sábado, 8 de julio de 2017

Tiempo de Navidad. Epifanía del Señor (2015). Epifanía: es la «manifestación» de Jesús, que se da a conocer a los «gentiles», a los paganos, es decir a quienes no pertenecían al pueblo elegido. Los sabios/magos de Oriente fueron los primeros frutos de las naciones gentiles que vinieron a rendir homenaje al Señor. Mateo en el Evangelio quiere ver el gran desfile anunciado por Cristo mismo: «Muchos del oriente y del occidente vendrán y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de Dios». Los Magos son predecesores, precursores, de los buscadores de la verdad, propios de todos los tiempos. Los sabios de Oriente son un inicio, representan a la humanidad cuando emprende el camino hacia Cristo, inaugurando una procesión que recorre toda la historia. También en nuestro caso, hemos de pedir a veces consejo o información para encontrar al Señor. Un aspecto de la luz que nos guía en el camino de la fe es también la santa “astucia”. Para protegernos de los cantos de las sirenas, armonizando la sencillez con la sagacidad. Los Magos nos enseñan a no caer en las asechanzas de las tinieblas y a defendernos de la oscuridad que pretende cubrir nuestra vida. Ellos, con santa “astucia”, han protegido la fe.



1 Tiempo de Navidad. Epifanía del Señor (2015). Epifanía: es la «manifestación» de Jesús, que se da a conocer a los «gentiles», a los paganos, es decir a quienes no pertenecían al pueblo elegido. Los sabios/magos de Oriente fueron los primeros frutos de las naciones gentiles que vinieron a rendir homenaje al Señor. Mateo en el Evangelio quiere ver el gran desfile anunciado por Cristo mismo: «Muchos del oriente y del occidente vendrán y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de Dios». Los Magos son predecesores, precursores, de los buscadores de la verdad, propios de todos los tiempos. Los sabios de Oriente son un inicio, representan a la humanidad cuando emprende el camino hacia Cristo, inaugurando una procesión que recorre toda la historia. También en nuestro caso, hemos de pedir a veces consejo o información para encontrar al Señor. Un aspecto de la luz que nos guía en el camino de la fe es también la santa “astucia”. Para protegernos de los cantos de las sirenas, armonizando la sencillez con la sagacidad. Los Magos nos enseñan a no caer en las asechanzas de las tinieblas y a defendernos de la oscuridad que pretende cubrir nuestra vida. Ellos, con santa “astucia”, han protegido la fe. Cfr. Solemnidad de la Epifanía del Señor, 6 de enero de 2015. Isaías 60, 1-6; Efesios 3, 2-3.5-6; Mateo 2, 1-12. • Isaías 60, 1-6- La gloria del Señor amanece sobre ti! - ¡Levántate, brilla, Jerusalén, que llega tu luz; la gloria del Señor amanece sobre ti! Mira: las tinieblas cubren la tierra, y la oscuridad los pueblos, pero sobre ti amanecerá el Señor, su gloria aparecerá sobre ti. Y caminarán los pueblos a tu luz, los reyes al resplandor de tu aurora. Levanta la vista en torno, mira: todos ésos se han reunido, vienen a ti; tus hijos llegan de lejos, a tus hijas las traen en brazos. Entonces lo verás, radiante de alegría; tu corazón se asombrará, se ensanchará, cuando vuelquen sobre ti los tesoros del mar y te traigan las riquezas de los pueblos. Te inundará una multitud de camellos, de dromedarios de Madián y de Efá. Vienen todos de Saba, trayendo incienso y oro, y proclamando las alabanzas del Señor. • Salmo responsorial - Sal 71, 1-2. 7-8. 10-11. 