miércoles, 22 de febrero de 2017
Domingo 15 del tiempo ordinario, Año C. La parábola del buen samaritano. El sacerdote y el levita pasan de largo cuando, en su camino, encuentran un hombre medio muerto que ha sido atracado por unos bandidos. Pasó un Buen Samaritano que se paró y cuidó de él.
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Domingo 15 del tiempo ordinario, Año C. La parábola del buen samaritano. El sacerdote y el
levita pasan de largo cuando, en su camino, encuentran un hombre medio muerto que ha sido
atracado por unos bandidos. Pasó un Buen Samaritano que se paró y cuidó de él.
Cfr. Domingo 15 del tiempo ordinario Año C (2010). La parábola del buen
samaritano. Gianfranco Ravasi, Secondo le Scritture Anno C, Piemme 1999, XV
Domenica, pp. 224-230
Deuteronomio 30, 10-14; Colonsenses 1, 15-20; Lucas 10, 25-37
Lucas 10, 25-37 En aquel tiempo, se presentó un maestro de la Ley y le preguntó a Jesús para ponerlo a prueba: -
«Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?» Él le dijo: - «¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en
ella?» Él contestó: - «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas y con
todo tu ser. Y al prójimo como a ti mismo. » Él le dijo: - «Bien dicho. Haz esto y tendrás la vida.» 29 Pero el maestro
de la Ley, queriendo justificarse, preguntó a Jesús: - «¿Y quién es mi prójimo?» 30 Jesús dijo: - «Un hombre bajaba de
Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos bandidos, que lo desnudaron, lo molieron a palos y se marcharon, dejándolo
medio muerto. 31 Por casualidad, un sacerdote bajaba por aquel camino y, al verlo, dio un rodeo y pasó de largo. 32
Y lo mismo hizo un levita que llegó a aquel sitio: al verlo dio un rodeo y pasó de largo. 33 Pero un samaritano que iba
de viaje, llegó a donde estaba él y, al verlo, le dio lástima, 34 se le acercó, le vendó las heridas, echándoles aceite y
vino, y, montándolo en su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y lo cuidó. 35 Al día siguiente, sacó dos denarios
y, dándoselos al posadero, le dijo: -"Cuida de él, y lo que gastes de más yo te lo pagaré a la vuelta." 36 ¿Cuál de estos
tres te parece que fue prójimo del que cayó en manos de los bandidos?» 37 Él contestó: - «El que practicó la
misericordia con él.»
Díjole Jesús: - «Anda, haz tú lo mismo.»
EL SACERDOTE Y EL LEVITA DIERON UN RODEO Y PASARON DE LARGO. EL
BUEN SAMARITANO SE PARÓ Y CUIDÓ DE ÉL.
o Episodios como el descrito por Jesús se han repetido en aquella zona con
cierta frecuencia durante siglos. p. 225
• “En la parábola de Jesús, no más de cien palabra griegas (comprendidos los artículos y las
partículas) consiguen crear una atmósfera inolvidable. Un anónimo caminante solitario está recorriendo la
carretera romana de 27 kilómetros que conduce desde la ciudad santa al espléndido oasis de Jericó superando
un desnivel de nada menos que 1100 metros. Improvisamente, en el área desértica suceden, por parte de una
banda, la emboscada y el atraco, la violencia y la fuga. Episodios semejantes se han dado en esa zona durante
siglos, hasta 1931 cuando la víctima fue el obispo anglicano de Jerusalén. Un cuerpo ensangrentado, las
rocas rojas del los montes Adummim (en hebreo “de la sangre”), el silencio. La escena madre se abre sobre
este telón de fondo.
o Pasan delante de la víctima un sacerdote, una levita y un samaritano.
Los actos del samaritano son descritos con finura. p. 226
He aquí que, desde lejos, finalmente aparece un sacerdote … Pero llegó la desilusión: «dio
un rodeo y pasó de largo». Aparece otra posibilidad, un levita … pero, de nuevo, la misma
desilusión: «dio un rodeo y pasó de largo». Todo converge hacia aquel crudo y pesante verbo final
antiparêlthen: «dio un rodeo y pasó de largo». Es una representación plástica de un rodeo alrededor
de un cuerpo, por parte de una persona que se aparta atormentada por la repugnancia, psicológica y
ritual 1
al tratarse de los levitas que se habrían convertido en impuros al ponerse en contacto con un
muerto o un herido.
Pero observemos la cumbre de la escena. Los gestos del Samaritano son descritos con
ternura, aunque es el representante de una raza mixta y hereje2
, profundamente despreciada por los
Hebreos. Por tanto aparece el horizonte universalista tan querido por Lucas.
