lunes, 20 de febrero de 2017
Domingo 4º del tiempo ordinario, ciclo C (2016). Segunda Lectura: el himno a la caridad de San Pablo: introducción, 4 estrofas y conclusión. Este himno a la caridad ha entrado en todas las antologías literarias y espirituales que tienen por sujeto el amor. Los corintios tendían a reconocer la autoridad más por las dotes personales que por la donación y el testimonio personal de fidelidad a Cristo. Si el amor se apaga, se marchitan las otras virtudes. Textos de Ravasi, Karol Wojtyla, San León Magno, Lewis, Raniero Cantalamessa, San Gregorio Magno.
1 Domingo 4º del tiempo ordinario, ciclo C (2016). Segunda Lectura: el himno a la caridad de San Pablo: introducción, 4 estrofas y conclusión. Este himno a la caridad ha entrado en todas las antologías literarias y espirituales que tienen por sujeto el amor. Los corintios tendían a reconocer la autoridad más por las dotes personales que por la donación y el testimonio personal de fidelidad a Cristo. Si el amor se apaga, se marchitan las otras virtudes. Textos de Ravasi, Karol Wojtyla, San León Magno, Lewis, Raniero Cantalamessa, San Gregorio Magno. Cfr. 4º Domingo del Tiempo Ordinario Año C 31 de enero de 2016 Jeremías 1, 4-5.17-19; 1 Corintios 12,31-13,13; Lucas 4, 21-30 1 Corintios 12, 31 Aspirad a los carismas mejores. Sin embargo, todavía os voy a mostrar un camino más excelente. 13, 1 Si hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, pero no tengo amor, no sería más que un metal que resuena o un címbalo que aturde. 2 Si tuviera el don de profecía y conociera todos los secretos y todo el saber; si tuviera fe como para mover montañas, pero no tengo amor, no sería nada. 3 Si repartiera todos mis bienes entre los necesitados; si entregara mi cuerpo a las llamas, pero si no tengo amor, de nada me serviría. 4 El amor es paciente, es benigno; el amor no tiene envidia, no presume, no se engríe; 5 no es indecoroso ni egoísta; no se irrita; no lleva cuentas del mal; 6 no se alegra de la injusticia, sino que goza con la verdad. 7 Todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. 8 El amor no pasa nunca. Las profecías, por el contrario, se acabarán; las lenguas cesarán; el conocimiento se acabará. 9 Porque conocemos imperfectamente e imperfectamente profetizamos; 10 mas, cuando venga lo perfecto, lo imperfecto se acabará. 11 Cuando yo era niño, hablaba como un niño, sentía como un niño, razonaba como un niño. Cuando me hice un hombre, acabé con las cosas de niño. 12 Ahora vemos como en un espejo, confusamente; entonces veremos cara a cara. Mi conocer es ahora limitado; entonces conoceré como he sido conocido por Dios. 13 Ahora permanecen la fe, la esperanza, la caridad: las tres virtudes. Pero de ellas la más grande es la caridad. El himno a la caridad de San Pablo (1 Corintios 12,31 -13, 1-13) Pero si no tengo amor, de nada me serviría. (1 Corintios 13, 3) Enumera los carismas que pueden enriquecer la vida del cristiano, para concluir la inconsistencia de todos si no hay caridad. (1 Corintios 13, 1-3) 1. Precede una introducción; siguen 4 estrofas, acaba con una conclusión. Introducción 1 Corintios 12,31: Aspirad a los carismas mejores. Sin embargo, todavía os voy a mostrar un camino más excelente. Primera estrofa 1 Corintios 13, 1-3 - Enumera los carismas que pueden enriquecer la vida del cristiano, para concluir la inconsistencia de todos si no hay caridad. Segunda estrofa 1 Corintios 13, 4-7 - La caridad es el sujeto de posibles acciones Tercera estrofa 1 Corintios 13, 8-12 2 - En la vida hay un crecimiento natural y un salto de calidad, cuando se pasa de lo que es parcial, imperfecto e infantil, a la madurez, a la plenitud. CUARTA ESTROFA 1 Corintios 13, 13 - Es el culmen del himno. La exaltación de la caridad también en contraste con la fe y la esperanza. Conclusión 1 Corintios 14, 1 Esforzaos por alcanzar la caridad. 