12-13 (R.: cf. 11) - R. Se postrarán ante ti, Señor, todos los pueblos de la tierra. Dios mío, confía tu juicio al rey, tu justicia al hijo de reyes, para que rija a tu pueblo con justicia, a tus humildes con rectitud. R. Que en sus días florezca la justicia y la paz hasta que falte la luna; que domine de mar a mar, del Gran Río al confín de la tierra. R. Que los reyes de Tarsis y de las islas le paguen tributo. Que los reyes de Saba y de Arabia le ofrezcan sus dones; que se postren ante él todos los reyes, y que todos los pueblos le sirvan. R. Él librará al pobre que clamaba, al afligido que no tenía protector; él se apiadará del pobre y del indigente, y salvará la vida de los pobres. R. • Efesios 3, 2-3a. 5-6 - Ahora ha sido revelado que también los gentiles son coherederos de la promesa Hermanos: Habéis oído hablar de la distribución de la gracia de Dios que se me ha dado en favor vuestro. Ya que se me dio a conocer por revelación el misterio, que no había sido manifestado a los hombres en otros tiempos, como ha sido revelado ahora por el Espíritu a sus santos apóstoles y profetas: que también los gentiles son coherederos, miembros del mismo cuerpo y partícipes de la promesa en Jesucristo, por el Evangelio. • Aleluya Mt 2, 2 - Hemos visto salir su estrella y venimos a adorar al Señor. • Mateo 2, 1-12: Venimos de Oriente a adorar al Rey. Jesús nació en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes. Entonces, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando: -« ¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo.» Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó, y todo Jerusalén con él; convocó a los sumos sacerdotes y a los escribas del país, y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías. Ellos le contestaron: -«En Belén de Judea, porque así lo ha escrito el profeta: "Y tú, Belén, tierra de Judea, no eres ni mucho menos la última de las ciudades de Judea, pues de ti saldrá un jefe que será el pastor de mi pueblo Israel."» Entonces Herodes llamó en secreto a los magos para que le precisaran el tiempo en que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén, diciéndoles: -«Id y averiguad cuidadosamente qué hay del niño y, cuando lo encontréis, avisadme, para ir yo también a adorarlo.» Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y de pronto la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño. Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Y habiendo recibido en sueños un oráculo, para que no volvieran a Herodes, se marcharon a su tierra por otro camino. Hemos visto salir su estrella y venimos a adorar al Señor 2 Aleluya Se postrarán ante ti, Señor, todos los pueblos de la tierra. Salmo responsorial, n. 71 1. Epifanía significa «manifestación» de Jesús (se da a conocer), a los «gentiles», es decir a quienes no pertenecían al pueblo elegido. Jesús se da a conocer. Cfr. Aciprensa - Epifanía • Aunque Jesús se dio a conocer en diferentes momentos a diferentes personas, la Iglesia celebra como epifanías tres eventos: - Su Epifanía ante los Reyes Magos (Mt 2, 1-12: Evangelio de hoy) - Su Epifanía a San Juan Bautista en el Jordán - Su Epifanía a sus discípulos y comienzo de Su vida pública con el milagro en Caná. La Epifanía que más celebramos en la Navidad es la primera. En Occidente se celebra con esta fiesta la revelación de Jesús al mundo pagano, la verdadera Epifanía. La celebración gira en torno a la adoración a la que fue sujeto el Niño Jesús por parte de los tres Reyes Magos (Mt 2 1-12) como símbolo del reconocimiento del mundo pagano de que Cristo es el salvador de toda la humanidad. La docilidad de los magos a la estrella nos indica el modo de nuestra obediencia. o Debemos aplicarnos a ser útiles unos a otros, para que brillemos como hijos de la luz. San León Magno, papa y doctor de la Iglesia (440-461) Tres magos, llamados de su lejano país, fueron conducidos por una estrella para conocer y adorar al Rey del cielo y de la tierra. La docilidad de los magos a esta estrella nos indica el modo de nuestra obediencia, para que, en la medida de nuestras posibilidades, seamos servidores de esa gracia que llama a todos los hombres a Cristo. Animados por este celo, debéis aplicaros, queridos míos, a seros útiles los unos a los otros, a fin de que brilléis como hijos de la luz en el reino de Dios, al cual se llega gracias a la fe recta y a las buenas obras. Catecismo de la Iglesia Católica o La Epifanía es la manifestación de Jesús como Mesías