1
Nota del traductor: “Según la Ley de Moisés (cfr. Levítico 21, 1-4.11-12; Números 19, 11-22), el contacto
con un cadáver hacía contraer la impureza legal. Con la parábola, Jesús muestra - y el escriba así lo
reconoce - que el cumplimiento de las normas legales nunca pueden ahogar la misericordia”. (Nuevo
Testamento, Eunsa 2004, nota a Lucas 10, 25-37).
2
Nota del traductor: Los judíos sentían una gran aversión por los samaritanos (Juan 4, 9.27). Los
samaritanos eran una comunidad de origen hebreo, que había padecido contaminaciones desde el punto de
vista étnico y religioso, desde que los asirios, al destruir el reino del Norte, y la ciudad de Samaria (722 a.C.),
2
Los actos de aquel samaritano son dibujados por Jesús con extrema finura: fijémonos en
que. en pocas líneas, se encuentran hasta siete vocablos no frecuentes que no volverán a aparecer en
todo el evangelio de Lucas. Apenas ve a aquel desventurado, como dice el original griego, sus
vísceras se conmueven (un amor “visceral” como el cantado por la Biblia refiriéndose a Dios y el de
los Evangelios referido a Jesús). Su amor es activo: venda las heridas, le echa aceite y vino según
las técnicas de las urgencias orientales, lo monta en la propia cabalgadura, lo confía a un posadero
repitiendo dos veces el verbo «cuidar» y hasta se compromete para el futuro dando al posadero dos
denarios, que es la paga de dos días de trabajo de un jornalero. Se trata de un amor personal, como
es resaltado por la insistencia con la que, en griego, se repite el pronombre personal autòs: «se le
acercó, le vendó las heridas, montándolo en su propia cabalgadura lo llevó a una posada, lo cuidó y
dijo al posadero: cuida de él».
o La fraternidad cristiana pp. 226-227
La fraternidad cristiana encuentra su emblema en este hombre. Es una fraternidad que no
conoce distinciones de clan, de barreras raciales, políticas o religiosas. La tradición cristiana ha
visto en el buen Samaritano una representación simbólica de Cristo. Es por esto por lo que sobre
una piedra del llamado “caravasar 3
del buen Samaritano” (un edificio considerado por los
peregrinos como el de la posada de la parábola, aunque, en realidad, es un edificio de la época de
las Cruzadas), un peregrino medieval ha grabado en latín estas palabreas: «Si hasta los sacerdotes y
los levitas pasan por encima de tu angustia, que sepas que Cristo es el Buen Samaritano: el tendrá
compasión de ti y en la hora de tu muerte te llevará a la posada eterna».
o Las normas de pureza ritual p. 229
El sacerdote y el levita respetan las normas de pureza ritual, porque el contacto con un
herido o, peor todavía, con un muerto, habrían comportado para ellos una contaminación que les
hacía inhábiles por un cierto período para sus funciones sagradas. Hay una religiosidad fría que se
preocupa de las cosas de Dios e ignora la imagen más alta y más viva de Dios presente en la tierra,
es decir, el hombre. Se trata de la práctica religiosa que Jesús frecuentemente ha sellado como
hipocresía y que por desgracia ha anidado también en el interior del cristianismo, encontrando un
extraño caldo de cultivo.
El verdadero rito
He aquí, sin embargo, el “diverso” por excelencia, el Samaritano, representante del
«estúpido pueblo que habita en Siquem», como decía sin más preocupaciones un sabio del Antiguo
Testamento, el Sirácida (50, 26), que es quien se para e inicia el verdadero rito, el de la caridad,
«sacrificio en el que Dios se complace».
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por una parte habían deportado muchos de los habitantes y, por otra, habían llevado colonos a esa zona con
los que se mezclaron los samaritanos (2 Reyes 17, 24-41). Por esa mezcla étnica y por la impureza de la
religión al convivir los samaritanos que se habían salvado de la deportación con esos colonos/paganos
inmigrados que seguían en parte fieles a sus dioses, los judíos despreciaban a los samaritanos, y los
consideraban como descreídos y heréticos (Sirácida 50, 25-26; Juan 8,48; Lc 9, 52-55; ver Mateo 10, 5;
Lucas 10,33; 17,16). Esta comunidad samaritana no daba culto a Dios en el templo de Jerusalén, sino en un
templo que habían construido en el monte Garizim, y que era rival del de Jerusalén. (cfr. v. 20). Por tanto,
aunque no habían abandonado el culto a Yahvé, no vivían en perfecta comunión con Él al no reconocer el
legítimo santuario, sus profetas, etc.
• Los pocos cientos de samaritanos que viven hoy día, residen en la vecina ciudad de Nablus, y continúan
subiendo a ese monte sagrado para celebrar su Pascua y las demás solemnidades.
3
Caravasar: posada en Oriente destinada a las caravanas.
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