Ø La vida en Cristo Jesús. Domingo 13 del Tiempo Ordinario, Ciclo A (2 de julio del 2017). Por el Bautismo se nos da la nueva vida en Cristo Jesús. «Consideraos muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús» (Primera Lectura). En el Catecismo se recuerda: que los bautizados se han «revestido de Cristo»; que el Bautismo, por el Espíritu Santo, es un baño que purifica, santifica y justifica; que por el Bautismo el creyente participa en la muerte de Cristo; es sepultado y resucita con él; que, al igual que Cristo fue resucitado de entre los muertos, así también nosotros vivimos una vida nueva. La vida nueva nos hace participar de los sentimientos que tuvo Cristo. El contraste entre la vida según la carne (es decir, según la mera condición humana de debilidad) y la vida según el Espíritu. El carácter dramático de la existencia del hombre en esta vida. Dos textos de San Pablo en los que explica el contraste entre la vida según la carne y la vida según el Espíritu. Efectos del bautismo: muerte al pecado y nacimiento a una vida nueva en Cristo.
v Cfr. Domingo 13 del Tiempo Ordinario Ciclo A
2 de julio de 2017
2 Reyes 4, 8-11.14-16; Romanos 6, 3-4.8-11;
Mateo 10, 37-42
POR
EL BAUTISMO: SE NOS DA LA NUEVA VIDA EN CRISTO JESÚS.
CONSIDERAOS MUERTOS AL
PECADO
Y VIVOS PARA DIOS EN
CRISTO JESÚS
(Cfr. Primera
Lectura, Romanos 6, 11)
Romanos
6, 3-4. 8-11: 3
Los que por el bautismo nos
incorporamos a Cristo fuimos incorporados a su muerte. 4 Por el bautismo fuimos sepultados con él en la muerte, para que, así
como Cristo fue resucitado de entre los muertos por la gloria del Padre, así
también nosotros caminemos en una vida nueva. 8 Por tanto, si hemos muerto con Cristo, creemos que también
viviremos con él; 9 pues sabemos que
Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más; la muerte ya
no tiene dominio sobre él. 10 Porque
su morir fue un morir al pecado de una vez para siempre; y su vivir es un vivir
para Dios. 11 Lo mismo vosotros,
consideraos muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús.
Mateo 10, 37-42: En
aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: 37«El
que ama a su padre o a su madre más que a mí no es digno de mí; el que ama a su
hijo o a su hija más que a mi no es digno de mí; 38 y el que no coge su cruz y me sigue no es digno de mí. 39 El que encuentre su vida la perderá,
y el
que pierda su vida por mí la encontrará. 40 El que os recibe a vosotros me recibe a mí, y el que me recibe
al que me ha enviado; 41 el que
recibe a un profeta porque es profeta tendrá paga de profeta; y el que recibe a
un justo porque es justo tendrá paga de justo. 42 El que dé a beber, aunque no sea más que un vaso de agua fresca,
a uno de estos pobrecillos, sólo porque es mi discípulo, no perderá su paga, os
lo aseguro.»
1. La vida nueva en Cristo: su contenido se expresa de diversos modos
v En el n. 1227 del Catecismo se recuerda:
-
que los bautizados se han «revestido de Cristo» (Gálatas
3,27);
-
que el Bautismo,
por el Espíritu Santo, es un baño que purifica, santifica y justifica (Cfr. 1 Corintios 6, 11; 12, 13);
-
que por el
Bautismo el creyente participa en la muerte de Cristo; es sepultado y resucita
con él;
-
que, al igual que
Cristo fue resucitado de entre los muertos, así también nosotros vivimos una
vida nueva (Cfr. Romanos 6, 3 - 4; Colosenses 2, 12).
v En el n. 1265, también se recuerda que el Bautismo nos hace una “criatura nueva”:
-
El Bautismo no
solamente purifica de todos los pecados, hace también del neófito "una
nueva creación" (2 Corintios 5, 17), un hijo adoptivo de Dios (cf Gálatas 4, 5 - 7) que ha sido hecho
"partícipe de la naturaleza divina" ( 2 Pedro 1, 4), miembro de Cristo (cf 1 Corintios 6, 15; 1Co 12, 27), coheredero con él (Romanos
8, 17) y templo del Espíritu Santo (cf 1Corintios 6, 19).
v Otras afirmaciones del
Catecismo sobre los efectos del Bautismo:
-
El comienzo de la vida
nueva (Cf CEC 1275; Romanos 6,4): el Bautismo « constituye el
nacimiento a la vida nueva en Cristo»,
por la cual, además de lo ya dicho, el
bautizado es
«incorporado a la Iglesia» y «hecho partícipe
del sacerdocio de Cristo» (Cf. CEC 1277 y 1279).
