martes, 18 de julio de 2017
Jueves Santo 2013. La Misa vespertina de la Cena del Señor. La Pascua de Jesús: su paso de este mundo al Padre (Juan 13,1). Nuestra Pascua: el paso del hombre viejo al hombre nuevo. Pascua hebrea y Pascua cristiana. Como explica el Catecismo de la Iglesia Católica la Eucaristía como memorial de la Pascua de Cristo. La Sagrada Eucaristía introduce en los hijos de Dios la novedad divina, y debemos responder in «novitate sensus», con una renovación de todo nuestro sentir y de todo nuestro obrar. La participación en la Eucaristía nos hace participar en los beneficios de la Pasión del Señor y en su Resurrección, es decir, en la vida gloriosa de Cristo La Eucaristía y el «paso» hacia la liberación: la Eucaristía expresa y obra ese grande «paso».
1 Jueves Santo 2013. La Misa vespertina de la Cena del Señor. La Pascua de Jesús: su paso de este mundo al Padre (Juan 13,1). Nuestra Pascua: el paso del hombre viejo al hombre nuevo. Pascua hebrea y Pascua cristiana. Como explica el Catecismo de la Iglesia Católica la Eucaristía como memorial de la Pascua de Cristo. La Sagrada Eucaristía introduce en los hijos de Dios la novedad divina, y debemos responder in «novitate sensus», con una renovación de todo nuestro sentir y de todo nuestro obrar. La participación en la Eucaristía nos hace participar en los beneficios de la Pasión del Señor y en su Resurrección, es decir, en la vida gloriosa de Cristo La Eucaristía y el «paso» hacia la liberación: la Eucaristía expresa y obra ese grande «paso». Cfr. Jueves Santo 2013 28 de marzo - Exodo 12, 1-8.11-14; 1 Cor 11, 23-26; Juan 13,1-15 1. La pascua hebrea: Exodo 12, 1-14 o Origen En su origen la pascua era un rito celebrado por los pastores nómadas de oriente, con el que recordaban el paso de los pastos invernales a los de primavera. Mataban un cordero y lo comían juntos, como signo di solidaridad, e invocando la protección de Dios. El rito es expresión de un hecho. Probablemente era en su origen una fiesta de pastores que en primavera, cuando nacen los corderos y se inicia la trashumancia hacia los pastos de verano, ofrecían el sacrificio de una res recién nacida, y con su sangre realizaban un rito especial para impetrar la preservación y fecundidad de los rebaños. Pero al quedar esta fiesta conectada con la historia de la salida de Egipto, como en este texto se indica, adquiere una significación muy profunda y cada uno de los ritos se carga de sentido” ( Sagrada Biblia, Pentateuco, Eunsa 2000) o Un significado nuevo: enriquecimiento de la celebración original Este rito, en el caso de los hebreos, se enriqueció con un significado nuevo en un momento de su historia, ya que el rito significaba también el paso de Dios, que vino a liberar a su pueblo de la esclavitud de Egipto, alrededor del año 1250 a.C. Se trató de un paso que fue exterminio para los egipcios y salvación para los hebreos, en cuanto que protegió las casas de los judíos. Se trata del hecho histórico y de salvación que acabamos de leer en la primera lectura del libro del Exodo 12, 1-8.11-14): “Esta noche pasaré por el país de Egipto y heriré a todo primogénito del país de Egipto, tanto de hombre como de animales; y haré justicia sobre los dioses de Egipto. Yo, el Señor. La sangre os servirá de señal en las casas donde estéis; cuando yo vea la sangre pasaré de largo sobre vosotros, y no os afectará la plaga exterminadora cuando yo hiera el país de Egipto. (vv. 12-13) La importancia que tuvo siempre esta «pascua o paso de Dios» liberadores en el pueblo hebreo queda manifiesta en la solemnidad de las palabras que dice el Señor a continuación, que son un mandato preciso: Este día será para vosotros memorable y lo celebraréis como fiesta del Señor; lo celebraréis como institución perpetua de generación en generación” (v. 14). También les indica el Señor que “cuando vuestros hijos os pregunten qué significa este rito para vosotros, responderéis: Este es el sacrificio de la Pascua del Señor, que pasó de largo por las casas de los hijos de Israel, cuando hirió a los