domingo, 19 de febrero de 2017
El SIDA y los científicos: los pirómanos y la cultura.
El SIDA y los científicos: los pirómanos y la cultura Cfr. Bioeticablog, 27 marzo 2009 En un país oriental ocurrió que se desató una epidemia de pirómanos. Los incendios surgían por todas partes, y amenazaban las vidas humanas y la economía de ese país. Reunidas las autoridades para estudiar cómo atajar esa epidemia se formaron dos grupos: el que recomendaba dar un extintor a cada pirómano, y el que recomendaba tratar de que hubiese menos pirómanos. Los del primer grupo defendían la postura de que cada uno tiene derecho a decidir su comportamiento y que lo único que importa es que deje de producir daño a su entorno, por eso juzgaban que respetar la libertad se conseguía yendo a las consecuencias y no al hecho en sí. El otro grupo argumentaba que está bien dar a los pirómanos un extintor porque al menos evitan las consecuencias de sus acciones. Pero que hay que tener en cuenta que a veces los pirómanos no se controlan y pasan de llevar el extintor. Además en algunas ocasiones el extintor falla y no apaga el fuego. Por eso proponía que se crease una cultura en la que producir incendios no se considerase un juego divertido sino que se tuviese en cuenta las consecuencias de usar la libertad de esta forma. A estas alturas, ya nadie duda de que la epidemia del sida se extiende debido a la promiscuidad: ya sea entre homosexuales, o entre personas de distinto sexo. La infección por accidente es posible, pero son muy pocos casos los que ocurren. Posiblemente algún día se encontrará una vacuna que evite la enfermedad, pero llevamos muchos años a la espera de esta solución y no llegan noticias de que esté muy próxima. Si que se ha mejorado mucho en el tratamiento que evita que las personas estén condenadas a morir en fecha temprana. En esta situación, pueden fomentarse dos tipos de medidas. El primero es difundir una cultura que fomente la disminución de la promiscuidad. Lo que ocurre es que nuestra sociedad ha hecho, desde el punto de vista social, la opción de considerar como buena e incluso deseable la promiscuidad. Así dicho puede parecer fuerte, pero la realidad es que vivimos en una cultura cada vez más erotizada, que educa a la juventud en la consideración de que el sexo es meramente un mecanismo para gozar y hacer nuevas experiencias, y que ve como normal cambiar de pareja cuando no se está a gusto, o cuando cualquier emoción se cruza por el camino. Es poco frecuente ver campañas contra el sida que contemplen la actividad sexual dentro del marco del amor humano, y por tanto dentro de la responsabilidad y la fidelidad al amado. No queriendo actuar sobre la causa, es lógico que se intente minimizar los efectos negativos de esa promiscuidad: difusión de enfermedades de transmisión sexual (ETS), y del sida. Es lo que se ha dado denominar “sexo seguro”. Expresión que no da ninguna seguridad respecto a los daños emocionales y psicológicos que producimos los seres humanos con el uso banal del sexo. Tan sólo se refiere a la seguridad en la evitación de la trasmisión de enfermedades. Como “salvavidas-extintor” se ofrece el uso de preservativos en la actividad sexual. Es más, se plantea como una actividad de solidaridad con los pueblos del tercer mundo enviarles preservativos. El pasado 21 de marzo, el Dr. Green declaraba que los preservativos no solo no funcionan correctamente sino que podrían estar “exacerbando el problema” en África. Edward Green es Senior Harvard Research Scientist for AIDS Prevention, y lleva muchos años investigando en esta universidad sobre la prevención del sida. En uno de sus libros -Rethinking AIDS Prevention: Learning from Successes in Developing Countries-, plantea la cuestión de la eficacia de este tipo de medidas. Con ello se hace voz de un número creciente de investigadores que han descubierto que no está demostrado que el fomento del preservativo disminuya la epidemia del Sida. Más bien parece que la aumenta. Esto se produce por dos motivos: porque el preservativo falla en el 5% de los casos, y por un fenómeno llamado compensación de riesgo o desinhibición conductual. La compensación de riesgo “es la idea de que si alguien usa cierta tecnología para reducir el riesgo, ocurre un fenómeno que lleva a la persona a asumir un riesgo mayor”. Por ello en África cada vez más se está optando por fomentar la fidelidad y la sexualidad responsable como camino más real para controlar la epidemia del Sida. www.parroquiasantamonica.com
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