-
“Por la gracia
del bautismo ... somos llamados a
participar en la vida de la Bienaventurada
Trinidad, aquí abajo en la oscuridad de
la fe y, después de la muerte, en la luz eterna (Cf Pablo Vl,
SPF
9)”. (cf. CEC 265).
-
Después del baño
del agua, «el Espíritu Santo desciende sobre nosotros desde lo alto del cielo
y,
adoptados por la Voz del Padre, llegamos
a ser hijos de Dios (S. Hilario, Mat. 2).
-
mediante el
Bautismo, nos hemos convertido en un mismo ser con Cristo (Cf Romanos 6, 5;
Cf CEC
2565).
2. El que pierda su vida por mí, la encontrará (Evangelio de hoy, Mateo 10,39).
·
Por encontrar se entiende: ganar, obtener,
procurarse. Se trata de la vida nueva según el Espíritu.
v Esa vida que se encuentra es la participación en la vida de Cristo resucitado, conformándonos a los sentimientos que tuvo Cristo.
o
Catecismo
de la Iglesia Católica, n. 1694.
-
“Incorporados a
Cristo por el Bautismo, los cristianos «están «muertos al pecado y vivos para
Dios en Cristo Jesús»
(Romanos 6, 11), participando así en la vida del Resucitado (Cf Colosenses 2,
12). Siguiendo a Cristo y en unión con él (Cf Juan 15, 5), los cristianos
pueden ser «imitadores de Dios, como hijos queridos y vivir en el amor» (Ef 5, 1),
conformando sus pensamientos, sus palabras y sus acciones con «los sentimientos
que tuvo Cristo» (Filipenses 2, 5) y siguiendo sus ejemplos (Cf Juan 13, 12-16)”. Cristo en cierto sentido se convierte en sujeto de nuestras
acciones
o
Cristo
se convierte, en cierto sentido, en sujeto de todas las acciones vitales del
Cristiano.
-
Gálatas 2,20:
“Ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. Esta vida en la carne , la vivo en
la fe
del Hijo de Dios que me amó y
se entregó a sí mismo por mí”. Biblia de
Jerusalén: “(a) Por la fe (Rm 1,16), Cristo se convierte, en cierto
sentido, en sujeto de todas las acciones vitales del Cristiano (Rm 8,2.10-11+;
Flp 1,21; ver Col 3,3). (b) Aunque todavía «en la carne» (Rm 7,5+), la vida del
cristiano está ya espiritualizada por la fe (ver Ef 3,17); sobre esta condición
paradójica, ver Rm 8, 18-27.”
v El carácter dramático de la existencia del hombre en esta vida.
-
La «pérdida de
nuestra vida» (de la vida, natural,
según la carne, es decir, según la precariedad y
debilidad de la vida humana)
y la ganancia de la vida según el Espíritu se lleva a cabo no sin fatiga,
lucha, etc. Se trata de la lucha ascética, realidad positiva muy conocida en la
vida cristiana, que explica “el carácter dramático que caracteriza la
existencia del cristiano en el mundo”. Es nuestra cooperación a la acción del
Espíritu Santo autor de esa nueva vida.
-
“Si es verdad que
hemos resucitado con Cristo a una vida nueva no tendría por qué volver a
dominarnos el pecado, pero
desgraciadamente puede volver a dominarnos. Habrá que estar en guardia,
vigilantes, preparados. Sobre todo habrá que controlar las inclinaciones
malsanas de nuestro hombre viejo, que a pesar de todo siguen ahí tercamente
presentes y amenazantes”. (La Casa de la Biblia, Comentario al Nuevo Testamento, PPC, Sígueme, Verbo Divino, 6ª ed,
1995, Rm 6, 1-14: Nueva vida en Cristo.
Repulsa del pecado.)
v Dos textos de San Pablo en los que explica el contraste entre la vida según la carne y la vida según el Espíritu.
