martes, 4 de julio de 2017

Una aparente paradoja: la libertad vivida en el don de sí



Una aparente paradoja: la libertad vivida en el don de sí Una propuesta de lectura reposada, sobre una realidad interesante “Cristo crucificado revela el significado auténtico de la libertad, lo vive plenamente en el don total de sí y llama a los discípulos a tomar parte en su misma libertad.” Juan Pablo II, Encíclica Veritatis splendor, n. 85 o Jesús dona su vida cumpliendo libremente el designio de Dios • El Catecismo de la Iglesia Católica explica cómo Jesús aceptó libremente el designio salvador de Dios. a) «Jesús entregado según el preciso designio de Dios» - CCE 599- «Jesús entregado según el preciso designio de Dios». La muerte violenta de Jesús no fue fruto del azar en una desgraciada constelación de circunstancias. Pertenece al misterio del designio de Dios, como lo explica S. Pedro a los judíos de Jerusalén ya en su primer discurso de Pentecostés: «Fue entregado según el determinado designio y previo conocimiento de Dios» (Hechos 2, 23). Este lenguaje bíblico no significa que los que han «entregado a Jesús» (Hechos 3, 13) fuesen solamente ejecutores pasivos de un drama escrito de antemano por Dios. - b) Jesús acepta libremente el amor redentor del Padre: - CCE 609: (...) Tanto en el sufrimiento como en la muerte, su humanidad se hizo el instrumento libre y perfecto de su amor divino que quiere la salvación de los hombres (Cf Hb 2, 10. 17-18; 4, 15; 5, 7-9). En efecto, aceptó libremente su pasión y su muerte por amor a su Padre y a los hombres que el Padre quiere salvar: «Nadie me quita la vida; yo la doy voluntariamente» (Jn 10, 18). De aquí la soberana libertad del Hijo de Dios cuando El mismo se encamina hacia la muerte (Cf Jn 18, 4-6; Mt 26, 53). o La entrega de sí es una ley radical evangélica en la comunidad humana También en la sociedad actual es necesario redescubrir el valor de la entrega de nosotros mismos. Excepto en momentos de emergencia, en nuestra época hay una mentalidad particularmente sensible a las tentaciones del egoísmo • Juan Pablo II, Mensaje para la Cuaresma del 2003: “Nuestra época está influenciada, lamentablemente, por una mentalidad particularmente sensible a las tentaciones del egoísmo, siempre dispuesto a resurgir en el ánimo humano. Tanto en el ámbito social, como en el de los medios de comunicación, la persona está a menudo acosada por mensajes que insistente, abierta o solapadamente, exaltan la cultura de lo efímero y lo hedonístico. Aun cuando no falta una atención a los otros en las calamidades ambientales, las guerras u otras emergencias, generalmente no es fácil desarrollar una cultura de la solidaridad. El espíritu del mundo altera la tendencia interior a darse a los demás desinteresadamente, e impulsa a satisfacer los propios intereses particulares. Se incentiva cada vez más el deseo de acumular bienes. Sin duda, es natural y justo que cada uno, a través del empleo de sus cualidades personales y del propio trabajo, se esfuerce por conseguir aquello que necesita para vivir, pero el afán desmedido de posesión impide a la criatura humana abrirse al Creador y a sus semejantes. ¡Cómo son válidas en toda época las palabras de Pablo a Timoteo: «el afán de dinero es, en efecto, la raíz de todos los males, y algunos, por dejarse llevar de él, se extraviaron en la fe y se atormentaron con muchos dolores», (1 Timoteo 6, 10)”. La entrega de sí para que el hombre pueda encontrarse plenamente a sí mismo • Concilio Vaticano II, Constitución «Gaudium et spes, n. 24: “El hombre, que es en la tierra la única criatura que Dios ha querido por sí misma, no puede encontrarse plenamente a sí mismo sino por la sincera entrega de sí mismo”. Con estas palabras, el Concilio intentó glosar unas palabras del Señor: «Quien pretenda guardar su vida la perderá; y quien la pierda la conservará viva» ( Lc 17,33). o Dos ejemplos de la entrega de sí mismos en dos situaciones de la vida La actitud de servicio en los sacerdotes • Catecismo de la Iglesia Católica (CEC) n. 876: “El carácter de servicio del ministerio eclesial está intrínsecamente ligado a la naturaleza sacramental. En efecto, enteramente dependiente de Cristo que da misión y autoridad, los ministros son verdaderamente «esclavos de Cristo» (Romanos 1, 1), a imagen de Cristo que, libremente ha tomado por nosotros «la forma de esclavo» (Filpenses 2, 7). Como la palabra y la gracia de la cual son ministros no son de ellos, sino de Cristo que sei las ha confiado para los otros, ellos se harán libremente esclavos de todos (Cf 1 Corintios 9, 19)”. • Juan Pablo II, Exhortación apostólica «Pastores dabo vobis», 25 marzo 1992, n. 21: “Jesucristo es Cabeza de la Iglesia, su Cuerpo. Es «Cabeza» en el sentido nuevo y original de ser «Siervo», según sus mismas palabras: «Tampoco el Hijo del hombre ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos» (Marcos 10, 45). El servicio de Jesús llega a su plenitud con la muerte en cruz, o sea, con el don total de sí mismo, en la humildad y el amor: «se despojó de sí mismo tomando condición de siervo haciéndose semejante a los hombres y apareciendo en su porte como hombre; y se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz ...» (Filipenses 2, 78). La autoridad de Jesucristo Cabeza coincide pues con su servicio, con su don, con su entrega total, humilde y amorosa a la Iglesia. Y esto en obediencia perfecta al Padre: él es el único y verdadero Siervo doliente del Señor, Sacerdote y Víctima a la vez. (...) La vida espiritual de los ministros del Nuevo Testamento deberá estar caracterizada, pues, por esta actitud esencial de servicio al Pueblo de Dios (cf. Mateo 20, 24ss,; Marcos 10, 43-44), ajena a toda presunción y a todo deseo de «tiranizar» la grey confiada (cf. 1 Pedro 5, 2-3). Un servicio llevado como Dios espera y con buen espíritu. De este modo los ministros, los «ancianos» de la comunidad, o sea, los presbíteros, podrán ser «modelo» de la grey del Señor que, a su vez, está llamada a asumir ante el mundo entero esta actitud sacerdotal de servicio a la plenitud de la vida del hombre y a su liberación integral.” En el matrimonio y en la familia: El don sincero de sí es el criterio moral de la autenticidad de las relaciones conyugales y familiares • Juan Pablo II, Exhortación apostólica Familiaris consortio, n. 22: “El criterio moral de la autenticidad de las relaciones conyugales y familiares consiste en la promoción de la dignidad y vocación de cada una de las personas, las cuales logran su plenitud mediante el don sincero de sí mismas”. El don de sí mismo de los esposos es modelo y norma del don de sí entre los hermanos • Juan Pablo II, Exhortación apostólica Familiaris consortio, 22-XI-1981, n. 37: La familia es la primera y fundamental escuela de socialidad; como comunidad de amor, encuentra en el don de sí misma la ley que la rige y hace crecer. El don de sí, que inspira el amor mutuo de los esposos, se pone como modelo y norma del don de sí que debe haber en las relaciones entre hermanos y hermanas, y entre las diversas generaciones que conviven en la familia. La comunión y la participación vivida cotidianamente en la casa, en los momentos de alegría y de dificultad, representa la pedagogía más concreta y eficaz para la inserción activa, responsable y fecunda de los hijos en el horizonte más amplio de la sociedad. www.parroquiasantamonica.com

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