2. Breve contexto histórico-cultural de la 1ª Carta a los Corintios o Los corintios demostraban mucho interés por los carismas, tendían a reconocer la autoridad más por las dotes personales que por la donación y el testimonio personal de fidelidad a Cristo. La Carta fue escrita en Éfeso, durante el tercer viaje, entre el 53 y el 57. Éfeso, capital de la provincia romana de Asia, había llegado a ser el epicentro de la evangelización de Pablo en la región asiática. Puede considerarse sobre todo como la respuesta a una consulta enviada por la Iglesia en Corintio a Pablo (7,1) para recibir orientaciones sobre algunas cuestiones: la condición de las vírgenes (17,25ss), la cuestión de los animales sacrificados a los ídolos (8,1), el problema de los carismas (12,1), la colecta para los cristianos de Jerusalén, etc. También se refiere a otras cuestiones, como la de los problemas graves que algunos hermanos en la fe le habían referido personalmente: “porque por los de de Cloe me han llegado noticias sobre vosotros (1,11), se oye hablar, y mucho, de que entre vosotros, hay fornicación ... (5,1), oigo que cuando os reunís en asamblea litúrgica ... (11,18), etc. Era una comunidad que demostraba mucho interés por los carismas (cap. 12-14), dispuesta a reconocer la autoridad y la leadership sobre todo por las dotes personales más que por la donación y el testimonio personal de fidelidad a Cristo, que discute la autoridad de Pablo como Apóstol y fundador de la comunidad. Por ello la apología que Pablo hace de su apostolado entre los de Corinto, reivindicando su autoridad de apóstol, padre, fundador .. La comunidad de Corinto, aunque esté bien integrada en la cultura que los rodea (según dice el mismo Pablo en diversos momentos), vive una profunda crisis profunda interna: notables diferencias sociales (11, 17-34), gran libertad de costumbres que son motivo de escándalo para algunos, la riqueza de carismas y la búsqueda de aquellos más grandes les hace perder de vista el fin último que es la caridad y la edificación del cuerpo de Cristo, etc. 3. El himno a la caridad ha entrado en todas las antologías literarias y espirituales que tienen por sujeto el amor. Cfr. Gianfranco Ravasi, Secondo le Scritture, Anno C1 , Piemme 1999, pp. 164-166 El vocablo original del amor en Pablo es «ágape», una realidad más completa que «eros», vocablo más común en el mundo griego. o El Ágape indica la plenitud de la donación, la totalidad de la comunión. Los grandes dones son como alimento insípido, es más, son «nada», son un «cero», si están privados del amor. “Pablo canta el himno al final de una larga reflexión sobre los «carismas», es decir, sobre los dones particulares que Dios infunde en el interior del corazón y de la existencia de cada criatura. La palabra original griega es agape, una realidad más alta y más completa que el eros, que es el vocablo más común, en el mundo griego, para definir el amor. Agape indica, en efecto, la plenitud de la donación, la totalidad de la comunión, el «mejor camino de todos», el camino que transfigura toda realidad, el camino real para vivir toda vocación, no solamente la vocación matrimonial. (...) 1 Traducción de Vida Cristiana. 3 o La confrontación en la primera estrofa: entre caridad y lenguas, profecía, ciencia, fe, la pobreza, el don de los propios bienes. En la primera estrofa Pablo describe al hombre lleno de todas las otras dotes humanas y espirituales, pero vacío de amor. El don fascinador de los idiomas, símbolo no solamente de cultura sino también de excepcionales emociones interiores (el «hablar lenguas» en el lenguaje paulino es expresión de experiencia mística), se convierte - sin el amor – sólo en el estruendo molesto de un «gong» o, según una probable y sutil alusión estimulada por el Apóstol, en el ruido de la pandereta de las liturgias paganas de la diosa Cibeles con su despliegue de ritos orgiásticos. De modo creciente, se confrontan después con la caridad tres dones divinos prestigiosos: la profecía, la ciencia y la fe, mejor dicho, la «plenitud de la fe» que debería ser capaz de «trasladar montañas», como había ya dicho Jesús (Mc 11,23). Pues bien, Pablo declara que estos tres grandes dones también son como alimento insípido, es más, son «nada», son un «cero», si están privados del amor. La misma pobreza, el don a los otros de los propios bienes, es más, el don de la misma vida en un acto heroico, si no están sostenidos por el amor, son solamente gestos de autoglorificación o comportamientos propios de taumaturgos o de faquires. (...) o La confrontación en la segunda estrofa, entre la caridad y las virtudes que nacen de la caridad. Si el amor se apaga, se marchitan las otras virtudes. La segunda estrofa es estupenda: es semejante a la corola de una flor cuyos pétalos están constituidos por las diversas virtudes que nacen de la caridad. Sus nombres son: paciencia, bondad, ausencia de envidia y de orgullo, desinterés, respeto, benignidad, perdón, justicia, verdad, tolerancia, generosidad total, constancia. Es como un cortejo de virtudes que embellecen y que viven de la misma vida de la caridad. Si el amor se apaga, también las otras virtudes humanas y religiosas se marchitan. Y es fácil que en su puesto suceda un monstruo o un ídolo como el del dinero, o el egoísmo o el orgullo. (...) o Es decisivo que no se apague el ágape (la donación) ni en el matrimonio ni en las relaciones con los demás en general. “Es decisivo para el creyente que no se apague la lámpara del agape. Es necesario que no se apague en el matrimonio, el sacramento del amor por excelencia: es lo que permite que el eros no sea ciego o egoísta, que el placer sea sereno y puro, transforma la posesión en donación, hace que el deseo florezca con felicidad y armonía, cancela la rutina y el aburrimiento. Es necesario que no se apague la lámpara del amor también en la persona no casada, para que sepa vivir su existencia, su trabajo, su relación con los demás, como una experiencia de plenitud. Es necesaria esa lámpara para el creyente, para que su fe no sea un religiosidad fría sino un gozoso acto de donación a Dios y a los hermanos. Y siendo la llama del amor una chispa de Dios, el Amor supremo, ella «no tendrá fin jamás» y nos introducirá en la eternidad divina”. 4. Otros escritos sobre el amor A. Amor como atracción, como concupiscencia, como benevolencia. Cfr. Karol Wojtyla, Amor y responsabilidad, Ed. Plaza y Janés, 1996, pp. 93-122 o Una persona puede desear a otra como un bien para sí misma, pero puede, al mismo tiempo, desear el bien para ella independientemente del hecho de que sea también un bien para sí. - El amor como atracción. Alguien me gusta. pp. 94-100 - El amor como concupiscencia. Te deseo - te quiero - porque eres un bien para mí. Tengo necesidad de ti. pp. 100-103 - El amor como benevolencia. El desinterés en el amor: deseo tu bien, lo que es un bien para ti. El amor del hombre y de la mujer no puede dejar de ser un amor de concupiscencia, pero ha de tender a convertirse en una profunda benevolencia. pp. 103-105 - La reciprocidad. No dos amores sino uno solo. Amor condividido. pp. 105-109 - De la simpatía a la amistad. pp. 110-117 - El amor matrimonial. Es el don de si; consiste en el don de la persona. pp. 117-123 4 - El amor de concupiscencia y de benevolencia son diferentes, pero no hasta el punto de excluirse mutuamente: una persona puede desear a otra como un bien para si misma, pero puede, al mismo tiempo, desear el bien para ella independientemente del hecho de que sea también un bien para si. B. Amor de necesidad, amor-dádiva, amor de apreciación Cfr. C.S. Lewis, Los cuatro amores, Rialp 1991, pp. 27-28 “El amor de necesidad clama a Dios desde nuestra indigencia; el amor-dádiva anhela servir a Dios y hasta sufrir por Él; el amor de apreciación dice: «Te damos gracias por tu inmensa gloria». El amor de necesidad dice de una mujer: «No puedo vivir sin ella»; el amor-dádiva aspira a hacerla feliz, a darle comodidades, protección