egipcios y preservó nuestras casas’ 1 . Para entender este enriquecimiento, es necesario comprender no sólo que pasó Dios, sino también que Yahvé hizo pasar a los descendientes de Abrahán de la esclavitud a la libertad (cfr. Duteronomio t 16 y Éxodo 13-15). Lo que desde entonces celebran los judíos - la Pascua judía - comprende no solamente la 1 Antiguo Testamento, Pentateuco, Eunsa Agosto 2000, nota Exodo 12, 21-28: “La pregunta de los hijos sobre el significado del rito (v. 26) muestra la importancia que siempre tuvo la transmisión oral de la Tradición. Las generaciones sucesivas conocerán el sentido profundo de la Pascua o por documentos escritos, sino por lo que de palabra aprendían de los mayores. (cfr. Romanos 10,17)”. 2 noche en que dejan el territorio egipcio, sino también el paso del Mar Rojo, el paso del desierto, en el que son objeto de manifestaciones concretas de una Providencia extraordinaria (el maná, el agua que sale de la roca, etc) y la Alianza en el Monte Sinaí; constituyen diversos momentos o señales de un todo - el Éxodo – que es realmente un paso profundo de la esclavitud a la libertad. Ya en tiempo de Jesús había una interpretación llamada teológica de esa celebración, que se refiere fundamentalmente a la conmemoración del paso de Dios. Pero también había otra explicación de la Pascua judía, llamada antropológica, que consideraba el paso del mar Rojo como el momento principal, como un acontecimiento que explicado de modo alegórico llevaba a meditar sobre el paso en cada hombre «del vicio a la virtud»; la fiesta del Paso significa «la purificación del alma». La celebración no consistía tanto una liturgia o ritos externos (aunque éstos no se desechasen), “cuanto más bien en un esfuerzo continuo e interior hacia el bien”. Todo esto se verá también en la celebración de la Pascua cristiana 2 . 2. La Pascua de Jesús La Misa vespertina de la Cena del Señor es el inicio del triduo pascual, así como la última cena fue el inicio del gran drama de Cristo. Él celebró con los Doce el banquete de la Pascua en la tarde del jueves, como testifican los evangelios sinópticos: Mt 26,20; Mc 14,17; Lc 22,14. El viernes santo sufrió la pasión (Mt 27, 1.46-50; Mc 15,42; Lc 23,54; Jn 19,31). Durante el sábado permaneció sepultado (Mt 27,62; Mc 16,1; Lc 24,1; Jn 20,1), y al alba del día siguiente, domingo, resucitó de los muertos (Mt 28, 1-20; Mc 16, 2ss; Lc 24, 1ss; Jn 20, 1 ss). • La última cena de Jesús no tiene solamente el carácter de preludio respecto a los sucesos posteriores, sino el de un vínculo íntimo estructural: las palabras y los gestos de Jesús fueron el preanuncio inmediato, la interpretación, la anticipación sacramental y la síntesis cultual de del viernes de pasión, del sábado de la sepultura y del domingo de resurrección. La Misa vespertina del Jueves santo es ya la realización efectiva de triduo y de todo el tiempo de Cristo, como, por otra parte, todas las Misas. (Cf. Vincenzo Raffa, Liturgia Festiva, Anni ABC, Tipografia Poliglotta Vaticana 1983, n. 139 abc). • La antífona de entrada encuadra la Cruz como triunfo y gloria del cristiano (Gálatas 6,14). Muestra a Cristo en la cruz como Señor sentado sobre un trono real que se convierte en nuestra salvación, vida y resurrección. La oración colecta asocia la santa Cena con la muerte, a la que Cristo se entregó libremente; esta asociación no es solamente cronológica, sino teológica. La última Cena asume todo su significado de la muerte y resurrección de Cristo, prefiguradas y anticipadas sacramentalmente. En la segunda lectura (1 Cor 11, 23-26) san Pablo resalta que la comunión eucarística es participación en el banquete del Señor y también proclamación de la muerte de Cristo que se cumple a nivel sacramental (mediante la acción litúrgica) y a nivel existencial y psicológico, y se refiere al Señor, es decir, a aquél que ya ha resucitado y está a la derecha de Dios Padre. El Evangelio (Juan 13, 1-15) comienza con una frase que, leída a la luz de la tradición judía y cristiana de la época, asocia de modo muy directo la