de Israel, Hijo de Dios y Salvador del mundo, a unos «magos» (los «gentiles», de los que habla San Pablo en la Carta a los Efesios, 3.2-3.5-6) que representan a las religiones paganas de pueblos vecinos a Israel. • n. 528: La Epifanía es la manifestación de Jesús como Mesías de Israel, Hijo de Dios y Salvador del mundo. (…) la Epifanía celebra la adoración de Jesús por unos «magos» venidos de Oriente (Cf Mt 2, 1). En estos «magos», representantes de religiones paganas de pueblos vecinos, el Evangelio ve las primicias de las naciones que acogen, por la Encarnación, la Buena Nueva de la salvación. La llegada de los magos a Jerusalén para «rendir homenaje al rey de los judíos» (Mt 2, 2) muestra que buscan en Israel, a la luz mesiánica de la estrella de David (Cf Nm 24, 17; Ap 22, 16), al que será el rey de las naciones (Cf Nm 24, 17-19). (…) La Epifanía manifiesta que «la multitud de los gentiles entra en la familia de los patriarcas» (S. León Magno, serm. 23) y adquiere la «israelitica dignitas» (la dignidad israelítica) (MR, Vigilia pascual 26: oración después de la tercera lectura). La llamada a todas las naciones. Cfr. Mercaba.org , dossier sobre la Navidad. 3 o Los sabios de Oriente representaban a las naciones del mundo. Ellos fueron los primeros frutos de las naciones gentiles que vinieron a rendir homenaje al Señor. Los grandes padres latinos, san Agustín, san León, san Gregorio y otros, se sintieron fascinados por esas tres figuras, porque representaban a las naciones del mundo. No sentían curiosidad por conocer quiénes eran o su lugar de procedencia. No tenían interés alguno en tejer leyendas en torno a ellos. Los Magos simbolizaban la vocación de todos los hombres a la única Iglesia de Cristo. La raza humana forma una sola familia, pues el amor de Dios abraza a todos. Cuando la epifanía se popularizó, se implantó la costumbre de añadir las tres figuras de los magos a la cuna de navidad. Ellos llegaron a conquistar la fantasía popular. La leyenda les dio unos nombres y los convirtió en reyes. En la gran catedral gótica de Colonia se puede ver la urna de los tres reyes. Sus "huesos" fueron llevados allí, desde Milán, en 1164, por Federico Barbarroja. Los grandes padres latinos, san Agustín, san León, san Gregorio y otros, se sintieron fascinados por esas tres figuras, pero por una razón distinta. No sentían curiosidad por conocer quiénes eran o su lugar de procedencia. No tenían interés alguno en tejer leyendas en torno a ellos. Su interés se centraba en determinar lo que ellos representaban, su función simbólica, la teología subyacente en el relato evangélico. En sus reflexiones sobre Mateo 2,1-12 llegaron a la misma conclusión: los sabios de Oriente representaban a las naciones del mundo. Ellos fueron los primeros frutos de las naciones gentiles que vinieron a rendir homenaje al Señor. Ellos simbolizaban la vocación de todos los hombres a la única Iglesia de Cristo. Con esta interpretación de epifanía, la fiesta toma un carácter más universal. Amplía nuestro campo de visión, abre nuevos horizontes. Dios deja de manifestarse sólo a una raza, a un pueblo privilegiado, y se da a conocer a todo el mundo. La buena nueva de la salvación es comunicada a todos los hombres. El pueblo de Dios se compone ahora de hombres y mujeres de toda tribu, nación y lengua. La raza humana forma una sola familia, pues el amor de Dios abraza a todos. 