-Romanos 8, 5-7: “5 Los que viven según la carne sienten las cosas de
la carne, en cambio los que
viven según el Espíritu sienten las cosas del
Espíritu. 6 Porque la tendencia de la carne es la muerte; mientras que la
tendencia del Espíritu, la vida y la paz. 7 Puesto que la tendencia de la carne
es enemiga de Dios, ya que no se somete
- y ni siquiera puede – a la Ley de Dios. 8 Los que viven según la carne
no pueden agradar a Dios”.
-
El contraste
entre ambas vidas llega a configurarse como contraste entre vida y muerte. Romanos
8, 13: “Si vivís según la carne, moriréis; pero si con el
Espíritu hacéis vivir las obras del cuerpo, viviréis”.
o Dos comentarios a estos textos
§ Sobre la antítesis paulina «espíritu-carne»
-
La Casa de la Biblia, Comentario al Nuevo Testamento,
PPC, Sígueme, Verbo Divino, 6ª ed,
1995, Rm 8,
1-17: La vida en el Espíritu: “Toda la primera parte del capítulo, pero en
especial Romanos 8, 4-13, tiene como hilo conductor una de las más conocidas
antítesis paulinas: espíritu-carne
(véase Gálatas 3,3; 5, 16-26; Filipenses 3,3). ¿Cómo debemos entender la
relación de oposición entre estos dos
elementos? Parece claro que no en el sentido de la filosofía platónica griega
que distinguía entre espíritu, principio inmaterial del hombre, y cuerpo, realidad
material del ser humano. La antítesis paulina tiene más bien un carácter
dinámico y existencial. Es decir, con el término carne designa Pablo todo lo que hay en el hombre de pecaminoso, de
oposición a Dios; en clave de equivalencia dinámica puede traducirse empleando
la expresión apetitos desordenados. Y
con el término espíritu, designa todo
lo que hay en el hombre de apertura a lo divino, incluso - como la mayoría de
las veces en nuestro pasaje - el mismo ser divino en cuanto norma de
comportamiento cristiano, fuerza impulsadora de toda acción apostólica y
principio inspirador de todo lo bueno (véase Rm 15,19; 1 Cor 12,3; 14,2; 1 Tes
1,5). En este sentido espíritu - o Espíritu – y carne se encuentran en un oposición irreducible aunque no física,
sin moral.
Debe advertirse, sin embargo, que tanto espíritu como sobre todo carne tienen también a veces un
significado un tanto distinto que se explica desde la
antropología del Antiguo Testamento. Carne suele indicar lo que el hombre tiene de
pequeño y de perecedero en comparación con Dios (Gálatas 1,16; 1 Corintios 15,50; Efesios 6,12), y espíritu todo aquello que hace del
hombre una realidad trascendente, más allá de la simple materia, partícipe en
algún modo del mismo ser divino (Romanos 8,10; 1 Corintios 2.11; 5, 3-5; Gálatas
6,8; Colosenses 2,5)”.
§ Las dos maneras en las que se puede vivir en este mundo
-
Nuevo
Testamento EUNSA 2004, comentario a Romanos 8, 1-13: (…) “San Pablo
especifica
dos maneras en las que se
puede vivir en este mundo (vv. 5-8). La
primera es la vida según el Espíritu, con arreglo a la cual se busca a Dios por
encima de todas las cosas, y se lucha, con su gracia, contra las indicaciones
de la concupiscencia. La segunda es l vida según la carne, por la que el hombre
se deja vencer por las pasiones. La vida según el Espíritu, que tiene su raíz
en la gracia, no se reduce al mero estar pasivo y a unas cuantas prácticas
piadosas. La vida según el Espíritu es un vivir según Dios que informa la
conducta del cristiano: pensamientos, anhelos, deseos y obras se justan a lo
que el Señor pide en cada instante y se realizan al impulso de las mociones
mociones del Espíritu Santo. «“Es
necesario someterse al Espíritu - comenta san Juan Crisóstomo -, entregarnos de
corazón por mantener la carne en el puesto que le corresponde. De esta forma
nuestra carne se volverá espiritual. Por el contrario, si cedemos a la vida
cómoda, ésta haría descender nuestra alma al nivel de la carne y la volvería
carnal (…). Con el espíritu se pertenece
a Cristo, se le posee (…). Con el Espíritu se crucifica la carne, se gusta el
encanto de una vida inmortal» (In Romanos,
13).
v Vivir según el Espíritu es ganarlo todo en esta vida.