pascua-paso judía con la pascua-paso de la muerte a la vida de Cristo y de los cristianos. Se aproximaban la Pascua de los judíos (la celebración del grande paso histórico y también la pascua-paso de Cristo de este mundo al Padre, de la vida terrestre a la muerte y de la muerte a la gloria). Está implícito el sentido de la pascua-paso de la muerte a la vida espiritual para aquellos que creen en Cristo: “En verdad, en verdad os digo que el que escucha mi palabra y cree en el que me envió tiene vida eterna, y no viene a juicio sino que de la muerte pasa a la vida” (Juan 5,24). (Cf. Vincenzo Raffa, Liturgia Festiva, Anni ABC, Tipografia Poliglotta Vaticana 1983, n. 139 abc). En el Nuevo Testamento se da un nuevo sentido: se celebra la Pascua de Cristo. Cristo estableció un memorial de su Pascua: «Haced esto en memoria mía» • En tiempos de Jesús la celebración comprendía dos hechos: la inmolación del cordero en el Templo, la tarde del 14 de Nisán, y el banquete pascual en cada una de las familias, la noche siguiente, durante la cena pascual. San Lucas (22, 7-20) relata con más detalles que los otros evangelios sinópticos – Mateo y Marcos – la cena pascual de Jesús con sus discípulos. • Jesús también celebró la Pascua hebrea varios años, y la última vez la celebró de una manera nueva y original, porque injertó en la celebración «su pascua» y creó la Pascua cristiana: 2 Cf. Raniero Cantalamessa, El misterio pascual, Edicep 2000, cap. I pp. 5-19; Cfr. Enrico Galbiati, L’Eucaristía nella Bibbia, Jaka Book 1999, pp. 23-27 3 o Instituyó una nueva realidad: Lc 22, 19-20; Cf. Mt 26, 26-28 El Señor eligió el contexto de la Cena Pascual para instituir la Eucaristía. • Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1340: ‘Al celebrar la última Cena con sus apóstoles en el transcurso del banquete pascual, Jesús dio su sentido definitivo a la pascua judía. En efecto, el paso de Jesús a su Padre por su muerte y su resurrección, la Pascua nueva, es anticipada en la Cena y celebrada en la Eucaristía que da cumplimiento a la pascua judía y anticipa la pascua final de la Iglesia en la gloria del Reino’. Él era el Cordero de Dios del que el cordero pascual era un pálido símbolo. “Tomad y comed. Éste es mi cuerpo, que es entregado por vosotros. (...) Bebed todos de él; este cáliz es la nueva alianza en mi sangre, que es derramada por vosotros”. También en el caso de Jesús hubo un paso, del que habló el mismo, según aparece en la parte del Evangelio que hemos leído hoy, Jueves Santo, en la Misa Vespertina de la Cena del Señor: “La víspera de la fiesta de la Pascua, como Jesús sabía que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin” (Juan 13,1). Se trató de un paso a través de la muerte hacia la vida, un morir para resucitar, del que ya había hablado con la imagen del grano de trigo que debía ser sepultado en la tierra para resucitar como espiga y dar fruto (Cf. Juan 12, 24) 3 . San Agustín habla así del Paso/Pascua de Jesús: “A través de la Pasión pasó de este mundo al Padre, abriéndonos el camino a nosotros que creemos en su resurrección, para que pasásemos también nosotros de la muerte a la vida” (Enarr. In Ps., 120,6). o Jesús, como había hecho Yahvé en el AT, también estableció este rito como memorial: Lc 22, 19: «Haced esto en memoria mía» Así explica el Catecismo de la Iglesia Católica la Eucaristía como memorial de la Pascua de Cristo: n. 1364: El memorial recibe un sentido nuevo en el Nuevo Testamento. Cuando la Iglesia celebra la Eucaristía, hace memoria de la Pascua de Cristo y ésta se hace presente: el sacrificio que Cristo ofreció de una vez para siempre en la cruz, permanece siempre actual (Cf Hb 7, 25-27): «Cuantas veces se renueva en el altar el sacrificio de la cruz, en el que Cristo, nuestra Pascua, fue inmolado, se realiza la obra de nuestra redención» (LG 3). n. 611: La Eucaristía que instituyó en este momento será el «memorial» (Cf 1 Co 11, 25) de su sacrificio. Jesús incluye a los apóstoles en su propia ofrenda y les manda perpetuarla (Cf Lc 22, 19). Así Jesús instituye a