2. Los Magos y la estrella en el relato de Mateo La sobriedad del evangelista y la tradición Cfr. Gianfranco Ravasi, Los Rostros de la Biblia, Ciclos A-B-C, San Pablo 2008, pp. 30-31 • “El relato de Mateo (2, 1-12), del cual son los protagonistas [los Reyes Magos] y que está en el centro de la solemnidad, es sobrio, aunque no privado de golpes de escena, y tiene un marcado sentido religioso. Sin embargo no ha sabido resistir a la tradición posterior que, a causa de los tres dones ofrecidos a Cristo, consideró que eran tres los Magos; después los convirtió en reyes basándose en el salmo 72, que afirma la prosternación de los soberanos de la tierra ante el rey Mesías, y los ha llamado con diversos nombres, entre los que prevalecieron los de Gaspar, Melchor y Baltasar, que se convirtieron también en el título de una bonita novela del francés Michel Tournier (1980). En las catacumbas romanas aparecen ya en el siglo II, dos siglos antes que los más modestos pastores de Belén. o Mateo dice solamente que llegaron de oriente. La importancia del valor de signo, es decir, Mateo quiere ver el gran desfile anunciado por Cristo mismo. «Muchos del oriente y del occidente vendrán y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de Dios». Mateo dice solamente que llegaron de oriente, es decir, del desierto de Arabia o sirio-oriental por donde transitaban las caravanas occidentales. En el libro bíblico de Daniel los «magos» son los sabios de Babilonia, antigua sede de estudios astronómicos y astrológicos. El Evangelio árabe de la infancia, un apócrifo del siglo V al VI, los imaginaba discípulos de Zaratustra, el profeta de la religión persa. En realidad el evangelista los ha hecho surgir intencionalmente de un horizonte vago, porque a él no le importaba tanto el dato histórico como su valor de signo. En la pequeña procesión de los Magos hacia el recién nacido Jesús, Mateo quiere ver discretamente el gran desfile anunciado por Cristo mismo: «Muchos del oriente y del occidente vendrán y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de Dios» (Mateo 8, 11). 4 o El símbolo mesiánico de la estrella. Durante el viaje hay un signo en el cielo para los Magos: la estrella. Inútilmente considerada, como hizo Kleper, como una supernova, o sea, una estrella en explosión; identificada por otros como el cometa Halley (que, sin embargo pasó por el cielo de Palestina en agosto del 12 a.C), relacionada también por otros con una conjunción entre Júpiter y Saturno (7 a.C), hay que reconocer, sin embargo que sobre esta estrella nos informa más la teología que la astronomía. Así es, porque siguiendo la tradición bíblica y judaica, el hebreo cristiano Mateo ve en aquel astro sobre todo un símbolo mesiánico. (…) Los Magos son, por tanto, los antecesores de los pueblos que encuentran a Cristo después de haber buscado, guiados por la revelación divina, simbolizada en la estrella que conduce al Mesías: Entraron en la casa y vieron al niño con María, su madre; se pusieron de rodillas y lo adoraron (Mateo 2, 11). Los sabios de Oriente son un inicio, representan a la humanidad cuando emprende el camino hacia Cristo, inaugurando una procesión que recorre toda la historia. Cfr. Benedicto XVI, La infancia de Jesús, capítulo IV. Estos hombres son predecesores, precursores, de los buscadores de la verdad, propios de todos los tiempos. • Basándonos en todo lo que se ha dicho, podemos hacernos una cierta idea de cuáles eran las convicciones y conocimientos que llevaron a estos hombres a encaminarse hacia el recién nacido «rey de los judíos». Podemos decir con razón que representan el camino de las religiones hacia Cristo, así como la autosuperación de la ciencia con vistas a él. Están en cierto modo siguiendo a Abraham, que se pone en marcha ante la llamada de Dios. De una manera diferente están siguiendo a Sócrates y a su preguntarse sobre la verdad más grande, más allá de la religión oficial. En este sentido, estos hombres son predecesores, precursores, de los buscadores de la verdad, propios de todos los tiempos. • “Queda la idea decisiva: los sabios de Oriente son un inicio, representan a la humanidad cuando emprende el camino hacia Cristo, inaugurando una procesión que recorre toda la historia. No representan únicamente a las personas que han encontrado ya la vía que conduce hasta Cristo. Representan el anhelo interior del espíritu humano, la marcha de las religiones y de la razón humana al encuentro de Cristo”. 