y, si es posible, riqueza; el amor de apreciación contempla casi sin respirar, en silencio, alegre de que esa maravilla exista, aunque no sea para él, y no se quedará abatido si la pierde, porque prefiere eso antes que no haberla conocido nunca” (pp. 27-28). C. Dos amores diversos: el eros (la atracción, el deseo recíproco, la conquista del otro), y el amor de donación (ágape). Cfr. Raniero Cantalamessa, Passa Gesù di Nazaret, Anno C 2 , Piemme 1999, IV domenica del tempo ordinario. pp. 62-65 o Entre estos dos amores no hay una separación neta o una contraposición, sino un desarrollo y crecimiento; se trata de un punto de partida (eros) y de un punto de llegada (ágape), de una educación al amor y de un crecimiento en él. - (pp. 62-63) “Cuando apareció en la escena el cristianismo el amor había ya tenido diversos cantores. El más ilustre había sido Platón que había escrito sobre él un entero tratado. El nombre común del amor era eros (de aquí nuestro erótico o erotismo). El cristianismo pensó que este amor de búsqueda y de deseo no bastaba para expresar la novedad del concepto bíblico. Por lo que evitó totalmente ese vocablo y los sustituyó por el de ágape, que se debería traducir por «caridad», si este término no hubiese adquirido un sentido demasiado restringido (hacer la caridad, obras de caridad). Con ese vocablo se definió Dios mismo: «Dios es amor» (agape) (1 Juan 4,10). Está claro que si Dios es amor, entonces el amor esencial no puede consistir en recibir algo (¿qué cosa podría recibir Dios que ya no poseyese, y de quién lo podría recibir?), sino que consiste en darse en hacerse don para el otro. Jesús decía: «Nadie tiene amor más grande que el de dar uno la vida por sus amigos» (Juan 15,13). Dios no pretende de nosotros un amor tan puro y desinteresado como el suyo. Nosotros somos criaturas necesitadas de enriquecimiento y de terminación. (Platón decía que el amor, el Eros, es hijo de Penia y de Poros, es decir de pobreza y de búsqueda). En nosotros el amor comportará siempre, en mayor o menor grado, un aspecto de deseo, de búsqueda, de demanda. Entre los dos amores - el de búsqueda y el de donación -, no hay, por tanto, separación neta y contraposición, sino, si acaso, de desarrollo, de crecimiento. El primero, el eros, es para nosotros punto de partida, el segundo, la caridad, el punto de llegada. Entre los dos hay todo el espacio para una educación al amor y un crecimiento en él. Es equivocado también distinguir dos amores (como han hecho ciertos pintores, entre los cuales Tiziano), el amor sacro y el amor profano, porque también en el ámbito del mismo amor profano o laico debe darse aquel crecimiento. o El eros debe enriquecerse, con el paso de la vida, con una nueva dimensión, hecha de gratuidad, de capacidad de olvidarse de sí por el otro, de sacrificio. (p. 63). Fijémonos en el caso más obvio, el del matrimonio. En el amor entre dos esposos, al inicio prevalecerá el eros, la atracción, el deseo recíproco, la conquista del otro. Pero si este amor no se 2 Traducción de Vida Cristiana 5 esfuerza por enriquecerse, con el paso de la vida, con una nueva dimensión, hecha de gratuidad, de capacidad de olvidarse de sí por el otro, de sacrificio, todos sabemos cómo acaba (…). (p. 63) o El «coeficiente de inteligencia» y el «coeficiente del corazón» (p. 65) “Una de las idolatría modernas es la del «IQ», el «coeficiente de inteligencia». Hay tests apropiados para medirlo. Pero ¿quién se preocupa de tener en cuenta también el «coeficiente del corazón»? No es difícil entender porque somos tan ansiosos por el crecimiento de nuestros conocimientos y tan poco por crecer en nuestra capacidad de amar: el conocimiento se traduce automáticamente en poder, el amor en servicio. (…) D. El amor más grande: dar la vida por la persona amada Cfr. Gianfranco Ravasi, Mattutino, Avvenire 07/05/02 o El amor es por excelencia donación, y no conquista o posesión. «Amar no es mirarse uno a otro, es