rostro de Cristo. • Un rostro para contemplar, casi vislumbrando en sus ojos los "rasgos" del Padre y dejándose envolver por el amor del Espíritu. La gran peregrinación jubilar nos ha recordado esta dimensión trinitaria fundamental de la vida cristiana: en Cristo encontramos también al Padre y al Espíritu. La Trinidad es el origen y el culmen. Todo parte de la Trinidad, todo vuelve a la Trinidad. La contemplación del rostro de Cristo se centra sobre todo en lo que de él dice la Sagrada Escritura. 8 “La contemplación del rostro de Cristo se centra sobre todo en lo que de él dice la Sagrada Escritura que, desde el principio hasta el final, está impregnada de este misterio, señalado oscuramente en el Antiguo Testamento y revelado plenamente en el Nuevo, hasta el punto que san Jerónimo afirma con vigor: « Ignorar las Escrituras es ignorar a Cristo mismo » (« Ignoratio enim Scripturarum ignoratio Christi est »: Comm. in Is., Prol.: PL 24, 17). Teniendo como fundamento la Escritura, nos abrimos a la acción del Espíritu (cf. Jn 15,26), que es el origen de aquellos escritos, y, a la vez, al testimonio de los Apóstoles (cf. ibíd., 27), que tuvieron la experiencia viva de Cristo, la Palabra de vida, lo vieron con sus ojos, lo escucharon con sus oídos y lo tocaron con sus manos (cf. 1 Jn 1,1). Lo que nos ha llegado por medio de ellos es una visión de fe, basada en un testimonio histórico preciso. Es un testimonio verdadero que los Evangelios, no obstante su compleja redacción y con una intención primordialmente catequética, nos transmitieron de una manera plenamente comprensible.(Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Dei Verbum, sobre la divina revelación, 19).” Segundo aspecto: después hay que reemprender el camino, para anunciar al Señor siendo sus testigos. • “Y, no obstante, como sucedió a los Magos, esta inmersión en la contemplación del misterio no impide caminar, antes bien obliga a reemprender un nuevo tramo de camino, en el cual nos convertimos en anunciadores y testigos. "Volvieron a su país por otro camino". Los Magos fueron en cierta manera los primeros misioneros. El encuentro con Cristo no los bloqueó en Belén, sino que les impulso nuevamente a recorrer los caminos del mundo. Es necesario volver a comenzar desde Cristo, y por tanto, desde la Trinidad. • ”Es necesario "recomenzar desde Cristo", con el impulso de Pentecostés, con entusiasmo renovado. Recomenzar desde Él ante todo en el compromiso cotidiano por la santidad, poniéndonos en actitud de oración y de escucha de su palabra. Recomenzar también desde Él para testimoniar el Amor mediante la práctica de una vida cristiana marcada por la comunión, por la caridad, por el testimonio en el mundo”. www.parroquiasantamonica.com Vida Cristiana
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