3. «Vimos su estrella en Oriente» Mateo 2,2 a) Los magos comienzan su itinerario desde la revelación de Dios en la naturaleza, la estrella, pero tienen que pasar por la revelación en las Escrituras de Israel. Cfr. Nuevo Testamento, Eunsa 2004. Cita Mateo 2, 1-12 • “Los intentos de identificar la estrella como un cometa o como una conjunción de astros no han dado resultados satisfactorios. Según ideas difundidas en la época, el nacimiento de los personajes importantes estaba relacionado con ciertos movimientos de los astros. Dios pudo valerse de esas nociones para conducirles hasta Jesucristo. En esa perspectiva el sentido del pasaje es claro: los magos comienzan su itinerario desde la revelación de Dios en la naturaleza, la estrella, pero tienen que pasar por la revelación en las Escrituras de Israel 1 para encontrar al verdadero Dios”. b) También en nuestro caso, hemos de pedir a veces consejo o información para encontrar al Señor. • También en nuestro caso, como en el de los Magos, a veces el camino es luminoso y sereno (se ve la estrella); otras veces es difícil y oscuro: también en este caso hemos de continuar como ellos, pidiendo un consejo o una información, si hiciese falta 2 ; no podemos desalentarnos; así se explica S. Pablo: “Él hizo, de un solo hombre, todo el linaje humano, para que habitase sobre toda la faz de la tierra. Y fijó las edades de 1 “Al oír esto [la pregunta de los Magos] Herodes se inquietó, y con él toda Jerusalén. Y, reuniendo a todos los príncipes de los sacerdotes y los escribas del pueblo, les interrogaba dónde había de nacer el Mesías. - En Belén de Judá - le dijeron -, pues así está escrito por medio del Profeta: Y tú, Belén, tierra de Judá, ciertamente no eres la menor entre las principales ciudades de Judá; pues de ti saldrá un jefe que apacentará a mi pueblo, Israel” (Mateo 2, 3-6). 2 Mateo 2,1- 2: « Unos Magos llegaron de Oriente a Jerusalén preguntando: ¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido?» 5 su historia y los límites de los lugares en que los hombres habían de vivir, para que buscasen a Dios, a ver si al menos a tientas lo encontraban, aunque no está lejos de cada uno de nosotros .....” (Hechos 17, 26-27). • En cualquier caso, pedimos al Señor que nos haga encontrar las señales justas .... ¡también en esto es importante el problema de la señalización!: encontrar nuestra estrella. El escritor St. Exupéry, hablaba de la tragedia de quien no descubre el sentido profundo de la vida, que deseamos encontrar todos por medio de las señales oportunas: « Trabajan con tedio. // No les falta nada// salvo el nudo divino // que une las cosas.» c) Cristo vino para «dar a conocer al Padre», para «explicar» a los hombres quién es Dios y para revelar su rostro, su «nombre». La vida eterna consiste en el encuentro con el Padre. Cfr. Juan Pablo II, 6 de enero de 1999 “Cristo no es sólo luz que ilumina el camino del hombre. También se ha hecho camino para sus pasos inciertos hacia Dios, fuente de vida. Un día dijo a los Apóstoles: «Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí. Si me conocéis a mí, conoceréis también a mi Padre; desde ahora lo conocéis y lo habéis visto» (Juan 14, 6-7). Y ante la objeción de Felipe añadió: «El que me ha visto a mí ha visto al Padre. (...) Yo estoy en el Padre y el Padre está en mí» (Juan 14, 9.1 1). La epifanía del Hijo es la epifanía del Padre. ¿No es éste, en definitiva, el objetivo de la venida de Cristo al mundo? El mismo afirmó que había venido para «dar a conocer al Padre», para «explicar» a los hombres quién es Dios y para revelar su rostro, su «nombre» (cf. Juan 17, 6). La vida eterna consiste en el encuentro con el Padre (cf. Juan 17, 3).” d) ¡Cuán sugestivo es el símbolo de la estrella, que aparece en toda la iconografía de la Navidad y de la Epifanía! Juan Pablo II, 6 de enero de 2002 o ¿Quién no siente la necesidad de una "estrella" que lo guíe a lo largo de su camino en la tierra? Sienten esta necesidad tanto las personas como las