mirar, juntos, en la misma dirección». Thomas Mann tiene razón cuando afirma que la felicidad más alta está en amar de modo libre, absoluto, sin contrapartidas o sin sacar provechos. En relación con esto, Jesús tiene dos frases iluminadoras. El pronunció la primera en el Cenáculo, cuando se refiere al «amor más grande», el de dar la vida por la persona amada (cfr. Juan 15,13). S. Pablo refiere la segunda, invitando a los «ancianos» de Efeso “a tener presente las palabras del Señor Jesús: «Mayor felicidad hay en dar que en recibir». (Hechos 20,35). El amor es, por excelencia, donación, y no conquista o posesión. Llegados a este punto, alcanzado el amor, quisiera indicar un modo para vivirlo en sentido pleno. Lo hago con palabras de otro escritor, Antoine de Saint-Exupéry (1900-1944), en su novela «Tierra de los hombres» (1939): «Amar no es mirarse uno a otro, es mirar, juntos, en la misma dirección». o El eros descubre en la persona amada la belleza, se alimenta de pasión y de ternura, cultiva el sentimiento; sin embargo ve en el otro una realidad que, aunque sea admirable, hay que conquistar y por tanto poseer. Cfr. Gianfranco Ravasi, Mattutino, Avvenire 14/02/2004 En el amor total tienen un significado la sexualidad y el eros, pero la meta a conseguir es la donación de sí al otro El amor auténtico -el ágape del que habla el Nuevo Testamento – es mucho más que el eros. Éste descubre en la persona amada la belleza, se alimenta de pasión y de ternura, cultiva el sentimiento; sin embargo ve en el otro una realidad que, aunque sea admirable, hay que conquistar y por tanto poseer. En el amor puro y total tienen un significado la sexualidad y el eros, pero la meta a conseguir es la donación de sí al otro para realizar el único cuerpo, o sea aquella única existencia de la que habla el Génesis (2, 24). Es significativa la doble profesión de amor proclamada por la mujer del Cantar de los Cantares: Mi amado es para mí, y yo soy para mi amado (2, 16 y 6,3). El centro de la vida es la otra persona a quien tú consagras tú mismo y, así, amas en él a ti mismo. Por eso el amor verdadero es signo y símbolo también de la mística. E. Las cualidades de la caridad. San Gregorio Magno (540-12 de marzo de 604), Padre de la Iglesia latina, Doctor de la Iglesia, Papa (590-604), (Moralia 10, 7-8.10). En Nuevo Testamento, Comentario a 13, 1-13, Facultad de Teología, Universidad de Navarra, eunsa 2004. - “El amor es paciente, porque lleva con ecuanimidad los males que le afligen. Es benigno porque devuelve bienes por males. No es envidioso porque como no apetece nada en este mundo, no sabe lo que es envidiar las prosperidades terrenas. No obra con soberbia, porque anhela con ansiedad el premio de la retribución interior y no se exalta por los bienes exteriores. No se jacta, porque sólo se dilata por el amor de Dios y del prójimo e ignora cuanto se aparta de la rectitud. No es ambicioso porque, mientras con todo ardor anda solícito de sus propios asuntos internos, no sale fuera de sí para desear los bienes ajenos. No busca lo suyo, porque desprecia, como ajenas, cuantas cosas posee transitoriamente aquí abajo, ya que no reconoce como propio más que lo permanente. No se irrita, y, 6 aunque las injurias vengan a provocarle, no se deja conmover por la venganza, ya que, por pesados que sean los trabajos de aquí, espera, para después, premios mayores. No toma en cuenta el mal, porque ha afincado su pensamiento en el amor de la pureza, y mientas que ha arrancado de raíz todo odio, es incapaz de alimentar en su corazón ninguna aversión. No se alegra por la injusticia, ya que no alimenta hacia todos sino afecto y no disfruta con la ruina de sus adversarios. Se complace con la verdad, porque amando a los demás como a sí mismo, cuanto encuentra de bueno en ellos le agrada como si se tratara de un aumento de su propio provecho”. www.parrowuiasantamonica.com Vida Cristiana
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