sus apóstoles sacerdotes de la Nueva Alianza: «Por ellos me consagro a mí mismo para que ellos sean también consagrados en la verdad» (Jn 17, 19) (Cf Cc. Trento: DS 1752, 1764). n. 1341: «Haced esto en memoria mía» - El mandamiento de Jesús de repetir sus gestos y sus palabras «hasta que venga» (1 Co 11, 26), no exige solamente acordarse de Jesús y de lo que hizo. ö Requiere la celebración litúrgica por los apóstoles y sus sucesores del memorial de Cristo, de su vida, de su muerte, de su resurrección y de su intercesión junto al Padre. n. 1363: En el sentido empleado por la Sagrada Escritura, el memorial no es solamente el recuerdo de los acontecimientos del pasado, sino la proclamación de las maravillas que Dios ha realizado en favor de los hombres (175). En la celebración litúrgica, estos acontecimientos se hacen, en cierta forma, presentes y actuales. De esta manera Israel entiende su liberación de Egipto: cada vez que es celebrada la pascua, los acontecimientos del Exodo se hacen presentes a la memoria de los creyentes a fin de que conformen su vida a estos acontecimientos. 3. Nuestra Pascua: la identificación con el «paso de la muerte a la vida» de Cristo Nosotros en la Pascua también celebramos un conjunto de ritos que deberán ser acompañados por el «paso» que san Pablo define como el paso del hombre viejo al nuevo (Cf. 1 Co 5,8). o La «limpieza pascual» del corazón y de la vida Se trata de hacer «memoria» abriéndonos a su paso de la muerte a la vida. En nosotros se debe dar el paso del hombre viejo al hombre nuevo, es decir, de la esclavitud del pecado a la libertad de los hijos de Dios. El texto fundamental del NT que nos habla de el paso de los vicios a la virtud, y de que hay un nexo entre la inmolación de Cristo y el compromiso moral cristiano es 1 Corintios 5,7-8: “Expurgad la levadura 3 Cf. Raniero Cantalamessa, La parola e la vita, Città Nuova, Anno B, pp. 101-104 4 vieja, para que seáis masa nueva, ya que sois ácimos. Porque Cristo, nuestro Cordero pascual, fue inmolado. Por tanto celebremos la fiesta, no con levadura vieja ni con levadura de malicia y de perversidad, sino con ácimos de sinceridad y de verdad”. Para entender el lenguaje de San Pablo: “El día antes de la Pascua, la mujer judía, obedeciendo a la prescripción de Ex 12,15, revisaba toda la casa, inspeccionando cada rincón a la luz de una candela, para buscar y hacer desaparecer hasta el más pequeño fragmento de pan fermentado de modo que después pudiera celebrarse la fiesta únicamente con pan ácimo (algo de esa costumbre ha pasado a la tradición cristiana; también en las casas cristianas, especialmente en el campo, existía la costumbre, al menos hasta hace algunos años, de hacer la gran limpieza pascual, eliminando todo lo que estuviera roto o viejo entre las vajillas o el resto de las cosas de la casa, de forma que para la fiesta de la Pascua todo estuviera íntegro y nuevo). Pues bien el Apóstol aprovecha esta costumbre judía para ilustrar las aplicaciones morales de la Pascua cristiana; viendo en ella un símbolo. El creyente debe también inspeccionar también él la casa interior de su corazón, para destruir todo lo que pertenece al viejo régimen del pecado y de la corrupción para poder así celebrar la fiesta «con ácimos de pureza y de verdad». Existe, por tanto, una «limpieza pascual» del corazón y de la vida que todo estamos invitados a realizar, si queremos verdaderamente entrar en la luz de la Pascua” 4 . o La alegría de la conversión: es un camino que lleva hacia la libertad Es un paso que en la vida cristiana se llama conversión, en la cual no hay solamente fatiga o renuncia, sino también alegría porque es un camino que lleva hacia la libertad, al quitarnos de encima las mil cadenas - pecados - que nos tienen prisioneros. Aunque sea de naturaleza diversa, también nosotros, como los egipcios vivimos en la esclavitud de los prejuicios, de la poltronería, de la envidia, de la vanidad , del odio, del racismo, del egoísmo, etc. La afirmación del Señor es clara: “En verdad, en verdad os digo: todo el que