naciones. • Hoy, solemnidad de la Epifanía, que significa "manifestación", se propone de nuevo con vigor el tema de la luz. Hoy el Mesías, que se manifestó en Belén a humildes pastores de la región, sigue revelándose como luz de los pueblos de todos los tiempos y de todos los lugares. Para los Magos, que acudieron de Oriente a adorarlo, la luz del "rey de los judíos que ha nacido" (Mt 2, 2) toma la forma de un astro celeste, tan brillante que atrae su mirada y los guía hasta Jerusalén. Así, les hace seguir los indicios de las antiguas profecías mesiánicas: "De Jacob avanza una estrella, un cetro surge de Israel..." (Números 24, 17). ¡Cuán sugestivo es el símbolo de la estrella, que aparece en toda la iconografía de la Navidad y de la Epifanía! Aún hoy evoca profundos sentimientos, aunque como tantos otros signos de lo sagrado, a veces corre el riesgo de quedar desvirtuado por el uso consumista que se hace de él. Sin embargo, la estrella que contemplamos en el belén, situada en su contexto original, también habla a la mente y al corazón del hombre del tercer milenio. Habla al hombre secularizado, suscitando nuevamente en él la nostalgia de su condición de viandante que busca la verdad y anhela lo absoluto. La etimología misma del verbo desear -en latín, desiderare- evoca la experiencia de los navegantes, los cuales se orientan en la noche observando los astros, que en latín se llaman sidera. ¿Quién no siente la necesidad de una "estrella" que lo guíe a lo largo de su camino en la tierra? Sienten esta necesidad tanto las personas como las naciones. A fin de satisfacer este anhelo de salvación universal, el Señor se eligió un pueblo que fuera estrella orientadora para "todos los linajes de la tierra" (Gn 12, 3). Con la encarnación de su Hijo, Dios extendió luego su elección a todos los demás pueblos, sin 6 distinción de raza y cultura. Así nació la Iglesia, formada por hombres y mujeres que, "reunidos en Cristo, son guiados por el Espíritu Santo en su peregrinar hacia el reino del Padre y han recibido el mensaje de la salvación para proponérselo a todos" (Gaudium et spes, 1). e) Un aspecto de la luz que nos guía en el camino de la fe es también la santa “astucia”. Para protegernos de los cantos de las sirenas, armonizando la sencillez con la sagacidad. Francisco, 6 de enero de 2014 o Los Magos nos enseñan a no caer en las asechanzas de las tinieblas y a defendernos de la oscuridad que pretende cubrir nuestra vida. Ellos, con esta santa “astucia”, han protegido la fe. Un aspecto de la luz que nos guía en el camino de la fe es también la santa “astucia”. Es también una virtud, la santa “astucia”. Se trata de esa sagacidad espiritual que nos permite reconocer los peligros y evitarlos. Los Magos supieron usar esta luz de “astucia” cuando, de regreso a su tierra, decidieron no pasar por el palacio tenebroso de Herodes, sino marchar por otro camino. Estos sabios venidos de Oriente nos enseñan a no caer en las asechanzas de las tinieblas y a defendernos de la oscuridad que pretende cubrir nuestra vida. Ellos, con esta santa “astucia”, han protegido la fe. Y también nosotros debemos proteger la fe. Protegerla de esa oscuridad. Esa oscuridad que a menudo se disfraza incluso de luz. Porque el demonio, dice san Pablo, muchas veces se viste de ángel de luz. Y entonces es necesaria la santa “astucia”, para proteger la fe, protegerla de los cantos de las sirenas, que te dicen: «Mira, hoy debemos hacer esto, aquello…» Pero la fe es una gracia, es un don. Y a nosotros nos corresponde protegerla con la santa “astucia”, con la oración, con el amor, con la caridad. Es necesario acoger en nuestro corazón la luz de Dios y, al mismo tiempo, practicar aquella astucia espiritual que sabe armonizar la sencillez con la sagacidad, como Jesús pide a sus discípulos: «Sean sagaces como serpientes y simples como palomas» (Mt 10,16). www.parroquiasantamonica.com Vida Cristiana

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