·
Amigos de Dios,
38: “Nuestra fe no es una carga, ni una limitación. ¡Qué pobre idea de la
verdad
cristiana manifestaría quien
razonase así! Al decidirnos por Dios, no perdemos nada, lo ganamos todo: quien a costa de su alma conserva su vida, la perderá; y quien perdiere
su vida por amor mío, la volverá a hallar (Mt 10,39). Hemos sacado la carta
que gana, el primer premio”.
3. El rito del bautismo nos ayuda a entender qué significa morir con Cristo para
vivir con Él.
v a) Bautizar: etimológicamente es igual a «sumergir»
·
CEC 1214: EL
NOMBRE DE ESTE SACRAMENTO - Este sacramento recibe el nombre de
Bautismo en razón del
carácter del rito central mediante el que se celebra: bautizar (baptizein en griego) significa
«sumergir», «introducir dentro del agua»; la «inmersión» en el agua simboliza
el acto de sepultar al catecúmeno en la muerte de Cristo de donde sale por la
resurrección con El (Cf Romanos 6, 3-4; Colosenses 2, 12) como «nueva criatura»
(2 Corintios 5, 17; Gálatas 6, 15).
b) El rito esencial del bautismo, dos maneras de bautizar: sumergir en el agua al candidato (inmersión) o derramar agua sobre su cabeza (infusión), pronunciando en ambos casos la invocación de la Santísima Trinidad, es decir, del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. (Cf. CEC 1278).
·
El bautismo puede
ser realizado de dos maneras: por inmersión en el agua, o por infusión de agua
en
la cabeza. La inmersión o la
infusión se hace tres veces, acompañada con las palabras: N. yo te bautizo en el nombre del Padre
(primera inmersión o infusión); y del
Hijo (segunda); y del Espíritu Santo
(tercera). El Catecismo (Cf. n. 1239) recuerda, acerca de estas dos
modalidades, que «la manera más
significativa» es la de la triple inmersión en el agua bautismal; pero la otra
modalidad es usada desde la antigüedad.
4. Efectos del bautismo: muerte al pecado y nacimiento a una vida nueva en Cristo
v a) Qué significa ser sepultados con Cristo para una vida nueva.
·
Por tanto, con la
inmersión se entienden mejor las palabras de San. Pablo a los romanos que se
han
leído hoy referentes a ser
sepultados con Cristo: «Por el bautismo fuimos sepultados con él en la muerte»
(v. 4). El signo de la inmersión o del bautismo «significa eficazmente la
bajada del cristiano al sepulcro muriendo al pecado con Cristo para una nueva
vida: «Fuimos, pues, con él sepultados por el bautismo en la muerte, a fin de
que, al igual que Cristo fue resucitado de entre los muertos por medio de la
gloria del Padre, así también nosotros vivamos una vida nueva» (Romanos 6, 4)
(Cf Colosenses 2, 12; Efesios 5, 26).» (CEC n. 628). Los dos efectos
principales del bautismo son la purificación de los pecados (morir al pecado) y
el nacimiento a una vida nueva, es decir, un nuevo nacimiento en el Espíritu
Santo; muerte y purificación y regeneración y renovación. (Cf. CEC 1262; Cf Hechos
2, 38; Juan 3, 5).
·
Dicho con otras
palabras, el Bautismo, dando la vida de la gracia de Cristo, borra el pecado
original y
los demás pecados personales
que puede tener el hombre cuando es bautizado en edad adulta, y devuelve el hombre a Dios; pero
permanecen «las consecuencias para la
naturaleza, debilitada e inclinada al mal, persisten en el hombre y lo llaman
al combate espiritual» (CEC 405): quien ha recibido el bautismo, aunque recibe
“la gracia de la purificación de todos los pecados ..... debe seguir luchando
contra la concupiscencia de la carne y los apetitos desordenados” (CEC 2520).
·
Según nos dice el
Concilio Vat. II, en la Constitución Lumen
gentium, 7: «La vida de Cristo se
comunica a los creyentes, que
se unen a Cristo, muerto y glorificado, por medio de los sacramentos de una
manera misteriosa pero real». «Esto es particularmente verdad en el caso del
bautismo por el cual nos unimos a la muerte y a la Resurrección de Cristo (Cf.
Romanos 6, 4-5r; 1Co 12,13)». (Cf. CEC 790).
Vida Cristiana
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