comete pecado, esclavo es del pecado” (Juan 8,34). o La Sagrada Eucaristía introduce en los hijos de Dios la novedad divina, y debemos responder in novitate sensus, con una renovación de todo nuestro sentir y de todo nuestro obrar. • San José María Escrivá, Es Cristo que pasa, 155: “Cuando el Señor en la Ultima Cena instituyó la Sagrada Eucaristía, era de noche, lo que —comenta San Juan Crisóstomo— manifestaba que los tiempos habían sido cumplidos. Se hacía noche en el mundo, porque los viejos ritos, los antiguos signos de la misericordia infinita de Dios con la humanidad iban a realizarse plenamente, abriendo el camino a un verdadero amanecer: la nueva Pascua. La Eucaristía fue instituida durante la noche, preparando de antemano la mañana de la Resurrección. También en nuestras vidas hemos de preparar esa alborada. Todo lo caduco, lo dañoso y lo que no sirve —el desánimo, la desconfianza, la tristeza, la cobardía— todo eso ha de ser echado fuera. La Sagrada Eucaristía introduce en los hijos de Dios la novedad divina, y debemos responder in novitate sensus, con una renovación de todo nuestro sentir y de todo nuestro obrar. Se nos ha dado un principio nuevo de energía, una raíz poderosa, injertada en el Señor. No podemos volver a la antigua levadura, nosotros que tenemos el Pan de ahora y de siempre”. La participación en la Eucaristía nos hace participar en los beneficios de la Pasión del Señor y en su Resurrección, es decir, en la vida gloriosa de Cristo o De los Tratados de San Gaudencio de Brescia (n. 2), Obispo: (Cf. Liturgia de las Horas, Jueves de la 2 semana de Pascua) E1 sacrificio celestial instituido por Cristo es verdaderamente el don de su nueva alianza que nos dejó en herencia, como prenda de su presencia entre nosotros, la misma noche en que iba a ser entregado para ser crucificado. Éste es el viático de nuestro camino, con el cual nos alimentamos y nutrimos durante el peregrinar de nuestra vida presente hasta que salgamos de este mundo y lleguemos al Señor; por esto decía el mismo Señor: Si no coméis mi carne y no bebéis mi sangre, no tendréis vida en vosotros (Juan 6,53). Quiso, en efecto, que sus beneficios permanecieran en nosotros, quiso que las almas redimidas con su sangre preciosa fueran continuamente santificadas por el sacramento de su pasión, por esto mandó a sus fieles discípulos, a los que instituyó también como primeros sacerdotes de su Iglesia, que celebraran incesantemente estos misterios de vida eterna, que todos los sacerdotes deben continuar celebrando en las Iglesias de todo el mundo, hasta que Cristo vuelva desde el cielo, de modo que, tanto los 4 Cf. Cf. Raniero Cantalamessa, El misterio pascual, Edicep 2000, pp. 101-110. 5 mismos sacerdotes como los fieles todos, teniendo cada día ante nuestros ojos y en nuestras manos el memorial de la pasión de Cristo, recibiéndolo en nuestros labios y en nuestro pecho, conservemos el recuerdo indeleble de nuestra redención. (...) Debemos recibir, con toda la avidez de que es capaz nuestro religioso corazón, este sacrificio de la Pascua salvadora, para que nuestro Señor Jesucristo, al que creemos presente en sus sacramentos, santifique nuestro interior; él, cuya inestimable eficacia perdura a través de los siglos. o San Ireneo de Lyon (130-200), Tratado «Contra las herejías», la Eucaristía es prenda de la resurrección (Cf. Liturgia de las Horas, Jueves de la 3 semana de Pascua) Cuando el Apóstol dice en su carta a los Efesios: Porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos (Ef 5,30), no se refiere a alguna clase de hombre espiritual e invisible - ya que un espíritu no tiene carne ni huesos -, sino al hombre tal cual es en su realidad concreta, que consta de carne, nervios y huesos, que es alimentado con el cáliz de la sangre de Cristo, y que recibe vigor de aquel pan que es el cuerpo de Cristo. Y del mismo modo que la rama de la vid plantada en tierra da fruto a su tiempo, y el grano de trigo caído en tierra y disuelto sale después multiplicado por el Espíritu de Dios que todo lo abarca y lo mantiene unido, y luego el hombre, con su habilidad, los transforma para su uso, y al recibir las palabras consacratorias se convierten en el alimento eucarístico del cuerpo y sangre de Cristo; del mismo modo nuestros cuerpos, alimentados con la eucaristía, después de ser sepultados y disueltos bajo tierra, resucitarán a su tiempo, por la resurrección que les otorgará aquel que es el Verbo de Dios, para gloria de Dios Padre, que rodea de inmortalidad a este cuerpo mortal y da gratuitamente la incorrupción a este cuerpo corruptible, ya que la fuerza de Dios se muestra perfecta en la debilidad. El misterio Pascual en nuestra vida Cf. Raniero Cantalamessa, El misterio pascual, Edicep 2000, cap. VII pp. 111-130 o Un texto de san Pablo: la Pascua de Cristo (su inmolación), y la Pascua del cristiano (el paso de la corrupción del pecado, de lo viejo, a la pureza de vida, a lo nuevo) Una vez más partimos del texto de san Pablo donde se menciona por primera vez la Pascua cristiana. Este texto, a pesar de su brevedad, dice muchas cosas. Purificaos de la levadura vieja, para ser masa nueva; pues sois ázimos. Porque nuestro cordero pascual, Cristo, ha sido inmolado. Así que, celebremos la fiesta, no con vieja levadura, ni con levadura de malicia e inmoralidad, sino con ácimos de pureza y verdad (1 Co 5, 7-8). En este texto se habla, en realidad, de dos pascuas: una Pascua de Cristo, que consiste en su inmolación, y una Pascua del cristiano que consiste en pasar de lo viejo a lo nuevo, de la corrupción del pecado a la pureza de vida. La Pascua de Cristo ya está «hecha»; el verbo en este caso está en pasado: «ha sido inmolado». Con relación a ésta, tan sólo tenemos el deber de creer en ella y celebrarla. La Pascua del cristiano, en cambio, está completamente «por hacer»; los verbos están, en este caso, en imperativo: «purificaos», «celebremos». (...) Se trata del sentido moral la Pascua, del que habla San Pablo en 1, Co 10, 6 ss El sentido moral: «Estas cosas sucedieron en figura para nosotros para que no codiciemos lo malo..., no nos hagamos idólatras..., ni forniquemos .... ni murmuremos» (10, 6ss.). Este modo de lectura lo encontramos aplicado también a realidades concretas e instituciones en el Nuevo Testamento. Por ejemplo, es aplicado al templo. En sentido histórico, el templo indica el templo de Salomón; en sentido tipológico o alegórico es Jesucristo, el nuevo templo (cfr. Jn 2, 19); en sentido moral y personal es cualquier creyente (Cfr. 1 Co 3, 16). Así pues, no se puede rechazar en bloque, en el principio y en las aplicaciones concretas, este método de lectura de los padres de la Iglesia, sin descalificar con ello el modo de leer la Biblia practicado en todo el Nuevo Testamento. (...) La tradición bíblica y patrística ha interpretado la idea pascual de «paso» en distintos modos: como «paso por encima» (hyperbasis), como «paso a través de» (diabasis), como «paso hacia lo alto» (anabasis), como «paso fuera» (exodus), como «paso adelante» (progressio) y, por último, en algún caso, como «paso atrás» (reditus). La Pascua es un paso «por encima», cuando indica que Dios pasa y preserva o protege; un paso «a través de», cuando indica que el pueblo pasa de Egipto a la tierra prometida, de la esclavitud a la libertad; un paso «hacia lo alto», cuando el hombre pasa de las cosas de aquí abajo a las cosas de allá arriba; un paso «fuera», cuando el hombre pasa fuera del pecado o sale de la esclavitud; un paso «adelante», cuando 6 el hombre progresa en la santidad y en el bien; y, finalmente, es un paso «atrás», cuando el hombre pasa de lo viejo a la novedad del espíritu, cuando «vuelve» a los orígenes y entra de nuevo en el paraíso perdido. La Pascua del hombre interior Eran todas ellas distintas «modulaciones» de la idea de Pascua que respondían a esquemas y necesidades de su tiempo. Creo que hoy debemos captar un matiz nuevo de este dinamismo pascual, una nueva idea de paso: el «paso hacia dentro», la introversión o interiorización. El paso de lo exterior a lo interior, de lo que está fuera a lo que está dentro de nosotros. Del Egipto de la dispersión y disipación, a la tierra prometida del corazón. Existe una Pascua esotérica, en el sentido más positivo del término; es decir, una Pascua que se desarrolla dentro, en lo secreto, o que tiende hacia el interior. Una Pascua, en definitiva centrípeta en lugar de centrífuga. Es ésta la Pascua que quisiera ilustrar en este capítulo. A veces se celebran pascuas especiales en la Iglesia: la Pascua del trabajador, del enfermo, del estudiante... Yo quisiera señalar también la Pascua del hombre interior, del hombre «oculto en el corazón», como lo llama la Escritura (cfr. 1 P 3, 4). En el Deuteronomio encontramos esta prescripción acerca de la Pascua: «No podrás sacrificar la Pascua en ninguna de las ciudades que Yahvé tu Dios te da, sino sólo en el lugar elegido por Yahvé tu Dios para morada de su nombre» (cfr. Dt 16, 5). ¿Cuál es este lugar elegido por el Señor? En un tiempo, era el templo de Salomón, el templo histórico; ahora, como hemos visto, es el templo espiritual o personal, que se encuentra en el corazón del creyente. Nosotros somos santuario de Dios vivo (2 Co 6, 16). Por lo tanto, es aquí donde, en definitiva, se celebra la verdadera Pascua, sin la cual todas las demás son ineficaces y quedan como no realizadas. 4. La Eucaristía y el «paso» hacia la liberación: la Eucaristía expresa y obra ese grande «paso». Cf. Vincenzo Raffa, Liturgia Festiva, Anni ABC, Tipografia Poliglotta Vaticana 1983, n. 139 c). a) Yavéh paso en Egipto llevando la muerte a los enemigos y la salvación al pueblo elegido (primera lectura). Jesús pasó por el mundo para ruina y resurrección de muchos en Israel: “Simeón los bendijo y le dijo a María, su madre: «Mira, éste ha sido puesto para ruina y resurrección de muchos en Israel, y para signo de contradicción ...» b) La cena pascual de los hebreos renovaba anualmente el paso de Yahvé, y la Eucaristía renueva el paso de Cristo, su presencia liberadora. Quien come con verdadera fe su cuerpo tiene la vida eterna, quien lo rechaza (Juan 6, 51.54) o quien lo come indignamente (1 Co 11, 27-34) es condenado. c) Los antiguos hebreos comieron la primera vez el cordero y así pudieron pasar ilesos el Mar Rojo y encaminarse hacia la tierra prometida. La tradición judía veía una conexión causal entre la sangre del cordero y el memorable éxodo de Egipto. Los cristianos se alimentan con el Cordero divino en la Eucaristía y así pueden hacer indemnes su peregrinación terrestre y llegar a la tierra prometida del cielo. d) La comida del cordero por parte de las familias hebreas antes de la salida consolidaba sus vínculos sociales y religiosos, los ponía en comunión con Dios y los confortaba con la esperanza de heredar el país donde corría leche y miel. La Eucaristía tiene como efecto específico la unidad de la Iglesia, su purificación, su amistad con Dios, su continuo enriquecimiento con los bienes mesiánicos. Y es también prefiguración y anticipación del banquete eterno en la casa del Padre. e) El mandato de Yahvé de renovar anualmente el banquete pascual en memorial de sus gestas memorables (Primera lectura), prefiguraba el mandato de Jesús a su Iglesia de celebrar la cena en memoria suya, anunciando su muerte hasta su venida escatológica (Evangelio). f) Todos los años, los hebreos, cuando celebran la Pascua, experimentaban la renovación del éxodo: «Él hizo para nosotros y para nuestros padres todas estas maravillas; y nos ha conducido de la esclavitud a la libertad, de miedo a la alegría, de la aflicción al júbilo, de las tinieblas a la grande luz, de la servidumbre a la redención. Cantemos ante él: Alleluia» (Mishna Pesahim, 10,5). Todo esto se verifica para los cristianos en virtud de la celebración eucarística. g) Dios esperaba de los hebreos la fidelidad al pacto confirmado en la Pascua. También Jesús exige de los cristianos la coherencia con los compromisos bautismales, renovados en la comunión con su cuerpo y su sangre. www.parroquiasantamonica.com Vida Cristiana
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.